ARTÍCULOS DOSSIER
TRAMAS SOCIALES • N° 07 | ISSN: 2683-8095
marco de la creciente complejización de la cuestión so-
cial. Rofman (2001) indica: “De esta manera, aparecen
en la escena pública nuevas cuestiones que nuclean en
su entorno individuos y organizaciones que reclaman
la intervención del Estado…” (p. 03).
mente con el marco de surgimiento de nuevas formas
de institucionalización de la participación, dado que
son nuevas formas de organización social que impo-
nen formas de participación diversas con fundamen-
tos políticos, sociales y civiles.
La diversificación de las problemáticas sociales y su
consiguiente ampliación en el abanico de actores in-
volucrados en la gestión de las políticas estatales,
hace evidente la heterogeneidad social y territorial de
la cuestión social y lleva a jerarquizar el espacio local
como referencia para la gestión de los nuevos modos y
formas de participación.
La participación supone entonces, la ampliación de la
ciudadanía de los sectores sociales empobrecidos, que
encuentran de esta manera la posibilidad de hacer oír
su voz en el proceso de gestión de políticas públicas.
Supone la ampliación y profundización de la democra-
cia, la participación de nuevos actores sociales no esta-
tales asegura una mayor transparencia y eficacia en el
accionar público, permitiendo una gestión concertada
en el desarrollo de una nueva institucionalidad local.
(Rofman, 2001).
Es necesario, según Hopenhayn (2000), tener en cuenta
que todos estos cambios alteran roles, hábitos y deseos,
además de las formas de ejercicio ciudadano, ya que no
se restringen a un conjunto de derechos y deberes con-
sagrados constitucionalmente, sino que se expanden a
prácticas cotidianas relacionadas con la interlocución a
distancia. El uso de la información y participación para
el logro de conquistas personales y/o grupales, la rede-
finición del ciudadano y sus derechos, y el uso del espa-
cio mediático para devenir actor frente a otros actores,
necesitan hoy de una mirada más analítica y detenida.
El hecho de que los representantes de la sociedad civil
se encuentran participando en nuevas formas de or-
ganización en el entramado social, significa una am-
pliación del funcionamiento de la democracia, exten-
diéndola más allá de los mecanismos establecidos por
las instituciones representativas propias del sistema
democrático. Sostenido principalmente por los movi-
mientos sociales y organizaciones de base que se han
conformado sobre redes territoriales.
El marco institucional se ha visto, de esta manera, am-
pliado a la incorporación de nuevos actores y la cues-
tión de la participación social en la formación e imple-
mentación de políticas, que ocupa hoy un lugar central
en la planificación y en el análisis de la acción social de
estas demandas.
En palabras de Di Marco (2006), la participación en
diversos sectores crea una acumulación de efectos
positivos en el avance hacia una sociedad más demo-
crática. En este sentido, los procesos participativos y
la democratización, entendidas como variables, son
mutuamente interdependientes. Las relaciones so-
ciales susceptibles de ser democratizadas no solo son
las que median entre el Estado y la sociedad civil, sino
también aquellas que se establecen al interior de todo
tipo de organizaciones: escuelas, organizaciones de la
sociedad civil, clubes deportivos, centro de investiga-
ción, así como también en sus instituciones: educa-
ción, salud, tecnología, cultura, política.
En relación a esto, Hopenhayn (2000), indica que
emergen movimientos sociales, que encarnan nuevas
formas de reclamar por los derechos y por su posibili-
dad de ejercerlos. Sintomáticamente, los movimientos
sociales protagonizados por grupos que no acceden al
poder del Estado, ni se sienten representados por el
sistema político, tienen mayor eco en el espacio público
cuanto más se vinculan con el tema de la ciudadanía y
sus formas de participar.
La adopción de formatos participativos para la gestión
de las nuevas formas de organización implica revalori-
zar recursos y las articulaciones que tienen lugar en el
ámbito local, puesto que son los actores sociales impli-
cados los que necesariamente poseen un fuerte arraigo
en el territorio. (Rofman, 2001). Ello pone de manifies-
to la importancia de la inserción local territorial que
generalmente tienen las organizaciones, reconociendo
y recuperando la dinámica territorial de trabajo que
traen las organizaciones de base.
La participación y la ampliación de los espacios de
igualdad no se refieren solamente a la ciudadanía po-
lítica ni a su canalización mediante los partidos políti-
cos, sino que se extiende a las relaciones de género, de
generaciones, a los diferentes modos de vivir la cultu-
ra, el cuerpo y la sexualidad. (Di Marco, 2006).
Este contexto de expansión de nuevas demandas so-
ciales, complejas e innovadoras se relaciona directa-
Álvarez, Pérez, Marsiglia
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