"Caos" Antonio Santos, 2022. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democracia Periodize the democratic cycle. Notes for the study 40 years of democracy Ezequiel Román Berlochi¹ Recibido: 12/03/2024Aceptado:14/09/2024 Resumen El presente trabajo busca reflexionar sobre el ciclo democrático más largo de la historia argentina. Para ello establecemos cuatro periodos de análisis a saber: 1) 1983-1990 período de construcción democrática, 2) 1991-2000 los años 90, consolidación de la democracia y reformas, 3) 2001-2007 crisis y reconfiguración del Estado y 4) 2007- actualidad preeminencia de lo político. Buscamos analizar desde la perspectiva sociohistórica las rupturas y continuidades en lo que refiere a los cambios acontecidos a nivel de representación política a lo largo de este ciclo democrático. Especialmente haremos referencia al proceso de metamorfosis y crisis de la representación, con sus consecuentes mutaciones principalmente en el sistema de partidos, su relación con las crisis económicas y las reacciones de la sociedad civil a las mismas. Por otra parte, también nos detendremos en las identidades políticas que se fueron construyendo a lo largo del periodo, sus transformaciones e incidencias en el campo de lo político. De ese modo aspiramos a construir una visión global del ciclo histórico que nos ayude a entender el devenir de la política argentina de la última década. Para tal fin, se repasan los principales hitos desde la recuperación democrática examinando la reconstrucción del sistema de partidos, para luego analizar las crisis por las que fue atravesando a lo largo de estos 40 años. Palabras clave: Democracia; Política; Partidos; Argentina; Representación. ¹Licenciado en Ciencia Política (UNR). Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Rosario. ORCID: 0000-000 2-85 69-2194. Correo Electrónico ezequiel.berlochi@fcpolit.unr.edu.ar 14 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
Abstract The present work search to reflex about the longer democratic cycle to the Argentina’s history. For that we establish four periods for analyze: 1)1983-1990 democratic construction period, 2) 1991-2000 the 90 years, consolidation of the democracy and reforms, 3) 2001-2007 crisis and reconfiguration of the State and 4) 2007-actualitiy preeminence of the political. We are looking to analyze from the sociohistoric perspective ruptures and continuities about the changes that have occurred at the level of political representation throughout this democratic cycle. Especially we will reference to the metamorphosis process and the representation crisis with their consequents mutations principally in the political parties system, their relations with the economic crisis and the reactions of the social civility. In the odder hand, also we will study the political identities that were making in the period, their transformations and incidence into the political camp. In that way, we aspire to build a global vision of the historical cycle that help us to understand the evolution of argentine policy in the last decade. To this end, the main milestones since the democratic recovery are reviewed, examining the reconstruction of the party system, and then analyzing the crisis it has gone through these 40 years. Key words: Democracy; Policy; Parties; Argentina; Representation. 1. Introducción El 10 de diciembre de 1983 se concretaba la finalización de un período signado por el predominio de las Fuerzas Armadas en tanto actor político y la alternancia cívico-militar, mientras se configuraba un nuevo modo de hacer política, marcada por el asiento de un régimen democrático. Comenzaba de ese modo un nuevo periodo donde se crearon nuevas referencias simbólicas, identidades políticas y sociales y formas de hacer política. Como todo período histórico, éste no estuvo exento de rupturas y continuidades, así como crisis tanto económicas como políticas. Es en ese sentido que el presente escrito pretende aportar al debate sobre el ciclo democrático, primeramente, estableciendo una posible periodización del ciclo a analizar. Asimismo, buscamos identificar las rupturas y continuidades, así como reconocer los posibles nudos problemáticos presentes en el mismo. A diferencia de otros ciclos o periodizaciones, desde la historia política aún no se ha pensado o abordado el período en su conjunto. Por el contrario, lo que hay son trabajos particulares sobre los distintos hitos presentes en estos 40 años de democracia ininterrumpida o estudios centrados en las presidencias. Obviamente, en una periodización general no se puede analizar en detalle o con rigor todos los elementos o cuestiones particulares que acontecieron a lo largo de todos esos años, cuestión que tampoco nos proponemos realizar. La idea, como mencionamos, es tener una visión global del período especialmente en lo que refiere a rupturas y continuidades que nos permita trazar un mejor análisis sobre el conjunto, haciendo foco en los cambios acontecidos en el sistema político, las crisis políticas, las transformaciones identitarias, entre otras. 15 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
Creemos que una aproximación desde la sociohistoria es sumamente valiosa, ya que esta perspectiva se presta al análisis del pasado para comprender el presente. Por otro lado, como plantea Gerard Noiriel (2011), la sociohistoria estudia “problemas empíricos precisos” (p.8) y de esa forma comprender más cabalmente el presente. Las relaciones de poder, los modos en que se construye la legitimidad política, así como las relaciones entre la sociedad civil y la política, son temas de análisis de la sociohistoria.Lo anterior nos sirve de referencia a la hora de analizar los nudos problemáticos que vamos a encontrar en la periodización y la reconfiguración en las diferentes coyunturas. En los últimos 8 a 10 años hemos sido testigos de los cambios acontecidos en la arena política, particularmente la alternancia político-partidaria a nivel nacional que se dio en 2015 con la alianza Cambiemos, el ascenso nuevamente del peronismo de la mano del Frente de Todos en 2019 y la reciente victoria en 2023 de La Libertad Avanza. Estas reconfiguraciones políticas traen a colación una serie de problemas que son posibles de ser analizados en perspectiva sociohistórica si tomamos el periodo democrático de larga duración, más que nada cuando la democracia parece haber entrado en crisis, fenómeno que no sería exclusivo de la Argentina, por cierto.En lo que sigue, abordaremos las características generales de cada periodo, justificamos la centralidad política de cada uno de ellos e identificamos los problemas pasibles de ser abordados desde la historia política y la ciencia política. II. 1983-1990 Período de construcción democrática El ciclo abierto el 10 de diciembre de 1983 puso fin a la alternancia de gobiernos militares y al poder político de las Fuerzas Armadas, pero como reconoce Marina Franco (2023), este no fue un proceso sencillo y mucho menos concentrado en la victoria electoral del radicalismo de la mano de Raúl Alfonsín. El proceso de transición o construcción democrática ha sido objeto de diversas interpretaciones y análisis (O'Donnell y Schmitter, 1994; Quiroga 1994; Lesgart, 2003; Mazzei, 2011; Franco, 2023). No vamos a profundizar sobre la cuestión teórica de la transición, ya que puede ser encontrada en los textos citados, sí nos parece importante retomar una idea esbozada por Franco (2023) sobre la terminología a emplear al hacer referencia a este momento clave de la historia política argentina contemporánea.Para la autora, el término más adecuado para referirse a este periodo es el de reconstrucción democrática o democratización, antes que el más clásico de transición, propio de los debates de la época en la cual todavía no se avizoraba un punto de llegada: Para comenzar, podemos establecer la siguiente periodización: 1. 1983-1990 Período de construcción democrática 2. 1991-2000 Los años 90, consolidación de la democracia y reformas 3. 2001-2007 Crisis y reconfiguración del Estado 4. 2007 - actualidad Preeminencia de lo político 16 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
…tampoco se trató de un proceso de ‘recuperación democrática’, dado que esa democracia como ejercicio pleno y libre de la ciudadanía sin restricciones y regular, no había existido con continuidad antes y estaba por hacerse. Más bien se trató del fin de la presencia militar en el poder y el gobierno, y el comienzo de un aprendizaje democrático. En todo caso, sí está claro que las y los contemporáneos/as eran plenamente conscientes de que estaban frente a un momento de cambio y movimiento: se terminaba la dictadura y las expectativas estaban puestas en la apertura del juego electoral y un nuevo periodo constitucional. El resto era deseo e incertidumbre (Franco, 2023, p. 19).De ese modo, para nosotros tiene más sentido hablar de construcción democrática ya que fue un momento de creación e invención de nuevas formas de hacer política, aunque todavía pervivían algunas viejas formas, como ya veremos más adelante.Lo importante del periodo 1983-1990 en lo referido a la construcción democrática tiene que ver con la ponderación de la propia idea de democracia como un modo de vida, más allá de los marcos institucionales, lo cual quedó condensado en la definición del propio Alfonsín durante la campaña electoral de que “con la democracia no sólo se vota, sino también se come, se cura y se educa”, esto avizoraba un horizonte de promesas que corresponde a sucesivos estudios a analizar en detalle. Por lo pronto, esa frase que pasó a la posteridad como una promesa o máxima a seguir, condensó lo que significaba el nuevo periodo que se abría luego de la sangrienta dictadura del autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”. Para lograr el mencionado objetivo de construcción de una Argentina democrática, el primer gran problema que se debió enfrentar fue el que se conoce como la “cuestión militar”. Como se sabe, el cambio de un régimen autoritario a uno democrático se hizo sin pacto alguno, como sí ocurrió en otros Estados de la región, debido al colapso del régimen militar producto de tensiones internas, crisis económica y la derrota militar en Malvinas. La imposibilidad de pactar un lugar de privilegio para las Fuerzas Armadas en el nuevo régimen, así como la no investigación de los crímenes cometidos por la dictadura en la denominada “lucha contra la subversión”, dejó al actor castrense en una posición de extrema debilidad que se vio reflejada en la posibilidad de enjuiciar a las cúpulas militares en los históricos juicios de 1985. A pesar de eso, como plantea Hugo Quiroga (1994), en el momento de transición lo que hubo fue un pacto postergado en el tiempo, es decir:un pacto diferido en el tiempo, que crea una situación no clausurada sino más bien suspendida. Los sacudones militares en tiempos de la democracia que derivan en las leyes de ‘obediencia debida’ y ‘punto final’, como en el indulto presidencial, pueden explicarse en clave de pacto postergado (p. 456). La presión ejercida por los militares en cuatro levantamientos (1987, dos en 1988 y 1990) condicionaron a la naciente democracia. Ello en el marco de una sociedad civil en efervescencia donde el movimiento de derechos humanos tenía un fuerte protagonismo presionando a los gobiernos en relación a la indagación sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura (Jelin, 2017; Feld y Franco, 2015; Lvovich y Bisquert, 2008). Aquí podemos establecer dos momentos, el primero durante el gobierno de Alfonsín, un período signado por rupturas y continuidades, presionado tanto por un poder castrense en descomposición pero que todavía tenía cierto margen de maniobra, como por los organismos de derechos humanos. En el medio, la posición del gobierno civil que trataba de 17 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
navegar entre las dos posiciones avanzando y retrocediendo (Crenzel, 2014), la propuesta de enjuiciar a las cúpulas militares, el armado de la CONADEP, la publicación del informe Nunca Más y el propio juicio a las Juntas tuvieron sus límites ya sea en las propias limitaciones impuestas por el gobierno (en la distinción en tres categorías de autores de las violaciones a los derechos humanos que limitaba el enjuiciamiento) como en la nula posibilidad de resistir los embates del poder militar en los tres primeros levantamientos carapintadas, que se vieron luego reflejados en las sanciones de las leyes de impunidad (Obediencia Debida y Punto Final) . El segundo momento se dio durante los primeros años del gobierno de Carlos Menem que culminaría con uno de los principales problemas que encontraba la institucionalización de la democracia y que cierra este periodo. Menem tuvo éxito donde Alfonsín no había podido imponer la voluntad del Estado, logrando cerrar la cuestión militar. Aunque dicho cierre es un tanto agridulce porque si bien lograr el cometido de que las Fuerzas Armadas repriman el último levantamiento carapintada de 1990, lo hace acordando primeramente con los militares un indulto a todos aquellos que habían sido condenados por violaciones a los derechos humanos en los procesos judiciales iniciados con el alfonsinismo.De esa manera, “el indulto consolidó la autoridad de Cáceres en el Ejército [Jefe del Estado Mayor del Ejército nombrado por Menem] y destruyó la legitimidad que les restaba a los ‘carapintadas’, que entre octubre y noviembre fueron dados de baja del Ejército” (Canelo, 2011, p. 147) ² . La cuestión militar se zanjaba definitivamente con el predominio de la impunidad sobre lo actuado por las Fuerzas Armadas en la denominada “lucha contra la subversión”. Por otra parte, al decir de Lvovich y Bisquert (2008), con la asunción de Menem a la presidencia se ponía en juego un nuevo modo de entender el pasado reciente, buscando dejar atrás el pasado para centrarse en las posibilidades que el futuro traería en pos de la “pacificación nacional” (p. 52). El último punto nos habilita a tratar uno de los problemas transversales que se verá a lo largo de estos 40 años que tiene que ver con los usos del pasado, ya que la postura de Menem no había sido el primer ensayo interpretativo. En 1983, cuando asumió el primer gobierno civil, se había propuesto lo que se conoció como la “teoría de los dos demonios” (Lvovich y Brisquert, 2008, p. 13; Franco, 2015, pp. 24-25) que ensayaba la inocencia de la sociedad frente a las violencias de los grupos guerrilleros y el accionar represivo estatal ²Es importante aclarar que el levantamiento carapintada de Seineldín de 1990, se produjo luego del otorgamiento de una primera tanda de indultos, como especifica Paula Canelo “el alzamiento buscaba desplazar a la cúpula del Ejército y recuperar el espacio perdido dentro de la institución. Su proclama afirmaba: ‘Esto no es un golpe de Estado: nosotros respetamos la Constit ución, pero desconocemos el generalato. El Comandante legítimo del Ejército es el Coronel Mohamed Alí Seineldín’” (Canelo, 2011, p. 148). La consolidación de la autoridad de Cáceres al interior del Ejército, producto de los indultos, fue lo que permitió que la institución en conjunto reprimiera al movimiento insurreccional, rompiendo “el pacto intramiliatar de Villa Martelli, que había logrado mantener un cierto equilibrio interno” (Canelo, 2011: 147). Como sintetiza la autora, con ese acto Menem lograba instaurar la visión de que el movimiento de carapintadas no era el Ejército Nacional y por lo tanto carecía de legitimidad. 18 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
equiparándolas. La idea de reconciliación, tenía en su matriz la propuesta de los “dos demonios” puesto que el terrorismo estatal es colocado en el mismo plano que el “terrorismo subversivo”: ambos son igualados en la medida en que se afirma que es necesario que cada uno, humildemente reconozca en el otro aciertos y errores. Sólo así, el odio y la venganza, no la necesidad de impartir justicia, serán superados, abriendo las puertas al “mutuo perdón” y a la “unidad nacional” (Lvovich y Brisquert, 2008, p. 52).Ambas teorías se dieron en un contexto de movilización social particularmente de los organismos de derechos humanos que se movilizaban con el afán de solicitar justicia por las violaciones cometidas durante la dictadura. Y puede que esa movilización y masificación de protestas durante este primer periodo, sea el punto más notable al momento de analizar el ciclo democrático. Aquí quisiéramos referirnos a un punto nodal que tiene que ver con la construcción y consolidación de la democracia, como dijimos anteriormente, la coyuntura política post-Malvinas habilitó a que la sociedad civil se movilizara y los partidos políticos salieran del letargo impuesto por la dictadura. Un primer hito tiene que ver con la masividad en que ciudadanos y ciudadanas se afiliaron a diversos partidos políticos, siendo el Justicialismo y la UCR los que más afiliados y afiliadas tuvieron (casi cuatro millones de personas entre ambos, aunque no fueron los únicos partidos que incrementaron sus filas). La reconstrucción institucional de la democracia argentina comenzaba entonces desde abajo, con un gran caudal de afiliados/as y militantes, además de que los partidos comenzaban sus propios caminos de renovación, siendo la UCR quien lo hará en el contexto de transición, mientras que el PJ lo hará una vez derrotado en la contienda electoral, siendo que era el principal favorito para hacerse con la primera magistratura (Franco, 2023; Levitsky, 2005). Lo que nos interesa resaltar de este tema es un rasgo que tendrá el sistema político argentino democrático y que durará hasta mediados del período siguiente, la consolidación de un sistema de partidos anclado en una especie de bipartidismo, expresado en la alternancia entre la UCR y el PJ en los distintos cargos electivos (Abal Medina, 2004). De ello se desprende la alternancia entre ambos partidos especialmente en 1989 cuando Carlos Menem del PJ ganó la elección presidencial sumado a la instauración de un sistema de negociación institucional entre ambos partidos y líderes, tema que se verá mejor en el apartado siguiente.Para finalizar con este apartado, consideramos importante destacar, siguiendo a Inés Pousadela (2006), que la campaña de 1983 trajo aparejado consigo un cambio fundamental en el sistema político-partidario argentino. La autora sigue en este caso a Bernard Manin (Manin, 1992 citado en Pousadela, 2006), cuando plantea el concepto de metamorfosis de la representación, clave para entender el devenir histórico-político de la política argentina en estos 40 años, puesto que refiere a todos aquellos:Fenómenos relacionados con la declinación de la importancia de los programas partidarios, la personalización de los liderazgos y la instrumentalización de los partidos políticos por parte de sus líderes, el imperio de los medios de comunicación y la preponderancia de la imagen por sobre el debate programático. (Pousadela, 2006, pp. 9-10) 19 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
A pesar de la reconstitución de los partidos políticos, especialmente de los “dos grandes” de la Argentina, la campaña y elección de 1983 comenzó a exponer la crisis del sistema de partidos de masas. Como sostiene la autora:La campaña de 1983 fue, sobre todo, la que marcó el inicio de una nueva era en la política argentina. En ella se hizo sentir la presencia novedosa de una ‘ciudadanía fluctuante’ capaz de definirse en función de los acontecimientos políticos de coyuntura y, en particular, frente a los sucesos que puntuaban las campañas electorales. (Pousadela, 2006, p. 67)Si bien podemos considerar que el periodo 1983-1990 mantuvo las identidades políticas preexistentes, especialmente entre radicales y peronistas aunque no fueron las únicas ³, lentamente comenzaba a vislumbrarse una serie de cambios significativos que acentuaron la crisis de los partidos políticos en el siguiente periodo y terminaron eclosionando en 2001, estando ahora frente a una crisis de la representación, entendida como aquellos “fenómenos tales como la percepción de la incapacidad o corrupción de la llamada clase política, indiferenciada en su composición y con intereses corporativos más poderosos que los de sus representados, y la desconfianza hacia las instituciones representativas” (Pousadela, 2006, p. 10) III. 1991-2000 Los años 90, consolidación de la democracia y reformas Como mencionamos anteriormente con la represión del último levantamiento carapintada, la cuestión militar se zanjó definitivamente consolidándose la democracia, especialmente en lo que refiere a una estructura institucional funcional (partidos políticos, Parlamento) y la desactivación definitiva de las Fuerzas Armadas en tanto actores políticos. Aun así, cuestiones clave como lo referido a los derechos humanos y a los crímenes cometidos por la dictadura no encontraban respuesta a las demandas de la sociedad civil, dejadas de lado con la idea de reconciliación nacional, esgrimida por el gobierno de Carlos Menem en pos de un futuro promisorio, llegando al punto álgido con el otorgamiento de los indultos a los culpables de los juicios iniciados en el periodo anterior. . Los años 90 se destacan por dos cuestiones fundamentales, la apertura económica que implicó una reconfiguración del rol del Estado y un mayor peso del mercado, especialmente financiero, y los primeros síntomas de la crisis del sistema político de partidos con cambios en las identidades políticas existentes que terminará desembocando en una crisis de representación. Asimismo, retomando el planteo de Pousadela (2006), los años 90 también marcaron la profundización de la metamorfosis de la representación política, pasando a tener liderazgos marcadamente personalistas y un rol cada vez más activo de los medios de comunicación en la política.Sobre el primer aspecto, el gobierno radical de Alfonsín terminó su mandato (entregando el mando seis meses antes) en medio de una crisis económica y social que puso en juego la ³Ya que se crearon otras, como por ejemplo la UCDE (Franco, 2023). 20 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
institucionalidad recientemente conseguida. El proceso hiperinflacionario, los saqueos a comercios y las demandas de la sociedad civil ciertamente fueron una prueba de fuego que la democracia argentina tuvo que pasar. Ello en un clima electoral donde se renovaron las autoridades nacionales, obteniendo el justicialismo la presidencia de la Nación, hito de suma relevancia ya que por primera vez en casi más de medio siglo un gobierno elegido por la ciudadanía entregaba el mando a otro gobierno electo y de distinto signo partidario sin objeción alguna.Es posible pensar que la década de los 90 en Argentina comienza en 1991, cuando el gobierno de Menem inició una política económica favorable al libre mercado y a la desregularización de la economía, acompañada de una redefinición del rol del Estado en la mencionada actividad. Este proceso de reforma estuvo reflejado en las sanciones de las leyes de Emergencia Económica y Reforma del Estado en 1989 y la Ley 23.928 de convertibilidad de 1991 acompañado con el nombramiento de Domingo Cavallo como ministro de Economía (Basualdo, 2010; Belini y Korol, 2020). Con esta última comenzaba a perfilarse el proyecto económico de Menem y los cambios en lo referido a la matriz estatal imperante en las décadas anteriores. En buena medida, serán estas reformas, aunque no las únicas, las que inicien el proceso de crisis en que el sistema político argentino estaba cayendo.En lo que refiere a este punto, si durante la etapa anterior se había procurado la (re)construcción y consolidación de un orden institucional democrático, poniendo énfasis en las instituciones tanto estatales como partidarias, los años 90 parecían desarrollarse en un clima un tanto diferente. La construcción de la democracia, como vimos en el apartado anterior, tuvo como principal protagonista (pero no el único) a los partidos políticos, fenómeno que podemos apreciar en el nivel de afiliación registrado en el contexto de transición de un régimen autoritario a uno democrático. A finales de la década, la crisis de los partidos políticos había alcanzado al recientemente reconstituido sistema de partidos, fenómeno que podemos enmarcar dentro de los que Pousadela (2006) denomina como metamorfosis de la representación ¿Cómo impactó en el sistema político argentino? El cambio de signo político en la administración nacional trajo aparejado varias transformaciones algunas de las cuales ya hemos presentado. En lo estrictamente político, retomando el planteo de Alfredo Pucciarelli (2011), Menem se abocó a la construcción de una legitimidad para llevar a cabo las reformas esbozadas, tratando de prescindir del aparato partidario, configurando de este modo una nueva relación con la ciudadanía que tuvo como eje rector la centralidad de su liderazgo personal y la interacción con la está por medio de los medios de comunicación. La puja entre el partido, representado por Antonio Cafiero presidente del PJ y el presidente de la Nación, giraba en torno al cambio de la matriz económica que éste último buscaba implementar. De ese modo comenzó a construirse una imagen de Menem en tanto líder prescindente de las estructuras partidarias. 4 Que fijaba la convertibi lidad del dólar y el peso en un cambio fijo (1 a 1). 4 21 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
Los éxitos iníciales en lo económico, además de las victorias obtenidas en las elecciones legislativas de 1991 y 1993, llevó a Menem a buscar un segundo mandato para lo cual era necesario la reforma de la Constitución. En ese marco se producen los acuerdos de Olivos, una reunión entre Menem y Alfonsín en la que acordaron algunos puntos de interés para ambos partidos como la reelección del presidente por un mandato consecutivo o la elección de un tercer senador en representación de la primera minoría. Aquí ya se puede comenzar a evidenciar la crisis de los partidos políticos, puesto que la UCR se hallaba debilitada por lo traumático de la salida del gobierno de Alfonsín, mientras que el PJ comenzaba a sufrir las primeras escisiones producto del giro programático de la política económica. Estos sectores que se alejaron del justicialismo conjuntamente con otros espacios conformaron el Frente Grande, como una expresión de oposición al acuerdismo de los dos partidos hegemónicos y a las políticas neoliberales. El Frente Grande rápidamente desplazó a la UCR como el principal partido de oposición, quebrando de este modo el “bipartidismo” imperante desde la recuperación democrática. La elección presidencial de 1995 lo demuestra al obtener el 27,83% frente al 16% de la UCR, quedando en el segundo y tercer puesto respectivamente . Este éxito, sumado a la popularidad de la dirigencia frepasista, hizo que la UCR iniciara negociaciones en vista a la constitución de una coalición política. De ese modo, en 1997 se constituye la Alianza por el trabajo, la justicia y la educación, o simplemente Alianza, amalgamando a los dos espacios políticos.El contexto del surgimiento de la Alianza es significativo. A pesar de la importante victoria en la elección presidencial, el gobierno de Menem comenzaba a exhibir algunos desgastes. Por un lado, la figura presidencial y su entorno eran objetados por la sucesión de casos de corrupción que involucraron a las más altas esferas del poder. Durante los 90 se producen una serie de hechos criminales que se relacionaban directamente con el poder político .Para mediados de la década comienzan a hacerse sentir los efectos negativos de las políticas neoliberales, mostrando una activación por parte de la sociedad civil en movimientos como el piquetero o de trabajadores desocupados (Svampa, 2005).En ese clima de efervescencia social la Alianza encuentra un nicho para construir su política, con un discurso que buscaba contraponerse al menemismo enfrentado al par dicotómico honestidad-corrupción, así como la propuesta de políticas que buscaban paliar los efectos sociales regresivos de la economía neo-liberal, pero sin abandonar la convertibilidad (Persello, 2007; Dikenstein y Gené, 2014; Basualdo, 2010; Belini y Korol, 2020). El paroxismo de la crisis de los partidos políticos se encuentra en la constitución de este espacio político, una coalición electoral sumamente desequilibrada, como la han 65 El PJ que llevó a Carlos Menem como candidato a presidente obtuvo el 47,49%, siendo reelecto. Resaltamos que, en esa elección, el Frente Grande concurrió como FREPASO, al haber agrandado la base de coaliciones partidarias que lo conformaban inici almente. Los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA (1992 y 1994) son los más paradigmáticos, a los que se podría sumar la voladura de la ciudad de Río Tercero en 1995 para encubrir el contrabando de armas a Ecuador y Croacia, entre tantos otros. 56 22 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
retratado Violeta Dikenstein y Mariana Gené (2014), con una importante disparidad de fuerza: una UCR debilitada en términos sociales pero poseedora de un fuerte aparato partidario y un FREPASO muy fuerte de cara a la sociedad, pero débil en lo interno, muy dependiente de los liderazgos personalistas de sus referentes y del peso mediático. A pesar de obtener la victoria presidencial en 1999 con la fórmula Fernando de la Rúa-Carlos “Chacho” Álvarez con promesas de cambio, particularmente en lo que refería a un nuevo rumbo en la política volcado hacia la transparencia y la honestidad, la experiencia de la Alianza terminó naufragando críticamente no sólo por la crisis económica desatada por la negativa de abandonar, o por lo menos reformar, el plan de convertibilidad, sino también por la incapacidad de funcionar como un espacio político cohesionado. Es decir, el caso de la Alianza evidencia que su constitución fue meramente con un objetivo electoralista, sin contar con un proyecto político propio y compartido entre todos los actores intervinientes. El desbalance entre los socios de la coalición se hizo notar en la función de gobierno, al igual que la continuación de viejas prácticas heredadas del periodo anterior. Concretamente, nos referimos al escándalo del Senado que involucró denuncias de sobornos para aprobar la reforma laboral, que por otra parte profundizó la ya efectuada por Menem. La denuncia involucró a senadores del PJ y la UCR, mientras la figura del vicepresidente se ponía en una posición bastante complicada al ser él quien presidía el cuerpo. Las idas y vueltas entre los dos principales líderes de la coalición por intentar resolver la crisis que se había producido por la denuncia, no hicieron más que acentuar las divisiones y diferencias entre ambos partidos. La imposibilidad de resolver la misma terminó con la renuncia de Álvarez a la vicepresidencia de la Nación en diciembre de 2000, aunque el FREPASO no abandonó la coalición. IV. 2001-2007. Crisis y reconfiguración del Estado El ciclo democrático argentino reconoce dos puntos de inflexión. El primero es el 10 de diciembre de 1983, con la inauguración del ciclo que, como hemos visto, sentó las bases para la construcción y consolidación de la democracia. El segundo, fueron las jornadas del 20 y 21 de diciembre de 2001 que pusieron en jaque a la joven democracia argentina. La resolución institucional de la crisis llevó tiempo, como veremos en el presente apartado. En momentos donde no se sabía qué podría pasar con el sistema democrático, marcó un hito de suma importancia que apuntaló al sistema al resolver la crisis desde adentro. De cualquier manera, debemos hacer mención que la cuestión se resolvió con ciertos altibajos. La crisis de la política no fue sencilla de recomponer, concretamente la relación del sistema político con la ciudadanía.Este periodo puede ser dividido en dos momentos. Desde 2001 hasta 2003, donde la crisis de representación y descontento con la política se hizo sentir con fuerza y de 2003 a 2007, el ciclo que concuerda con el primer gobierno kirchnerista, momento donde aún perduraba la desconfianza hacia el sistema y comenzaba su lenta recomposición y la del rol del Estado en medio de una profunda crisis económica y social. Entendemos que la crisis no se resuelve con 23 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
Para est as autoras, son tres los hitos que tendieron a debilitar y socavar las bases de la Alianza: el escándalo en el senado y la renuncia de Álvarez; el fallido blindaje financiero y la renuncia del ministro de economía Machinea y finalmente, la corta gestión de López Murphy, sumado a la vuelta de Cavallo luego de la renuncia del primero debido al ajuste al que había sometido a la sociedad, aceleró la disolución de la Alianza debido a la imposibilidad de controlar la crisis económica (Dikenstein y Gené, 2014). 7 el nombramiento de un presidente o con la celebración de elecciones, sino que conlleva una serie de modificaciones tanto en lo político como en lo económico, cuestión que se terminaría de resolver recién sobre el final del periodo. Pero vayamos por parte.El escándalo del Senado fue la primera de una serie de crisis, que como reconocen Dikenstein y Gené (2014) socavaron las bases de la coalición política de la Alianza . A la renuncia y salida del gobierno del vicepresidente se le sumó la imparable crisis económica y social que en menos de un año se cobraría la renuncia de tres ministros de economía (Machinea, López Murphy y Cavallo), finalizando con la renuncia del propio presidente en diciembre de 2001. Un detalle no menor para lo que venimos trabajando en el presente escrito, tiene que ver con las elecciones legislativas de octubre de 2001. La importancia de esta elección radica en que es el momento donde comienza a visibilizarse la crisis de representación (Pousadela, 2006; Cheresky, 2003). El nivel de voto en blanco e impugnado, al igual que la abstención electoral, marcaron la tónica en la mencionada elección que más tarde, en las jornadas de protesta social de diciembre de ese año, se sintetizaría en la consigna “que se vayan todos”. Ésta, explicaba el nivel de desconfianza en que había caído el sistema político argentino frente a una sociedad a la cual no podía dar respuesta a las principales inquietudes provocadas por la crisis económica. En ese contexto comenzaron a surgir distintas formas de organización de tipo político y social por fuera del aparato institucional, como las asambleas barriales, los clubes de trueque y la recuperación de fábricas declaradas en quiebra por parte de sus trabajadores en forma de cooperativas. La sociedad comenzaba a buscar soluciones a los problemas por fuera de los canales institucionales al desconfiar de la política y particularmente de “los políticos”. Se trataron de experiencias político-sociales novedosas ancladas en territorios particulares con participación plena e igualitaria de vecinas y vecinos que recurrieron a formas de participación horizontales de democracia directa (Svampa, 2005; Rossi, 2005; Cabral, 2006; Pousadela, 2006 y 2011). Es menester resaltar que, aunque estas experiencias fueron más bien acotadas y de corta extensión en el tiempo, su importancia radicó en el descrédito en que había caído la política institucionalizada.En términos institucionales la continuidad del sistema logró mantenerse con la reunión de la Asamblea Legislativa que eligió un presidente para que continuara con el mandato truncado de Fernando De La Rúa con el nombramiento, en última instancia, del senador por el PJ 7 Abstract The purpose of this article is to analyze the path for which the neoliberal political current rises to power in Argentina. This rise went through several significant stages. In the first instance, all started through a government putsch in 1976 when, with military force, the army heads burst onto the national political scene. Subsequently, in a second stage, neoliberal policies are established and consolidated during the two presidential terms of Carlos Menem, who accesses the chair through democratic means using the political structure of the Peronist party. The last two phases took place in the 21st century: first, in 2015 when the Cambiemos political coalition brings Mauricio Macri to the presidency, who wins the elections with a moderate liberal and reformist speech. Finally, in 2023, Javier Milei comes to power, allied with former president Macri, presenting himself as a radical counterpoint to Peronism. His campaign strategy is characterized by his marked confrontation against the status quo, promoting a supposed "anti-politics" project and adopting the slogans of neolibertarian movement. In his speech, Milei flirts between the idea of anarchy-capitalism and elements associated with the authoritarianism of an ultra-capitalism with shades close to contemporary fascism. Keywords: Democracy / State / Political Parties / Neoliberal Right / Argentina I.Introducción Tras el retorno a la democracia en 1983, la derecha política en Argentina ha estado representada por diferentes partidos y coaliciones que han abogado por políticas económicas liberales, como la reducción del rol del Estado y la apertura económica. La irrupción de las derechas neoliberales en la política argentina ha sido influenciada por una combinación de factores económicos, políticos y sociales, generando importantes desafíos para la democracia en el país, principalmente en términos de desigualdad, deterioro de los derechos sociales y laborales, dependencia económica externa y polarización política y social.Para analizar cómo el modelo neoliberal se consolidó como paradigma dominante en la política argentina, a pesar de las profundas tensiones que provoca en estos aspectos, es necesario un marco teórico que integre diversas perspectivas. Pierre Dardot y Christian Laval (2009) conceptualizan el neoliberalismo como un proyecto político que reconfigura la sociedad en su conjunto, transformando instituciones, relaciones sociales y subjetividades. Este enfoque es crucial para entender cómo la derecha neoliberal en Argentina ha promovido políticas enfocadas en la eficiencia económica y en la reestructuración del poder en favor de las élites.El contexto histórico es también fundamental para entender este proceso. Eduardo Basualdo (2006), en su análisis sobre la reestructuración de la economía argentina desde la última dictadura cívico-militar, subraya cómo los cambios estructurales facilitados por el capital financiero y los sectores exportadores permitieron la consolidación del neoliberalismo en el país. Estos cambios fueron decisivos para orientar la política económica hacia un modelo que favorece a las élites económicas. 24 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
Para est as autoras, son tres los hitos que tendieron a debilitar y socavar las bases de la Alianza: el escándalo en el senado y la renuncia de Álvarez; el fallido blindaje financiero y la renuncia del ministro de economía Machinea y finalmente, la corta gestión de López Murphy, sumado a la vuelta de Cavallo luego de la renuncia del primero debido al ajuste al que había sometido a la sociedad, aceleró la disolución de la Alianza debido a la imposibilidad de controlar la crisis económica (Dikenstein y Gené, 2014). 8 Eduardo Duhalde . El año y medio que éste estuvo al frente de la presidencia procuró encontrar solución a la crisis económica y social, frente a una sociedad que impugnaba a la política tradicional, buscando nuevas formas de expresión como ya hemos enumerado. Paralelamente, los partidos políticos profundizaron aún más la crisis en la que estaban inmersos desde mediados de la década anterior, como se vio en la elección de 2003.Podríamos decir que una de las consecuencias políticas de la crisis de 2001 fue la redefinición de las identidades políticas, a la luz de los cambios que exhibieron los partidos políticos, especialmente el PJ y la UCR. A ello hay que sumar el clima de volatilidad y fragmentación electoral, así como el descrédito de la ciudadanía hacia el sistema político-partidario. Podemos sostener, a modo de hipótesis, que entre los años 2001-2003 el sistema político argentino entró en una severa crisis que combinó tanto crisis de representación como el inicio de una gradual metamorfosis que comenzaría a desarrollarse sobre finales de este periodo para acentuarse en el siguiente. Pasemos a examinar algunas problemáticas presentes en ese particular momento. En primer lugar, hay que considerar dos las elecciones realizadas en la coyuntura descrita anteriormente. La legislativa de octubre de 2001, de la que ya hemos hecho mención, y las elecciones generales de 2003, mantuvieron un gran índice de abstencionismo, voto en blanco e impugnado. La desconfianza hacia la política tradicional, sumada a la crisis social y económica, provocó un fuerte cortocircuito entre la ciudadanía y la dirigencia política, que terminó generando una mayor profundización de la crisis en la que estaban inmersos los partidos políticos. Ello responde en buena medida al desgaste para el PJ ocasionado por el gobierno de Carlos Menem y a la traumática experiencia de la Alianza que diluyó al FREPASO y puso en crisis al armado político de la UCR. Es ese sentido, recurriendo al planteo de Gerardo Aboy Carlés (2001), las identidades políticas que se habían comenzado a construir en la coyuntura de la transición hacia la democracia y que habían sustentado en buena medida la constitución de los partidos políticos en tanto organización política, comenzaron a perder fuerza y centralidad, dando lugar a nuevas identidades, muchas de ellas efímeras o por lo menos mucho más débiles que las tradicionales. En segundo lugar, en sintonía con lo anteriormente planteado, el comienzo de una redefinición de los partidos políticos en un momento donde ya la propia idea de partido, o por lo menos como lo plantea Pousadela (2004) asociada al partido de masas dejaba de tener el sentido aglutinador de antaño para pasar a organizaciones mucho más efímeras y ancladas en un fuerte liderazgo y personalismo, como exponentes de la nueva representación política, entendida por la autora como “la carencia de un social previo que deba reflejarse en el Terreno 8 Además, el análisis de Fair (2010) sobre la articulación y consolidación del régimen socioeconómico de la Convertibilidad durante el gobierno de Carlos Menem ofrece una comprensión crucial de cómo el discurso político contribuyó a legitimar y consolidar el neoliberalismo en Argentina. Argumenta que la construcción de identidades y la configuración de un discurso hegemónico fueron elementos claves para articular una cadena significante que consolidó el modelo neoliberal durante la década de 1990, lo que resultó en una reconfiguración socioeconómica profunda y duradera.La tensión entre neoliberalismo y democracia es otro aspecto central que requiere atención. Santiago Morresi (2008) y Pablo Seman (2023) abordan cómo las nuevas derechas en Argentina promueven una "democracia sin política", despolitizando el debate público y desmantelando mecanismos de participación popular, reemplazándolos por lógicas de mercado. A pesar de operar dentro de un sistema democrático, estas fuerzas neoliberales han limitado la deliberación popular y la participación, erosionando los principios democráticos esenciales.Es importante advertir que el escenario actual es producto de un proceso histórico que comenzó con la implementación del modelo neoliberal que llevó adelante el ministro Martínez de Hoz durante la última dictadura militar, la crisis hiperinflacionaria de fines de los ochenta, las reformas estructurales de los años noventa, así como también el intento trunco de consolidación del modelo aplicado por el ex presidente Mauricio Macri.En este sentido, la pregunta que guía esta investigación es: ¿Cómo logró imponerse el modelo neoliberal como paradigma político dominante? El presente artículo tiene como objetivo principal explicar el proceso mediante el cual las derechas neoliberales se establecieron como fuerza hegemónica en la política argentina, culminando con la victoria electoral de un candidato libertario en las elecciones presidenciales de 2023. Para ello, se examinará el contexto histórico de las últimas décadas, el cual ha moldeado el surgimiento de dicha fuerza política.Para abordar la pregunta de investigación se utilizará una metodología cualitativa con un enfoque histórico-comparativo que permite analizar el proceso de consolidación del neoliberalismo a lo largo de diferentes periodos históricos, comparando la implementación y los resultados de las políticas neoliberales en distintas épocas y bajo diferentes gobiernos. Esta metodología permitirá no solo reconstruir el proceso histórico que llevó al neoliberalismo a convertirse en un paradigma dominante en la política argentina, sino también analizar sus implicancias para la democracia y la sociedad en general. II. Neoliberalismo y dictadura, el desafío de la transición democrática. Cualquier análisis que aspire a esclarecer las dinámicas de las fuerzas políticas surgidas a partir del proceso democrático instaurado en 1983, debe iniciar su estudio a partir de los acontecimientos ocurridos durante la última dictadura cívico-militar. En efecto, el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 no solamente marcó el comienzo de la dictadura más brutal y sangrienta que haya experimentado nuestra nación, instauró también un modelo que dejó efectos permanentes y significativos en el sistema económico, político y en la correlación de fuerzas sociales. 25 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. 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Cabe recordar que la interna peronista en esa coyunt ura se había tensionado entre la puja por el control del partido entre el expresidente Menem, que había crecido en las encuestas y comenzaba a tener mayor espacio en los medios de comunicación, especialmente haciendo gal a de los años más virtuosos en lo económico de su gobierno, frente al president e provisional Duhalde con quien sostenía un viejo enfrentamiento. En esa coyuntura, y ante la imposibilidad de presentarse a la elección (además de que su gestión venía seriamente golpeada por la cont inuación de la crisis y por la represión al movimiento piquetero), apadrinó al prácticamente desconocido gobernador de la provincia patagónica de Santa Cruz, Néstor Kirchner como su “delfín” en la elección, además de construir alianzas con otros actores tanto sociales como polít icos. Para más det alle sobre esto, véase Cheresky (2004); Gallo y Bartoletti (2013) y Cantamutto (201 7 ). 9 político, el carácter coyuntural y fluctuante de los apoyos que es capaz de cosechar, la levedad de las adhesiones que concita y de las identidades que constituye” (Pousadela, 2004, p. 127). Para la elección presidencial de 2003, la primera en importancia desde el colapso del gobierno de la Alianza y todavía con el “que se vayan todos” resonando, se evidenció la severa desestructuración de los partidos políticos tradicionales. En el caso del PJ concurrió a la elección con tres espacios políticos distintos que reconocían una misma identidad de origen: Carlos Menem con el Frente por la Lealtad, Néstor Kirchner con el Frente para la Victoria y Adolfo Rodríguez Saá con el Frente Movimiento Popular; a su vez la UCR si bien concurrió con su sello con la candidatura de Leopoldo Moreau, mostró su desestructuración con la conformación de dos coaliciones una de centro-derecha con Ricardo López Murphy con RECREAR y una de centro-izquierda con Elisa Carrió con el ARI que se llevaron desprendimientos del centenario partido y construyeron alianzas con otros espacios o partidos más pequeños (Pousadela, 2004).Otra lectura merece el resultado de la elección, que como dijimos todavía arrastraba los efectos de la desconfianza por parte de la ciudadanía reflejados en grandes niveles de ausentismo y voto en blanco o impugnado. Carlos Menem fue el candidato más votado con un 24%, seguido de Néstor Kirchner con el 22%, lo que debió resolverse en un ballotage que nunca ocurrió, ya que, ante un presumible vuelco masivo de votos hacia el gobernador santacruceño, el expresidente Menem terminó bajándose de la segunda vuelta, siendo Néstor Kirchner proclamado presidente de la Nación . La escasa legitimidad de origen del nuevo presidente post-crisis, marcó un desafío importante en lo que respecta a la democracia argentina, dado que la sociedad se encontraba sumida en una crisis social y económica que, si bien comenzaba lentamente a repuntar, todavía no lograba estabilizarse. Además, hay que sumar un sistema de partidos fraccionado y totalmente desconectado de sus bases de legitimación y sustento, impugnados por una ciudadanía que desconfiaba de ellos. El segundo momento de este periodo comenzaba con el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), teniendo que afrontar los desafíos ya enunciados. La estrategia que persiguió Kirchner fue la de construir una base de legitimidad abandonando la confrontación directa, y promoviendo en cambio instancias de diálogo directo con organizaciones populares, junto a los planes sociales ya entonces masivos. Las políticas novedosas en materia de Derechos Humanos y los efectos visibles de la reactivación económica, le dieron al presidente la posibilidad de erigirse en líder post hoc del proceso de ruptura con el régimen neoliberal (Cantamutto, 2017). 9 Este proceso tuvo lugar en el contexto de lo que se conoce como la crisis del Estado de Bienestar, el cual se había caracterizado por una serie de reformas económicas, sociales y políticas destinadas a promover el desarrollo económico, el pleno empleo y una distribución equitativa de la renta. Según Offe (1990), a partir de la crisis socioeconómica el Estado fue perdiendo apoyo al tiempo que comenzaron a tomarse medidas para su achicamiento y los ajustes estructurales pasaron a ser moneda corriente en diversos países. Así, las fuerzas del mercado fueron adquiriendo un lugar destacado en el desarrollo de las economías nacionales.El gobierno de Isabel Perón enfrentaba una crisis múltiple, el deterioro de su legitimidad y la acentuación del malestar social. La situación se veía agravada por una grave crisis económica, con inflación descontrolada y una crisis política generalizada que minaba la confianza en el sistema democrático. Además, la violencia política iba en aumento, tanto en disputas internas del peronismo como en enfrentamientos entre organizaciones disidentes y fuerzas de represión estatal. Las Fuerzas Armadas intervinieron en la vida institucional del país, apoyadas por varios sectores sociales. Esto condujo a una nueva hegemonía de poder, liderada por la oligarquía terrateniente, el capital financiero y el sector industrial exportador. Los militares actuaron como su brazo armado para promover un modelo neoliberal.Pucciarelli (2004) argumenta que la nueva alianza cívico-militar identificaba los desafíos del país en un régimen populista que fomentaba la corrupción y obstaculizaba el desarrollo nacional. Esto fortalecía a una clase trabajadora conflictiva y debilitaba al Estado, incapaz de contener las ideologías de izquierda y la violencia política, resultando en un deterioro del orden público.En dicho marco, la dictadura cívico-militar tuvo su oportunidad de cambiar el modelo económico consolidado hasta entonces y someterlo al tratamiento neoliberal y a la lógica del mercado. Siguiendo a Canitrot (1980), la economía sirvió a un plan político de disciplinamiento social. En este sentido, el gobierno militar actuó en dos frentes: represión de individuos considerados "subversivos" y abolición del modelo de sustitución de importaciones para eliminar el sistema industrial obrero del período peronista. Esto implicó una reforma económica que dejó a la clase trabajadora en una posición política e institucional subordinada, restringiendo sus organizaciones políticas y sindicales y eliminando sus posibilidades de desarrollo en el futuro.Según Basualdo (2006), la política económica durante la dictadura se centró en una reorientación hacia la valorización financiera y la desarticulación del paradigma de sustitución de importaciones. Esto incluyó desindustrialización, concentración de capital, predominio del capital financiero, aumento del endeudamiento externo y la creación de un nuevo modelo de acumulación dominado por el capital transnacional. Socialmente se buscó consolidar la dominación, fragmentar la clase media y fomentar la individualización. Se erosionaron las bases económicas del apoyo social mediante la creación de nuevos estratos de trabajadores precarios y poco organizados, más susceptibles a las exigencias del mercado.El modelo económico basado en una estructura crediticia externa y la sobrevaluación cambiaria demostró ser insostenible a largo plazo. Durante este proceso, la acumulación de deuda externa se destacó como el aspecto más significativo heredado del proyecto militar en 26 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
Como especifica el autor, Néstor Kirchner logró articular alianzas con sectores de la clase dominant e (como la UIA y la CAC), además de entidades bancarias que nucleaba a los bancos nacionales y las PYMES. Con organizaciones populares, particularment e con los organismos de derechos humanos, como Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y organizaciones del movimiento piquetero. Por otro lado, en lo que refería al movimiento obrero organizado, la CGT fue l a interlocutora privilegiada, así como un sector de la CTA. Véase Cantamutto (2017). 10 En un contexto de crisis política y tensiones sociales, Kirchner tuvo que replantear un esquema de alianza con distintos actores para revertir la escasa legitimidad de origen y fortalecer su gobernabilidad. Como ha planteado acertadamente Francisco Cantamutto (2017), el presidente realizó una serie de alianzas articuladas mediante la noción de transversalidad, de ese modo se concretaron lazos con diversos actores tanto sociales, corporativos como políticos . La transversalidad buscó la incorporación de diversos partidos y dirigentes políticos de una amplia extracción partidaria que confluyeron en el gobierno de Néstor Kirchner, concretamente un sector de la UCR que tendría cierto protagonismo en la etapa siguiente encabezando la vicepresidencia. De cualquier manera, como afirma el autor, este esquema de alianza se mantuvo hasta el 2008, quebrándose en el gobierno de Cristina Fernández en pleno conflicto con el agro. Cabe destacar que si bien podría reconocerse en el modo de gobernar de Néstor Kirchner un esquema de tipo populista, todavía no estaba conformada una identidad política kirchnerista, como si lo estará para el periodo que se inicia en 2007. En ese sentido, el esquema de alianzas planteadas entre 2003 y 2008 suplió la falta de una identidad política que se fue construyendo gradualmente a lo largo de esos años, lo que le permitió tener una base de sustentación mucho más importante al kirchnerismo de la etapa de Cristina. Nos parece importante destacar la visión de Ana Soledad Montero y Lucía Vincent (2018) quienes establecen una cronología para el periodo 2003-2007 relativo a la construcción de la identidad política kirchnerista estableciendo seis momentos: “la irrupción en la escena política; el idilio con la opinión pública durante los primeros cien días de gobierno; la construcción ‘transversal’; la hora del ‘peronismo puro’: la consolidación del ‘kirchnerismo puro’, y finalmente, la búsqueda por la continuidad en un segundo período de gobierno” (p. 124). V. 2007-actualidad. Preeminencia de lo político El último período, además de ser el más reciente y el que está actualmente en desarrollo, es el más complejo de analizar por las diversas capas que se superponen y las problemáticas que podemos identificar. Ciertamente, es un período que permanece abierto a preguntas y reflexiones. De hecho, hasta se podría pensar si no sería más adecuado dividirlo en dos etapas diferentes o en momentos bisagra, sin embargo, lo que nos lleva a considerarlo como un solo bloque es precisamente la particularidad en lo que refiere a la discusión política.La salida de la crisis política y de la crisis de representación del 2001-2003, encontró al arco político en un proceso de reconversión originado por la consolidación de la identidad política 10 el ámbito económico, tanto por su magnitud como por sus efectos negativos a largo plazo. Según Aspiazu, Basualdo y Khavisse (2004), la deuda se utilizó para financiar el déficit fiscal y promover el crecimiento del sector privado, así como para la especulación financiera. La crisis económica se desencadenó por la inestabilidad del sistema, lo que provocó una fuga masiva de capitales y la exigencia de garantías por parte de los acreedores externos.La derrota en la guerra de Malvinas aceleró el fin del régimen militar y el inicio de la transición democrática, mientras que la sociedad presionada por la crisis económica y las violaciones a los derechos humanos, aumentó la crítica hacia el gobierno. En efecto, la sociedad comenzó a ocupar el espacio público y a repolitizarse con una creciente perspectiva de materialización democrática. Se observó una participación política intensa y un aumento en la afiliación a partidos políticos. El movimiento de derechos humanos centró el debate en los desaparecidos, la verdad y la justicia, lo que llevó a críticas abiertas de los partidos políticos hacia el régimen autoritario. Los sindicatos presionaron con paros generales entre 1982 y 1983.Alfonsín, al asumir la presidencia, enfrentó desafíos enormes: decidir qué hacer con los militares, enfrentar la grave deuda externa, la inflación y resolver problemas políticos como la oposición sindical peronista. Asumió con un discurso basado en la democracia y la defensa de los derechos humanos (Galasso, 2005).En este contexto, es interesante hacer referencia al concepto de democracia delegativa de Guillermo O’Donnell (1993). Este sistema es típico de las formas poliárquicas en países emergentes en contraste con las formas institucionalizadas de democracia. La delegación del poder al ejecutivo, la falta de consolidación de las instituciones políticas y el control público sobre ese poder son características fundamentales de esta democracia. En este sentido, como veremos más adelante, podemos analizar la crisis del gobierno de Raúl Alfonsín desde la perspectiva de un presidente que decantó en la debilidad del liderazgo.A su vez, con el advenimiento de la democracia, la UCR y el PJ fueron desechando la tradicional lógica hegemónica, y optaron por emplear mecanismos que respeten a los partidos de oposición y las normativas del Estado de derecho y la democracia (Novaro, 1994). En el periodo que abarca desde diciembre de 1983 hasta abril de 1987, la gestión gubernamental de Alfonsín transitó entre una primera fase de confrontación inicial y posteriores intentos de concertación con los principales actores corporativos del país. Como señala Marcelo Acuña (1995), la política económica en sus inicios estuvo dirigida hacia la reorganización de la estructura socioeconómica buscando ampliar el mercado interno, reducir las rentas financieras y controlar la inflación. No obstante, esta estrategia encontró enormes obstáculos provenientes de poderosos sectores económicos. Según Morresi (2008) la nueva derecha ha sido y seguirá siendo crucial en la delimitación de las acciones de las mayorías sociales. Su poder se debe en gran medida a un triunfo cultural y ético-político de gran magnitud. La autoridad del establishment o sectores dominantes no solo se basa en el poder económico, sino también en una hegemonía ideológica.De esta forma, hacia 1985 el gobierno reorientó la política económica con el objetivo de aumentar las exportaciones y la inversión privada. Se implementaron medidas como la reducción 27 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. 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Un periodo que no debe entenderse como homogéneo, ya que para el 2008 el conflicto con el campo reestructuró las alianzas políticas del kirchnerismo como bien plantean Cantamutto (2017) y Montero y Vincent (2 018). 11 11 kirchnerista y su hegemonía hasta el 2015 , mientras que por la parte de la oposición se constituían nuevas identidades y se rearmaban las coaliciones tanto sociales como políticas. En ese sentido, es posible entender dos momentos. Por un lado, el referido a los gobiernos de Cristina Fernández (2007-2015) y por otro, el período que se abre con el ascenso de Mauricio Macri en 2015-2019, un interregno peronista con Alberto Fernández (2019-2023), para pasar al advenimiento de un nuevo gobierno de tinte liberal-libertario con Javier Milei (2023-2027).¿Cuál sería el rasgo característico de este período? Si bien existen múltiples variables para ser analizadas, consideramos que puede haber una que centralice o por lo menos le dé cierta coherencia al período estudiado. La cuestión por lo político, en términos de Chantal Mouffe (2007), es la variable que podría dar cuenta de las discusiones que atraviesan estos años. Para la autora, lo político es concebido comoLa dimensión de antagonismo que considero constitutiva de las sociedades humanas, mientras que entiendo a ‘la política’ como el conjunto de prácticas e instituciones a través de las cuales se crea un determinado orden, organizando la coexistencia humana en el contexto de la conflictividad derivada de lo político. (p. 16)En las páginas anteriores, ciertamente nos hemos centrado más en la política, lo que no quiere decir que no existiera antagonismo o construcciones identitarias políticas, ya que como plantea la autora, ambos conceptos se incluyen mutuamente. Pero en esta etapa, el antagonismo y las identidades cobraron un rol central exacerbándose.A modo de hipótesis, para continuar trabajando en futuras indagaciones, la aparición de dos figuras discursivas acompañará esta construcción y preeminencia de lo político. Nos referimos a “la grieta” y a la “casta”, dos términos que hacen referencia al antagonismo social y político de los últimos años y por ende son edificadores de identidades políticas como pueden ser la identidad kirchnerista y anti-kirchnerista. La exacerbación de los antagonismos podría ser indicio de que, a partir de este periodo, y concretamente luego de la “crisis del campo” (2008), el sistema político argentino volvió a entrar en una progresiva crisis de representación que terminó desembocando en el advenimiento libertario en 2023. Ciertamente, un período tan complejo, necesita de mayor espacio para analizar en detalle las múltiples aristas y variables presentes. Lo que podríamos plantear a modo de cierre del apartado es que esta exacerbación de los antagonismos sumado a un declive de la institucionalización de los partidos políticos, provocado por los cambios en la representación política producto de las mutaciones culturales, pero también por lo acontecido en 2001, generó que la crisis pasara a disputarse en el terreno de los imaginarios sociales en un momento donde el espacio público comenzó a cobrar una centralidad cada vez mayor, sumado a la aparición de nuevos formas de comunicación como son las redes sociales y el espacio virtual que complejizaron y cambiaron las formas de hacer política. de gastos estatales, aumento de impuestos y apoyo crediticio al campo. A su vez, tras un enfrentamiento inicial con el sector sindical, el gobierno buscó establecer un acuerdo económico-social con una fracción de los sindicalistas peronistas y paralelamente, se aproximó a los sectores empresariales más influyentes en el marco del fracaso del Plan austral durante 1986 (Galasso, 2005).Sin embargo, dichos intentos de alcanzar acuerdos con las principales corporaciones fracasaron, lo que llevó a un incremento de los paros sindicales y a una escalada de tensiones distributivas entre el sindicalismo y el empresariado, así como entre facciones empresariales nacionales. La inclusión de los acreedores externos empeoró la situación, contribuyendo a agravar la crisis económica y social marcada por una inflación en aumento y un déficit fiscal creciente.El levantamiento militar de la Semana Santa de 1987 marcó un punto de quiebre que reconfiguró el panorama político y social argentino. A partir del levantamiento se fortaleció la estrategia de acuerdos parlamentarios entre el gobierno y la oposición peronista, liderada por la corriente renovadora , con el objetivo de preservar la estabilidad democrática. Sin embargo, la negativa del gobierno a aumentar salarios por encima de la inflación, junto con las críticas por su intento de implementar un programa de apertura económica y privatización parcial de empresas estatales, provocó otro fracaso en el ensayo de lograr un acuerdo entre las principales fuerzas políticas (Basualdo, 2006).En un entorno de creciente inestabilidad política, económica y social a mitad de 1988, el gobierno buscará recuperar el control implementando un nuevo plan de estabilización llamado Plan Primavera. Sin embargo, este plan empeorará la situación. En lugar de poner fin a las altas tasas de inflación, al déficit fiscal, exacerbará estos problemas (Basualdo, 2006). Dicho programa económico agravó los efectos recesivos sobre el mercado de trabajo (aumento del desempleo, reducción salarial, precarización laboral) con el consiguiente incremento del desprestigio electoral del alfonsinismo. Acuña (1998) analiza la crisis de representación de la UCR a fines de la década de 1980, y la atribuye al papel de las élites partidarias y a la pesada estructura del partido. Plantea que la falta de dinamismo interno ha dificultado la emergencia de nuevas ideas y líderes capaces de abordar las demandas de las democracias estabilizadas. Reconoce que los cambios mundiales, como el desmantelamiento del Estado de Bienestar y el desafío de conciliar democracia con eficiencia económica, han afectado la capacidad del Estado para tomar decisiones en políticas sociales. A pesar del contexto de pérdida de legitimidad social del gobierno y la incapacidad del Estado para controlar la situación política, económica y social, que incluyó hiperinflación y saqueos a supermercados y comercios, el gobierno logró mantener la estabilidad democrática. 28 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
VI. Conclusiones El presente artículo buscó reflexionar y dejar planteadas algunas cuestiones relativas a la democracia argentina en los últimos 40 años. De este modo, hemos establecido una posible periodización del ciclo democrático más largo de la historia política nacional. Un ciclo que como hemos visto, no estuvo exento de crisis y momentos de tensiones sociales y políticas, pero que sin embargo logró sortearlas y consolidar una democracia que históricamente había contado con bases poco sólidas.Así, hemos establecido un primer período entre los años 1983-1990 de construcción y consolidación de la democracia, cuyo principal eje fue el de clausurar la cuestión militar, al tiempo que se consolidaron dos espacios políticos que serían los que regirán la política institucional de los primeros años de la democracia recuperada: la UCR y el PJ. La consolidación de la democracia tuvo varios hitos como el traspaso de un gobierno electo por la ciudadanía de un signo partidario a otro o la finalización de los mandatos. También hay que mencionar la desintegración del poder político de la FFAA, aunque este punto presenta varias cuestiones a observar debido a los condicionamientos de la política de derechos humanos que, si bien tuvo hitos de relevancia como el juicio a las Juntas Militares de 1985, los obstáculos presentados por los militares al avance de la justicia, terminaron asignado a ese punto escasos avances.Un segundo período se inicia entre 1991 con las reformas económicas de libre mercado aplicadas por Carlos Menem y finaliza en el año 2000 con los inicios de una crisis tanto económica como fundamentalmente política y de representación que signará el período siguiente. Si bien lo económico con la reasignación del rol del Estado tuvo el eje prioritario en estos años, desde la política se asistió al inicio de una crisis de los partidos políticos, acentuándose una metamorfosis de la representación política que puso en tensión a los dos partidos políticos mayoritarios de la consolidación y recuperación democrática. Aquí es posible comenzar a ver ciertos cambios en lo que refiere a las identidades políticas, la pérdida del peso del aparato partidario y el mayor rol que ocuparán los medios de comunicación como mediadores entre los partidos o la política y la ciudadanía.Como ya habíamos mencionado, el tercer período se inicia en 2001 con la crisis más importante por la que atravesó la democracia argentina, representando de ese modo el segundo punto de inflexión del ciclo democrático después de la recuperación y consolidación de la democracia en 1983. Las renuncias del vicepresidente y luego del presidente, la crisis social con tasas de pobrezas y desocupación impactantes, sumadas a la imposibilidad del sistema político por encauzar los efectos sociales de la crisis económica fueron los ejes del periodo, así como la crisis de representación expresada en el lema “que se vayan todos”. La solución institucional a la sucesión presidencial representó un punto alto del periodo, pero el sistema de partidos quedó fuertemente herido, lo que puede apreciarse en los resultados de las elecciones de 2001 y 2003 con un fuerte porcentaje de voto en blanco, impugnado y ausentismo. El ciclo inaugurado por Néstor Kirchner no sólo le daría un nuevo rol al Estado en materia económica y social, sino que desde lo político también presentó cambios al reconstituir las identidades políticas, comenzando a dar forma a la identidad propia. Este logro fue posible considerando la creciente necesidad de recursos materiales por parte del peronismo que se consolidó definitivamente (Novaro, 1996).En suma, se observa una estrategia política de acuerdos entre los principales partidos con el fin de garantizar la "gobernabilidad" del sistema y excluir la presencia de posibles terceros partidos, estableciendo así un régimen bipartidista consolidado. También, y principalmente, dicha estrategia permite fortalecer la estabilidad del régimen democrático al mismo tiempo que produce un alejamiento progresivo del sistema de partidos respecto a la sociedad. Este hecho, sumado a la problemática económica y social descrita, marcará una crisis de representación creciente que permitirá el avance de la derecha política al poder, ahora por medios democráticos. II. La Era Menemista: Transformaciones y Controversias en la Argentina de los 90 Las elecciones del 14 de mayo de 1989 dieron por ganador a la fórmula peronista de Carlos Saúl Menem y Eduardo Duhalde por sobre la dupla radical liderada por Eduardo Angeloz y su candidato a vicepresidente Juan Manuel Casella. La crisis económica y social se aceleró a tal punto que no dejó margen de maniobra al todavía presidente Alfonsín, precipitando una crisis que acabó adelantando cinco meses el traspaso del mando al presidente electo. Como analizamos, hacia fines de los años 80 ya existía un fuerte discurso anti-estatista y se podía observar en la Argentina un avance de la “solución” neoliberal mediante un discurso a favor de las reformas y ajustes estructurales (apertura de mercado, desregulación, privatizaciones, equilibrio fiscal, etc.), una mixtura de elementos neodesarrollistas y neoliberales (Fair, 2011).Con la irrupción de Carlos Menem, que permanecerá en el poder una década, se llevaron adelante un proceso de reformas pro mercado que transformaron de raíz la estructura económica y social del país. Estas reformas estructurales, de orientación neoliberal, contrastaban con las tradicionales peronistas, de fuerte presencia de un Estado intervencionista y distribucionista con eje en el mercado interno y la inclusión social (Fair, 2010). El panorama de crisis post período alfonsinista preparó las bases para un gobierno caracterizado por la concentración de poder y, lo que para muchos fue, el uso y abuso de los decretos de necesidad y urgencia. La reforma del Estado de comienzo de la década del 90 se puede explicar por cuatro lógicas (García Delgado, 1997), por un lado la crisis del Estado benefactor, en segundo lugar la lógica de la emergencia bajo el contexto de hiperinflación, ingobernabilidad y adelantamiento del traspaso del poder, el tercer punto es la influencia del Consenso de Washington (apoyado en organismos internacionales y grupos económicos) y por último, la concentración del poder que caracterizó la presidencia de Menem. El discurso predominante en los 90 presentaba un fuerte antagonismo con un Estado definido de forma negativa y vinculado a lo “deficitario”, “ineficiente”, “burocrático”, “corrupto” y a significantes como lo “elefantiásico” o lo “gigante” (Fair, 2010). Si bien Carlos Menem era un gobernador de larga tradición política, la estrategia de campaña presidencial de 1989 fue generar la imagen de una figura representativa ajena al mundo de la política partidaria con el 29 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
Finalmente, el último período que inicia en 2007 y continúa hasta hoy, está signado por la preeminencia de lo político, en el sentido de la exacerbación de los antagonismos. Es un período del cual no hemos dicho mucho, precisamente porque consideramos que es el que se deben centrar futuras indagaciones sobre esta cuestión.Como se habrá podido apreciar, el presente escrito no pretende ser una mera síntesis de hechos o acontecimientos que marcaron estos 40 años de democracia ininterrumpida, los más largos de nuestra historia política, sino que hemos procurado brindar cierta coherencia y sistematicidad al estudio de este ciclo en una perspectiva más global, pero que sin dudas amerita una mayor precisión en algunos de los ejes o problemas descritos. Esperamos haber contribuido al análisis de este ciclo estableciendo una posible periodización, así como también el establecimiento de un punto de partida desde el cual seguir trabajando en futuras indagaciones. Referencias Abal Medina, J. 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Siglo XXI. fin de mantener no solo el voto peronista, incluir parte del votante desencantado con la política y más tarde, sumar una derecha que siempre fue antiperonista, lo que Torcuato Di Tella (2003) llamó “menemización del peronismo”.La campaña de Menem se basaba en promesas nacionalistas y populistas, palabras “salariazo", "revolución productiva" o "reducción del 50% de los impuestos" eran sus eslóganes de campaña en tanto por otro lado se tendían puentes con los grupos económicos y organismos financieros que eran argumento de sus adversarios en campaña (Novaro, 2016).El malestar generado por la inflación durante el primer momento de la presidencia de Menem, provocó un principio de conflicto social que comenzó a agravarse, fue entonces que se reconfiguraría el gabinete en los primeros meses de 1991 nombrando como ministro de economía a Domingo Cavallo, quien aprovechando el elevado nivel de reservas ideará un plan para establecer una paridad cambiaria legal de la moneda nacional, el Austral, con el dólar estadounidense y con la aprobación en ambas Cámaras ingresó en vigencia la llamada Ley 23.928 de Convertibilidad (Fair, 2016).Una de las ideas más fuertes del anarcocapitalismo que se ha popularizado en la agenda pública es el cuestionamiento al rol del Estado en la vida social. Como observa Sandra Savoini (2023) “dejar el terreno liberado completamente a las fuerzas del mercado que son quienes tienen más poder por sobre los vulnerables, la denegación de la justicia social se inscribe en ese paradigma” (p. 2).Las ideas de poder limitar los poderes del presidente no se lograron con la reforma de la Constitución como se esperaba, incluso el rol del jefe de gabinete acabó siendo un mero coordinador del ejecutivo y no una contra figura con poder para balancear el presidencialismo. Fabian Bosoer (2023) analiza que durante el menemato existió este hiperpresidencialismo en parte porque el gobierno de Menem mantuvo una mayoría parlamentaria, hasta fines de 1997, y luego, “la dinámica de las prácticas políticas siguió atada a una cultura arraigadamente presidencialista, hasta el derrumbe del malogrado gobierno de la Alianza presidido por Fernando de la Rúa, a fines de 2001” (p. 17).El discurso del menemismo desactiva la lógica hegemónica que caracterizaba históricamente tanto al radicalismo como al peronismo ya que Carlos Menem abandona o subordina en parte la dimensión nacional-popular que definía al peronismo tradicional (Fair, 2011).La experiencia menemista tiene, entre otras características indiscutibles, la extraordinaria velocidad y, fundamentalmente, la profundidad con que destruyó la herencia del nacionalismo popular, es decir, un Estado presente y activo unido a la expansión y consolidación de derechos sociales (Borón, 2021). En este sentido, Fair (2016) expresa que la década de los noventa se caracterizó “por una profunda transformación política, económica y sociocultural, implementando un modelo de acumulación y un conjunto de alianzas políticas situados en las antípodas del Estado Benefactor del peronismo clásico y de su modelo integrador-social” (p. 109). 30 Universidad Nacional de San Juan - Estudios sobre el Poder. Revista de Ciencia Política / Abril 2025 / N°01. - ISSN 3008-7376 Berlochi, E. R. Periodizar el ciclo democrático. Notas parael estudio a 40 años de democraciaArtículos de Dossierpp. 14 - 32
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