Recepciones intelectuales de la Nueva Derecha latinoamericana: usos de la obra de Roger Scruton en Agustín Laje y Miklós Lukács

Intellectual receptions of the Latin American New Right: uses of Roger Scruton's work in Agustín Laje and Miklos Lukács

Ignacio Samuel Ramírez Andrade ¹

Recibido: 26/01/2025

Aceptado: 15/09/2025

Resumen

El presente trabajo tiene como objetivo identificar la influencia que la filosofía conservadora de Roger Scruton tiene en la obra de dos de los principales exponentes de la Nueva Derecha Latinoamericana: Agustín Laje y Miklos Lukács. En este sentido, se llevará a cabo una reconstrucción de las menciones que estos autores realizan del filósofo inglés con miras a analizar los elementos que enfatizan de su obra y la forma en la cual ella impacta en la formulación de sus respectivos pensamientos políticos. Así, se constatará que mientras en Laje predomina una recuperación estratégica del legado scrutoniano con miras a fundamentar teóricamente la articulación en el plano político de las familias del campo de la derecha, en el caso del filósofo peruano se observa una adscripción a su filosofía más explícita la cual se expresa en la recuperación fidedigna de la oposición conservadurismo-voluntarismo. A su vez, se señalará la relevancia que tiene en este último autor la concepción de una libertad limitada por la noción de responsabilidad. El análisis de esta dimensión nos permitirá advertir la singularidad que tiene el pensamiento de Lukács al interior de la Nueva Derecha Latinoamericana y los posibles futuros puntos de tensión al interior de esta corriente.

Palabras clave: Democracia feminista - Ciudadanía de las mujeres - Teoría política

¹ Licenciado en Ciencia Política (UBA) y candidato a Magíster en Teoría Política y Social (UBA). Cumple funciones de ayudante de primera en el Instituto Gino Germani (GGII-FSCO).

ORCID: 0000-0003-1738-9932. Correo electrónico: ignacioramirez.and@gmail.com

Ramírez Andrade I. S.

Recepciones intelectuales de la Nueva Derecha latinoamericana: usos de la obra de Roger Scruton en Agustín Laje y Miklós Lukács

Artículos de Dossier

pp. 34 - 55

Abstract

The aim of this paper is to identify the influence that the conservative philosophy of Roger Scruton has on the work of two of the main exponents of the New Latin American Right: Agustin Laje and Miklos Lukács. In this sense, a reconstruction of the mentions that these authors make of the english philosopher will be carried out with a view to analyzing the elements that they emphasize in his work and the way in which it impacts on the formulation of their respective political thoughts. Thus, it will be observed that while in Laje there is a predominant strategic recovery of the scrutonian legacy with a view to theoretically founding the political articulation of the families of the right-wing camp, in the case of the peruvian thinker there is a more explicit ascription to his philosophy, which is expressed in the reliable recovery of the conservatism-voluntarism opposition. At the same time, the relevance of the conception of freedom limited by the notion of responsibility in the latter author will be pointed out. The analysis of this dimension will allow us to notice the singularity of Lukács' thought within the New Latin American Right and the possible future points of tension within this current.

Keywords: New Right, conservatism, transhumanism, voluntarism.

I. Introducción

Resulta común identificar los últimos años transcurridos como un período caracterizado por el auge y extensión de distintas expresiones de la derecha radical o de la extrema derecha. En efecto, tanto América como Europa se han convertido en escenarios en los que expresiones de la derecha radicalizada han ganado centralidad, ya sea por su activismo político como por su desempeño electoral. Pese a la relevancia que han adquirido las discusiones en torno a los motivos que explican su emergencia y consolidación, no existe un consenso acerca de cómo definirlos, razón por la cual distintos autores se han referido a estos fenómenos como “populismos de derecha” (Mouffe, 2018), “extrema derecha 2.0” (Forti, 2022), o “pos-fascismo” (Traverso, 2018).

En América Latina, los partidos, dirigentes políticos y personalidades influyentes de la derecha radicalizada han ganado notoriedad en el espacio público, desplegando un discurso que articula la denuncia contra el Estado, la preocupación en temas como la inmigración, la delincuencia, así como el rechazo a la “corrección política” y a la moderación de los partidos tradicionales de la derecha. Un punto fuerte es el rechazo a la imposición de la “ideología de género” desde las esferas gubernamentales en las escuelas y en la sociedad en general. La centralidad de la denuncia hacia la ideología de género (Vaggione, 2022) y los avances en materia de derechos sociales reproductivos, ha habilitado que en distintos trabajos se postule que la región experimenta una nueva ola neoconservadora que se distingue por su carácter “ofensivo” (Vaggione, et al, 2021) que, sobre la base del rechazo al feminismo ha articulado una serie de actores sociales y políticos de la derecha nacional e internacional.

Ramírez Andrade I. S.

Recepciones intelectuales de la Nueva Derecha latinoamericana: usos de la obra de Roger Scruton en Agustín Laje y Miklós Lukács

Artículos de Dossier

pp. 34 - 55

Ahora bien, un elemento que distingue a estas nuevas expresiones de la derecha radicalizada radica en el uso que hacen del espacio digital (Forti, 2022). Ciertamente, cuando observamos la región latinoamericana encontramos con que gran parte de los referentes que integran estos procesos son activistas digitales o influencers. En el territorio argentino sobresalen personajes como Agustín Laje y Eduardo Miguel Prestofelippo -más conocido como El Presto-, mientras que en Perú podemos encontrarnos con Miklos Lukács, en México con el actor Eduardo Verástegui, y en Chile con el abogado Axel Kaiser. Este fenómeno no sorprende si advertimos que las redes sociales y el espacio digital han sido empleados estratégicamente por estos actores para ganar visibilidad, poner en cuestión ciertos consensos sociales y políticos, mediante un discurso provocador y beligerante que ha sabido cooptar la centralidad de la discusión pública en sus respectivos países (Daniels, 2018; Wending, 2023; Cuevas-Calderón, et al, 2024).

Estos influencers se presentan como figuras que emplean sus espacios digitales para llevar a cabo una batalla contra el “marxismo cultural”, el cual es identificado como una agenda promovida de manera mancomunada por organismos internacionales, elites globales y campos académicos-universitarios, con el objetivo supuesto de imponer un pensamiento uniforme a escala mundial, homogeneizando la sociedad de manera tal que ella quede divorciada de su verdadera identidad y de sus valores esenciales. Esta denuncia al “marxismo cultural” (que impondría una suerte de “corrección política”), les permitió erigirse como voces transgresoras, auténticas y disruptivas, presentándose como gestores de una batalla cultural cargada de épica en función de su rebeldía ante el statu quo (Stefanoni, 2021).

Si bien se trata de un campo de investigación todavía fértil, recientemente diversos autores han esbozado líneas de investigación en las que se indaga en la articulación entre el activismo digital de estos influencers y el crecimiento de la extrema derecha radical y los movimientos neoconservadores en la región latinoamericana Latinoamérica (Morán Faúndes, 2023; Kessler, 2022; Cuevas-Calderón, et al, 2024).

En este trabajo, nos proponemos complementar las investigaciones precedentes, pero desde una arista distinta, es decir, desde una óptica que no tenga como objeto los usos y provechos que las nuevas derechas obtienen del espacio digital, sino de una desde la cual sea posible abordar los fundamentos teóricos que estructuran su pensamiento desde un análisis teórico-político. En particular, nos interesa reconstruir el impacto intelectual que la obra del conservador británico, Roger Scruton, tiene en el pensamiento político de dos de los influencers más destacados de la derecha radical latinoamericana: Agustín Laje y Miklos Lukács. Consideramos que un estudio de esta naturaleza resulta relevante ya que al identificar y abordar las corrientes políticas y los intelectuales de los cuales resultan tributarios, podemos ampliar nuestros conocimientos respecto de los fundamentos teóricos que estructuran el pensamiento político de esta Nueva Derecha. Si bien haremos referencia al conservadurismo inglés en términos generales, atenderemos especialmente el espacio que ocupa la filosofía política de Roger Scruton en las obras y discursos de nuestros dos autores, advirtiendo cómo su influencia opera en ellas, si bien ello -como veremos más adelante- se expresa de manera disímil.

Habiendo explicitado el propósito de este trabajo, pasamos a comentar cómo se encuentra estructurado su orden. Primeramente, reconstruiremos el marco teórico desde el cual caracterizamos a los influencers de la derecha. Posteriormente, analizaremos el uso que Laje propone de la obra de Scruton sosteniéndonos en las apreciaciones que expresa hacia el inglés en sus libros y en los videos de YouTube subidos a su canal. Luego, para constatar la influencia del conservadurismo inglés en Lukács nos valdremos también del análisis de sus textos como de sus piezas digitales. Finalmente, en la conclusión expondremos sintéticamente nuestros principales hallazgos respecto del modo en el que la filosofía scrutoniana impactó en la obra de estos dos autores.

II. Influencers de derecha en tiempos de reacción

Los influencers de esta derecha radical le otorga una centralidad inamovible a la batalla cultural. Los discursos desplegados por estos actores tienden a cargar de manera articulada componentes religiosos y nacionalistas en abierta confrontación contra el marxismo cultural que —según denuncian— es promovido por las izquierdas y los progresismos, particularmente en las temáticas concernientes a temas de género. Para este trabajo, nos valdremos de la definición provista por Kessler, Vommaro y Paladino (2022), quienes conceptualizan a estos actores como influencers anti populistas reaccionarios. En tanto que el término anti populista, explican los autores, responde a que para este movimiento la principal amenaza que hay que combatir consiste en el peligro populista que acecha la región, la denominación de reaccionarios se debe a que estos actores “participan de una reacción -muchas veces virulenta- a lo que consideran atropellos de ese populismo y sus aliados en temas de género, religión y otras cuestiones puntuales, al ser actores centrales en la cruzada contra el aborto legal” (Kessler, et al, p. 655).

El crecimiento de estos influencers, siguiendo a nuestros autores, puede explicarse por la combinación de dos dimensiones analíticas: la de la demanda y la de la oferta. Mientras que a partir de la primera se explica el estado de orfandad en el que quedó subsumido un público profundamente conservador debido al aggiornamento de los partidos políticos de derecha tradicional al nuevo contexto cultural, la segunda dimensión alude al contexto propicio que se configuró para la emergencia de expresiones más radicales por derecha las cuales, en virtud de un aprovechamiento estratégico del espacio digital, pudieron “ofrecer marcos interpretativos a estos públicos conservadores” (Kessler, et al, p. 656) abandonados.

Así, la convergencia de estas dos dimensiones generó las condiciones para que estos actores sobresalgan por el “uso de un estilo polémico y descontracturado” (Kessler, et al, p. 657) estructurado sobre una visión maniquea y profundamente moralista.

Ahora bien, Morán Faúndes (2023) indica que si bien estos actores tienen sus puntos de semejanza es posible distinguir al menos dos grupos en función de los perfiles que los propios influencers construyen de cara a sus audiencias digitales. El perfil que nos interesa abordar es aquella denominada como intelectuales. Nuestro autor indica que este tipo de perfil se caracteriza por el empleo, en ámbitos de discusión pública, de argumentaciones refinadas mediante las cuales buscan posicionarse como expertos o voces autorizadas. De tal modo, resulta habitual que estos influencers realicen con frecuencia viajes internacionales para participar en charlas, presentaciones de libros y conferencias ante públicos no necesariamente adherentes a las ideas que suscriben. Así, Morán Faúndes (2023) asevera que en estos perfiles:

Lo que suele resaltar es la idea de actores racionales que utilizan la argumentación para mostrar la verdad de sus ideas y desmentir a sus adversarios/as. Algunos/as utilizan la polémica como una estrategia de marketing digital más profunda: buscan entrar en conflicto y debate constantemente con quienes consideran sus adversarios/as, ya sea en conferencias, entrevistas en medios de comunicación u otros espacios, y generar así la idea de que ganan el debate. (p. 12)

En su descripción de este tipo de perfil, el autor cita como ejemplos a Laje y a Lukács. En efecto, ambos se caracterizan por su predisposición al debate y a la confrontación de ideas mediante el uso de argumentos. Asimismo, tanto en sus libros como en sus intervenciones públicas, se cuidan celosamente de robustecer cada una de sus afirmaciones amparándose en la lectura de una amplia bibliografía, otorgándole a sus aseveraciones un cariz de cientificidad y objetividad intelectual.

III. La Nueva Derecha

Agustín Laje nació en la provincia de Córdoba en 1989 y supo cosechar desde temprano una profunda curiosidad por los temas vinculados con la política e historia. Estudió ciencias políticas en la Universidad Nacional de Córdoba, realizó una maestría en filosofía en la Universidad de Navarra, y actualmente se encuentra realizando su doctorado, también en filosofía, en la misma casa de estudios. Recientemente se convirtió en el director ejecutivo de la Fundación Faro, un think tank cercano al gobierno argentino que, según su página oficial, tiene como objetivo la formación de los futuros cuadros políticos y referentes culturales para la promoción de las ideas de la libertad.

Durante los últimos años, las intervenciones intelectuales de Laje y su inflexible militancia política lo posicionaron como una figura neurálgica en la morfología de la nueva derecha radical. Al examinar su recorrido intelectual resulta imposible eludir el impacto que tuvo la publicación de El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural (2016) en el escenario nacional y regional. Su significancia no se reduce al éxito editorial y el “salto a la fama” por parte de sus autores Agustín Laje y Nicolás Márquez. La obra se convirtió en una suerte de Biblia enarbolada por la derecha radical en la región en su combate contra la “ideología de género”, ofreciéndoles a quienes lo consultaban un marco teórico y una serie de argumentos políticos para justificar sus posicionamientos conservadores y radicales. Como indica Saferstein (2024):

Los recorridos de los autores por distintos medios y plataformas digitales nacionales e internacionales, así como la utilización del libro y la difusión de las intervenciones de los autores por parte de organizaciones, instituciones religiosas y laicas o fundaciones activistas que oficiaron de editoras u organizadoras y patrocinadoras de conferencias en el marco de sus respectivas intervenciones sobre temas como la lucha en contra de la legalización del aborto o no en contra de la educación sexual integral [...], convirtieron a sus autores en representantes de la lucha contra la ideología de género. (p. 124)

En 2022 Laje publica La batalla cultural. Reflexiones críticas para una nueva derecha, donde persigue una aspiración mucho más ambiciosa que su libro anterior. Si en El libro negro de la nueva izquierda. Ideología de género o subversión cultural (2016) estuvo preocupado por destacar la metamorfosis operada por el marxismo tras la caída del Muro de Berlín, la cual obligó a sus partidarios a abandonar la lucha económica para abocarse plenamente a la batalla en la dimensión cultural, en este nuevo trabajo presenta un análisis de lo que implica una batalla cultural con el objetivo político de justificar -en la teoría y en la práctica- una “articulación entre [las] distintas corrientes de derechas que pongan en el centro de un nuevo “nosotros” político sus batallas culturales, en lo que llamó «Nueva Derecha»” (Laje, 2022, p. 13).

En los primeros 5 capítulos realiza un extenso y pormenorizado recorrido de los cambios sociales, políticos y tecnológicos que modificaron las condiciones sobre las cuales se lleva a cabo la batalla cultural, en los últimos dos apartados del sexto capítulo, nos adentramos a la propuesta política de articulación entre las distintas familias de la derecha. Allí, hace explícito su diagnóstico en el que explica las dificultades históricas que impidieron que las derechas políticas atendieran la relevancia política de la batalla cultural y la necesidad de articularse en torno al combate contra el progresismo y el marxismo cultural. Uno de los motivos que obstaculizó la articulación colectiva en el campo de la derecha, indica Laje (2022), se encuentra relacionado con la centralidad que algunas corrientes le otorgan a la religión. Este “religiosísimo” (p. 468) no implica una negación de lo político sino su supeditación a lo religioso, lo cual trae como problema la configuración de un “nosotros” necesariamente amalgamado en la prédica de una misma religión, excluyendo, así, a las derechas que profesan otra fe o que se reconocen como agnósticas o ateas. Por lo tanto, no desconoce la fuerte cohesión identificatoria que genera la religión y su potencial movilizador; pero sí señala que la conformación de un “nosotros” de la derecha más amplia y fuerte políticamente debe estructurarse en torno a un criterio identitario que no tenga su fundamento en una fe en particular. Laje (2022) lo postula en los siguientes términos:

Dada ciertas circunstancias, esta identidad colectiva de tipo religiosa podría expresarse también como parte de una identidad política mayor, que tuviera la forma de un «nosotros» no definido por la adhesión a una fe en concreto, sino, por ejemplo, por la adhesión a un género de valores o instituciones genéricas que estuvieran siendo atacadas por “ellos”. O bien ese «nosotros» podría definirse, en forma no reactiva, sino proactiva, como quienes han encontrado un núcleo de coincidencias valóricas (distintos de un «ellos» que no participa de estas adhesiones) y desean trabajar mancomunadamente para impulsar sus convicciones .(470-1)

Para evidenciar la posibilidad de reivindicar una religión en particular sin que ello suponga una limitación del “nosotros” en el campo de la derecha, Laje recurre a la obra de Roger Scruton. En ella constata un conservadurismo que prioriza la defensa de la tradición y las costumbres heredadas sin que ello suponga un integralismo religioso o una confrontación irresoluble entre dicho ideario y el liberalismo.

Sobre la relación entre política y religión, Scruton (2018) no duda en rechazar cualquier óptica que fundamente el orden social en un credo confesional. Tal situación traería aparejado la homogeneización de la sociedad, por lo que se vulneraría la autonomía de los individuos y la posibilidad de que persigan sus propios fines libremente. Semejante situación sería equiparable a una dictadura en la que “desde arriba” se impusiera autoritariamente una única forma de vivir. La religión resulta valiosa porque confiere a los individuos una visión de comunidad que los impulsa a la solidaridad y a advertir que las cosas más valoradas deben encontrarse por fuera de la lógica del mercado, sin embargo -aclara- su influencia no ha de ser impuesta desde el Estado. Así, Scruton (2018) concluye que:

La religión desempeña un papel innegable en la vida de la sociedad, introduciendo ideas de lo sagrado y trascendente que extienden a su influencia sobre costumbres y ceremonias de pertenencia. Pero la obediencia religiosa no es una parte necesaria de la ciudadanía, y en cualquier conflicto, son los deberes del ciudadano, no los del creyente, los que deben prevalecer [...] El logro de la civilización cristiana consiste en haber dotado a las instituciones de autoridad religiosa sin exigir una obediencia religiosa, por oposición a la secular, hacia las mismas. (p. 124)

Ahora bien, el apoyo de Laje en el pensamiento scrutoniano no se reduce solamente en su dimensión religiosa, sino que remite a él a la hora de abordar otras aristas vinculadas con su proyecto de conformar una Nueva Derecha cohesionada. Particularmente, nos referimos a las rispideces que surgen en el campo de la derecha entre el conservadurismo, el liberalismo y el nacionalismo. En efecto, el religiosísimo no es el único defecto que adolece el campo de la derecha en pos de la articulación de sus distintas familias en un mismo proyecto político. También resalta aquellas que surgen en función de las disonancias entre los objetivos que priorizan el conservadurismo y el liberalismo. Advirtiendo estos puntos de roce, Laje (2022) presenta a Scruton como un conservador clásico preocupado por enfatizar los cruces que permiten una alianza entre estas dos corrientes. De su obra, elogia que el inglés indique claramente que el liberalismo con el cual su conservadurismo encuentra puntos de equivalencias es con el liberalismo de derechas. Asimismo, celebra el hecho de que su filosofía encuentre “en la Escuela Austríaca de Economía un pensamiento económico compatible con el temperamento conservador”, razón por la cual le resulta coherente que en diversos pasajes de sus textos elogie “recurrentemente a Hayek” (p. 481).

Que traiga a colación la compatibilidad entre Scruton y el neoliberalismo hayekeano no resulta inocente en la medida de que Javier Milei reconoce públicamente el impacto que su obra —y la teoría económica de la Escuela Austríaca en general— tuvo en su trayectoria.

Scruton (2006) celebra la filosofía de Hayek por proveer un marco conceptual en el cual quedan justificadas la tradición y el mercado como órdenes superiores en relación con aquellos que resultan de los voluntarismos revolucionarios. En virtud de esta apreciación indica que “implícitamente en Hayek reside el pensamiento de que el libre mercado y las costumbres heredadas pueden justificarse exactamente en los mismos términos” (p. 219). En su opinión, el vienés conjuga en la dimensión teórica el mercado y la tradición como instituciones esenciales que estructuran y hacen posible la sobrevivencia de la sociedad y la persecución de fines por parte de los individuos. Así, mientras que las costumbres heredadas llevan ínsito la información del pasado —que de otra forma estaría dispersa—, los precios del mercado condensan la información económica en el presente. De esta manera ambos órdenes espontáneos, en su conjunción, ofrecen una ventaja epistémica que brinda claridad a los individuos para actuar en la sociedad.

Con todo, pese a sus elogios, Scruton (2006) no se priva de remarcar ciertos límites que presenta la filosofía hayekiana. Particularmente, aquellos que refieren a los conflictos que surgen cuando la lógica del capitalismo pretende mercantilizar aspectos de la vida social que se consideran consagrados por la tradición. Empero, resulta sugerente que Scruton no deriva de estas falencias la imposibilidad de que el conservadurismo y el neoliberalismo puedan articularse. En este sentido, Laje replica el gesto de enfatizar las similitudes entre el liberalismo y el conservadurismo con miras a conformar una oposición sólida contra el socialismo.

Este espíritu se expresa con gran notoriedad en la reseña que Laje realiza del libro de Scruton Conservadurismo. El politólogo realizó en su canal de Youtube una serie de reseñas de libros de autores tanto afines como ajenos a su posicionamiento político. En el video —en el cual aborda la obra del inglés— señala que uno de los aspectos que más le fascinó del libro fue la búsqueda constante por entablar una armonía entre el conservadurismo y el liberalismo. Para fundamentar su interpretación, cita el siguiente fragmento:

solo cabe comprender al conservadurismo moderno como movimiento político si se entiende que algunos elementos del individualismo liberal ya estaban presentes ahí desde el comienzo. En concreto, liberales y conservadores coinciden en la necesidad del gobierno limitado, las instituciones representativas, la separación de poderes y los derechos básicos de los ciudadanos, cuestiones que deben defenderse siempre frente a la administración vertical de los estados colectivistas modernos. En esto concuerdan ambas doctrinas. (Scruton, 2021, p. 28)

De manera inmediata, continúa:

El conservadurismo moderno, por lo tanto, nació en Inglaterra, y también en Francia, como una especificidad del liberalismo individualista. El razonamiento conservador acepta la visión de la legitimidad desde abajo hacia arriba, que el gobierno recibiría, al menos en parte, mediante el consentimiento del pueblo. También admitía una cierta versión de la ley y los derechos naturales como limitaciones del poder políticos y las libertades del monarca individual, y defendía, por encima de todo, el gobierno constitucional… (Scruton, 2021a, p. 29)

En su reconstrucción, Laje resalta los apartados en los cuales Scruton retoma los postulados de Adam Smith en torno a los beneficios que, en el ámbito económico, redundan de la conjunción de los actos libres de los individuos que persiguen su propio interés, en lugar de la imposición colectiva de una forma específica de distribuir los beneficios de la actividad comercial. Scruton (2021a) indica que la perspectiva que afirma que “las soluciones colectivas pueden ser más eficaces cuando no se buscan directamente” (p. 47) es tributaria, en parte, de las elucubraciones de Smith relativas al funcionamiento del libre mercado. Pero, además, la lógica que opera en su argumentación, que impugna la centralización de las actividades en el mercado, tiene su réplica en aquella que brega por la supeditación de los cambios sociales a la tradición: “El efecto de la mano invisible no está presente sólo en el ámbito económico; la belleza de las aldeas tradicionales, levantadas con materiales de la zona, es una consecuencia del deseo de disfrutar de un refugio duradero al menor coste posible” (Scruton, 2021a, p. 48).

En función de este posicionamiento, Laje concluye que Scruton “está hablando como Hayek” (Laje Arrigoni, 2022, 15:45) y que lo que Smith le ofrece a la filosofía conservadora de Scruton es la idea de que “los hombres, actuando en libertad y con responsabilidad [...] genera[n] un sistema que se va conduciendo solo, donde no se necesita una autoridad planificadora que establezca cómo la sociedad debería ser. Dejen libres a las personas y los resultados van a ser buenos. “Esa es la idea que comparten liberales clásicos y conservadores” (Laje Arrigoni, 2022, 16m3s).

Por último, Laje se detiene especialmente en el capítulo 5 del libro titulado “El impacto del socialismo” en el cual Scruton ofrece una lectura de cómo se acercan las corrientes liberales y conservadoras “cuando la irrupción del socialismo genera una nueva amenaza para el mundo (Laje Arrigoni, 2022, 25:52). En este apartado, Scruton replica el posicionamiento de aquellos intelectuales conservadores que aseveran que, pese al epílogo Por qué no soy conservador que Hayek añadió a Los fundamentos de la libertad, el vienés se encuentra entre los filósofos más sobresalientes del ideario conservador, siendo su obra una representación de los múltiples puntos de encuentro entre las posturas promercado y las defensoras de la tradición.

Puntualiza que la amenaza del socialismo supuso una redefinición del conservadurismo en la medida de que si antes dicho ideario se encontraba estructurado con el objetivo de matizar ciertas conclusiones teóricas del liberalismo clásico —e impugnar sus derivaciones políticas más radicales— en el siglo XX se posicionará como antagonista directo de los proyectos centralizadores inspirados en el comunismo soviético:

El conservadurismo ya había comenzado a definirse de otro modo, como una contestación a las elucubraciones desaforadas que buscaban una sociedad más justa, y que debía poner en práctica un estado de nuevo cuño. En este duelo el conservadurismo, en gran medida, se vio convertido en el verdadero defensor de la libertad en contra de lo que era, en el mejor de los casos, un gobierno burocrático crecientes y, en el peor -como en la Unión Soviética- una tiranía aún más criminal que la de los jacobinos de la Francia revolucionaria. (Scruton, 2021a, p. 117)

La emergencia de esta nueva amenaza supuso una reconfiguración del marco de alianzas. Este nuevo contexto mundial colaboró en que liberales y conservadores enfatizaran sus similitudes. Por ello, Scruton tematiza las obras de autores afines a ambos idearios entre los cuales, además de Hayek, también se encuentra la del conservador inglés Michael Oakeshott.

Retomemos nuestro análisis de La Batalla cultural. Como indicamos, Laje no sólo identifica conflictos potenciales en la articulación entre las derechas en torno a la centralidad de la religión o a la oposición entre el conservadurismo y el liberalismo, sino también a las rispideces que pueden emerger con los sectores nacionalistas. Aquí, nuevamente retoma a Scruton como ejemplo en el que estas tradiciones de las derechas -nacionalismo, conservadurismo y liberalismo- pueden conjugarse solidariamente sin excluir un lugar a la dimensión religiosa.

Este esfuerzo por parte de Scruton por aportar lecturas teóricas que habiliten una convivencia entre estas tradiciones, adquiere su mayor materialidad en su obra Cómo ser conservador. En ella, revisita una serie de perspectivas políticas (además del nacionalismo y del liberalismo, menciona otros idearios como el ecologismo) con el propósito de destacar qué elementos de aquellas ideologías entran en consonancia con los postulados del conservadurismo.

En el capítulo que aborda al nacionalismo, Scruton (2018) subraya que su principal valor estriba en el marco común que ofrece para la resolución de conflictos y que garantiza la tolerancia al interior de una misma comunidad. Eso sucede porque una nacionalidad compartida brinda “una primera persona del plural, un nosotros” por el cual los individuos permanecen “juntos, aceptando los unos las opiniones y deseos de los otros, con independencia de los desacuerdos” (p. 39). Las historias, mitos y el pasado compartido son rasgos del nacionalismo que resultan:

fortalezas, ya que alientan una forma adaptable de lealtad prepolítica. A menos que la gente se identifique con el país, su territorio y su patrimonio cultural -de un modo similar a como se identifica con una familia- y hasta que llegue ese momento, no surgirá la política del compromiso. (p. 39)

Además, este nacionalismo conservador conlleva un escepticismo hacia las entidades supranacionales y al globalismo, elementos que caracterizan a la nueva derecha radical de la región (Gayozzo, 2022). En efecto, Scruton (2010) se pliega a las críticas que denuncian a la Unión Europea por su estandarización de las sociedades europeas por medio de legislaciones formuladas e implementadas desde instancias centralizadoras:

El resultado [de las leyes e impuestos establecidos por la UE] es que las naciones europeas están hoy atrapadas en una red de regulaciones en constante proceso de expansión, que, al imponer atroces políticas fiscales y sociales por todo el continente, erosiona las ventajas de las que Europa, gracias a su infraestructura y capital social, podría disfrutar.

El régimen de estandarización acompaña una nueva forma de pseudogobierno al que no se le puede exigir responsabilidades. Las decisiones claves las toman pequeños comités… (p. 101)

La esencia de esta denuncia hacia los organismos internacionales estructura el argumento del último libro de Laje, Globalismo. Ingeniería social y control total en el siglo XXI. Dicha obra caracteriza al globalismo como un proyecto político antidemocrático de escala global el cual persigue la uniformidad de las sociedades mediante la imposición de agendas transnacionales que disuelven la singularidad cultural de los países. Este proyecto es vehiculizado no solo a través de los movimientos progresistas, sino también por medio de los organismos multilaterales, principalmente aquellos vinculados con la Organización de las Naciones Unidas. Lo que resulta destacable de este libro es la lógica que subyace en su argumentación. Para Laje (2024) el globalismo se caracteriza por su impronta racionalista, es decir, por tener:

Una visión ingenieril de la política, según la cual la labor del poder político consiste en aplicar la razón abstracta sobre la sociedad para imprimir en ella una forma que existe en la cabeza de quienes poseen el poder. El ingeniero social toma al hombre real como su materia prima, lo concibe como un ente abstracto y lo moldea a la fuerza, […] y lo tuerce en la dirección que corresponde a la Idea. (p.14)

Los términos empleados por Laje son los mismos que caracterizan la crítica del conservadorismo a los proyectos revolucionarios en tanto que estos persiguen la materialización de una idea abstracta del ser humano amparados en su confianza excesiva en la razón y voluntad humana (Castro, 2024). En sintonía con este marco, Laje destaca que el globalismo rechaza la moral y la cultura nacionales, reemplazándolas por un único pensamiento homogéneo. El miedo por la vocación totalitaria que resulta ínsito al racionalismo revolucionario caracteriza al pensamiento conservador, y la particularidad del tenor de estas preocupaciones se encuentra presentes en nuestros dos autores. Retomando nuestro argumento, Laje (2022) concluye que en la obra de Scruton se aprecia con suficiente claridad:

El esfuerzo por articular un «nosotros» más allá del conservadorismo, en el que los valores del libertarismo y los valores del patriotismo son asumidos (en los propios términos del conservadorismo y por sus propias razones, pero asumidos al fin). Esta suerte de «traducción» es la que posibilita la articulación entre términos diferenciales que se lanzan a la aventura de las equivalencias. (p. 482)

Llegados a este punto, resulta evidente que el uso que Laje realiza del legado scrutoniano es muy particular. Recordemos que el autor argentino no escribió ningún libro en el que propusiera una sistematización o en el que delineara pormenorizadamente los postulados filosóficos que sustenta su propia perspectiva política. En realidad, considerando todos los libros que publicó hasta la actualidad, notamos que ellos se caracterizan por su estricto carácter político, polémico, siendo la batalla cultural su principal preocupación. Sin embargo, es en La batalla cultural donde se promueve, por primera vez, la articulación política de las derechas. Y resulta sugerente que sea en estos apartados donde reponga -y de manera reiterada- los trabajos de Scruton.

Por tanto, resulta razonable afirmar que Laje emplea estratégicamente su obra en función de su proyecto de conformar una Nueva Derecha en la región. Dicho de otra manera: se apoya en Scruton para fundamentar en el plano teórico la articulación que propone en la dimensión política. Se podría apuntar que se exagera la presencia de Scruton. En efecto, los comentarios que realiza sobre el inglés se reducen a estos apartados de La Batalla Cultura y a la reseña de su Conservadurismo². Sin embargo, consideramos que sus menciones responden a la solución de problemáticas de índole política que resultan neurálgicas para Laje, razón por lo cual su relativo “breve espacio” no debe eclipsar la sustancialidad política de su presencia. Sumado a esto, no debemos desestimar la opinión por parte de los editores encargados de la contratación de Laje respecto al lugar medular que ocupa La batalla cultural:

Hemos publicado libros siempre con una intencionalidad en publicar libros que tengan una importancia más allá de lo comercial [...] La batalla cultural, honestamente no era el libro que queríamos publicar, pero era el libro que necesitábamos publicar. Queríamos a Laje y La batalla cultural viene a publicarse por la motivación de él, de que haya un texto definitivo presentando y argumentando por las posiciones de las derechas. Creo que nadie esperaba el éxito que ha tenido y es porque realmente no hay otro. Incluso muchas personas de izquierdas que quieren ser objetivas y quieren entender el otro lado van a comprar ese libro porque es el texto definitivo en la materia. [Citado en Saferstein, 2024, p.126]

IV. La crítica conservadora a la amenaza transhumanista

Miklos Lukács de Perény nació en Lima en 1975. Es licenciado en medicina veterinaria y realizó diversos estudios de posgrado en materia de innovación tecnológica y estudios sobre desarrollo. Asimismo, es docente de ciencia, tecnología e innovación de la Facultad de Ingeniería en la Universidad de San Martín de Porres.

Lukács indica que la primera aproximación que tuvo con la obra de Scruton fue por medio del documental dirigido por la British Broadcasting Corporation en la que el inglés participó en calidad de conductor, llamado Why beauty matters? su impacto fue tal que haberlo visto le “cambió la vida completamente” (Giusto, 2020, 14:56) y lo impulsó fervientemente a estudiar su obra. Su admiración lo instó a postularse, en diciembre de 2017, para una convocatoria que Scruton abrió para participar de su proyecto Scrutopia, el cual consistió en un curso de diez días dictado por él en su propia casa, ubicada en una finca en Cirencester, Inglaterra. Gracias a esta experiencia el peruano pudo conocerlo personalmente. Desde entonces, Lukács ha reafirmado su adscripción al conservadurismo en general, y al de Scruton en particular.

Antes de pasar al análisis del pensamiento del peruano, consideramos pertinente desarrollar sucintamente el argumento central de la pieza, ¿Why beauty matters? este ejercicio nos permitirá identificar una serie de tópicos y preocupaciones scrutonianas que estarán presentes de manera esencial en las denuncias políticas de Lukács.

El argumento que Scruton presenta en aquel documental es el mismo que expone en su obra La belleza. En ella, el filósofo argumenta que los juicios estéticos no se reducen a expresar una mera opinión inocua sobre lo bello, sino que de ellos es posible deducir una disposición política específica que puede resultar perniciosa, dependiendo de su contenido, para la estabilidad del orden social. La noción de belleza trae aparejada la idea de comunidad en la medida que refiere a un conjunto de creencias y valores morales, estéticos y espirituales que comparten los individuos que conviven en un mismo territorio. Así, si bien los juicios estéticos son subjetivos, ellos responden a una dimensión racional del ser humano, puesto que su idea de belleza le permite representar (y representarse) en el mundo acorde a un marco que le dicta cómo el mundo debería ser y cómo comportarse en él. Desconocer esta función esencial que tiene la belleza para el individuo:

significa ser incapaz de ver que, para un ser libre, existen unos sentimientos y unas experiencias concretas, al igual que formas de disfrutar y de actuar también correctas. El juicio de belleza pone orden en las emociones y los deseos de quienes la formulan. Puede que sea la expresión de su placer y gusto, pero es placer por algo que valoran y gusto por sus verdaderos ideales. (Scruton, 2022, p.227)

Asimismo, el autor indica que aquello que nos resulta bello resulta excluido del cálculo utilitario. Cuando consideramos un paisaje, una costumbre o una persona como bella, trazamos en ellos una línea que los salvaguarda de la racionalidad instrumental. La belleza de un objeto no se explica por la efectividad con la que satisface una necesidad, sino porque nos significa algo que apreciamos puesto que dice algo de nosotros, de nuestra identidad y nuestras creencias. Scruton resulta crítico de los fenómenos de la modernidad que trasladan la lógica mercantil a otros ámbitos de la vida social, lo cual deriva el peligro de cosificar la belleza. Estas amenazas bien pueden ser los voluntarismos revolucionarios, pero también lo son quienes bregan por un capitalismo desregulado que mercantiliza las tradiciones de un país y sus paisajes naturales (Scruton, 2021b).

El desplazamiento de la belleza por la racionalidad económica habilita la cosificación de todos los ámbitos de la vida, de lo sagrado, la moral y también de las personas. El colectivista comunista cosifica a las personas ya que las emplea como medios para la persecución de los objetivos dispuestos por el centralizador, mientras que el capitalismo desregulado cosifica a las costumbres al despojarlas de su valor trascendental y convirtiéndolas en bienes comerciables.

Consideramos que estas elucubraciones filosóficas forman el telón de fondo que fundamenta teóricamente las denuncias de Lukács expresadas en su libro Neo entes. Tecnología y cambio antropológico en el siglo 21. En esta obra, el peruano rastrea las modulaciones que tuvo a lo largo de la historia la idea de progreso y cómo este proceso impactó en el uso de los avances tecnológicos y en su forma de relacionarse con la sociedad. Si bien las primeras formulaciones de esta noción pueden encontrarse en los filósofos de la Antigua Grecia, es en el siglo XVIII donde ella adquiere connotaciones perniciosas para la sociedad al fundamentarse en la benevolencia ínsita de los avances direccionados por la razón³. En aquellos años, signados por las contribuciones de los filósofos de la Ilustración, la idea de progreso tendrá como sujeto y objeto al ser humano y se desplazará a Dios para poner en su lugar los dictados de la razón en virtud de la cual se empieza a legitimar toda transformación tanto en lo político como en lo económico y, fundamentalmente, en lo moral. En virtud del descubrimiento de las bondades de la razón aquellos ilustrados llegaron a la conclusión que mientras más sepamos mejor estaremos y que, por lo tanto, siempre el presente siempre será superior al pasado, y más adelante señala que:

La diferencia entre el cristianismo y la Ilustración con respecto a la orientación del progreso radica en que los segundos migraron su posición desde la comparación hacia la predicción. El progreso deja de tener un norte definido, y si antes era concebido como consecuencia ahora es transformado en causa. Este giro es clave ya que sigue siendo la base de la orientación del progreso de nuestros días. Va surgiendo así una constante necesidad de cambio y una creciente idolatría por lo nuevo. Las cosas son mejores simplemente porque son nuevas y esta mentalidad se consolida como otra gran obsesión de la modernidad. (Lukács, 2023, p. 41)

Esta veneración por el progreso y lo novedoso tendrá su expresión más radical en lo que Lukács (2023) identifica como la nueva amenaza mundial: el transhumanismo. El peruano identifica el transhumanismo como un movimiento cultural, intelectual y político a nivel global, cuyo propósito consiste en la mejora permanente e incremental de “la naturaleza y experiencia vital del ser humano, mediante la aplicación de tecnologías como la inteligencia artificial, biotecnología, nanotecnología, robótica y ciencia de materiales” (p. 60).

En términos concretos, las mejoras que persigue este movimiento “incluyen la erradicación del envejecimiento y el potenciamiento de las capacidades intelectuales, físicas, psicológicas y morales del ser humano. El propósito de estas mejoras es superar las limitaciones impuestas por la naturaleza desde una perspectiva racionalista y utilitarista” (Lukács, 2023, p. 60).

En una entrevista con Laje en el que discuten su libro, el peruano enfatiza el carácter profundamente anti humanista que subyace en la noción de progreso sostenida por el transhumanismo. Argumenta que el progreso que persigue “es un progreso que te exige dejar de ser humano para materializar ese progreso” (Laje Arrigori, 2023, 12:10). Lukács encuentra en el rechazo a la condición imperfecta del ser humano la justificación de este impulso por valerse de la ciencia y las innovaciones tecnológicas, amparándose en valoraciones utilitarias. Y esta obsesión por modificar el cuerpo humano por medio de la ciencia se expresa en la pérdida de su dignidad ya que se lo despoja de su valor intrínseco y se convierte en un mero instrumento para la búsqueda del progreso.

Lo interesante de esta argumentación es que Lukács —secundado por Laje— considera que los objetivos que persigue del transhumanismo se materializan, en parte, en las intervenciones quirúrgicas que permiten el cambio de género sexo (cuerpo) y en la proliferación del aborto como mecanismo de control poblacional (control poblacional). Por ello, ambos autores consideran que los movimientos progresistas y feministas son movimientos que promueven estos intereses impulsados por el transhumanismo global. Asimismo, Lukács alerta que las modificaciones en la condición humana habilitan transformaciones en las instituciones que sostienen a la humanidad. Esta aseveración, arguye, tiene su correlato en la proliferación de familias diversas que el mundo contemporáneo considera legítimas “a la par de este ataque antropológico hay este ataque a las instituciones [matrimonio y familia], y esta redefinición de los conceptos. [...] ahora tienes familia multiespecie, multiparental, matrimonios gay, poliamor, adopciones múltiples…” (Laje Arrigori, 2023, 17:42).

Lukács y Laje identifican que los progresismos regionales y el movimiento feminista se encuentran al servicio de los organismos internacionales y las empresas multinacionales que promueven las políticas de género y el empleo de las tecnologías en el cuerpo humano y en las poblaciones. Asimismo, ambos destacan que la diversidad que pregonan estas corrientes se reduce a la diversidad en las preferencias sexuales o “de qué color te teñís el pelo” ( Laje Arrigori, 2023, 42:12) pero resultan intolerantes en las dimensiones más esenciales del ser humano como la religión, la nación a la que uno pertenece o a las costumbres. En estos campos establecen una violenta homogeneización. El progresismo desecha las opiniones que refrendan la adscripción a una serie de valores en función de estas nociones al considerarlas reaccionarias y discriminatorias. De aquí la ironía de que se presenta como propulsora de lo diverso cuando impone una uniformidad en los demás aspectos de la vida social que no estén vinculados con el cuerpo y la sexualidad.

Para Lukács (2023) “La bandera arcoíris no es la bandera LGBT; la bandera arcoíris es la bandera del progresismo globalista. Es el secuestro de un símbolo universal al servicio de causas excluyentes y deshumanizantes”, las cuales se encuentran supeditadas a los cambios radicales promovidos por el globalismo, entendiendo esta noción como “la imposición gradual, unilateral e inconsulta de un sistema político, económico, tecnológico, social y cultural único caracterizado por la verticalización y concentración de poder que necesita abolir el concepto de identidad -desde la individual a la nacional- para materializarse” (p. 131).

Ahora bien, habíamos indicado que las elucubraciones que Scruton presenta en La belleza configura el trasfondo teórico de las preocupaciones de Lukács. En este libro -junto con el documental de la BBC- es donde Scruton contrapone con mayor énfasis la predisposición conservadora de resguardar la belleza de una comunidad contra las perspectivas que promueven una cosificación generalizada en virtud de una lógica utilitaria. Esta dicotomía es replicada por Lukács, situando como nuevo antagonista este transhumanismo que persigue la experimentación en los cuerpos humanos en pos del progreso, que conlleva a la uniformidad de las identidades culturales, de las tradiciones y costumbres heredadas. En Scruton (2016), las tradiciones constituyen parte de nuestra identidad, y los hábitos que provienen de ellas se vinculan con la belleza en la medida que su afirmación por parte de una comunidad expresa su deseo de vivir de una manera determinada:

la belleza reside en las apariencias, pero también las apariencias son realidades, y cosas que compartimos. Nuestro interés por las apariencias nace de nuestro deseo de estar a gusto en nuestro entorno y de que el mundo de los objetos refleje de alguna manera nuestras personales preocupaciones. (p. 206)

Asimismo, Scruton en sus Usos del pesimismo (2010) también se ha expresado sobre el transhumanismo, afirmando su oposición a este desprecio por las limitaciones ínsitas de la condición humana. En su opinión, los aspectos más esenciales de la vida social dependen de la condición mortal del humano ya que las personas son impulsadas por “el amor, la amistad, y el deseo, la ternura hacia los jóvenes y el respeto por la vejez. Viven según las reglas del apoyo mutuo, en un mundo donde se admiten los errores y se confiesan las faltas” (p. 216).

La falibilidad del ser humano conlleva a la cooperación y al tejido de redes de confianza y solidaridad. Las innovaciones tecnológicas, además de abolir la diversidad de tradiciones, promueven un superhombre que, en su condición de ser perfecto, puede prescindir de lazo social. En el fondo, el transhumanismo rechaza toda idea de vida comunitaria.

Según Lukács, esta animadversión por cierta dependencia ontológica del individuo direcciona el diseño e implementación de las innovaciones tecnológicas del transhumanismo. Y siguiendo la argumentación de su maestro, también diagnostica la promoción de los valores del transhumanismo como unos que refrendan la atomización social y el descreimiento de la necesidad de vivir en comunidad compartiendo valores.

Ahora bien, la adscripción al conservadurismo inglés por parte de Lukács no se reduce a Scruton, sino que retrotrae su deuda con este ideario llegando a la obra de Edmund Burke. Resulta interesante que en una conferencia ofrecida un año después de la publicación de su libro, Lukács traiga a colación la discusión entre Burke y Thomas Paine en torno a la Revolución Francesa, para ubicarse como un continuador de las críticas que el pensador inglés esgrimió contra los revolucionarios, actualizándolas, desde su paradigma, contra la amenaza transhumanista. En esta ocasión indica que, si la publicación de su libro “era parte del diagnóstico, ahora es momento de pasar a la propuesta” (Lukács, 2023, 4:32). Y es amparándose en el padre del conservadurismo que Lukács esboza lo que denomina como bioconservadurismo. Si bien reconoce que se trata de un concepto en el que todavía está trabajando (y sobre el cual piensa publicar próximamente un libro), lo define como una corriente que pone en el centro al humano, concibiéndolo como valioso en sí y que, alineándose con Burke, reconoce que es limitado razón por la cual considera que la ciencia y la tecnología pueden ser aplicadas para mejorar la calidad de vida, pero bajo ningún punto de vista para hacer del humano un ser perfecto.

El bioconservadurismo no pretende eliminar las limitaciones del hombre ni las partes menos agradables de la vida ; reconoce que estos aspectos forman parte de nuestra especie, y que todo intento por extirparlas supone considerar al ser humano desde una óptica abstracta que los deshumaniza (NEWMEDIA UFM, 2024).

Si bien realiza una extensa y pormenorizada lectura de las discrepancias entre Burke y Paine, constantemente retoma las críticas que el primero realiza a la Revolución Francesa -y por extensión a la filosofía de Paine- para presentarlas como críticas válidas para denunciar al transhumanismo. Por consiguiente, lo que en principio parece ser una mera exposición histórica se convierte en una alocución profundamente política. Así, considera que de la misma manera que Burke caracterizó a la Revolución Francesa como una gran transformación impuesta violentamente desde arriba, el transhumanismo pretende replicar ese proceso imponiendo su propia gran transformación ingenieril desde el Estado en colaboración con las élites económicas y políticas. Comparte la opinión de Burke respecto de que la única libertad sobre la que tiene sentido aludir es la libertad entendida socialmente, esto es, la libertad entendida como producto de la evolución histórica de la sociedad la cual conlleva una responsabilidad, y no como un derecho abstracto amparado en la mera individualidad.

Lukács considera que esta segunda acepción es la hegemónica, y de ahí se explica que se legitime cualquier comportamiento o creencia en base a la autopercepción. La primacía de la autopercepción supone un ataque a las tradiciones heredadas ya que el individuo puede rechazar las prácticas, hábitos, y gustos estéticos contenidos en ellas. Así, es liberado del deber de continuar con las costumbres de su comunidad pudiendo recostarse en su originalidad para conformar su identidad. Por otra parte, reconoce la vigencia respecto de la predilección burkeana por los cambios graduales en contraste con las transformaciones revolucionarias. En consecuencia, reafirma su denuncia contra las innovaciones del transhumanismo no solo porque impulsa cambios vertiginosos, sino también porque no duda en desechar las instituciones y las prácticas que sí funcionan o que, en caso de presentar fallas, son perfectibles y valen la pena mejorar para conservar.

Este parangón que propone el peruano nos permite considerar comparativamente que si Burke desprecia a los philosophes franceses por implantar esquemas abstractos sin considerar las contingencias históricas (amparándose en la razón), Lukács denuncia al transhumanismo por promover una uniformidad a escala global justificada en una idea abstracta de progreso (amparada en las innovaciones tecnológicas). Ambos antagonistas comparten la fe en la razón, desprecian la singularidad de las tradiciones, desconocen la utilidad de la experiencia del pasado, y asumen que el ser humano es (o puede ser) infalible. Además, observamos que Lukács advierte que el mejoramiento por medio de la aplicación de tecnologías conlleva el riesgo de que el humano deje de ser humano, lo que implica perder su dignidad y transformarse en un objeto maleable en un mundo donde ya nada posea un valor intrínseco puesto que predominará la visión utilitarista impulsada por el transhumanismo.

V. Conclusiones

El propósito de este trabajo consistió en rastrear la presencia de las disquisiciones filosóficas de Scruton en las obras e intervenciones de Laje y Lukács. En este recorrido, constatamos que ambos autores se apoyan en el pensamiento del conservador inglés, aunque de manera distinta. En el caso de Laje, su recuperación es de carácter estratégica y se vale de su obra para fundamentar en la dimensión teórica la articulación de las diversas familias de la derecha en el plano político. Laje reconoce en Scruton un esfuerzo valioso por enfatizar las convergencias que pueden encontrarse entre el conservadurismo, el liberalismo y el nacionalismo. Su apreciación se fundamenta en el hecho de que Scruton reconoce en la amenaza socialista un leitmotiv para la alianza entre estos idearios. Cabe aclarar que, si bien señalamos que en Laje predomina un uso estratégico de la obra de Scruton, con esto no decimos que se reduzca a ello y que no vea en él un intelectual con el que suscriba gran parte de sus postulados. Esto último, por el contrario, resulta evidente cuando se observan las entrevistas que Laje sostiene con Lukács en el que se trae a colación los aportes de Scruton, y en muchas ocasiones el argentino refrenda las opiniones que su colega le endilga al inglés.

En el caso de Lukács, se constató una apropiación directa de los postulados conservadores. El peruano se reconoce como tributario de las obras de Scruton y de Burke. Con respecto al primer autor, advertimos que la crítica que aquél despliega respecto de los fenómenos que desconocen la idea de belleza y promueven una cosificación generalizada, subyace en la denuncia que tiene como objeto la deshumanización que el transhumanismo promueve a través del empleo desbocado de las innovaciones científicas y técnicas.

Con relación a Burke, observamos que Lukács se apropia de sus críticas desplegadas contra la Revolución Francesa para redirigirlas contra el transhumanismo. Además, si bien reconoce que todavía no ha trabajado lo suficiente su noción de bioconservadurismo, hemos visto cómo los elementos teóricos que la componen encuentran su inspiración en Burke. Este uso específico del aparato conceptual conservador en oposición al transhumanismo distingue al peruano de otras perspectivas tecnoptimistas de la derecha como aquellas refrendadas por autores neoreaccionarios como Nick Land, o incluso de libertarios que persiguen la colonización de Marte como Walter Block. La advertencia de la singularidad de toda tradición, así como la defensa del carácter social del ser humano, hace que resulte incompatible un acercamiento a nivel conceptual entre Lukács y estas otras expresiones de la derecha contemporánea.

Por último, resulta preciso remarcar que Lukács supone un caso disonante en esta constelación de la derecha radicalizada en virtud del énfasis que adquiere en su pensamiento la primacía que tiene la tradición por sobre la libertad, este énfasis en las obligaciones que se derivan de la tradición también se erige en notoria oposición con la retórica libertaria del presidente Javier Milei y sus seguidores que enaltecen la libertad individual y el libre mercado. Estas discrepancias se cristalizan, por ejemplo, en su caracterización de la obra de Ayn Rand y su enaltecimiento del egoísmo individual como “un cáncer”, o en la recriminación hacia los libertarios por olvidar que la libertad siempre va acompañada de responsabilidades que imponen límites a los deseos de los individuos. Esta última aseveración resulta más significativa considerando que fue pronunciada en el marco de la Derecha Fest realizada en Buenos Aires durante octubre de 2024 (Grinchpun y Saferstein, 2024), en un auditorio colmado por seguidores de Milei e intelectuales abiertamente oficialistas, como los propios Laje y Márquez. Advertir estas heterogeneidades resulta relevante ya que nos permite avizorar futuros puntos de tensión que pueden recrudecer al interior de este espacio en función de los conflictos que hegemonicen la discusión política e intelectual a nivel nacional y regional.

Ramírez Andrade I. S.

Recepciones intelectuales de la Nueva Derecha latinoamericana: usos de la obra de Roger Scruton en Agustín Laje y Miklós Lukács

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² Si bien Scruton es citado en Globalismo…, su referencia se limita a una nota al pie situada recién en la página 572, sin ser nuevamente retomado.

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³ De igual manera, Lukács (2023) considera que la filosofía de Descartes supuso un impacto profundo en este proceso en la medida que contribuyó a consagrar la infalibilidad de la razón: “Sin haber abordado directamente la idea de progreso, Descartes es un personaje clave en su desarrollo ya que es uno de los grandes precursores del racionalismo. A partir de este nuevo culto a la razón, desde el Siglo XVII en adelante, la fe en Dios se va trasladando gradualmente hacia la fe en el hombre racional y posteriormente a la fe en la ciencia y tecnología” (p. 40).

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“En un mundo donde el ser humano deja de ser la criatura más valiosa e importante de la creación, todas las instituciones que se desprenden de su naturaleza y condición -familia, estado, mercado, universidades- dejarán de ser relevantes” (Lukács, 2023, p. 56).

Por tanto, su denuncia no se reduce a la crítica hacia organismos como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud, sino también hacia las grandes empresas que coadyuvan en la imposición de un nuevo (y único) modo de vida a nivel global, entre las que sobresalen las vinculadas a las Big Tech como Google, Microsoft, Facebook, Amazon y Apple. Asimismo, ocupan un lugar central en sus denuncias las empresas de Silicon Valley por su promoción de la Inteligencia Artificial y las innovaciones digitales, las cuales, tomadas en conjunto, generan las condiciones para la emergencia de un capitalismo digital de vigilancia.

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Este desprecio que, según Lukács, profesa el transhumanismo hacia el hombre en virtud de sus limitaciones, resulta análoga a las invectivas que Burke (2022) les profiere a los revolucionarios por estimar un ideal abstracto del género humano: “Odiando demasiado los vicios, llegan a amar demasiado poco a los hombres” (p. 279).

“No es la mía la libertad solitaria, inconexa, individual y egoísta, como si cada hombre pudiese regular toda su conducta haciendo su voluntad. La libertad a la que me refiero es a la libertad social. Es ese estado de cosas en el que la libertad queda asegurada por la igualdad de las restricciones” (Burke, 2023, p. 35).

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