Súper Ciclo electoral

en América Latina 2021-2024

Pandemia, incertidumbre socioeconómica

y riesgos de gobernabilidad democrática

 

Election super cycle in Latin America 2021-2024

Pandemic, socioeconomic uncertainty and democratic governability

 

Daniel Zovatto

D.Zovatto@idea.int

Universidad Complutense

de Madrid

 

España

 

Recibido: 03/04/2021

Aceptado: 28/04/2021

 

Resumen

Entre 2021 y 2024, todos los países de América Latina, con la excepción de Bolivia, tendrán elecciones presidenciales y legislativas. En este artículo se analizan el contexto socioeconómico y político en el que se llega a este súper ciclo electoral, así como las principales tendencias que se pueden obtener de las primeras elecciones ocurridas y su impacto en la gobernabilidad democrática regional.

 

Palabras clave

Democracia, Elecciones, América Latina.

 

 

 

Abstract

With the exception of Bolivia, all Latin American countries will hold presidential and legislative elections between 2021 and 2024. This article analyze the socioeconomic and political environment in which this electoral super cycle will occur, and the main trends obtained from the first collection of elections that have already taken place, as well as its impact in the regional democratic governance.

 

Keywords

Democracy, Elections, Latin America.

 

 

 

Súper ciclo electoral latinoamericano 2021-2024: coyuntura regional compleja

 

En el inicio de la tercera década del siglo XXI tendrá lugar un nuevo súper ciclo electoral en América Latina, donde todos los países, con la excepción de Bolivia, renovarán sus presidentes y congresos por voto directo. Estas elecciones ocurrirán en un contexto marcado por un inédito shock de parálisis económica con dramáticas consecuencias sociales, una profunda crisis de confianza y descontento contra las instituciones y las élites, sumado a un escenario internacional incierto, todo lo cual constituye una verdadera prueba de fuego para la estabilidad democrática regional. Adicionalmente, la pandemia ha tenido un efecto disruptivo muy fuerte en la agenda electoral latinoamericana en tanto varios países tuvieron que reprogramar sus elecciones.

El panorama general nunca había sido más preocupante. Frente a la supuesta consolidación global de los principios democráticos y liberales tras el final de la Guerra Fría (Fukuyama, 1992), la democracia está experimentando un proceso de retroceso a nivel global. El más reciente informe del Instituto Varieties of Democracy (V-Dem) de la Universidad de Gotemborg (Suecia) registró que América Latina está aproximándose a los niveles de democracia liberal del año 1992 (Alizada et al., 2021). Aunque la región sigue situándose como una de las más democráticas junto a Oceanía y Europa Occidental, la tendencia de la región es combinar la presencia de democracias electorales en paralelo con profundos y sostenidos procesos de autocratización en Brasil, Bolivia, Nicaragua y Venezuela (Lührmann y Lindberg, 2020). De igual manera, el Democracy Index 2020 realizado por The Economist también subraya el declive de la democracia en América Latina (6,13 en 2019 a 6,09 en 2020). Este retroceso fue jalonado por las crecientes violaciones registradas a los derechos civiles y políticos en El Salvador, Guatemala y Haití. En términos de la distribución de regímenes para el 2020, el continente americano exhibe 3 democracias plenas (Uruguay, Costa Rica y Chile), 9 democracias defectuosas, 5 regímenes híbridos y 3 plenamente autoritarios (Venezuela, Nicaragua y Cuba) (The Economist Intelligence Unit, 2021).

Al deterioro de la democracia se le suman los disruptivos efectos de la pandemia y la persistencia de desajustes macroeconómicos. El COVID-19 ha agravado los índices sociales y económicos regionales. En un continente históricamente inequitativo (Bértola y Ocampo, 2013), la desigualdad se ha incrementado por la falta de efectividad en las reformas para mejorar la redistribución de la riqueza, y empujada recientemente por el incremento del número de pobres y desempleados (CEPAL, 2021). Como efecto directo de la pandemia, la economía de la región ha sufrido un revés sin precedentes. Bajo estas sombrías condiciones políticas y socioeconómicas, el continente ingresará en un largo ciclo electoral: más de 50 elecciones en los distintos niveles de competencia política.

El articulo está dividido de la siguiente manera. Primero, se presentará en qué consiste el súper ciclo electoral y cuál es el contexto en el que tendrá lugar. En la siguiente sección se evalúan los resultados electorales del primer semestre del 2021 en Bolivia, El Salvador, Ecuador, Perú, Chile y México. En tercer lugar, se analizan las principales tendencias que se pueden derivar de esas jornadas. Finalmente, se ofrecen unas reflexiones sobre el devenir de la gobernabilidad democrática en la región.

 

 

 

Súper ciclo electoral:

¿Qué es y en qué contextos se dará?

 

El súper ciclo electoral es un periodo de 4 años en donde 17 países de América Latina celebrarán elecciones presidenciales, legislativas, regionales y locales con las que se renovarán las autoridades políticas, configurando una nueva geografía político-electoral. Este súper ciclo se da en uno de los momentos más complejos desde el regreso de la democracia, signado por la crisis de salubridad, la acelerada recesión económica y, paradójicamente, la erosión de la confianza en la democracia.

Tal como presenta la Tabla 1, el calendario del súper ciclo electoral depara que en 2021 habrá hasta 25 procesos electorales, desagregados en: 5 presidenciales -con la posibilidad de 3 segundas vueltas adicionales-, 8 legislativas, 6 regionales -y 1 segunda vuelta regional en Bolivia- y 1 proceso constituyente en Chile. En 2022, será el turno para Costa Rica, Colombia y Brasil con elecciones presidenciales -todas contemplan segunda vuelta- y legislativas. En 2023, Paraguay, Guatemala y Argentina votarán por congresos y presidentes, y se acaba el súper ciclo en 2024 con los comicios en El Salvador, México, Panamá, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

 

 

Tabla 1. Calendario electoral (2021-2024)

 

Año

Elecciones presidenciales

Elecciones legislativas

Elecciones regionales

y/o locales

Otras elecciones

2021

Ecuador

Primera vuelta: Febrero 7

Segunda vuelta: Abril 11

Perú

Primera vuelta: Abril 11

Segunda vuelta: Junio 6

Chile

Primera vuelta: Noviembre 21

Segunda vuelta: Diciembre 17

Nicaragua: Noviembre 7

Honduras: Noviembre 28

Ecuador: Febrero 7

El Salvador: Febrero 28

Perú: Abril 11

México

Leg. parciales: Junio 6

Argentina

Leg. parciales: Octubre 24

Nicaragua: Noviembre 7

Chile: Noviembre 21

Honduras: Noviembre 28

El Salvador: Febrero 28

Bolivia: Regionales

Primera vuelta: Marzo 7

Segunda vuelta: Abril 11

Chile

Regionales: Mayo 15-16

México

Regionales: Junio 6

Paraguay

Municipales: Octubre 10

Venezuela

Regionales: sin fecha

Honduras

Primarias Presidenciales: Marzo 14

Chile

Constituyentes: Mayo 15-16

Paraguay

Interpartidarias: Junio 20

2022

Costa Rica

Primera vuelta: Febrero 6

Segunda vuelta: Abril 3

Colombia

Primera vuelta: Mayo 29

Segunda vuelta: Junio 19

Brasil

Primera vuelta: Octubre 2

Segunda vuelta: Octubre 23

Costa Rica: Febrero 6

Colombia: Marzo 13

Brasil: Octubre 2

 

 

2023

Paraguay: Abril

Guatemala

Primera vuelta: Junio

Segunda vuelta: Agosto

Argentina

Primera vuelta: Octubre

Segunda vuelta: Noviembre

Paraguay: Abril

Guatemala: Junio

Argentina

Leg. parciales: Octubre

 

Argentina.

Internas Agosto.

2024

El Salvador: Febrero

México: Junio

Panamá: Mayo

República Dominicana: Julio

Uruguay

Primera vuelta: Octubre

Segunda vuelta: Noviembre

Venezuela: Diciembre

El Salvador: Febrero

México: Junio

Panamá: Mayo

Rep. Dominicana: Julio

Uruguay. Octubre

 

 

Fuente: Malamud y Nuñez (2021), Reformas Políticas en América Latina (2021)

 

 

Contexto socioeconómico

 

La pandemia ha contribuido a un rápido deterioro de las economías de la región debido a la caída de las exportaciones del orden del 10% y de un 13,4% para las importaciones, el cierre de cerca de 3 millones de empresas, una reducción del 50% de la inversión extranjera directa (UNCTAD, 2020) y en los países altamente dependientes de las remesas, la debacle ha golpeado este sector con una caída del 20% (Banco Mundial, 2020b). Los esfuerzos de los gobiernos por movilizar recursos para contrarrestar tanto la pandemia como sus secuelas sociales le han costado a la región el aumento de su déficit fiscal, que en 2019 se ubicaba en 3% del Producto Interno Bruto (PIB), y para 2020 llegó a escalar al 8,3%; por lo que se estima que la deuda pública de la región, en términos del PIB, se ubicaría en el 72% para finales del 2020 (Barría, 2021; Pineda, Valencia, Rasteletti y Angarita, 2021).

Los efectos de la pandemia han disparado nuevamente los índices de pobreza y desi­gualdad que han significado una reducción de los progresos en materia social en por lo menos una década (CEPAL, 2020). Antes de la pandemia, América Latina había conseguido reducir estos índices. La pobreza había pasado de afectar al 45,2% de la población en 2001, al 30,3% en 2019. Con la crisis sanitaria, la pobreza aumentará en 40,7 millones de personas y la pobreza extrema sumaría 24 millones de personas (Gráfico 1). Se estima que la desi­gualdad aumente en 4,9%, tras unos años en los que el índice de Gini había bajado de 0,53 a 0;46 entre 2001 y 2019, la pandemia ha ocasionado enormes costes sociales muy desigualmente distribuidos (Sánchez Diez y García de la Cruz, 2021). Esto significa que 8 de cada 10 personas vivirían con menos de 500 dólares mensuales.

 

Gráfico 1. Población (en millones de personas)

en situación de pobreza y pobreza extrema (2002-2020)

 

2024.png 

 

Fuente: CEPAL (2020)

 

Ante estos escenarios varios, organismos multilaterales han realizado estimaciones sobre las proyecciones de rebote económico global, que en promedio se calcula en 5% y a nivel América Latina estaría en el 4% (La República, 2021). Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo recientemente ha publicado sus proyecciones para el 2021 (Cota, 2021) y la base de crecimiento esperada es de 3,2%, y en el escenario más auspicioso se proyecta un crecimiento económico del 4%, mientras que el retroceso del año anterior fue del -7,4%. Este escenario “optimista” está basado en esperar decisiones proactivas de los gobiernos, el avance en reformas estructurales, así como el éxito en los avances de vacunación y una reactivación económica a toda velocidad.

Sin embargo, la experiencia más reciente nos demuestra cómo la persistencia del virus entre nosotros, los frecuentes problemas logísticos en las campañas de vacunación (con la excepción de Chile) y la eventualidad de nuevos picos de contagio, han obligado a los gobiernos a retomar, en múltiples oportunidades, medidas restrictivas y de encerramiento que paralizan los intentos de reactivación de la economía. Simultáneamente, los recientes informes internacionales exponen el creciente viento a favor en materia de consumo de materias primas, reiniciando un ciclo similar al de inicios de la década, lo cual podría dar mayor impulso (Oliveros-Rosen, 2021). Ejemplo de ello son el incremento del precio del petróleo por encima de 70 dólares el barril -al 7 de junio de 2021-, y de las demandas de la soja, café y cobre en el mercado internacional. Aún así se espera que tomarán varios años de crecimiento económico y de redistribución eficiente para volver a niveles de desarrollo similares a los que se observaban, no solo previo a la pandemia, sino a la década anterior (CEPAL, 2020).

 

 

Contexto político-democrático

 

La democracia está en recesión. Algunos regímenes se perdieron en las transiciones a la democracia a principios del siglo XX (Levitsky y Way, 2010) y desde el año 2018, según V-Dem, hay más países en procesos de autocratización que en transiciones hacia la democracia (Aliaza et al., 2021). En el contexto de la pandemia de COVID-19 algunos países han empleado medidas restrictivas a las libertades civiles, políticas y sociales para socavar instituciones y principios democráticos, destacándose el caso de El Salvador, según el seguimiento de V-Dem (Aliaza et al., 2021).

En las dos grandes encuestas que le toman el pulso a la opinión de los ciudadanos en la región, Latinobarómetro y LAPOP, se observa que desde antes de la pandemia se estaba ante el punto más bajo en casi todos los indicadores de apoyo al sistema democrático, satisfacción y confianza con las instituciones político-electorales. No se han realizado encuestas más recientes con los niveles de trazabilidad y comparabilidad que estas dos poseen, pero los resultados podrían ser peor ante los efectos del COVID-19 en la ciudadanía. En la tabla 2 se observa que, desde que se mide cada indicador en los países de la región (la mayoría comenzó en 1996) en las variables apoyo a la democracia, satisfacción con la democracia, confianza en la institución electoral y aprobación del gobierno, la última encuesta de 2018 representa el punto más bajo de toda la serie (Latinobarómetro, 2018). Adicionalmente, en confianza al Congreso, confianza a los partidos políticos y al poder judicial los resultados no son los peores, pero sí los segundos peores de toda la serie y con una desviación estándar por debajo del promedio.

 

Tabla 2. Indicadores Principales Latinobarómetro de apoyo a instituciones democráticas

 

 

Apoyo a la

democracia

Satisfacción con

la democracia

Aprobación

Gobiernos

Confianza

Congreso

Confianza

Partidos

políticos

Confianza

Institución

Electoral

Confianza

Poder Judicial

Promedio

Mínimo

Última

Encuesta

Máximo

Desviación estándar

56,1

48

 

48

63

 

4,06

34,7

24

 

24

44

 

5,87

46,3

32

 

32

60

 

8,67

27,3

17

 

21

36

 

4,79

19,6

11

 

13

28

 

3,98

38,1

28

 

28

51

 

8,67

30,5

23

 

24,3

37,9

 

4,15

Fuente: Informe Latinobarómetro 2018.

 

De igual manera, el Barómetro de las Américas (2018/9) reportaba antes de la pandemia un diagnóstico similar sobre la confianza ciudadana y actitudes de tolerancia hacia golpe de estado. Como se evidencia en la tabla 3, en la última encuesta de 2018/2019 los siguientes indicadores mostraban el peor resultado de la serie que inicia en 2004: confianza en las elecciones, tolerancia ante golpes ejecutivos, y si las cortes garantizan un juicio justo. Por su parte, los indicadores de tolerancia a golpe de Estado ante altos niveles de delincuencia y la tolerancia a golpe de Estado ante altos niveles de corrupción, si bien los valores estaban por debajo del promedio regional, continúan siendo elevados y doblan los valores de apoyo a golpes ejecutivos.

 

Tabla 3. Indicadores Principales Barómetro de las Américas

 

 

Confianza en

las elecciones

Tolerancia a

Golpe de Estado (delincuencia)

Tolerancia a

Golpe de Estado (corrupción)

Cortes garantizan un juicio justo

Apoyo a

Golpes ejecutivos

Promedio

Mínimo

Última Encuesta

Máximo

Desviación estándar

51,28

45,5

 

45,5

63,1

 

7,09

43,03

34,2

 

39,3

51,5

 

5,94

42,33

37,2

 

37,2

51,8

 

4,74

44,56

41,1

 

41,1

47,5

 

2,42

17,9

14,1

 

23,9

23,9

 

3,71

Fuente: Barómetro de las Américas, LAPOP 2018/2019.

 

Una primera consecuencia observable de la reactivación económica ha sido la reactivación política de las calles. El ciclo de protestas iniciado en 2019 nunca se cerró, sino que entró en una pausa transitoria a comienzos de 2020 por las medidas restrictivas que los gobiernos tomaron para frenar la propagación del coronavirus. Sin embargo, cada vez es más evidente que hay una ciudadanía -especialmente la clase media- más exigente, que encabeza protestas autoconvocadas, con demandas diversas, sin líderes, donde las redes sociales juegan un papel importante. Las protestas han retornado porque las causas que las motivaron no fueron resueltas (Zovatto, 2020).

Otras demandas que se han articulado están relacionadas con la inseguridad y el respeto a los derechos humanos. La falta de capacidad estatal en controlar la criminalidad ha resultado en que cuarenta de las cincuenta ciudades más violentas estén en la región, siendo México, Venezuela y Honduras los países con más homicidios durante el año 2020 (Asmann y Jones, 2021). A esto se le suma la creciente desconfianza frente a los cuerpos de seguridades por el uso excesivo de la fuerza en el manejo de las protestas, la lentitud de la administración de justicia y los niveles de reincidencia, evidenciando que las debilidades institucionales en materia de justicia y profesionalización de soluciones de seguridad afectan la promesa democrática sagrada del respeto a los derechos humanos y la integridad física (Arias y Goldstein, 2010).

Una democracia estable sin partidos es imposible. Desafortunadamente, en algunos países los ejes que estructuraron los procesos electorales se rompieron o se han debilitado, dando lugar a una creciente desinstitucionalización del sistema de partidos (Mainwaring, 2018), el surgimiento de liderazgos con un compromiso difuso con los valores y normas democráticas así como la difícil gobernabilidad postelectoral. La combinación de sistema presidencial y método proporcional (Linz y Valenzuela, 1998; Velasco, 2021) ha resultado en una multiplicidad de nuevos actores que concitan apoyos minoritarios y excluyentes, que redundan en escasos apoyos legislativos para los gobiernos electos. De tal nivel es la fragmentación que en las recientes elecciones de primera vuelta en Ecuador y Perú se presentaron 19 y 18 candidatos respectivamente. Una volatilidad constante en la oferta partidaria tiene severas consecuencias para la representación democrática, ya que impide estabilizar las preferencias de los votantes y que estos hagan control político eficiente a los elegidos, tornando costosa la agregación de intereses para los gobernantes, e incrementa la ingobernabilidad (Mainwaring, 2018).

 

 

 

América Latina

a las urnas:

Elecciones 2021

 

En el primer semestre de 2021 ya se han celebrado varios procesos electorales. Ecuador y Perú realizaron elecciones legislativas y presidenciales, El Salvador renovó su parlamento, México lo hizo de manera parcial así como con elecciones federales, y Bolivia vivió unos comicios regionales para elegir autoridades provinciales y municipales. Adicionalmente, Chile escogió a sus convencionales constituyentes, así como alcaldes, gobernadores y concejales.

 

 

Ecuador: Presidenciales y Legislativas

 

El 7 de febrero de 2021 se celebraron en Ecuador simultáneamente tanto elecciones legislativas como presidenciales. En un contexto de fuerte rechazo al desempeño, con la gestión del presidente Lenin Moreno, los partidos que colaboraron en los últimos momentos de ese gobierno y sus políticas de ajuste -CREO y Partido Social Cristiano- sufrieron las consecuencias en las urnas. Primero, en las elecciones presidenciales, el candidato de CREO Guillermo Lasso pasó a duras penas a segunda vuelta. Tal como se aprecia en la Tabla 4, el joven economista Andrés Arauz, candidato por el partido UNES, de la línea correísta, se quedó con el primer puesto con el 32,72% de los votos. En tercer lugar quedó Yaku Pérez, del Movimiento Indigenista Pachakutik, con 19,39%, y Xavier Hervas dio la sorpresa al alcanzar un 15,68%. Ninguno de los restantes candidatos superó el 3%. Evidentemente, las elecciones confirmaron que la sociedad ecuatoriana se encuentra dividida y polarizada entre correístas y anticorreistas.

En los comicios legislativos se escogieron 137 asambleístas, representando a 15 nacionales, 116 provinciales y 6 del extranjero. Allí, los partidos de derecha, que fueron en alianza en las presidenciales, presentaron listas separadas y fragmentaron el voto para ese sector ideológico. Como resultado, el partido CREO de Guillermo Lasso perdió 10 curules respecto a 2017, obteniendo en 2021 sólo 12 de las 137 en juego, mientras que el tradicional Partido Social Cristiano (PSC) apenas llegó a 18 curules. En cambio, tanto el UNES de Arauz, como el Movimiento Pachakutik (MUPP) de Pérez, se llevaron la mayoría de los escaños, con 49 y 27 respectivamente. La Izquierda Democrática de Xavier Hervas logra también 18 escaños (Tabla 5). Al menos otros 8 partidos tendrán representación en la Asamblea Nacional. En conclusión, Lasso no tendrá mayoría propia en la Asamblea y deberá negociar con los otros partidos para poder conformar una coalición de gobierno.

 

Tabla 4. Resultados de la primera vuelta presidencial, Ecuador 2021

 

Candidato (partido político)

Voto (%)

Votos

Andrés Arauz (Unión por la Esperanza)

Guillermo Lasso (CREO)

Yaku Pérez (Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik)

Xavier Hervias (Izquierda Democrática)

Otros candidatos

Participación

Ausentismo

Blancos

Nulos

32,7%

19,7%

19,3%

15,6%

11,8%

80,9%

19,01%

3,1%

9,5%

3.033.791

1.830.172

1.798.057

1.453.915

 

10.616.263

2.491.101

329.445

1.013.395

Fuente: Consejo Nacional Electoral del Ecuador (2021)

 

Tabla 5. Resultados de las elecciones legislativas, Ecuador 2021

 

Partido político

Voto (%)

Votos

Curules

Unión por la Esperanza

Movimiento de Unidad Plurinacional Pachakutik

Izquierda Democrática

Social Cristiano Ecuatoriano

CREO

Ecuatoriano Unido

Alianza Honestidad

Avanza

Construye

Democracia Sí

Sociedad Patriótica

Unión Ecuatoriana

32.2%

16.8%

11.9%

9.7%

9.6%

2%

3.7%

1.9%

0.7%

1%

1.81%

0.7%

2.584.595

1.348.679

961.513

780.954

774.238

166.888

301.369

154.529

57.711

84.209

145.398

59.080

49

27

18

18

12

2

2

2

1

1

1

1

Asambleístas provinciales

3

Participación

Ausentismo

Blancos

Nulos

81%

19%

10.2%

14.1%

 

Fuente: Consejo Nacional Electoral del Ecuador (2021)

 

En la segunda vuelta, celebrada el 11 de abril, el resultado se revirtió y Guillermo Lasso se impuso con el 52,3% de los votos, y Arauz, el 47,6%. Se pueden indicar tres factores decisivos para interpretar el resultado. En primer lugar, la activación electoral de la identidades negativas (Meléndez, 2019) jalonó el voto anti-Correa, lo que limitó fuertemente a los electores anti-Arauz. En segundo lugar, Lasso modificó su estrategia de campaña en la segunda vuelta, acercándose más a la población y moderando su discurso social. Finalmente, la decisión de Yaku Pérez de no aliarse a ningún candidato llevó al voto nulo a su récord histórico de 16%, e inclinó la balanza a favor de Lasso.

 

 

El Salvador: Elecciones legislativas y municipales

 

Las elecciones celebradas el 28 de febrero registraron una participación del 50% del padrón electoral. El partido Nuevas Ideas del presidente Nayib Bukele y sus aliados lograron la mayoría de los escaños en la Asamblea Legislativa, quedándose con 61 de las 84 curules en juego (Tabla 6), además de una mayoría de las municipalidades salvadoreñas. Con este histórico triunfo, El Salvador presenció el colapso de su sistema de partidos (Morgan, 2011; Seawright, 2012) evidenciando en la irrelevancia electoral de los partidos tradicionales Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN). Pero a la par de este cambio abrupto en el sistema de partidos, el presidente más popular de América Latina ha destituido a los miembros de la Corte Constitucional y el Fiscal General con lo que consolida su dominio sobre las tres ramas del poder y abre un peligroso escenario de reforma e intento de manipulación de las instituciones (Martínez, 2021).

En las últimas encuestas de Latinobarómetro y LAPOP, que datan de 2018 y 2018/19 respectivamente, ya encontrábamos pistas de la emergencia de un liderazgo del estilo que representa Bukele, y un hartazgo con la política tradicional. Los salvadoreños son últimos en comparación con los otros países de la región en el apoyo a la democracia -28% vs. 48% en América Latina-; últimos en confianza a los partidos políticos -6% vs. 13% en América Latina-; últimos en confianza al Tribunal Electoral -12% vs. 28% en América Latina-; anteúltimo en satisfacción con la democracia -11% vs. 24% en América Latina; anteúltimo en confianza al Congreso -10% vs. 21% en América Latina-; cuarto entre quienes consideran que se gobierna en beneficio de unos pocos grupos poderosos -86% vs. 79% en América Latina-; debajo de la media regional -45,5% vs 38% en El Salvador-; y finalmente en un primer lugar, un 54% de los Salvadoreños afirma que da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático, en comparación al 28% regional.

Tabla 6. Resultados de las elecciones legislativas, El Salvador 2021

 

Partido político

Votos

Curules

Nuevas Ideas (NI)

Coalición Gran Alianza Nacional – Nuevas Ideas

Gran Alianza Nacional (GANA)

Alianza Republicana Nacionalista (ARENA)

Alianza Republicana Nacionalista - DS

Alianza Republicana Nacionalista – Conciliación Nacional (PCN)

Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN)

Demócrata Cristiano (DC)

Conciliación Nacional - DS

Nuestro Tiempo (NT)

Vamos

1.451.283

224.188

134.436

200.334

95.345

11.162

175.055

43.034

20.243

42.200

25.111

46

10

5

9

4

1

4

1

1

1

1

Fuente: Tribunal Supremo Electoral de El Salvador (2021)

 

 

Bolivia: Elecciones provinciales y municipales.

 

Luego de la sólida victoria del MAS en las elecciones generales de 2020 -con mayoría absoluta del Congreso y la presidencia-, el domingo 11 de abril del 2021, la consolidación a nivel subnacional de ese dominio se quedó a medio camino. En las elecciones del 7 de marzo, el Movimiento Al Socialismo (MAS) venció en 240 de 336 alcaldías, 13 más que en las elecciones similares del 2015, equivalente al 71,5% del total de municipios. Pero a nivel de las prefecturas el MAS sufrió un revés: sólo se impuso en tres de las nueve gobernaciones (Cochabamba, Oruro y Potosí), mientras que las seis restantes quedaron en manos una oposición heterogénea (La Paz, Chuquisaca, Pando, Tarija, Santa Cruz y Beni).

En consecuencia, el claro predominio del MAS, vigente desde el cambio político de 2006, se mantiene, aunque con un evidente retroceso en cuanto al control de algunos gobiernos departamentales y los gobiernos municipales de las principales ciudades del país. Por otra parte, la nueva composición de los órganos legislativos (Asambleas Legislativas Departamentales y Concejos Municipales) presentará, en muchos casos, la situación de gobierno dividido que, obviamente, generará obstáculos considerables para la gobernabilidad. A ello se le suma una polarización en ascenso por cuenta de la activación desde el gobierno de los procesos penales contra la presidenta interina Jeannine Añez (2019-2020) y varios de sus ministros (BBC News Mundo, 2021b), así como contra autoridades subnacionales recientemente electas, pertenecientes a fuerzas políticas de la oposición. Ello viene a expandir aún más la grieta entre masistas y anti-masistas en torno a los discursos antagónicos productos de la crisis postelectoral y la salida anticipada del poder del entonces presidente Evo Morales en noviembre de 2019 (Wolff, 2020).

 

 

Perú: Presidenciales y Legislativas

 

Una vez cada 5 años hay elecciones para elegir presidente en Perú, pero en el transcurso del 2020 ejercieron la presidencia 3 líderes distintos: Martín Vizcarra, Manuel Merino y Francisco Sagasti. Esto es producto del diseño institucional, que favorece el choque de trenes entre el Ejecutivo y el Legislativo, así como de la extrema debilidad de los partidos políticos (Levitsky, 2018) debido a sus casi nulos niveles de identificación partidaria y confianza ciudadana (7% según Latinobarómetro, 2018). Estas dinámicas políticas de inestabilidad van en contravía respecto al consenso logrado en el campo macroeconómico, donde el pacto para sostener ciertas políticas neoliberales ha dado resultados positivos en materia de crecimiento sostenido, reducción de la pobreza e inversión extranjera. Pero en el lustro 2014-2019 el ritmo de crecimiento se había ido ralentizando al compás de lo que ocurrió en todos los países de la región. Evidentemente, la pandemia trastocó los planes de crecimiento del 2020, cayendo el PIB un 11,1% (Banco Mundial, 2021). Se llegó a estas elecciones con 20% de desempleo, una tasa de pobreza monetaria del 27% (2 millones de nuevos pobres) y un déficit público del 8,9% (Banco Mundial, 2021).

El 11 de abril de 2021 los peruanos asistieron a las urnas bajo este clima de desconfianza. Sorpresivamente, el maestro Pedro Castillo (Perú Libre) logró el primer puesto con 19,01% reuniendo el voto anti-sistémico y rural. Le siguió la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, hija del condenado expresidente Alberto Fujimori (1990-2000), quien obtuvo el 13,3%. Muy cerca, con el 11% cada uno, se quedaron tanto López Aliaga (Renovación Popular) como De Soto (Avanza País). Otros cuatro candidatos lograron más del 5%, mientras que el voto blanco superó el 12,4% (Gráfica 3).

 

Gráfico 2. Primera vuelta presidencial, Perú 2021

 

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Fuente: ONPE (2021)

 

Por su parte, las elecciones legislativas continuaron con un patrón de fragmentación partidaria que tendrá consecuencias en la futura gobernabilidad del país andino. En las elecciones al congreso veinte (20) partidos presentaron listas, y solo diez (10) pasaron el umbral electoral, por lo que las diez restantes no alcanzarán personería jurídica. En la tabla 7 se visualiza que el Congreso peruano quedó integrado por una variopinta muestra de partidos políticos nuevos y tradicionales: Perú Libre se convirtió en la bancada con más curules con 37, seguido de los tradicionales Fuerza Popular (24) y Acción Popular (16), y de las nuevas formaciones como Renovación Popular y Alianza Por el Progreso con 15 y 13 congresistas respectivamente. En la segunda vuelta, reiterando el escenario cerrado de 2016, Pedro Castillo superó por menos de 50.000 votos a Keiko Fujimori, convirtiéndose en el nuevo presidente del Perú1.

 

Tabla 7. Resultados de las elecciones legislativas, Perú 2021

 

Partido

Curules

Votos (%)

Total Votos

Perú Libre

Fuerza Popular

Acción Popular

Renovación Popular

Alianza Por el Progreso

Avanza País

Juntos Por el Perú

Podemos Perú

Somos Perú

Partido Morado

37

24

16

15

13

7

5

5

5

3

14,12

11,16

9,25

9,09

7,61

7,37

6,62

5,72

6,01

5,27

1.640.033

1.295.491

1.073.863

1.055.171

883.343

855.572

769.348

663.948

697.522

612.272

Otros Partidos (No pasan umbral)

17,79

 

Votos Nulos

Voto en Blanco

13,81

12,13

2.165.743

1.902.209

Fuente: ONPE (2021)

 

 

Chile: Constituyente y regionales

 

Luego de un intenso proceso de movilización ciudadana en 2019, y de un plebiscito de entrada realizado en octubre de 2020, tuvo lugar un proceso electoral para conformar la Convención Constituyente de 155 escaños, simultáneamente con otros subnacionales (gobernadores, alcaldías y concejos). Luego de dos aplazamientos por la crítica situación de la pandemia, por primera vez, en dos días consecutivos (15 y 16 de mayo de 2021) se desarrollaron estas elecciones.

Los resultados demostraron que a nivel nacional los herederos de la transición de 1989 -los partidos de la derecha y la Concertación- han sufrido un descenso significativo en su caudal electoral, rompiendo la tradicional alternancia electoral que se había dibujado desde 1990. Se abre un espacio para nuevos actores en un contexto donde los partidos políticos fueron percibidos como poco comprometidos con el cambio institucional durante las tres décadas anteriores y el estallido social de 2019 abrió una oportunidad para el voto castigo a favor de candidatos lejanos a las burocracias partidarias. Tal como se evidencia en la tabla 8, que presenta los resultados de las formaciones políticas, los partidos de derecha agrupados en Vamos por Chile acumularon 37 escaños, mientras que las agrupaciones más en la izquierda siguieron con 28 representantes, y la coalición de Unidad Constituyente, con fuerzas del centro y centro-izquierda, logró 25 escaños. Los independientes no neutrales de Nueva Constitución tendrán 11 representantes y los independientes agrupados en Lista del Pueblo llevarán 27 constituyentes a la Convención. Finalmente, otras listas integrarán la Convención con 27 representantes, de los cuales 17 corresponden a los pueblos originarios.

 

Tabla 8. Resultados de las elecciones Constituyentes, Chile 2021

 

Formación política

Partidos Integrantes

Votos

Escaños

Vamos Por Chile

Unidad Constituyente

Apruebo Dignidad

 

Nueva Constitución

Lista del Pueblo

Otros

UDI, RN, EVOPOLI

PDC, PL, PPD, PR, PRO, PS

PCCh, CONV, FRESV, IGUAL, PC, RD

Independientes no neutrales

Independientes

Independientes + Pueblos Originarios

1.200.000

824.8000

1.100.000

449.300

941.900

1.200.000

37

25

28

11

27

27 (17 para Pueblos Originarios)

Constituyentes

155

Participación

43.4% [6.458.760]

Fuente: Zovatto y Jaraquemada, 2021

 

Sin embargo, no parece ser que los partidos políticos chilenos -altamente institucionalizados- hayan desaparecido. Si bien perdieron apoyo electoral en la Constituyente, este fenómeno no es replicable a nivel regional. Por ejemplo, los partidos de la Concertación ganaron en primera vuelta dos de tres gobernaciones, y en la segunda vuelta sólo tres candidatos independientes compiten, frente a un gran número de candidatos de partidos tradicionales. Por otro, si bien los independientes han logrado 116 alcaldías, las coaliciones tradicionales siguen atrayendo, principalmente, el voto subnacional. A la luz de los resultados es posible inferir que estas elecciones marcan un realineamiento electoral a nivel nacional que tendrá efectos interesantes sobre la dirección y los conflictos que surgirán a partir de la discusión del texto constitucional, más si la impronta de la candidatura independiente aparece como un actor de veto para tener en cuenta respecto a sus preferencias. Estas dinámicas pueden tener una influencia significativa de cara al proceso general de noviembre.

Por último, a pesar de la relevancia de las elecciones y la oportunidad de expresar su voz, la ciudadanía acudió en un bajo porcentaje a las urnas (43,4%), menor que en octubre de 2020 (50,9%) y las elecciones de 2017 (47% y 49%). Será importante en el marco del proceso constituyente una discusión profunda sobre cómo mejorar los mecanismos de participación política, especialmente la electoral, entre las que se podría considerar la reposición del voto obligatorio (Zovatto y Jaraquemada 2021).

 

 

México: intermedias legislativas y federales

 

El 6 de junio, luego de diez meses de campaña, se celebraron las elecciones federales más grandes de la historia democrática de México -más de 23.000 cargos populares en juego- con una participación del 52%. Estas jornadas fueron empañadas por la violencia electoral: 860 víctimas de delitos globales, de las cuales 77% eran candidatos locales, y 89 candidatos asesinados (Etelleket, 2021). Los resultados de las elecciones intermedias, en contravía de los augurios preelectorales, mostraron un freno a la voluntad de expansión de la coalición del presidente López Obrador para poder introducir reformas significativas de la constitución y las instituciones.

De tener una mayoría casi absoluta -334 de 500 curules en la Cámara de Diputados-, luego de las elecciones simplemente podrá conservar una mayoría simple -279 de 500 escaños: 197 Morena, 38 PT, y 44 PVEM-. De todas formas, el partido del presidente sí corrió mejor suerte en las elecciones de gobernaciones, ya que se quedó con 11 de las 15 en juego, lo que le permite ampliar su poder territorial. De las restantes, el PAN logró 2 gobernaciones, PVEM 2 y Movimiento Ciudadano 1. Mientras tanto, el PRI fue el gran perdedor a nivel de gobernaturas, renunciando a todas las que tenía en su poder.

 

 

 

¿Cuáles son las principales tendencias que se observan en las últimas elecciones?

 

Para este ciclo electoral es posible identificar al menos 7 tendencias en los sistemas políticos latinoamericanos donde se combinan la importancia de factores de corto plazo relacionados al desempeño político y factores de largo plazo relacionados a determinantes socioeconómicos e históricos que explican las decisiones de por quién votar.

 

 

La necesidad de conciliar la inquietud por la salud de la población

con la salud democrática

 

Las elecciones se celebran en un ambiente de zozobra por el contagio y la desconfianza hacia la implementación de los planes de la vacunación, de los cuales se han evidenciado, en varios países, escándalos por su uso clientelar. Incluso, a ello habría que añadirle que si la pandemia prosigue con nuevos picos, un desafío adicional sería el reagendamiento de los comicios, afectando la desconfianza en una ciudadanía, de por sí, ya escéptica.

Desde el comienzo del COVID-19, en América Latina se han aplazado 10 elecciones en distintos niveles (tabla 9). A pesar de estas dificultades, los organismos electorales y los gobiernos han venido tomando medidas para garantizar el derecho al voto y al mismo tiempo preservando la celeridad e integridad de los procesos. Adicionalmente, la participación electoral en los comicios que se han desarrollado con normalidad ha sido de 65,8%, similar a la media regional del último ciclo 2016-2019 que había estado en 66,26% para legislativas y presidenciales.

 

Tabla 9. Elecciones previstas y reprogramadas en pandemia

 

País

Tipo de elección

Fecha prevista

Fecha de reprogramación

Argentina

Bolivia

 

Brasi

l

Colombia

Chile

México

Paraguay

 

Perú

República Dominicana

Uruguay

Municipales (Rio Cuarto)

Generales

Subnacionales

Municipales

Legislativa Mato Grosso

Junta de Acción Comunitaria

Referéndum Constitucional

Locales Hidalgo y Coahuila

Primarias

Municipales

Locales (Chipao)

Presidenciales y legislativas

Departamentales y municipales

29 de marzo 2020

3 de mayo 2020

Marzo 2020

4-25 de octubre 2020

26 de abril 2020

29 de marzo 2020

26 de abril 2020

7 de junio 2020

12 de julio 2020

8 de noviembre 2020

29 de marzo 2020

17 de mayo 2020

10 de mayo 2020

29 de noviembre 2020

18 de octubre 2020

7 de Marzo- 11 de Abril 2021

15-29 de noviembre 2020

Noviembre 15 2020

25 de abril 2021

14-15 de mayo 2021

18 de octubre 2020

2021 (sin fecha)

10 de octubre 2021

18 de octubre 2020

5 de julio 2020

27 de septiembre 2020

Fuente: (International IDEA, 2020)

 

Tabla 10. Participación de las elecciones en pandemia realizadas entre 2020-2021

 

País

Tipo de elección

Participación en las elecciones (%)

República Dominicana 2020

Ecuador 2021

Bolivia 2020

Bolivia 2021

Honduras 2021

El Salvador 2021

Perú 2021

Chile 2021

México 2021

Presidencial y legislativa

Presidencial (primera vuelta) y legislativa

Presidencial y legislativa

Subnacionales

Primarias

Legislativas y municipales

Presidencial (primera vuelta) y legislativa

Constituyente

Federales

55,2

81,0

88,4

85

Sin datos

45,0

70,2

43,4

52,5

Promedio

 

65,8

Fuentes: (Modica & Ascarrunz, 2021) (Tribunal Supremo Electoral de El Salvador, 2021)

(ONPE, 2021) (Consejo Nacional Electoral, 2021) (International IDEA, 2021)

 

 

Ciclos Políticos cortos y Alternancia

 

Una tendencia que se repite de lo observado en el ciclo electoral 2016-2019, es la alternancia en el poder y el acortamiento de los ciclos políticos, es decir, la incapacidad de los partidos o candidatos en los gobiernos de tener continuidad. La reelección presidencial inmediata, en cambio, seguirá perdiendo fuerza. La derrota de Mauricio Macri y la crisis político electoral que frustró la intención de Evo Morales de perpetuarse en el poder en Bolivia, ambas en 2019, evidenciaron la dificultad de repetir mandato en este contexto.

La incapacidad de lograr continuidad ocurre principalmente por la negativa valoración ciudadana hacia el desempeño de sus actuales gobernantes, un voto castigo, lo que añade ahora un desafío adicional a los nuevos mandatarios de generar gobernabilidad en medio del cambio constante ante el agotamiento de los ciclos políticos largos. El apoyo a los presidentes en el cargo está correlacionado con el desempeño económico (Singer y Gelineau, 2015), por lo que una mayor percepción de mal manejo económico y que la economía va mal, afecta la continuidad de las políticas públicas y de los líderes políticos.

 

 

Fragmentación y Presidencialismo coalicional

 

Lejos quedaron los tiempos de los bipartidismos post transición, donde dos grandes partidos concentraban entre un 80% y un 90% del electorado. Luego de décadas de múltiples cambios institucionales, desgaste por magros desempeños en los gobiernos y escándalos de corrupción, y la incapacidad de adaptación a los cambios generacionales y los nuevos temas, los sistemas de partidos han ido viajando hacia el multipartidismo, en varios casos en su versión extrema -más de 10 partidos en el Legislativo-.

La literatura señala que el tipo de decentralización fue determinante en la fragmentación y desnacionalización de los sistemas de partidos (Jones y Mainwaring, 2003). Ciertamente, a medida que avanzaron en paralelo la liberalización de mercados y la consolidación democrática en un contexto intrapaís tan diverso, comenzaron a emerger nuevos asuntos, que los grandes debates nacionales habían omitido (Roberts, 2014; Mainwaring, 2018), especialmente la distribución equitativa de derechos y servicios públicos en todos los territorios. Así, se ha venido incrementando la volatilidad electoral y el número efectivo de partidos legislativos, con el efecto no solo de inestabilidad en tiempos electorales, sino también en épocas de gobierno (Cyr y Liendo, 2020).

Como consecuencia, se evidencia una creciente tendencia a los presidencialismos de coalición (Chasquetti, 2001), donde presidentes electos con minorías en los congresos deben acudir a integrar a múltiples pequeñas bancadas para concretar algo de gobernabilidad. Con mayor frecuencia se observan tensiones entre el partido del presidente y el líder, lo que repercute en inestabilidad de las coaliciones y problemas de gobernabilidad.

 

 

Alta Polarización y Amenaza de populismo

 

La polarización se ha evidenciado con el ascenso de líderes disruptivos de la política partidista en Brasil, México, Perú y El Salvador. Si bien cierto grado de diferenciación entre competidores electorales es deseable (Sartori, 1980), la negación de los contendientes y el no escuchar sus propuestas (personalizando usualmente los ataques) y la extensión de esos comportamientos a los seguidores, deteriora las campañas y se vuelve una trampa contra la democracia. La polarización afectiva alrededor de líderes populistas ha generado un escenario de continua desconfianza y amenaza entre los distintos grupos de la sociedad, lo que en ocasiones puede derivar en renuncias a los mecanismos democráticos y optar por caminos autoritarios (McCoy, Rahman y Somer, 2018). Esto ha conducido a escenarios de inestabilidad política ante la falta de acuerdos entre los Ejecutivos y los Legislativos (Carreras, 2014) pero también por el radicalismo de los presidentes a la hora de implementar sus políticas (Mainwaring y Pérez-Liñán, 2013) con los que se lesionan gravemente el Estado de Derecho y la separación de poderes.

Estudios recientes han mostrado evidencia de que la polarización está altamente correlacionada con las identidades políticas (Samuels y Zucco, 2018). Las identidades partidarias, a favor y en contra de un “ismo”, difícilmente cambian en el tiempo y afectan la percepción y evaluación sobre los gobiernos, según coincidan con esas simpatías consolidadas (Vargas Cullel, 2019). Estas elecciones están movilizadas por emociones, principalmente el enojo e indignación con las élites (Zovatto, 2020). Las bajas en el apoyo a la democracia y en la satisfacción con el régimen (más su incapacidad de dar resultados) abren la puerta a que ciudadanos enojados con el sistema estén más dispuestos a seleccionar opciones populistas o con tendencias antidemocráticas (Rhodes-Purdy, 2017). De igual manera, el número de votos inválidos (nulos y en blanco) ha sido especialmente alto en las últimas elecciones, registrando un 27,32% en las legislativas en Perú y un 24,41% en Ecuador (IDEA, 2021).

 

 

Uso creciente del ballotage

 

Los países que contemplan el ballotage están empleando con más frecuencia este mecanismo para elegir sus presidentes. Esta innovación institucional, incorporada en algunas constituciones latinoamericanas en las reformas post transición, bajo los argumentos de que permitía lograr mayor apoyo para los ejecutivos, estimulaba más opciones al elector en la primera vuelta y los partidos tendían a moderarse en la segunda vuelta (Chasquetti, 2001). Sin embargo, pueden también producirse otros efectos: cuando las elecciones del Ejecutivo son concurrentes con la del Legislativo, puede que en segunda vuelta se revierta el resultado, y quien queda como presidente tenga una minoría propia en el Congreso o simplemente gane con una mayoría negativa (Pérez Liñán, 2012). En estos casos existe un riesgo de mayor fragmentación y polarización, que termina afectando la gobernabilidad y estabilidad democrática (Payne et al., 2006).

Desde 1978 han habido catorce (14) elecciones presidenciales con segunda vuelta en las que el candidato que ganó en la primera vuelta resultó derrotado en el ballotage. De las catorce (14) elecciones, 4 han ocurrido en Ecuador (1984, 1996, 2006 y 2021), 3 en Perú (1990, 2006 y 2016), 2 en Guatemala (1990 y 2019); 2 en Colombia (1998 y 2014), 2 en Uruguay (1999 y 2019), 1 en Argentina (2015) y 1 en Costa Rica (2018). La mayor distancia recortada entre la primera vuelta y el ballotage se registró en Perú (2016), cuando Kuczynski descontó 18,6% a Keiko Fujimori, y luego en Ecuador (2021), donde Lasso remontó el 13,4% de diferencia.

 

 

Menor frecuencia de reelección ejecutiva

y mayor presencia de candidatos “proxys”

 

Los países de América Latina han sido muy activos en la introducción de cambios institucionales para establecer la posibilidad (o impedir) la reelección de los presidentes. La inicial rigidez de los mandatos que habían señalado Juan Linz y Arturo Valenzuela (1998) como una de las características institucionales que afectaban la estabilidad de la democracia, fue modificada en múltiples oportunidades a través de diversos mecanismos -legislativo, judicial, referéndum, constitucional- en varios países (Treminio 2013). Actualmente, trece países permiten algún tipo de reelección, y sólo Guatemala, Colombia, México y Paraguay la tienen prohibida (Acuña, 2021).

Tal como advierte Michael Reid (2020) existe una creciente tendencia a que los antiguos presidentes utilicen a delfines o testaferros que los representen, mientras aquellos expresidentes intentan volver al poder como vicepresidentes o en listas al Congreso para asegurar o influir, detrás de escena, el proceso político. Inicialmente, son ejemplos de ello: Andrés Arauz (Ecuador), nominado por Rafael Correa, que pretendía ser su vicepresidente, pero la Justicia se lo impidió; Luis Arce (Bolivia) representando a Evo Morales, Alberto Fernández (Argentina) con Cristina Kirchner de vicepresidenta, Iván Duque (Colombia) con Álvaro Uribe como senador.

Esta estrategia de antiguos presidentes (volver al poder por interpuestas personas) afecta las posibilidades de renovación de las élites en la política, y sobran ejemplos en la historia latinoamericana donde esos ensayos terminan saliendo mal. Así, Lenin Moreno se desvinculó de Correa luego de ganar con su apoyo en 2017, tal como Juan Manuel Santos desairó a Álvaro Uribe luego de ganar en 2010 por el partido de la U y prometer cuidar su legado de la seguridad democrática (Wills-Otero y Benito, 2012). Estos casos generan también efectos traumáticos sobre la representación política y las expectativas de los votantes. Stokes (2001) ya advertía de varias presidencias en la década de 1990 que llegaron haciendo ciertas promesas de campañas pero luego terminaron gobernando de forma contraria a lo votado por la ciudadanía. Estas incongruencias comienzan minando la credibilidad y coherencia de los partidos políticos y la representación de unos valores e ideologías esperadas por sus miembros y adherentes (Lupu 2016).

 

 

Prevalece la heterogeneidad ideológica

 

Desde el súper ciclo anterior y a partir de los primeros resultados de este nuevo súper ciclo electoral en 2021, se vislumbra un nuevo mapa político regional caracterizado por la heterogeneidad ideológica. Desde 1998, con la elección de Hugo Chávez en Venezuela comenzó un giro a la izquierda hegemónico en América Latina, especialmente en Sudamérica, durante 15 años. Con la excepción de Colombia, que siempre permaneció con gobiernos de centroderecha, entre 1998 y 2013, como nunca antes, se observó una convergencia simultánea ideológica en las presidencias. Este giro a la izquierda coincidió con un boom mundial de las commodities -la década con mayor crecimiento económico promedio de la historia- que otorgó vastos recursos financieros y permitió a esos gobiernos implementar políticas expansionistas y de intervención económica (Weyland, 2007) que promovían mayor participación e inclusión en la toma de decisiones, políticas sociales universales y redistributivas para reducir sustancialmente los acuciantes niveles de pobreza y desigualdad (Levitsky y Roberts, 2011).

Ya en 2010, con la victoria de Sebastián Piñera en Chile y la del empresario Ricardo Martinelli en Panamá al año siguiente, comenzaba a reconfigurarse el mapa, que adquirió un signo más heterogéneo con alternancia hacia gobiernos de centroderecha desde 2013, con el retorno de los colorados en Paraguay, con la victoria de Horacio Cartés. Luego se encadenaron la elección de Juan Orlando Hernández en Honduras (2014), las victorias de Mauricio Macri en Argentina (2015), de PPK en Perú y Jimmy Morales en Guatemala (2016), la reelección -luego de un período- de Piñera en Chile, la victoria de Duque en Colombia y Bolsonaro en Brasil (2018). A estos gobiernos de centroderecha les tocó gestionar un contexto macroeconómico global adverso, con menor maniobrabilidad en los congresos y escasa empatía con la ciudadanía. El cambio de rumbo no fue completo ni tan hegemónico como el de la década anterior, lo que denota un acortamiento de los ciclos políticos y reforzaría la voluntad de alternancia del electorado por el mero signo ideológico de los candidatos.

A principios del 2020, el mapa regional mostraba una marcada heterogeneidad política. Sin embargo, los resultados más recientes muestran que la izquierda volvió al poder en México, Perú y Argentina, también en Bolivia el MAS ha consolidado su dominio territorial en las elecciones subnacionales de inicio de año, y Nayib Bukele arrasó en las legislativas de El Salvador, que la derecha ganó en Ecuador y República Dominicana.

 

 

 

Conclusiones

 

América Latina ha sido la región más afectada por el coronavirus, y debido a las deficiencias históricas de capacidad estatal, la falta de liderazgo y los recurrentes problemas de gobernanza, las estimaciones afirman que la región saldrá aún peor y más lento que las demás regiones del mundo. Ante las paradójicas tendencias ya indicadas, los sistemas políticos deberán balancear las urgentes demandas socioeconómicas de empleo y crecimiento con mayor equidad, para lo cual se necesitarán reformas que se contraponen con las dinámicas políticas de creciente polarización, fragmentación e ingobernabilidad. Tal como afirmó recientemente el ex ministro de Hacienda de Colombia, Mauricio Cárdenas, la única salida para esta histórica coyuntura es la búsqueda de consensos plurales que permitan construir un nuevo contrato social postpandémico (El Tiempo, 2021) que reconfiguren las relaciones entre mercado, sociedad y Estado, con el fin de implementar políticas, eficientes en el corto plazo, y de desarrollo sostenible en el mediano y largo plazo, en consonancia con la Agenda 2030 de objetivos del milenio.

Este súper ciclo electoral (2021-2024) determinará un nuevo mapa geográfico político electoral y de sus resultados dependerán las posibilidades de lograr consensos y gobernabilidad necesarios para los cambios demandados. Si bien es posible destacar múltiples factores que afectarán las elecciones, en este artículo analizamos 7 tendencias político-electorales que marcan la competencia del súper ciclo. Entre otras tendencias no analizadas en estas líneas y que afectan la gobernabilidad democrática de América Latina resaltan la paralización e inercia de los procesos de integración regional y el multilateralismo latinoamericano, así como la irrupción de China como socio comercial predominante reemplazando a Estados Unidos, y la politización de la justicia y el lawfare.

 

 

 

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El autor agredece especialmente a Nicolás Liendo por su colaboración en la asistencia de investigación para la redacción de este documento.

1 Al momento de cierre del artículo, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) había contabilizado al 99,56% de las actas, resultando de Pedro Castillo un 50,17% de los votos y de Keiko Fujimori un 49,82% de los apoyos. Esta diferencia ya resulta matemáticamente definitiva, pero a partir de la judicialización de los resultados habrá que esperar a los procesos de reclamación sobre 844 actas iniciados por Fujimori y la respuesta del Jurado Nacional Electoral respecto de esas nulidades (El Comercio, 2021).