De menciones y omisiones

Experiencias de desigualdad en un barrio periurbano de La Matanza

 

Menções e omissões

Experiências de desigualdade num bairro periurbano da localidade La Matanza

 

Brenda Matossian | ORCID: orcid.org/0000-0002-7920-0480

bmatossian@gmail.com

CONICET

 

Yamila Soledad Abal | ORCID: orcid.org/0000-0002-6657-2744

yamila.abal@gmail.com

CONICET

 

Argentina

 

Recibido: 29/05/2020

Aceptado: 27/06/2020

 

Resumen

En un contexto en el cual las desigualdades tienden a multiplicarse y fraccionarse, este artículo se propone analizar las experiencias de desigualdad en un barrio periurbano de composición migrante. A partir de un enfoque cualitativo y partiendo de la noción de interseccionalidad, se analizan las narrativas de quienes habitan dicho barrio, reconociendo los modos en los que diversas desigualdades y ejes de dominación se yuxtaponen y se expresan en su vida cotidiana. Para ello, se realizaron entrevistas en profundidad, luego trabajadas a partir de la técnica de análisis de contenido temático.

Como resultado, se ha identificado que en los relatos predomina una percepción sobre los problemas del barrio y sobre la propia vulneración de derechos más ligada a las condiciones de informalidad urbana o a la desigualdad de género que a la condición migratoria. Esta última, en cambio, queda reducida a los relatos sobre experiencias del pasado y sobre trayectorias migratorias previas y opacada su referencia en lo que respecta a las condiciones de vida actuales, incluso, en algunos casos la condición migratoria es ocultada como estrategia para reducir las miradas estigmatizantes sobre el barrio y sobre quienes lo habitan.

 

Palabras clave: Interseccionalidad, Informalidad, Migraciones, Clase social, Género.

 

Resumo

Num contexto em que as desigualdades se multiplicam e fracionam, o presente artigo visa analisar as experiências de desigualdade num bairro periurbano com população migrante. Com base na abordagem qualitativa e lançando mão do conceito de interseccionalidade, se analisam as narrativas das pessoas que habitam o bairro, identificando os modos nos que desigualdades e eixos de dominação diversos se justapõem e se expressam na vida cotidiana. Para isso, foram realizadas entrevistas em profundidade e traba­lhadas por meio da técnica de análise de conteúdo temática.

Os resultados apontam que nos relatos predomina uma percepção sobre a existência de problemas do bairro e vulneração de direitos que não está ligada à situação migratória, mas às condições de informalidade urbana e à desigualdade de gênero. A questão migratória, pelo contrario, fica reduzida aos relatos sobre experiências do passado ou sobre trajetórias migratórias previas e não é associada às condições de vida atuais. Inclusive, em certos casos, a incidência migratória no território foi negada como estratégia para reduzir os olhares estigmatizantes sobre e sobre as pessoas que nele habitam.

 

 

Palavras chave: Interseccionalidade, Informalidade, Migrações, Classe social, Gênero.

 

Introducción

 

En el marco de un proyecto sobre el acceso a derechos en población migrante que reside en el municipio de La Matanza, en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), este artículo se enfoca específicamente en un barrio periurbano que, además de caracterizarse por la composición migratoria de sus habitantes, se encuentra emplazado en un área de uso residencial, alejada en términos de acceso material y simbólico de centralidades y subcentralidades urbanas, donde grandes conjuntos sociales no gozan de acceso a servicios públicos u otros equipamientos urbanos a los que tienen derecho. Se trata de una zona postergada, relegada de las políticas urbanas gubernamentales y atravesada por diversas informalidades que obligan a sus habitantes a desplegar múltiples estrategias para dar respuestas a dificultades cotidianas

A partir de un enfoque cualitativo y partiendo de la noción de interseccionalidad, se analizan las narrativas de personas migrantes que habitan el barrio en estudio, reconociendo los modos en los que diversas desigualdades y ejes de dominación se yuxtaponen y se expresan en las vidas de estas personas. Nos preguntamos específicamente: ¿En qué momentos lo migratorio emerge en los relatos de las personas entrevistadas? ¿De qué manera lo hace? ¿En qué momentos no aparece? Y, haciéndonos eco de la propuesta del dossier, nos cuestionamos también ¿de qué manera lo migratorio dialoga con otras dimensiones de la desigualdad, se intersecciona, potencia y se expresa en vulneraciones de derechos? ¿Cuál es el peso que tiene la condición migratoria en la experiencia de desigualdad?

El artículo se estructura en cinco apartados: en el primero se desarrolla el abordaje conceptual que da apoyatura al estudio y en el segundo se recorre el enfoque metodológico implementado. En el tercer apartado se destacan algunas cuestiones descriptivas del barrio en estudio y de las personas que lo habitan. En el cuarto apartado, se desarrollan aspectos que se desprenden del análisis de las entrevistas en profundidad rea­lizadas durante el trabajo de campo. Por un lado, se describe en qué casos y de qué manera lo migratorio aparece en las entrevistas y por otro lado, se analizan los modos en los que lo migratorio se halla opacado, e incluso en algu­nos casos ocultado, en los relatos ante la hiper­visibiliización de cuestiones vinculadas a la in­formalidad urbana y de otras dimensiones de la desigualdad. Por último, en el quinto apartado esbozamos algunas reflexiones e interrogantes que nos invitan a continuar profundizando sobre el modo en el que se intersectan las desigualdades, especialmente las de origen, de clase y de género, expresándose en identificaciones cambiantes y traduciéndose en determinadas estrategias de organización y resistencia.

 

Consideraciones conceptuales

 

Entre las y los autores que analizan la cultura global como telón de fondo de los procesos sociales del mundo contemporáneo y describen el desmantelamiento del Estado de bienestar y la progresiva consolidación del Estado neoliberal, Bauman (2012) y Rosanvallon (2015) destacan cómo la idea de meritocracia y de autonomía individual han ido ganando terreno por sobre el paradigma asegurador y las instituciones de solidaridad. La consolidación de lo que Dubet (2015:38) llama economía moral del mérito pone en jaque la lógica universalista y legitima gran parte de las desigualdades a partir de la idea de esfuerzo individual. Dubet plantea que las desigualdades del mundo no pueden ya ser comprendidas solo a partir de los mecanismos económicos que posibilitan la concentración de la riqueza en manos del 1% de la humanidad, sino que además es necesario leer que el 99% restante es heterogéneo y participa en la producción de las desigualdades. En el pasado, las desigualdades de clase se manifestaban como un orden social injusto pero estable, cada quien ocupaba una posición y construía su identidad en base a ella. En el mundo actual las desigualdades tienden a multiplicarse y fraccionarse y en este sentido, siempre hay un plano en el que podemos sentirnos desiguales. Según esta perspectiva lo que ha cambiado es la experiencia de desigualdad de manera que lo más importante parecería ser diferenciarnos de quienes son construidos/as simbólicamente como los/las más desiguales, personas “peligrosas” y “extranjeras”, porque siempre estamos bajo la amenaza de ser desiguales y “despreciados” (Dubet, 2015:27). Así, al tiempo que se denuncian las grandes desigualdades sociales (aquellas vinculadas con las grandes concentraciones de riqueza), se defienden las pequeñas en nombre del mérito individual y gran parte de las desigualdades son vistas como justas. Como resultado, las víctimas de las desigualdades pasan a ser juzgadas como responsables de su suerte. En esto consiste la economía moral del mérito: las víctimas son culpabilizadas y se constituyen como chivos expiatorios, que ocultan el carácter sociohistóricamente construido de todas las desigualdades. A su vez, este mecanismo desdibuja las dinámicas de poder de clase, de individuación y de oposición entre categorías de pares (de género, etnia, territorialidad, etc.), tal como las analiza Pérez Sáinz (2012).

En este sentido, Therborn (2015) también relativiza el peso de lo económico (o de las relaciones de explotación) en la configuración del panorama general de desigualdades y amplía su alcance, definiéndolas como todo aquello que ataca directamente la dignidad humana. Identifica tres tipos de desigualdad vinculadas a diferentes dimensiones desde las que se puede evaluar la capacidad de los seres humanos de funcionar con plenitud. Por un lado, existe la desigualdad vital, aquella vinculada a las diferencias socialmente construidas entre las disposiciones de los organismos humanos. Por ejemplo, la esperanza de vida al nacer es un indicador que expresa este tipo de desigualdad. En segundo lugar, el autor se refiere a la desigualdad existencial, aquella que da cuenta de las asignaciones desiguales en términos de atributos como la autonomía, reconocimiento, libertad, respeto. Y por último, existe la desigualdad de recursos para actuar. Este tipo de desigualdad está muy determinado por la posición económica, pero también involucra otros recursos como el poder o las redes y los contactos sociales. A su vez, las relaciones y los contactos sociales también pueden beneficiar la salud somática de las personas y en consecuencia influyen en la desigualdad vital. Las tres dimensiones interactúan y se entrelazan pero son irreductibles unas a otras.

Por su parte, la noción de interseccionalidad, gestada desde los estudios feministas y la decolonialidad, reconoce la necesidad de abordar las distintas desigualdades sociales como capas que suceden de modo simultáneo. No se trata de la superposición de cualquier desigualdad, sino de aquellas inequidades, que Tilly (2000) denomina persistentes, que son resultado de procesos históricos que se sostienen y reproducen sistemáticamente a lo largo del tiempo y que constituyen distinciones bien definidas entre determinados conjuntos sociales o, en otras palabras, pares categoriales tales como negro/blanco, varón/mujer, ciudadano/extranjero, niño/adulto.

Según Nash (2008), la interseccionalidad ha sido creada como herramienta diseñada para combatir las jerarquías, las hegemonías y las exclusividades como así también los binarismos propios de la modernidad en torno a los debates sobre estudios de género y raza. También se reconoce su surgimiento como respuesta a la larga historia de esencialismos en los estudios sobre identidades, avanzando hacia el conocimiento de las heterogeneidades al interior de los grupos antes abordados como internamente homogéneos. Crenshaw (1991) al referirse a los silencios estratégicos ya alertaba acerca de los mecanismos de homogeneización que buscan la integridad al interior de una comunidad definida y, al mismo tiempo, desdibujan información que podía contribuir a combatir violencias.

En lo que respecta particularmente a los estudios migratorios, este tipo de enfoque interseccional nos permite evitar la homogeneización en función del país de origen de las personas migrantes y ponderar las diversas dimensiones de la desigualdad en el análisis, especialmente el género y la clase social, entre otras, para evitar el sobredimensionamiento de una única esfera. Esta mirada mantiene presente así que el género influye en las modalidades de reproducción de la desigualdad social y es un principio estructurante de la migración (Magliano, 2009).

En esta línea, Jiménez Zunino (2008; 2010), propone como herramienta analítica el concepto de campo de clases sociales transnacional. Desde la teoría de Pierre Bourdieu, la autora define la clase, no en el sentido marxista de la posición ocupada en las relaciones de producción, sino como una estructura de relaciones entre todas las propiedades por las que se diferencian los agentes, una red de factores que establecen una causalidad estructural para los puntos de vista y las prácticas de la vida cotidiana, una estructura de referencia para las posiciones y posicionamientos que opera tanto en el país de origen como en el de desino. En palabras de la autora, las condiciones económicas, sociales, políticas y/o culturales de “expulsión” de la sociedad de origen pueden entrelazarse [...] con los “factores de atracción” de la misma índole que pueden estar operando para definir flujos migratorios (Jiménez Zunino, 2008:6).

Desde esta perspectiva, reconstruir las trayectorias migratorias a través del estudio de las narrativas permite superar el nacionalismo metodológico e interpretar los modos en los que las diversas dimensiones de la desigualdad social son experimentadas, ponderadas, visibilizadas y ocultadas.

 

Abordaje metodológico

 

El proceso de aproximación inicial al área de estudio fue complejo y requirió de diferentes estrategias, que no siempre se sucedieron de manera lineal y ordenada, a los fines analíticos es posible identificar dos momentos/escalas:

 

 

Se relevaron, en el primer momento fuentes varias: bibliográficas, estadísticas, plataformas digitales con cartografía fija o dinámica, cartografía en soporte papel, notas periodísticas, sitios web de organismos provinciales y del sitio web municipal, entre los centrales. A partir de la revisión bibliográfica, del procesamiento y análisis de información censal, se diseñó y generó cartografía temática gracias a la cual pudimos identificar áreas de expansión urbana reciente con condiciones sociodemográficas desfavorables.

Además, el plano de la Red Territorial/Institucional de La Matanza elaborado por la Secretaría de Desarrollo Social de la Municipalidad de La Matanza1, nos permitió reconocer ciertos sectores con baja presencia institucional. Otra dimensión considerada fue aquella en la que identificamos las áreas que concentraban radios censales con altos porcentajes de población nacida en países distintos a la Argentina a partir de datos del censo 2010. Así se definió un primer recorte de nuestra área de estudio a partir del análisis espacial de estas características (ver Figura 1).

 

 

Figura 1. Área de estudio dentro del partido de La Matanza.

Distribución de la población según país de nacimiento por radios censales (2010)

Imagen2352.JPG 

Fuente: elaboración propia sobre la base de información del Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda 2010.

 

 

 

Una vez identificadas estas áreas a nivel del conjunto del municipio, nos propusimos reconocer en su interior, a partir de un cambio de escala y de enfoque, barrios que además expresen la condensación de diversas desigualdades sociales y violencias estructurales que se traduzcan en dificultades de acceso y vulneraciones de derechos. Los recorridos urbanos nos permitieron reconocer algunos aspectos estructurales que condicionan intensamente las formas de habitar estos territorios.

Fue también a partir de estos recorridos que llegamos a operativos territoriales, mesas de articulación interactorales, delegaciones municipales de desarrollo social y otras piezas clave para el abordaje territorial, primer nivel de atención social y en salud del gobierno local. Comenzar a frecuentar estas instancias nos permitió delimitar la escala barrial.

Así, nos enfocamos en zonas periurbanas del tercer cordón, resultantes de procesos recientes de expansión de la mancha urbana y nos concentramos puntualmente en el barrio Nueva Esperanza2 del norte de la localidad de González Catán.

El presente trabajo fue producido en base a resultados parciales de esta segunda etapa del trabajo de campo, específicamente de entrevistas en profundidad a referentes y/o migrantes que habitan este barrio.

Con el subsidio de guías de pautas flexibles, fueron realizadas entrevistas en profundidad a diferentes personas que habitan el área de estudio. Todas las entrevistas fueron grabadas, transcriptas y luego, trabajadas a partir de la técnica de análisis de contenido de Bardin (1979). Dentro de esta perspectiva, entre los diferentes modos de abordaje, fue elegido específicamente el temático (Minayo, 2013) con el objetivo de descubrir los núcleos de sentido que componen las textualidades trabajadas, a partir de la descripción de la presencia, ausencia o frecuencia de aparición de un determinado contenido para inferir conocimientos relativos a las condiciones de producción/recepción de estos mensajes (Bardin, 1979:42).

Cabe señalar que fueron realizadas dos tipos de entrevistas con objetivos diferentes y orientadas a perfiles de informantes distintos. Por un lado, se entrevistaron personas migrantes con el objeto de reconstruir experiencias de vida y aspectos vinculados con la llegada al barrio. Nos interesó especialmente reconstruir sus trayectorias migratorias definidas por Giusti y Calvelo (1998) como el conjunto de movimientos protagonizados por un individuo o grupo familiar que implica los cambios de lugar de residencia. Nuestra perspectiva implica, asimismo, sumar dimensiones a través de la propuesta de trayectorias migratorias propuesta por Sassone (2018) quien las entiende en tanto herramienta teórica y metodológica, compuesta por trayectorias residenciales, laborales y familiares.

En contraposición, también se entrevistaron referentes del barrio con la intención de indagar sobre la historia barrial, la organización vecinal, los problemas que se presentan en el territorio y la cuestión migratoria. Como resultado de esta distinción, si bien no fue provocado de manera intencional, fue posible definir dos perfiles de entrevistas claramente diferenciadas. Por un lado, migrantes, generalmente mujeres, que si bien llegaron recientemente al barrio, llevan viviendo en Argentina entre 10 y 30 años, no se encuentran en un momento inicial de sus trayectorias migratorias, sino en una fase avanzada ya que han transitado más de la mitad de su vida en este país y ya están establecidas, han construido lazos y estrategias múltiples gracias a las cuales tienen resueltos varios de los principales problemas o incertidumbres de las etapas iniciales. Por otro lado, los y las referentes del barrio son personas más jóvenes, de un promedio de 30 años, que nacieron en Argentina (o llegaron cuando tenían pocos años de edad) pero cuyas familias sí cuenta con alguna o varias persona migrantes, provenientes en su mayoría de Paraguay.

 

Acerca del barrio y sus vecinos/as

 

El barrio Nueva Esperanza se halla en la porción noroeste de González Catán, espacio que además de encontrarse alejado de las centralidades se caracteriza por tener particularidades respecto a su proceso de urbanización y consolidación. Esta zona es una de las pocas de la mancha urbana en las que aún se observan espacios intersticiales entre los ejes de expansión metropolitana tentacular propios de la aglomeración Gran Buenos Aires (Vapñarsky, 2000). Se trata de un territorio de condición transicional, o de interfase, que combina espacios periurbanos resultantes de procesos recientes de expansión de la mancha urbana, con otros de ocupación más antigua que presentan un tipo de urbanización más compacta y con menores niveles de informalidad respecto de la anterior.

El proceso de expansión urbana reciente en este sector se produjo sobre terrenos bajos e inundables. El origen del área donde se encuentra este barrio se vincula con una serie de tomas de tierras producidas en los últimos diez años, caracterizadas por no cubrir las condiciones urbano/ambientales básicas necesarias para constituirse como residenciales.

De acuerdo con la clasificación de asentamientos populares o informales en el AMBA propuesta por Cravino (2006), que distingue villas y asentamientos, en este sector predominan los asentamientos o tomas de tierra. Estos se diferencian tanto por aspectos físico-urbanos como por procesos sociales: las villas se encuentran ubicadas principalmente en el área central del AMBA y en su primera conurbación mientras que los asentamientos se encuentran ubicados más hacia la periferia, en zonas de menor densidad poblacional y poseen una trama urbana similar a la producida por los loteos ofrecidos por el mercado (Cravino, 2006).

De acuerdo a la historia reconstruida a partir de las entrevistas y la interpretación de imágenes satelitales, Nueva Esperanza se originó a partir de una compleja toma de tierras y de viviendas planificadas que se encontraban en proceso de construcción hacia los años 2011/2012 y que luego fue abandonada por la empresa constructora. Después de sucesivos intentos de tomas, desalojos y negociaciones la toma logró resistir e instalarse a principios de 2015 mediante la conformación de una cooperativa.

Respecto a algunas cuestiones demográficas, se trata de un sector con porcentajes relativamente altos de población nacida en países distintos a Argentina, por encima de la media del partido. En términos cualitativos, de acuerdo al trabajo de campo realizado, parte del sector donde se encuentra el barrio estudiado suele describirse a partir de ciertos componentes identificados con lo paraguayo. El emplazamiento en esta zona de la sede Club Deportivo Paraguayo significa un hito en términos materiales y simbólicos. Dentro de este predio se halla una ermita de la Virgen de Caacupé, patrona de Paraguay, y allí se realiza la misa y procesión de esta advocación mariana del culto católico. Más particularmente en el barrio Nueva Esperanza, entre las personas migrantes del barrio entrevistadas la mayoría de ellas nacieron en Paraguay, también algunas personas en Bolivia y una en Uruguay. En palabras de una vecina de origen boliviano: Y acá en estas casitas somos de diferentes nacionalidades. Acá hay paisanos, hay paraguayos, argentinos, uruguayos, viste que hay de diferentes lados. Pero hay más paraguayos, eso sí [Roxana: vecina de 38 años, boliviana, vive en Argentina hace 13 años].

En general, se trata de migraciones de larga data, de entre 10 y 30 años de residencia en la Argentina. Todas las personas migrantes entrevistadas relataron haber experimentado, antes de llegar al barrio, fases residenciales en otras localidades: en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), otros partidos del eje Sur y Oeste del Área Metropolitana de Buenos Aires y/o dentro del mismo partido de La Matanza, especialmente en la localidad de Gregorio de Laferrere y Rafael Castillo. En varias trayectorias residenciales se identifican fases en villas (tanto en las de CABA como en las de Lanús o La Matanza) o largos periodos viviendo en casas particulares en las que trabajaban bajo la modalidad cama adentro.

Siendo una migración de más de 10 años, en las entrevistas no emergen problemáticas actuales respecto al acceso a documentación, sino que algunas referencias apuntan a dificultades durante períodos en los que tenían residencias precarias, en los primeros años de las migraciones. Buena parte de quienes fueron entrevistados/as accedieron a amnistías migratorias en la década de 1990 o al programa Patria Grande durante el kirchnerismo.

 

Experiencias biográficas, trayectorias migratorias e identificaciones de origen

 

Los relatos de vida reconstruidos a partir de las entrevistas realizadas nos permiten distinguir elementos que dinamizaron y motivaron las distintas etapas en las trayectorias de las personas migrantes entrevistadas dentro del campo de clases sociales transnacional (Jiménez Zunino, 2008). En este sentido, además de la geográfica, retomamos especialmente la dimensión procesual de los desplazamientos, apoyadas en la noción de trayectoria migratoria, en tanto recorridos entre posiciones sociales definidas por los condicionamientos estructurales y por las disposiciones adquiridas, movimientos de las y los migrantes en el campo social migratorio (Pizarro y Ciarallo, 2018).

Para ello, analizamos las movilidades en su conjunto: tanto aquellas que implicaron cruces de límites internacionales, dentro de los espacios fronterizos Paraguay/Argentina y Bolivia/Argentina, como las realizadas en interior de Argentina y las intrametropolitanas, dentro del Área Metropolitana de Buenos Aires. Todas estas fases, sus motivaciones, los contextos en los que se dieron y su direccionalidad, brindan a su vez elementos relevantes para comprender la relación migración/clase.

Respecto a las motivaciones que incentivaron a las personas migrantes a dejar los países en los que nacieron, se destacan los factores laborales/económicos. Para indagar sobre este aspecto, retomamos la noción de decisión migratoria propuesta por Rivero Sierra (2013) como aquella que se toma en el interior de la subjetividad de los actores sociales, mediante la interpretación y la valoración de ciertas condiciones empíricas, subjetivas y objetivas. Distintos fragmentos de entrevistas señalan como elementos relevantes, dentro de estas decisiones migratorias para concretar el desplazamiento, las diferencias en el cambio de las monedas en cada uno de los países, las oportunidades laborales y la percepción de la Argentina como un país de oportunidades:

 

Vine en busca de mejoría, donde pueda ganar plata y cubrir cuentas. Y “este año me quedo y después me voy”, y mirá, estoy todavía. Y nunca pude irme otra vez. Seguí trabajando y con gente que te aprecia y eso es importante, que confía en uno y seguí laburando. [Francisca: vecina de 58 años, paraguaya, vive en Argentina hace 26 años]

 

Él ganaba, pero no nos alcanzaba como para comprarnos una garrafa, una cocina, mi hijo usaba pañales, usaba leche, y colchón, cama. [Roxana: vecina de 38 años, boliviana, vive en Argentina hace 13 años]

 

En algunos casos, las decisiones también están vinculadas a procesos que buscan una vía emancipatoria. Se trata de casos de mujeres migrantes inmersas en contextos en los que las desigualdades de género y clase las oprimen y en su vida cotidiana han padecido distintas formas de violencia. Muchas de ellas encuentran en la migración, tanto en la internacional como incluso en la movilidad intraurbana, una eventual salida. Sin embargo, esta expectativa no siempre alcanza a cubrirse:

 

Y yo una chiquita de 14 años, imaginate vos. Ya te digo, lo mío fué un desastre. Yo pensé que me libré de todo lo que pasé allá, vine a pasar otra vez acá. [Raquel: vecina de 46 años, paraguaya, vive en Argentina hace 33 años]

 

Estaba juntada en Paraguay, me quedé embarazada, le conté al papá y como que no quiso saber nada. Tampoco le quise contar a mi mamá, no quiero que sea una carga para ella también. Agarré, me salió una oportunidad acá de venir a trabajar estando embarazada. [Beatriz: vecina de 33 años, paraguaya, vive en Argentina hace 12 años]

 

Volviendo el eje a la decisión migratoria, tal como se ha constatado en diversos grupos migratorios, la información previa y la preexistencia de miembros de la familia o conocidos de las comunidades de origen configuran una red de ayuda fundamental en los primeros tiempos de la migración. Así, las redes sociales apoyadas principalmente en familiares, amigos y de paisanos se desplegaron en el Área Metropolitana de Buenos Aires como forma de facilitar el acceso al trabajo y a la ciudad: Mi mamá tenía una amiga y me dijo que necesitaba una chica de confianza. [Raquel: vecina de 46 años, paraguaya, vive en Argentina hace 33 años]. Él se viene para acá porque su tía le ofrece ganar más, con trabajo seguro venía [Roxana: vecina de 38 años, boliviana, vive en Argentina hace 13 años].

Existen numerosos antecedentes en los que se describen a las principales comunidades migrantes a partir de las redes sociales de ayuda para acceder a trabajos dentro de mercados laborales segmentados por pertenencia étnico-nacional (Benencia, 1997, Karasik, 2003, Jiménez Zunino y Trpin, 2018 y Magliano y Mallimaci, 2018, por mencionar apenas algunos). En este aspecto vale destacar la lectura crítica de Ciarallo (2013), quien recuperando estudios de Herrera Lima, alerta sobre las consecuencias duales, y hasta contradictorias, de este tipo de vínculos. Bajo esta idea, si bien las redes pueden resultar de una ayuda invaluable para obtener trabajo, también pueden ser explicación para el enclaustramiento de las personas en puestos de trabajo de poca calidad por no acceder a otras redes (Ciarallo, 2013:80).

Tal como plantean antecedentes previos (Sa­ssone, 2002), en los casos estudiados resaltan al­gunos relatos vinculados a la comunidad bolivia­na en la localidad de Gregorio de Laferrère, específicamente en lo que refiere a actividades comerciales como la venta de comida. Sin embargo, las dinámicas laborales que se presentan con más fuerza dentro de este barrio vinculan las redes de familiares y de conocidos y el mercado de trabajo asociado a las economías de los cuidados y al trabajo de mujeres en casas particulares. Se trata en este último caso de redes más presentes en la comunidad paraguaya, y más centralmente en las trayectorias migratorias de mujeres.

Las mismas redes sociales ya mencionadas resultan protagónicas para estudiar el acceso a la tierra y a vivienda de las personas migrantes, producidos mayormente dentro del mercado inmobiliario informal (Vaccotti, 2017). Son igualmente relevantes para comprender las estrategias residenciales y movilidades que se producen al interior de la metrópolis y específicamente, en este trabajo, para comprender el acceso al barrio:

 

Y después mi hermano, también, que está acá a media cuadra. Él también está del día uno, que es el primero que me acompañó también, que me dijo: “Yo te apoyo hermana, vamos”. Tiene 34 años y él también está acá, así que, somos nosotros nada más. Y después gente... Mi comadre, que también alquilaba. [Noemi: presidenta del barrio, 35 años, argentina, padres y hermanos nacidos en Paraguay]

 

Las movilidades intraurbanas aparecen narradas asimismo como estrategias residenciales que buscan mayor independencia de núcleos familiares extendidos en condiciones de hacinamiento y privaciones propios de las primeras etapas de la migración. Como ya fue mencionado, algunas de las fases residenciales previas de las personas migrantes entrevistadas incluyeron períodos habitando en villas. En este sentido, la llegada al barrio es relatada como una situación de mejoría social relativa:

 

Vivíamos todos juntos. En casa ajena, no es lo mismo, no podes comprar nada, no tenés tu espacio [...] Yo siempre soñé tener una casa para mis hijos. Eso siempre fue mi sueño, de tener una casa. Y yo sola, ponele, para dormir le pedía a dios que me dé algo. Y un día me dijo mi suegra, yo estaba embarazada de 5, 6 meses de mi nena que estaba recién acá: “Mirá que están allá con los terrenos...”. [Beatriz: vecina de 33 años, paraguaya, vive en Argentina hace 12 años]

 

Además, esta percepción de mejoría al llegar al barrio se relaciona estrechamente con otra dimensión social y económica relevante vinculadas con la superación de condiciones materiales previas apremiantes como alquileres y pagos de servicios por proporciones muy elevados en relación a de los niveles de ingresos:

 

Cuando nosotros vivíamos en alquiler, ahí en Mataderos, nos mataban pagando luz, agua, todo. No llegábamos con los chicos y la escuela, el jardín que se iba a la capital. Y el viaje, ida y vuelta, todo un tema. Y uno no llegaba, no llegaba con la plata. Y sufrimos mucho. En realidad, nosotros para venir acá, no pudimos ya llegar a pagar el alquiler. Entonces, decidimos como sea, ingresar en la casa. No tenía techo. [Francisca: vecina de 58 años, paraguaya, vive en Argentina hace 26 años]

 

Otra dimensión que emerge durante las entrevistas es aquella vinculada a las distintas formas de identificación con las culturas de origen que las personas migrantes rescatan. Dentro de esta dimensión se encuentran diferentes expresiones de las que se destacan la religiosa en primer lugar, la gastronómica y aquella vinculada al uso de hierbas medicinales.

Respecto a la religiosidad se distinguen diferentes expresiones, una de ellas se produce a escala barrial donde se conformó un grupo de oración denominado Rosa Mística conformado principalmente por mujeres paraguayas católicas. A este grupo se suma una expresión más amplia y transversal a toda la comunidad paraguaya como es la devoción de la Virgen de Caacupé.

A su vez, parte de la comunidad boliviana del barrio expresa su devoción a la figura del Tata Santiago, esta es una figura también conocida como Tata Bombori, una imagen de Santiago Apóstol, a la cual también se le dedica una fiesta que incluye misa, bailarines y pasantes.

Respecto a la gastronomía, muchas personas migrantes entrevistadas relatan esta expresión como modo de sostener tradiciones que mantenían en sus países de nacimiento pero ya transformada por la experiencia de vida en Argentina y resinificada en este contexto:

 

Nosotros acá fin de semana, asado, una sopa paraguaya, Chipá guazú, con mucho queso ¿el choclo viste? la crema de choclo que armamos con la licuadora, con un poco de manteca o aceite y huevo. Tipo Soufflé ¿sabés lo que es calentito? Y la comida típica de allá siempre hacemos. Más hacemos los fines de semana porque compartimos. [Francisca: vecina de 58 años, paraguaya, vive en Argentina hace 26 años]

 

En otros casos, la gastronomía emerge en un plano de nostalgia y limitaciones económicas, dado que conseguir ciertos ingredientes puede resultar costoso y difícil: Lo que primero extrañé es la comida [...] para comerte un chairo que es un caldo, ahí gastás como 500, 600 pesos y sólo haces una ollita. Pero si vos estás allá esa es la comida más barata [Roxana: vecina de 38 años, boliviana, vive en Argentina hace 13 años].

 

Hipervisibilización de la informalidad urbana

como mecanismo de invisivilización de la condición migratoria

 

Hasta aquí, se ha identificado de qué manera la condición migratoria se hizo presente en las entrevistas. En las líneas que siguen se pretende recorrer el camino inverso, se analizarán los modos en los que la condición migratoria es opacada, ocultada o subordinada a otras características o condiciones que en los relatos parecen tener un mayor peso.

Tanto en las entrevistas orientadas a referentes como a personas migrantes, fue relevada la percepción de problemas que afectan al barrio con miras a reconocer los modos en los que diversas desigualdades se expresan en las vidas de las personas que allí residen. Recurrimos a la noción de experiencias urbanas (Palma Arce y Soldano, 2010), con el objeto de dar cuenta del modo en el que los procesos macrosociales vinculados a la expansión reciente de la ciudad impactan concretamente en la vida cotidiana de determinados grupos. Según las autoras estas experiencias son distintas según el tipo de hábitat urbano en el que se reside y [...] desiguales, en cuanto a las posibilidades de aprovechar los recursos que brinda cada espacio y a las elecciones en las operaciones de desplazamiento (Palma Arce y Soldano, 2010:105).

Al reconstruir las percepciones respecto a estas experiencias urbanas de habitar el barrio Nueva Esperanza emergieron ciertas problemáticas comunes, íntimamente vinculadas entre sí, pero que a los fines del análisis pueden agruparse según se trate de dificultades de acceso para:

 

 

El primer elemento señalado es una las principales dificultades materiales que caracterizan al barrio: las relacionadas con las condiciones dadas para la movilidad. Este es un aspecto común a muchas otras áreas del municipio ya que en La Matanza varias zonas, algunas densamente pobladas, adolecen de la cantidad y calidad de servicios de transporte público requerido (Kralich 2013 y Gutiérrez y Kralich, 2016). En este contexto, se evidencia un destacado número de servicios informales, abonados por la persistencia de necesidades de movilidad insatisfechas (demanda), así como por la persistencia del desempleo o subempleo (oferta), frente a los cuales representan una opción de generación de ingresos (Kralich, 2013:13). En este barrio, tal como sucede en otros ámbitos de la metrópolis, estos déficits en términos de oferta de servicios de transporte público de pasajeros, obligan a la población a desarrollar diversas estrategias para concretar sus traslados en las que emerge una fuerte gravitación de informalidad, tal es el caso de remises compartidos, combis, e incluso colectivos “truchos” (Kralich, 2013:16). Como bien se señala en el informe citado, estas dificultades impactan no solo sobre las economías de los hogares, sino también sobre el medio ambiente y la calidad de vida general.

A este déficit se le suman otros problemas de acceso tales como calles de tierra que se tornan intransitables en días de mucha lluvia, e incluso durante los días subsiguientes. Las dificultades de accesibilidad al transporte público y a otros servicios o equipamientos urbanos dan cuenta de los obstáculos con los que se encuentran las personas que habitan este territorio para satisfacer ciertas necesidades y ejercer determinados derechos. En este sentido, se hace evidente que las cuatro dimensiones referidas como problemáticas se encuentran entrelazadas.

En lo que refiere al campo de la salud, además de los basurales, la humedad y la contaminación ambiental que caracterizan a este sector, las problemáticas también se expresan en dificul­tades de acceso a los servicios de salud, así como en la imposibilidad de ingreso de las ambulancias al barrio que no cuenta con calles asfaltadas. En el siguiente relato se condensan las tres problemáticas:

 

Acá cuando se llueve, se inunda todo. Acá no pasa la ambulancia. El otro día falleció un hombre, y quedó la ambulancia creo que acá a dos cuadras y lo tuvieron que sacar en camilla, porque no entran. Igual que los remises. Tienen que ser un conocido, para que te traiga, sino te deja en un asfalto y vos tenés que caminar [...] El ante año pasado falleció un bebé de un año. Encima yo a ese bebé le hice respiración boca a boca, me quedé re mal. Y justo el hombre acá tiene camioneta y le golpeamos a él y llevó a la mamá y al bebé. Pero ya estaba muerto. [Ana María: referente barrial, 40 años, argentina]

 

Nunca vino la ambulancia, nunca vino la policía, eran las 10, 11 de la noche, creo. Tuvo que haber un vecino, que tenía auto, que lo llevara hasta el hospital. Después acá, la señora del frente, la otra vez casi se nos va, casi se nos muere la señora. Y no entró la ambulancia, no entra remis. Él le llevó. [Roxana: vecina de 38 años, de nacionalidad boliviana, que vive en Argentina hace 13 años]

 

En los fragmentos citados se evidencia que las emergencias en salud son percibidas como situaciones críticas, en menor medida también se menciona las dificultades para el ingreso de fuerzas de seguridad como bomberos y policía ante alguna situación que lo requiera. En los diferentes relatos de las personas entrevistadas parecería existir cierto consenso sobre esta cuestión como uno de los problemas de mayor gravedad de los barrios.

Otros derechos básicos como el acceso al agua potable y las condiciones ambientales favorables se encuentran vulnerados para quienes habitan el barrio. Respecto a las condiciones materiales de las viviendas existen en las experiencias ur­banas relatadas descripciones respecto a las condiciones en extremo desfavorables del barrio, especialmente durante los primeros años pero también son referenciados los sucesivos cortes de suministro de agua que existen en la actua­lidad, especialmente durante el verano. Estas circunstancias son referidas de modos muy contundentes

 

Teníamos que ir a 2 cuadras, más o menos, quedaba la casa de una vecina que nos daba agua. [...] Nos metíamos en el barro hasta acá, los chicos, los bichos, los sapos que había... No teníamos luz... En realidad teníamos una lamparita. Y no sabes lo que sufrimos nosotros porque cada vez que llovía, esto se llenaba de agua. Las otras 2 piezas no tenían techo. [Beatriz: vecina de 33 años, paraguaya, vive en Argentina hace 12 años]

 

Respecto al agua potable, la presidenta de la cooperativa que resistió la toma del barrio describe el acceso a este servicio como una gestión de la misma comisión aunque también los relatos de distintos/as vecinos/as señalan que mantiene notables rasgos de desigualdades al interior del barrio:

 

Porque los cables de la ruta los trajimos nosotros...Porque no había nada, ni luz, ni agua. En realidad, compramos al agua, porque ahí adelante hay un boulevard y es el que tiene la llave del caño maestro. Pasa por ahí, por todo el predio de adelante, entonces, ahí en la esquina hay una boca, y bueno, el señor que trabaja o trabajaba ahí, nos dijo: “Bueno, les vamos a vender la conexión del agua”. Entonces, se juntó plata por manzana. [Noemí: presidenta del barrio, 35 años, argentina, padres y hermanos nacidos en Paraguay]

 

No todos pudimos acceder a esa agua. Porque el que tiene plata, se hace poner, el que no tiene, no. Por ejemplo, de eso, sólo el agua te cobran 1000 pesos para traerte. Y vos tenés que comprarte la cañería, los codos, hacerte la instalación. . [Roxana: vecina de 38 años, boliviana, vive en Argentina hace 13 años]

 

Respecto al último punto se relata, especialmente en los casos de entrevistas a referente barriales, el acceso limitado a ciertos recursos sociales disponibles a través de las delegaciones de Desarrollo Social de la Municipalidad. Si bien el acceso a recursos alimentarios se encuentra garantizado para el conjunto de los/as vecinos/as que lo solicitan (en las delegaciones o a través de los comedores y merenderos), en los casos de barrios originados por procesos de tomas, el municipio restringe otros recursos. En varios relatos se explica que el barrio debería tener una antigüedad mayor a los 5 años para el municipio “entre” o “baje” recursos, es decir, para que sean alcanzados por ciertas políticas públicas. Los siguientes fragmentos de la presidenta del barrio y de una Trabajadora Social que del municipio resultan explican parte de este conflicto:

 

Sí, para que el Municipio entre como que tenemos que cumplir 5 años y el Municipio tiene la obligación de entrar a los barrios. Y ahí sí bajaría todo lo que, supuestamente, uno necesita. Sería ahora en enero. Estamos a un paso, así que eso sería como otra lucha más, también, porque la idea es ir y que se complete. Sí, porque lo que a mí más me preocupa es el tema de las calles. [Noemí: presidenta del barrio, 35 años, argentina, padres y hermanos nacidos en Paraguay]

 

Tenés una toma, hace muy poco, un par de años, y ahí estamos en la lucha con ellos pero porque no entienden que en una toma uno no puede avalar, yo no te puedo dar chapas y tirantes si estas en una toma, si el terreno no es tuyo, yo como municipio no puedo estar avalando eso [...] La realidad es que les damos mercadería, les damos colchones… no le damos ni chapa, ni tirantes, ni materiales, ni nada de todo eso. [Trabajadora social de una delegación municipal]

 

En síntesis, Nueva Esperanza condensa los dos tipos de informalidad referidos por Clichevsky (2000): la dominial dado el modo de acceso al hábitat a través de ocupaciones directas que realiza la población a través del mercado informal del suelo y la vivienda, y la vinculada a la urbanización. Este segundo tipo de informalidad se relaciona con las características del área que se replican en el barrio: espacios inundables, contaminados, cercanos a basurales clandestinos y sin infraestructura. A estas se suman la dificultosa accesibilidad al transporte público, centros de empleo, educación primaria y servicios primarios de salud, con viviendas construidas por fuera de la normativa existente y con densidades extremas (ya sea con situaciones de hacinamiento de personas y hogares o despobladas, lo cual implica altos costos de infraestructura y menor accesibilidad).

Retomando a Therborn (2015), se puede decir que en el barrio Nueva Esperanza se conjugan la dimensión vital, existencial y de recursos, siendo posible ubicar a los conjuntos sociales que allí habitan en la intersección de diferentes planos de la desigualdad.

 

Invisivilización de la condición migratoria

en la búsqueda de reconocimiento comunitario

 

En este contexto de barrios atravesados por diferentes tipos de desigualdad, se despliegan diversas estrategias orientadas a sortear las dificultades y las violencias estructurales que permean la vida cotidiana de quienes allí habitan. Una de las continuidades identificadas en las entrevistas, especialmente en los relatos de las mujeres del barrio, es su participación en lo que Magliano (2018) llama las formas de organización comunitaria del cuidado. La historia de Nueva Esperanza parece estar marcada por el protagonismo de las mujeres desde su mismo origen. Los siguientes fragmentos de entrevistas dan cuenta, tanto del rol que cumplieron en la decisión y el proceso de toma de tierras y de viviendas como de las estrategias desarrolladas para enfrentar momentos económicamente críticos. Actividades como la organización de merenderos, ollas populares, juntas vecinales, roperos comunitarios son relatos recurrentes:

 

Entonces, ahí, se armó todo como “bueno, entremos, veamos qué pasa, juntemos las mamás que no tienen casa, que alquilan como nosotros y vemos qué podemos lograr. [Noemí: presidenta del barrio, 35 años, argentina, padres y hermanos nacidos en Paraguay]

 

Como hay tanta necesidad, viste que nosotros... entonces yo voy y ayudo [...] Está en una casa particular. Se armó atrás, y no tenemos ni cocina ni nada, hacemos a leña, olla y es comedor todos los días de lunes a viernes. [...] Los que llegan se comen un plato de comida, y a la tarde una merienda con torta frita o pan con mermelada. Eso hacemos. Tenemos 2 mesas largas y se llena. [Francisca: vecina de 58 años, paraguaya, vive en Argentina hace 26 años]

 

Este tipo de relatos, además de destacar el rol central de las mujeres respecto a la construcción de estrategias para resistir las violencias estructurales analizadas, son testimonio de la distribución desigual de las responsabilidades vinculadas a los cuidados, tanto respecto a los varones, como en lo que atañe a los actores que configuran las redes de cuidados (Rodríguez Enríquez, 2015). Son las mujeres, especialmente aquellas que pertenecen a los sectores populares, en este caso organizadas y llevando adelante prácticas de cuidado comunitarias, las que ocupan el rol dejado vacante por el Estado.

Retomando a Sassen (2006), en las grandes metrópolis de hoy (en sus términos, ciudades globales), las personas migrantes se constituyen como actores políticos estratégicos que hacen presencia en la vida pública. A través de prácticas informales reclaman derechos y pujan para ser reconocidas y constituirse como ciudadanos, como actores políticos formales. Y las prácticas ciudadanas tienen que ver con ese hacer presencia de los grupos más vulnerados e invisibilizados. Si bien estas presencias tienden a pensarse más desde las áreas centrales de las ciudades globales, donde se concentran y se producen las disputas más visibles, en las áreas periurbanas también es posible captar determinadas expresiones de este mismo proceso. Allí, especialmente las mujeres emergen en el dominio público pero no solo a partir de su inserción en el campo laboral, sino a partir de extender su rol y desdibujarse la frontera entre lo público y lo privado, lo productivo y lo reproductivo. Su rol de garante de la producción y reproducción familiar se extiende más allá del hogar. Participan activamente para responder a necesidades básicas y asegurar los servicios y otros recursos públicos en los barrios, emergiendo así como actores políticos informales (Sassen, 2006) claves que median con las diferentes instancias locales del Estado (escuela, centro de salud, delegaciones de desarrollo social del municipio, las fuerzas de seguridad, etc). En términos de Withol de Wenden (2013), se expresan así nuevas formas de movilización centradas en el derecho a tener derechos.

Ahora bien, vale la pena preguntarnos hacia donde está enfocada en este caso la búsqueda de reconocimiento. En diferentes etapas del campo, se observaron diferentes estrategias de organización comunitaria para responder a las necesidades del barrio y reclamar la intervención del municipio, el acceso a servicios públicos y a programas sociales, pero se omite cualquier alusión a una reivindicación identitaria vinculada al origen. Lo migratorio como tópico no surgió espontáneamente en los relatos de los y las referentes sobre el barrio. A pesar de haber nacido en Paraguay, de tener familiares migrantes dentro del barrio y de saber que el trabajo de investigación dentro del que se encuadraba la entrevista se vinculaba con el campo de los estudios migratorios, no han hecho ninguna alusión a la paraguayidad (personal, familiar o barrial) a menos que preguntásemos de modo muy directo y específico. Es interesante notar que, por ejemplo, en el caso del relato de la presidenta del barrio, el alto porcentaje de personas migrantes no solo es omitido sino que es negado.

 

¿Y hay muchas personas que vinieron de otros países en el barrio?] No hay mucho. No, no. La mayoría somos argentinos, hay muy pocos paraguayos, que no somos mucho tampoco, somos digo porque yo soy argentina pero mi mamá es paraguaya, mi comadre es paraguaya, mi marido es paraguayo... Pero no hay gente, por ejemplo, bolivianos no hay. [Noemí: presidenta del barrio, 35 años, argentina, padres y hermanos nacidos en Paraguay]

 

En el resto de los casos, la composición migratoria del barrio Nueva Esperanza es reconocida pero la propia adscripción a esos colectivos no es fácilmente evidenciada. Por ejemplo, Carolina, referente que al momento de la entrevista coordinaba un merendero y conducía la iniciativa de conformar por segunda vez la comisión vecinal del barrio, comentó que era hija de migrantes y que tenía dos hermanas viviendo en el barrio nacidas en Paraguay una vez finalizada la entrevista. Minutos antes, en el marco de la entrevista, ante la pregunta por la presencia migrante en el barrio, respondió:

 

Sí, acá hay colonia de Paraguay... Acá hay más paraguayos, y bolivianos. Pero más paraguayos. Pero bueno, lo que tiene de beneficio los paraguayos es que son así, como te digo, compañeros en ese sentido, construcción, que vereda... Pero bueno, son también los que son difíciles de llevar. [Carolina: referente barrial, 40 años, argentina, padres y hermanos nacidos en Paraguay]

 

Para dar cuenta de esto, a modo de hipótesis, es posible arriesgar que lo que parece manifestarse aquí es una operación orientada a omitir o solapar atributos que configuren una imagen de quienes habitan los barrios como una otredad radical. No parece casual que sean los relatos de las personas que han participado de la toma del complejo de viviendas abandonado y de otras instancias de organización territorial quienes omitan la referencia migratoria.

Ante la pluralidad de desigualdades y de conflictos, que caracterizan este momento histórico signado por el individualismo y la imprevisibilidad, el miedo y la promesa de seguridad parecen ser la principal herramienta utilizada por los mercados de consumo y por los sectores políticos que gestionan a favor de los grupos más concentrados de poder para garantizar la gobernabilidad. Emerge así la figura del extraño, categoría propia de la era neoliberal. Ya no es aquel que comparte los riesgos conmigo, sino aquel que me pone en riesgo (Bauman, 2012). La construcción del “otro” como enemigo pasa a ser clave en la fabricación de la propia identidad (Whitol de Wenden, 2013) y en la legitimación de políticas expulsivas y represivas. De manera muy contundente, Bauman (2012) transmite esto en el siguiente pasaje: A quienes integramos la “mayoría democrática” nos consuela saber que todas esas violaciones a los derechos humanos están dirigidas a “ellos”, no a “nosotros”, a otra clase de seres humanos (“entre usted y yo, ¿son realmente humanos?”) (Bauman, 2012:32).

En el barrio Nueva Esperanza parecen condensarse diferentes atributos que suelen ser asociados simbólicamente a esta idea de extraño o de otro peligroso. La combinación -toma de tierras, conurbano, pobreza y migrantes- potencia los efectos que cada atributo estigmatizado tiene por separado. Considerando esto, la omisión de la condición migratoria puede ser interpretada como una estrategia que ayuda a legitimar el derecho de estas personas a habitar el barrio Nueva Esperanza.

En este sentido, Crenshaw (1991) al referirse a los silencios estratégicos resalta que incluso en los contextos de desigualdad existen grados de agencia en el ejercicio de nombrar:

 

Claramente, existe un poder desigual, no obstante, existe cierto grado de agencia que las personas pueden ejercer y ejercen en la política de denominación. Y es importante tener en cuenta que la identidad sigue siendo un sitio de resistencia para los miembros de diferentes grupos subordinados3.

Desde esta perspectiva, el estudio de las narrativas implica atender, tanto desde lo conceptual como desde lo metodológico, a las formas de nombrar las desigualdades en un sentido estratégico. En este caso, identificar los silencios o las omisiones sobre la condición migratoria en los relatos de quienes tienen un rol más activo en la organización del barrio también es un modo de dar cuenta de las particularidades que caracterizan a un territorio con composición migratoria, especialmente del lugar simbólico de “otredad” que opera, es asumido y reproducido dentro y fuera del barrio.

 

Consideraciones finales

 

Luego del análisis de las experiencias urbanas vinculadas al acceso a derechos, se reconoce que la percepción sobre los problemas del barrio que predomina en los relatos no está relacionada directamente con la condición migratoria sino producida a partir de las modalidades de informalidad propias del barrio en su conjunto. El impacto de las condiciones vinculadas a la informalidad urbana en la vida cotidiana de quienes habitan el barrio ayuda a comprender la importancia que toman estas problemáticas en la percepción de desigualdad. Por otra parte, la antigüedad de las migraciones referidas también es un elemento que explica el lugar que ocupa la condición migratoria en los relatos sobre experiencias de vulneración de derechos ya que se trata de personas instaladas hace muchos años en el país, que cuentan con redes sociales más amplias y han desplegado distintas estrategias familiares, todo lo cual les ha permitido mejorar sus condiciones de inserción residencial en la metrópolis. En este sentido, el barrio se constituye, aun considerando las grandes privaciones de sus residentes, en una oportunidad para acceder a una fase residencial de mayor estabilidad relativa y cierta consolidación.

Ahora bien, a pesar de que la condición migratoria parece ser ocultada o subordinada a otro tipo de desigualdades, es posible interpretar este tipo de operaciones narrativas, recuperando la idea de los silencios estratégicos. En este caso, en el marco de un complejo proceso de búsqueda de legitimidad de las y los habitantes de este barrio informal se prioriza la condición de mujeres, madres, sin casas de las referentes que borra o desdibuja, al menos parcialmente, la posición migratoria, la paraguayidad, con la que se suele describir, muchas veces en términos peyorativos, a esta porción del territorio matancero. Este silencio u omisión opera con más fuerza en la construcción de un relato barrial homogéneo dirigido hacia afuera que busca posicionar al barrio por fuera de los debates de origen de sus habitantes y cierta mirada estigmatizante, y hace énfasis en las necesidades de tierra y vivienda de las mujeres y sus familias, Simultáneamente, hacia el interior del barrio estas heterogenidades son asumidas como un elemento de identificación en las trayectorias migratorias, que configura parte de las experiencias del pasado de las y los vecinos/as.

 

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1 Esta Red es de acceso abierto y se encuentra disponible en bajo el soporte cartográfico de la Aplicación My Maps de Google Maps a través del siguiente link: https://www.google.com/maps/d/u/1/viewer?mid=1Wbmdc6iANvb3c0g5E7p9iScTpsk&ll=-34.73648734660902%2C-58.63639203266075&z=15

2 Cabe aclarar, que con el objeto de garantizar el anonimato y la confidencialidad de la información construida, tanto los nombres de los barrios referidos como de las personas entrevistadas fueron modificados.

3 Traducción propia del original: Clearly, there is unequal power, but there is nonetheless some degree of agency that people can and do exert in the politics of naming. And it is important to note that identity continues to be a site of resistance for members of different subordinated groups (Crenshaw, 1991:1297).