Parto y espiritualidad

Significados y experiencias de mujeres de la ciudad de Santa Fe, Argentina

 

Childbirth and spirituality

Meanings and experiences of women from Santa Fe city, Argentina

 

Leila Abdala | ORCID: orcid.org/0000-0001-8504-3664

leilabdala68@gmail.com

CONICET

 

Argentina

 

Recibido: 19/11/2021

Aprobado: 10/03/2022

 

 

Resumen

El artículo se propone indagar las significaciones y experiencias sobre el parto que construyen mujeres gestantes y madres de la ciudad de Santa Fe que participan de grupos de reflexión sobre el embarazo y parto humanizado, cuyo activismo se encuentra influido y atravesado por un discurso vinculado a las espiritualidades holísticas. A partir de realizar una investigación cualitativa con enfoque etnográfico, sugiero que las mujeres estudiadas construyen una lectura sobre la humanización del parto en la que retóricas científicas, naturales y holistas se imbrican y ensamblan en pos de la reivindicación de una experiencia empoderada y espiritual.

 

Palabras clave: Maternidad, Parto Humanizado, Espiritualidades Holísticas.

 

Abstract

This article is aimed at inquiring into the mea­nings and experiences of deliveries, constructed by pregnant women and mothers from the city of Santa Fe, who participate in courses on pregnancy and humanized childbirth, and whose activism is influenced and crossed by discourse linked holistic spiritual mindset. After having carried out a qualitative research from an ethnographic approach, it is suggested that women hold a humanization of childbirth view in which scientific, natural and holistic retorics are assembled in pursuit of the claim of an empowered and spiritual experience.

 

 

Keywords: Motherhood, Humanized Childbirth, Holistic Spiritualities.

 

 

 

 

Introducción

 

 

 

Este artículo forma parte de las primeras reflexiones de una investigación doctoral en curso donde se analizan los modos en que se construye la experiencia de maternidad al interior de grupos de reflexión sobre el embarazo, parto y crianza, en la ciudad Santa Fe. Desde el inicio del trabajo de campo, las observaciones me llevaron a problematizar una línea de análisis poco explorada en la Argentina que refiere a los vínculos entre las experiencias de maternidad y las espiritualidades holísticas.

Desde una mirada sociológica, defino a la maternidad como un proceso de construcción de prácticas, significados, emociones y disposiciones corporales producidas por distintos actores sociales, la cual asume diversas representaciones según la etnia, edad, sector social, identidad sexual, religión y educación, entre otros factores, entendiendo que los comportamientos reproductivos y sus sentidos están estrechamente vinculados con la posición que los actores tienen en una específica estructura económica, social, política, demográfica y cultural en un tiempo específico. Ahora bien, más allá de que existan estas mediaciones de tipo disposicionales, parto de una aproximación a la maternidad en su dimensión interaccional. De allí la relevancia del estudio de las grupalidades seleccionadas, donde se hace presente un discurso espiritual que relaciona el embarazo, parto y nacimiento con los ciclos naturales y lo sagrado.

En este trabajo se indagan las significaciones y experiencias sobre el parto que construyen mujeres gestantes y madres que participan de grupos de preparación para el embarazo y parto humanizado, cuyo activismo se encuentra influido y atravesado por la difusión de un discurso vinculado a las espiritualidades holísticas, es decir, que significan su experiencia en términos que rebasan una concepción fisiológica y científica del paradigma de humanización del parto institucional/médico/legal. La participación y adhesión de mujeres en esta oferta espiritual ha sido explicada por su habilidad para legitimar y subvertir, al mismo tiempo, discursos, prácticas y representaciones tradicionales de la feminidad, y ofrecer formas de negociar dilemas contemporáneos acerca de su subjetividad como mujeres, como lo es la tensión entre vivir para otros y vivir para una misma (Sointu y Woodhead, 2008).

Los hallazgos evidencian que las mujeres construyen una noción de parto humanizado en conflicto y tensión con un modelo intervencionista de atención de los partos, que descansa, en términos de Douglas (1998), en una sensibilidad delicada en torno al cuerpo en donde lo espiritual, las creencias y prácticas holísticas tienen un lugar fundamental en la construcción de significados en torno a los procesos corporales y fisiológicos como lo son el embarazo y el parto. Asimismo, la construcción de esos significados en relación al cuerpo se articula con determinadas valoraciones y características de género que asocian lo femenino a lo natural y sagrado.

A diferencia de lecturas feministas que conciben la apelación a lo natural y lo sagrado como obstáculos para la adquisición de derechos sexuales y reproductivos, en este trabajo evidenciamos que constituyen anclajes que posibilitan procesos de agencia y autonomía corporal. En este sentido, la investigación se inscribe en una línea de estudios que discuten el supuesto de que las religiones son siempre opresivas para las mujeres y la premisa de que la secularización acompaña a la equidad de género y a la libertad sexual (Butler, 2008 y Scott, 2017).

El artículo se estructura de la siguiente manera: en primer lugar, inscribo los grupos y talleres en los que las mujeres participan en un contexto general del movimiento por la humanización del parto en la Argentina; en segundo lugar, doy cuenta de las formas en que las prácticas holísticas permean la construcción de significados en torno a los procesos de gestación y parto. Para esto, analizo los modos en que el trabajo corporal y emocional propuestos en los talleres se significan en términos espirituales, en conjunto con la dimensión espiritual de las narrativas de poder y dolor en el parto presentes en los relatos entrevistadas.

 

 

 

Antecedentes

 

 

 

Existe un conjunto de investigaciones que desde la sociología de la salud y la antropología médica han estudiado las vinculaciones entre la maternidad y el sistema biomédico, situando el análisis en la intervención médica en los procesos de embarazo, parto y nacimiento (Castrillo, 2014, 2015 y Schwarz, 2009), la relación de dominación entre las mujeres-pacientes y los médicos (Castro, 2014; Camacaro Cuevas, 2009 y Davis- Floyd, 2001), el lugar del cuerpo y la sexualidad femenina apropiado por la práctica médica (Sadler, 2001, 2004 y Blázquez, 2005) y la dinámica del saber-poder autorizado y desacreditado (Jordan, 1993). Desde la antropología feminista a nivel nacional (Fornes y Merino, 2008 y Jerez, 2015) suele interpretarse la elección y significación de partos humanizados en clave de una disputa política por el empoderamiento, la autonomía y soberanía de los cuerpos de las mujeres. Como antedecentes empíricos contemporáneos destaco las investigaciones de Fornes (2011) sobre la politización del parto en la Argentina, los trabajos sobre rondas de gestantes (Lázza­ro, 2017) y colectivos por el parto respetado (Calafell Sala, 2018) en la ciudad de Córdoba y los trabajos de Mantilla (2019) sobre las nociones de infancia y naturaleza en los modelos de parto y crianza fisiológica.

El estudio del vínculo entre espiritualidad y procesos que hacen a la vida sexual y (no) repro­ductiva de las mujeres tiene antecedentes en otros países (Bobel, 2002; Klassen, 2001; Fedele, 2016; Tornquist, 2001, 2003 y Ramirez Morales, 2016a y 2016b). A nivel local, existen algunos trabajos que abordan la menstruación (Felitti, 2016; Felitti y Rohatsch, 2018 y Fahs, 2016), el aborto (Felitti e Irrazabal, 2018) y la partería (Felitti y Abdala, 2018), pero no así las maternidades.

Los resultados aquí reunidos abordan una temática poco explorada en los estudios locales y muestran ser una vía de análisis fructífera en tanto permiten pensar las maternidades no solo en relación a estereotipos de género, el modelo médico hegemónico, las políticas públicas y los feminismos (por nombrar abordajes más transitados) sino también como experiencias corporales y subjetivas en las que intervienen elementos espirituales y nociones sobre lo sagrado.

 

 

 

Aspectos metodológicos

 

 

 

La investigación es de tipo cualitativa con enfoque etnográfico, basada en un conjunto de materiales que comprende entrevistas semiestructuradas, análisis de contenido y observaciones realizadas durante el período 2015-2019 en la ciudad de Santa Fe. Las mujeres madres entrevistadas1 tenían entonces entre 21 y 36 años, se identificaban como heterosexuales y se encontraban en un momento del ciclo de vida familiar muy específico: el de la crianza de niños/as pequeños/as2. En su mayoría poseen títulos universitarios o se encontraban estudiando alguna carrera de grado, y convivían con los padres de sus hijos/as. También recuperamos las voces las coordinadoras de los talleres (doulas y parteras), quienes son las encargadas de difundir las ideas centrales del paradigma del parto humanizado, y acompañan y asesoran a las mujeres y sus familias en el proceso de gestación y parto3.

Por otro lado, recolecté discursos públicos de organizaciones y grupos que promueven el parto humanizado (textos que circulan en eventos, documentos, relatos de partos en redes sociales) y realicé observación participante en talleres de preparación para el parto y nacimiento comprendidos por cursos de preparto y rondas de gestantes con doulas y parteras4.

Dos espacios, que por razón de confidencialidad no explicito, fueron seleccionados para realizar las observaciones. A los mismos los concibo como lugares privilegiados de producción de sujetos-madres bajo la socialización de una serie de habilidades maternales, consejos y reglas del sentir5 (Hochschild, 2008) Uno es un espacio de preparación para la mater-paternidad, donde diversas especialistas provenientes del campo de las terapias alternativas dictan cursos de preparación para el parto, yoga para embarazadas, círculos de mujeres, etc. El otro, un lugar de crianza compartida basado en el paradigma de crianza respetuosa o natural, conformado por familias que tuvieron a sus hijos en el domicilio acompañadas por un equipo de doulas y parteras comunitarias en la tradición6. Ambos espacios responden a un ethos cultural común vinculado a una gramática espiritual; entendiendo por espiritualidad aquella

 

gramática heterogénea que incorpora una concepción no naturalista de la causa y la eficacia, un orden cosmológico relacional y un trabajo sobre uno mismo que se manifiesta en intensidades diversas que se basan en mediadores materiales y discursivos de diferentes linajes: esoterismos varios con una presencia consolidada durante el siglo XX, la cultura self-help y tecnologías de la subjetividad de origen oriental, incluso algunas prácticas amerindias, adaptadas a la vida cotidiana de colectivos urbanos de las sociedades euroamericanas contemporánea” (Viotti, 2018:247).

 

 

 

El movimiento por el parto humanizado en Argentina

La doula como actriz clave

 

 

 

Los grupos de preparación para el embarazo y parto se enmarcan en un movimiento más amplio denominado humanización del parto y los nacimientos, en el que convergen organizaciones transnacionales y latinoamericanas como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud, el Centro Latinoamericano de Perinatología, UNICEF, organizaciones y movimientos sociales ligados al feminismo y al humanismo, y organizaciones o agrupaciones de parteras, de doulas y de mujeres, destacándose a nivel regional la Red Latinoamericana por la Humanización del Parto y el Nacimiento (RELACAHUPAN).

Los organismos internacionales y nacionales gubernamentales que provienen del campo médico (OMS, OPS, UNIFEF) se enmarcan dentro del paradigma de humanización de la atención médica que, en la atención de embarazos y partos de bajo riesgo, reclama que durante el proceso perinatal se garanticen los derechos humanos, sexuales y reproductivos de las mujeres y las familias, se lo entienda como un proceso integral (que adquiere significaciones psicoafectivas, emocionales, culturales y sociales) y se modifiquen las prácticas profesionales clínicas y, por tanto, las relaciones médico/paciente. En el diagnóstico que hacen dichos organismos sobre el proceso histórico de medicalización del parto y de su construcción como acto médico, señalan y denuncian la institucionalización y patologización del proceso perinatal. Así, la humanización se propone como alternativa al exceso de intervencionismo médico, patologización y medicalización (Castrillo, 2016).

En los últimos años la movilización por la humanización del parto ha cobrado mayor visibilidad en el país con el crecimiento en número de asociaciones civiles, agrupaciones feministas y militantes que desarrollan y generan información, canalizan denuncias, convocan movilizaciones e impulsan tareas de concientización (Felitti y Abdala, 2018). El movimiento por la humanización es heterogéneo y conviven diferentes posturas dentro del mismo: algunos discursos focalizan lo instintivo, lo natural del evento y el amor maternal; otros señalan las prácticas beneficiosas y perjudiciales en la atención desde la evidencia clínica, el marco legal, los modelos alternativos y holísticos, y también se proponen definiciones desde las ciencias sociales y la perspectiva de género (Fornes, 2010).

La visibilidad del movimiento por el parto humanizado tiene su correlato en el entramado normativo interno. La Ley Nacional Nº 25.929, que refiere a los Derechos de padres e hijos durante el proceso de nacimiento -conocida como Ley de parto respetado o Ley de parto humanizado-, fue sancionada en 2004 y recién reglamentada en 2015. La misma establece el derecho de la mujer a ser informada sobre las intervenciones médicas de manera que pueda optar libremente cuando existieran diferentes alternativas; a ser tratada con respeto y consideración de sus pautas culturales; a ser considerada como persona sana y a que se facilite su participación en el parto; a un parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, y a estar acompañada por una persona de su elección. También establece el derecho de toda persona recién nacida a ser tratada en forma respetuosa y digna; a su inequívoca identificación; a no ser sometida a ningún examen o intervención cuyo propósito sea de investigación o docencia; a la internación conjunta con su madre en sala; a que sus padres reciban adecuado asesoramiento e información sobre los cuidados para su crecimiento y desarrollo, así como de su plan de vacunación.

La Ley Nacional Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Nº 26.485) sancionada en 2009, tipificó a la violencia obstétrica como aquella que ejerce el personal de salud sobre el cuerpo y los procesos reproductivos de las mujeres, expresada en un trato deshumanizado, un abuso de medicalización (art. 6º, inc. e). La Ley de Derechos del Paciente (Nº 26.529) de ese mismo año, que refiere al trato digno y respetuoso, resguardo de la intimidad, confidencialidad y autonomía de la voluntad, y otros documentos de la OMS como la Guía de cuidados en el parto normal del 1996 y sus actualizaciones periódicas, y la Declaración de este organismo de septiembre de 2014 sobre la Prevención y erradicación de la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto en centros de salud, y el Modelo de Maternidades Seguras y Centradas en las Familias de UNICEF7, son algunas de las herramientas legales en las que se sostiene la demanda por el parto humanizado.

En la provincia de Santa Fe se han sancionado en los últimos quince años relevantes legislaciones vinculadas a los derechos sexuales y (no) reproductivos. El Poder Legislativo de la provincia sancionó en septiembre del año 2005 la Ley Nº 12.443 en la que se establece el reconocimiento del derecho de la mujer a estar acompañada durante el trabajo de parto, en el momento del nacimiento y de elegir libremente a la persona. Asimismo, en junio de 2017 adhirió con la Ley Nº 13.634 a la Ley nacional Nº 25.929, Ley de parto respetado, reglamentándose en el año 2019. Actualmente, se encuentra en discusión en las comisiones del poder legislativo provincial una Ley de Regulación de los partos planificados en domicilios.

En la ciudad de Santa Fe la agrupación Doulas de Santa Fe -conformada en el año 2012- representa una actriz clave a la hora de difundir los ideales de humanización del parto. Las mismas suelen estar muy activas cada Semana Mundial por el Parto Respetado, volanteando en las calles, brindando charlas y hablando en los medios sobre estos derechos.

La doula cumple un rol fundamental como acompañante de la mujer en el proceso de embarazo y parto, y socializadora de prácticas maternales vinculadas al cuidado de los/as recién nacidos/as. Si bien no tienen una titulación oficial, manejan conocimientos básicos sobre fisiología del embarazo, parto y puerperio, primeros auxilios, puericultura, lactancia y educación prenatal. A diferencia de las parteras o licenciadas en obstetricia, no pueden realizar ninguna maniobra del quehacer del equipo asistencial como tactar, colocar un suero, suministrar medicamento u hormona sintética, entre otros. La doula no se involucra en cuestiones obstétricas y clínicas, sino que se concentra en el aspecto emocional y espiritual de los procesos, favoreciendo el bienestar de la pareja gestante y el bebé. Ella puede desempeñarse en casas de partos, sanatorios y/o domicilios (Felitti y Abdala, 2018).

También asesoran a la pareja gestante en la confección de un Plan de Partos, documento realizado con el consentimiento del médico en el que la mujer estipula sus preferencias, deseos y expectativas sobre el proceso de parto y nacimiento. Su presencia, al tiempo que cuestiona el conocimiento autorizado del médico (Jordan, 1993) coloca en otra posición a las mujeres embarazadas y parturientas. En una conversación con una gestante y su doula, me planteaban que juntas iban asesorándose y buscando información para los encuentros con el obstetra. Compartir información y trabajar sobre los miedos son cuestiones que las mujeres valoran mucho de los encuentros con las doulas, ya que las posiciona desde otro lugar para plantear y “negociar” sus deseos y expectativas en torno al parto con los obstetras. En palabras de Lucía:

 

Creo que las que douleamos estamos logrando algo, porque las mujeres se están empoderando, están preguntando a los obstetras, se están informando, no se quedan calladas, vienen y nos preguntan estando a punto de parir a ver si es normal lo que les dicen los obstetras. (Lucía, madre y doula, entrevista realizada por la autora)

 

En contraposición a un modelo masculino de atención biomédica de los partos (Davis-Floyd, 2001), el acompañamiento de doulas supone la re-creación de una red femenina de acompañamiento. Así se enuncia en el sitio web del grupo de parteras y doulas en la tradición

 

Nuestra búsqueda se orienta hacia el reencuentro de ese rol olvidado que cubrían aquellas abuelas, madres o comadronas de la comunidad, hermanándonos con las mujeres, al punto de convertirnos en una contención silenciosa y amorosa en el momento de dar a luz, así como nutrir junto a la madre y al padre a ese ser durante su gestación. (Sitio web de parteras y doulas en la tradición)

 

Parir en casa o disputar por un parto respetado en una institución con el acompañamiento de una doula son modos que encuentran estas mujeres para evitar el sobreintervencionismo médico y hacer lugar en los contextos de parto a sus sentimientos, deseos y necesidades íntimas.

 

 

 

Prácticas holísticas en los talleres de humanización del parto

 

 

 

Tiempo después del nacimiento de Luna Maya, su madre, Sofía, relata con estas palabras su parto:

 

Desnuda y en contacto pleno con la naturaleza, pedí a la Pachamama su ayuda, al universo que nos acompañara. Fue en ese momento que supimos que ya era hora, el momento cúlmine se estaba gestando, Luna, nuestra hija a nacer había anclado su alma al cuerpo y nos pedía telepáticamente salir a conocer el mundo. (Relato de parto de Luna Maya)

 

Sofía forma parte del grupo de mujeres que eligieron atravesar sus embarazos y partos con el grupo de doulas y parteras comunitarias en la tradición. Ella y el resto de las mujeres del grupo comparten una serie de valores y estilo de vida asociados con las clases medias blancas profesionalizadas, pero tienen la especificidad de haber decidido parir a sus hijos en sus domicilios. Esta elección y muchas de sus prácticas las acerca a la caracterización que hace Anna Fedele (2016) de la maternidad holística, en la cual el embarazo, el parto y los cuidados en la primera infancia son considerados como importantes eventos espirituales en la vida de la madre y el niño/a. Las madres holísticas (Fedele, 2016) se caracterizan por la importancia que otorgan a la gestación consciente, el parto natural, la lactancia prolongada, el contacto y apego entre madre y bebé, el involucramiento del padre en la crianza, la crítica a la concepción del cuerpo del sistema biomédico y la solicitud de una atención más centrada en las mujeres, la creación de rituales para celebrar el embarazo y el parto, el uso del discurso de la energía y de la categoría de género como un elemento central para la religión y la crítica social, la sacralización del cuerpo y la sexualidad y el énfasis en la realización personal y la autenticidad.

Las mujeres como Sofía que están en la búsqueda de un parto humanizado y respetado participan de talleres de pre-parto y en las rondas de gestantes en donde resuenan frases del estilo sentir y conectar con el propio cuerpo, encontrarnos con nosotras mismas, dejar de teorizar. Los servicios que se ofrecen en los talleres son diversos: yoga, talleres de acompañamiento a la lactancia, rondas de gestantes, gimnasia para embarazadas, despedidas de panza y talleres de alimentación natural, entre otros. La ronda de gestantes consiste en un encuentro entre doulas, la partera y referente del espacio, y las familias a las que se propone ver la gestación, el parto y el puerperio de manera consciente, basados en el amor...para sanar juntos, como tribu. Para saber que cada llegada de un nuevo ser a este lado de la vida, es y siempre será, SAGRADA (Facebook Grupo Ronda de Gestantes). Estas propuestas invitan a las mujeres a tener una relación reflexiva con su cuerpo y revalorizar el conocimiento corporal sobre los procesos de gestación y parto.

Los servicios de preparación del parto y nacimiento que se ofrecen en los espacios de la ciudad de Santa Fe y de los que participan las mujeres entrevistadas están fuertemente influidos de lo que Sointu y Woodhead (2008) denominan espiritualidades holísticas: aquellas formas de prácticas que involucran al cuerpo, que han cobrado visibilidad desde los años ochenta, y que tienen como objetivo la integridad y bienestar del cuerpo, la mente y el espíritu. Tales prácticas permean las prácticas vinculadas a la Nueva Era, pero se extienden mucho más allá de ellas para formar parte de las terapias complementarias y alternativas relativas a la salud, en este caso vinculadas a la gestación y parto. Para las autoras, las espiritualidades holísticas contemporáneas y las prácticas de salud que se derivan sirven para otorgar valor al self en la forma de trabajo corporal, ya que las mismas invitan al sujeto a conectar y explorar con el cuerpo (Sointu y Woodhead, 2008). El punto de partida para la espiritualidad contemporánea es la encarnación física, en la que el cuerpo se presenta como una vía y acceso privilegiado a la vida interna espiritual y emocional. Así lo refleja el comentario de Milagros, psicóloga y doula que dicta cursos de preparto, a quien entrevisté en su consultorio de terapeuta, un espacio -según ella- muy “convencional”:

 

Yo me formé en una institución académica, como muchas de las mujeres que estamos en esto, como vos, pero creo que de lo que se trata es de sacarse ese “chip” académico y teórico que no nos deja sentir el propio cuerpo. Creo que se trata de conocer el cuerpo y acompañar a otras en esa búsqueda tan personal. La maternidad es una gran oportunidad para encontrarnos a nosotras mismas. (Milagros, entrevista realizada por la autora)

 

En el grupo de mujeres analizado observo que las prácticas holísticas y espirituales que se imparten construyen significados sobre los procesos corporales y fisiológicos que las invitan a cuestionar la atención medicalizada e intervenida de los partos. La promoción y adhesión a las prácticas vinculadas a los partos que circulan en los talleres evoca una sensibilidad más delicada en torno al cuerpo (Douglas, 1998). Siguiendo a Douglas, la opción por la delicadeza se inscribe en un continuum de prácticas tales como el vegetarianismo, el ecologismo, las nuevas religiosidades y la elección por terapias alternativas. En este estudio, las explicaciones que las mujeres construyen en relación a la disputa por un parto humanizado se establece a partir de un contraste entre lo que definen como un modelo intervencionista de atención del parto y uno humanizado, donde la idea de conectar con la fisiología del parto se opone a una experiencia descorporeizada e intervenida del mismo.

La búsqueda de una experiencia humanizada de parto es explicada por la afinidad personal con formas naturales y fisiológicas de atención, entendiendo por eso el conjunto de diversos conocimientos y prácticas médicas y de salud que, según ellas, incorporan aspectos emocionales y espirituales además del plano físico-material para comprender e intervenir en el proceso de parto/nacimiento. Es decir, además de hacer propios los supuestos del paradigma de humanización del parto, que recurre a evidencias científicas8, reivindican a su vez una experiencia espiritual en la que se moviliza e interviene una dimensión energética que no forma parte de un argumento científico9. Creo aquí oportuno recuperar el relato de Julieta, partera en la tradición:  

 

La fisiología es sagrada. Eso es lo que profundamente siempre me dio confianza de que las mujeres y los bebés saben parir y nacer. Pero también hay otras cosas invisibles que se juegan en cada parto, que son muy propias de las energías de esa mujer, de esa familia y de ese bebé; que hay que entender qué es lo que se está necesitando para anclar. (Julieta, entrevista realizada por la autora)

 

En este sentido, lo médico-terapéutico y lo espiritual se integran en las experiencias de partos de las mujeres de este trabajo. Observamos que retóricas científicas, naturales y holistas se imbrican y ensamblan en pos de la reivindicación de una experiencia empoderada y espiritual.

 

 

 

 

Parir: notas sobre el trabajo emocional y corporal

 

 

 

En este trabajo partimos de una conceptualización de maternidades en plural, como identificaciones corporales y emocionales, entendiendo a las prácticas maternales como físicas, sensoriales, motrices y emocionales. En este sentido, concebimos que las maternidades se producen a partir de una materialidad, una determinada manera de vivir, sentir y poner en funcionamiento el cuerpo, sancionada dentro de unas instituciones culturales específicas, y que, por tanto, las prácticas maternales son prácticas reflexivo corporales que surgen siempre en la interacción; prácticas que no son ni internas, ni individuales, sino que conforman el mundo social. Así, cobra relevancia el siguiente registro de campo:

 

Las luces están apagadas, lo único que alumbra el salón es la lámpara de sal. Doce mujeres están acostadas en colchonetas, con sus piernas levantadas y apoyadas en la pared. Suena una música instrumental. Rosario, la partera, se me acerca y saluda con un fuerte abrazo. Luego, comienza a dirigir el ejercicio de relajación. “Hay una luz cálida que pasa por todo nuestro cuerpo, por nuestro útero, nuestras tetas se llenan de luz. Nuestras tetas se llenan de leche, se preparan para amamantar. Tengamos presente esa luz, invocar esa luz nos va a ayudar al momento del parto. Conectémonos con nuestro linaje femenino”. (Nota de campo 1).

 

Las mujeres con las que hago campo aprenden y descubren en los talleres la capacidad inherente de sus cuerpos y su instintiva naturaleza femenina para parir.10 Por eso mismo resulta útil explorar las formas de trabajo corporal y emocional que se socializan en esos espacios de promoción de partos humanizados, y considerarlas como una oferta que proporciona un repertorio de habilidades y destrezas emocionales y corporales que las mujeres buscan aprender e incorporar. En este sentido, donde el discurso nativo evoca espontaneidad, sabiduría innata, autenticidad y libertad para parir, desde una perspectiva sociológica sensible al estudio de las emociones y de los cuerpos, encontramos aprendizaje, entrenamiento, trabajo emocional y corporal. Sostenemos que las mujeres estudiadas ponen en juego sus cuerpos y emociones en adquirir una serie de prácticas y técnicas corporales que las predispone a vivir experiencias de partos empoderados11.

 

 

 

 

Aprender a escuchar al cuerpo

 

 

 

Las mujeres de este estudio se han entrenado en otros ámbitos de su vida (recreación, alimentación, estética) en determinadas técnicas corporales (Mauss, 1991) y buscan en estos espacios un entrenamiento corporal similar para atravesar el embarazo y el parto. Las mismas provienen de un grupo social que otorga recompensa al cuidado del cuerpo: muchas han realizado danza, yoga, practican deportes y demuestran conocimiento acerca de una buena nutrición, incluso algunas son vegetarianas o veganas. Como sostiene Le Breton (1990), la valorización y trabajo sobre el cuerpo, así como la manera de descifrar sensorialmente al mundo, están intrínsecamente relacionados con los estilos de vida del grupo social al que se pertenece.

El cuerpo de las embarazadas se presenta como como un sistema de signos, una cobertura simbólica que debe aprender a descifrar a los efectos de poder mejorarla y protegerla (Wacquant, 2006:242). Para que se respete la fisiología de las mujeres y sus decisiones informadas (reivindicaciones para un parto humanizado), previamente deben realizar un trabajo de aprendizaje sobre su cuerpo, conocer su fisiología para construir y darle sentido a las sensaciones corporales. En gran medida, la asistencia a los cursos de preparto consiste en aprender a registrar las sensaciones del cuerpo para poder nombrar los síntomas. Así lo expresa el comentario de Pilar:

 

Y lo viví así, como poniéndole todo lo que tiene que ver con esa transformación, porque el útero crece y se estira un montón, y después sentís la vida adentro que te pulsa, es eso, el útero es el tuyo, ahí está la fusión; y bueno, eso se puede vivir más o menos tensamente, como es un múscularmonizao un poco te invita a eso, por eso las contracciones -como los dolores menstruales-, es como te lo tomes, como algo más doloroso o no; es depende de cómo te lo tomás. Yo es como lo fui experimentando así, de respirar, flashear… (Pilar, entrevista realizada por la autora)

 

A lo largo de los encuentros se ponen en práctica ejercicios de respiración, elongación y meditación, conversan sobre lo que sienten y traducen en palabras las sensaciones corporales, adquieren conocimientos sobre la fisiología del parto. En los encuentros de preparto la partera suele trabajar con una pelvis artificial con el fin de ilustrar dónde se encuentra el canal de parto, y describir la manera en la que los huesos se desplazan durante las distintas fases del trabajo de parto. También indica técnicas corporales y posturas para ayudar a potenciar el movimiento de esas zonas y articulaciones, y así facilitar la apertura y salida del bebé. El cuerpo está preparado para parir, tengan confianza en él, alienta la partera.

Asimismo, en los talleres se reflexiona sobre la centralidad del embarazo y parto en la vida sexual de la mujer, al ser concebido uno de los eventos más importantes de su sexualidad. Algunas doulas trabajan específicamente con la mujer su propia biografía sexual, para poder desandar e identificar algunas heridas que la mujer lleva consigo, y que pueden obstaculizar el parto. Los talleres de bendición de útero12 o las armonizaciones energéticas13 proponen sanar este tipo de heridas. Una bibliografía muy citada para estos abordajes es el libro Pariremos con Placer de Casilda Rodrigáñez Bustos (2010), quien sostiene que entender al parto como un acto sexual implica una aproximación a la sexualidad femenina diferente de la establecida por la dominación patriarcal, que se expresa en una cultura falocéntrica que inhibe la capacidad orgásmica de las mujeres y reniega del útero como fuente de placer (Felitti, 2014).

La sexualidad también es abordada cuando se hace referencia a la oxitocina, conocida como la hormona del amor, la cual, entre otras funciones, es la responsable de la dilatación del cuello del útero tanto en el orgasmo como en el parto; de hecho, para facilitar el comienzo del trabajo de parto las doulas recomiendan a las mujeres masturbarse o tener sexo con sus parejas para alcanzar orgasmos. Los beneficios de la liberación de la oxitocina de forma natural en contraposición de su suministro artificial, es argumentada a partir de la apelación a datos biológicos y fisiológicos y psicológicos. En uno de los apuntes que se repartieron en un taller se explicaba:

 

la oxitocina genera sentimientos de amor, altruismo y tranquilidad. Es también la responsable de los reflejos de eyección del feto, la placenta, la leche materna. Este hecho constituye una prueba de que la fisiología natural del parto está vinculada al placer y no al dolor.

 

En los primeros talleres de preparto las mujeres -en su mayoría primíperas- manifiestan incomodidad con su cuerpo o la imposibilidad de asumir y acostumbrarse a las nuevas sensaciones corporales (cansancio, náuseas, intolerancia a ciertas comidas, hacer todo más lento). Como el joven norteamericano de Howard Becker (2004) que fuma marihuana por primera vez, a medida que las mujeres asisten a los encuentros con doulas y parteras, se apropian de sus consejos y comparten esas experiencias con las demás mujeres, comienzan a armonizar las percepciones sensoriales ya previamente sentidas según un sistema nuevo de referencia para ellas. Los comentarios de Josefina y Pilar lo corroboran cuando narran las formas que encontraban de comunicarse con sus “bebés” durante la gestación.

 

Después aprendí qué se iba desarrollando cada semana en el bebé. En algunas semanas hay más intención de desarrollo de los oídos, por ejemplo. Para eso te ayudan las ecografías. En principio de mi ginecóloga necesité eso, las datas precisas que no podía conocer de otro modo todavía porque no tenía el autoconocimiento que tengo ahora. Yo sentía que podía “limpiarla” a ella también si verdaderamente me conectaba. Yo constelé mi miopía para limpiarla a ella. Lo intencioné cuando estaba desarrollando sus ojos (Josefina, entrevista realizada por la autora).

Yo estaba predispuesta a vivir bien todo el momento; medité mucho también, como que estaba bien encerradita. Fue muy movilizante emocionalmente [...] Y bueno, con ella la comunicación era así, “mamá está preparada, se está preparando, mamá te espera, cuando quieras, vení” [...] Y ahí ya la panza estaba como, la sentía como medio blanda, como más desprendida. Y fuimos y estuvimos así mirando el agua, cantamos una canción; como que le hicimos una despedida a la panza. (Pilar, entrevista realizada por la autora)

 

 

 

Parirás con poder

 

 

 

Desde el colectivo Doulas Santa Fe se invitó a las mujeres a que contaran, a través su Face­book, las cosas que las habían empoderado durante el parto. Algunas intervenciones destacaron: estar informadas, conocer sus derechos, rechazar lo que no les convencía, valoración de lo natural respecto a lo técnico, intimidad, libertad de movimiento, elección libre de las parteras y doulas, trabajar sobre lo miedos, explorar mi cuerpo y emociones, conectar con mi esencia femenina, recuperar la confianza en mi cuerpo. Estas son también las experiencias que se repiten en las entrevistas. En este sentido, cobra validez la hipótesis planteada al comienzo, según la cual las prácticas holísticas de salud otorgan valor al self en forma de trabajo corporal y emocional (Sointu y Woodhead, 2001). A través de los relatos de partos, las mujeres manifiestan el poder que sienten al re-apropiarse de este proceso, un evento sexual y espiritual que, según ellas, les pertenece y les fue expropiado por el intervencionismo médico.

A su vez, la intensidad de la experiencia del parto que las mujeres evocan está ligada en los relatos a la capacidad de atravesar el dolor, glorificándolo como un verdadero rito de paso. Me entregué al dolor y fue la experiencia más intensa de mi vida, señaló una entrevistada. Los relatos de parto sobre el momento de la expulsión del bebé ilustran con claridad la intensidad del dolor vivido:

 

Ese momento sí fue bravo, fue un segundo. Se le llama el “anillo de fuego” vos sentís una energía que sale, que se enciende fuego, es como todos tus ancestros y energía está ahí con vos haciendo esa fuerza. Es ese segundo y después sale el cuerpo al siguiente pujo solo. Y esa fue mi experiencia. Hay otras mamás que ni siquiera tienen que hacer fuerza. Fue bravo, muy intenso. Fue hermoso. (Martina, entrevista realizada por la autora)

 

Es interesante destacar que en el discurso nativo se moviliza una fuerza en los partos, en clave energética, que no encuentra lugar en un argumento cientificista. En los relatos de partos se ve la incorporación de una dimensión no humana (léase en este caso no fisiológica) como la energía que supone una fuerza vital transformadora. Asimismo, comprendemos que la significación que asume el dolor durante el parto y el trabajo emocional sobre el umbral del mismo forma parte del trabajo emocional que realizan las mujeres para vivir sus partos de manera empoderada. En las experiencias de empoderamiento, de ejercicio de autonomía sobre el cuerpo, subyace un gran esfuerzo personal por entrenarse en relación a una delicadeza en torno al cuerpo que las habilita a vivir ese tipo de experiencias. La elaboración de las emociones se evidencia mediante diversas formas mentales activas como:

 

 

 

 

El trabajo sobre el umbral del dolor

 

 

 

La partera toma la iniciativa para dar comienzo al encuentro sobre “cómo calmar el dolor durante el trabajo de parto” [...] “Tengamos en cuenta que en el parto lo que sentimos es un dolor sexual, no es una enfermedad, tiene un desenlace, que es el momento mágico de la llegada de nuestro bebé; no confundamos dolor con sufrimiento. A las contracciones nos gusta llamarlas “ráfagas”. Imaginen ráfagas que vienen y se van, a las que hay que entregarse. (Nota de campo 3)

 

En este registro se pone claramente en evidencia la función que asume el dolor dentro del rito de pasaje que implica el parto para las mujeres. El dolor no es concebido como riesgo ni sufrimiento sino como un aliado. Según sus testimonios: en el parto sentís dolor, pero no sufrimiento. Si estás acompañada y no sufrís maltrato emocional, te duele el cuerpo, pero no el alma, no tenés angustia. Estas sensaciones no se deben quitar o anestesiar.

 

Yo conozco muchas mujeres que, sin saber, no sé si sin saber... A ver, es mucho más fácil saber que te anestesien, no sentir nada, no pasar por nada, que sepas el día en que va a nacer tu hijo, que entregarte a la incertidumbre, al dolor, a la gran apertura que implica no solo física, sino emocional y espiritualmente atravesar el parto. (Camila, entrevista realizada por la autora)

 

Si para algunas mujeres la epidural es una herramienta que pone fin a la maldición original del parto con dolor, para otras es la manifestación de una civilización industrial degenerada, tal como ironiza Bandinter (2010), que va en contra del ideal universal del nacimiento natural y desposee a la mujer de una experiencia irremplazable. Existiría por lo tanto un dolor bueno, natural, y un sufrimiento o dolor malo impuesto por el poder de los médicos. En efecto, la mujer debe entrenarse emocional y corporalmente para poder asumir la importancia del dolor natural y decidir atravesarlo, experimentarlo.

Como reflexiona Carozzi, las palabras con las que se designa el movimiento aparecen aquí íntimamente ligadas con los modos en que éste se enseña, se aprende, se ejecuta (2011:9). Debemos prestar atención a las palabras pronunciadas en distintos contextos, sin disociarlas de los movimientos, posturas y ejercicios corporales que aprenden en los cursos con el fin de correr el umbral de percepción de dolor. El proceso fisiológico que implican las contracciones del útero en tanto proceso involuntario, adquiere diversas percepciones sensoriales según la manera en la que se lo nombre.

En efecto, parte del entrenamiento emocional y corporal sobre el umbral del dolor implica resignificar las contracciones mediante la apelación a las mismas a través de nombrarlas olas, ráfagas. Es decir, las mujeres ven facilitado el proceso de atravesar las contracciones si en vez de llamarlas como tal, aprenden en los cursos de preparto a nombrarlas de una forma más delicada. La necesidad de esta significación y percepción del dolor descansa, según las doulas y parteras entrevistadas, en condiciones no solo biológicas y fisiológicas: nuestro cuerpo está naturalmente diseñado para concebir, gestar y parir, el parto es un evento natural e involuntario, sino también espirituales: millones de mujeres han parido antes que nosotras y que esa sabiduría primal y ancestral está en nuestros genes. Son muchos los relatos de las que desean vivir esta decisiva iniciación femenina (Badinter, 2010), como han hecho las generaciones pasadas y como hacen todavía las mujeres de otras culturas, vistas como más cercanas y conectadas a la naturaleza. En este sentido, opera una esencialización y sacralización del cuerpo femenino, el cual por naturaleza y por instinto está preparado para la tarea de parir. Así lo manifiesta Valentina:

 

A mí los partos me despertaron eso, yo siento como que tenemos una ancestra, una vieja, una antigua adentro que es hermética. Para parir yo conecté con esa ermitaña las dos veces. (Valentina, entrevista realizada por la autora)

 

Como alternativas a la medicalización del trabajo de parto, las doulas (reivindicando la menor intervención posible sobre los cuerpos de las mujeres, el respeto por los tiempos naturales y las necesidades emocionales) proponen una serie de ejercicios y métodos analgésicos no farmacológicos para aliviar el dolor: manteos y masajes en el sacro, ejercicios de respiración para atravesar las contracciones, baños de asiento con hierbas, preparación de infusiones, meditaciones, ejercicios de vocalización, recomendaciones sobre cómo generar un ambiente más cálido y contenedor para el parto con música y aromas del gusto de cada mujer, ejercicios con la pelota, entre otros. En los relatos de parto analizados las mujeres insisten en remarcar los movimientos, las posturas, los ejercicios y las diversas terapias holísticas de las que se valieron.

En uno de los encuentros, una partera comentaba la importancia de la vocalización y el canto durante el trabajo de parto, no solo por la explicación fisiológica (mantener la boca y mandíbula relajadas, ayuda a permitir que se abra el cérvix; al mismo tiempo que los tonos vibratorios que se emiten facilitan que la madre desconecte el neocortex, conectando con el cerebro primitivo, responsable de la secrección de endorfinas y oxitocina, provocando una sensación de bienestar y beneficiando la dilatación), sino también espiritual, en la medida en que cada canto y vocalización es un llamado que hacemos para que nuestro hijo baje pronto a la Tierra.

 

 

 

Viaje al planeta parto

 

 

En las rondas de gestantes, la partera comparte un relato donde se narra que las mujeres, cuando están en el momento más intenso del trabajo de parto, abandonan sus cuerpos y viajan al planeta parto a reunirse con las almas de sus bebés, para regresar a este mundo, a la tierra, juntos. Esta clave interpretativa para significar el parto se refleja en el siguiente relato:

 

y la vemos encenderse en el más profundo momento instintivo ancestral, conectada con todas las fuerzas de la naturaleza.... me emociona profundamente, siento mi corazón galopar, una cápsula de energía cósmica la envuelve, llama a Lucia, le pide que venga, llora, esta incómoda [...] Cele vuelve a pujar lanzando un grito que resuena en el más allá... Su fuerza es incalculable, se ve tan poderosa que no tengo dudas de que lo logrará... Lucía sale cada vez más... (Relato de parto de nacimiento de Lucía Aurora)

 

Esta asociación de la mujer a la naturaleza se valida cuando observamos que la medida del tiempo de gestación adquiere ciertas particularidades al establecer conexiones de orden simbólicas con los ciclos lunares, una asociación frecuente en espacios de espiritualidades femenina -círculos de mujeres, talleres de menstruación- y que tienen anclaje material en libros sobre el tema -como Luna Roja de Miranda Gray (1994)-, aplicaciones para teléfono celular, calendarios y agendas lunares.

 

Y Ela nació en esa pieza, en la semana 39 a término, al tercer día de la luna nueva, la lunita de pancita finita es la luna de ella. También yo estuve mucho como viendo a ver cuándo iba a nacer, viendo la fecha, sientiéndola con la luna. Yo decidí; como que me parecía que iba a ser en esos días. El cuatro era la luna nueva y nació el siete. Y el seis yo estaba re predispuesta y le había dicho que era un re lindo día para que nazca. (Pilar, entrevista realizada por la autora)

 

Yo ya estaba muy ansiosa y preocupada. Estábamos ya en la semana 41, había cambiado la luna y Sayén no nacía. (Guillermina, entrevista realizada por la autora)

 

Las mujeres se apropian de manera diferencial del relato del viaje al planeta parto y de la representación de la mujer ligada a un orden natural y espiritual, a la hora de interpretar y relatar sus propios partos, como lo muestra el caso de Josefina, quien, en sus palabras, tuvo una cesárea innecesaria y para nada respetada.

 

Rosario dice por ahí -esto es también bastante espiritual o esotérico- que hay un momento en el parto que la mujer se va y se conecta con el planeta parto. Científicamente hablando en realidad se deja llevar por la parte más primitiva del cerebro, el neocortex deja de funcionar se bloquea para dejar paso a los procesos más primitivos que rigen en otras partes del cerebro –eso está científicamente probado-; bueno para Rosario eso es que la mamá viaja al Planeta Parto a buscar al alma del bebé, como en una intervención angelical, como que hace un relato muy lindo. Y de alguna forma es un poco así, si vos no sos activa en tu propio parto, y no podés hacer ese trabajo vos después lo tenés que hacer, después te lo cobra la vida, y te lo cobra en el puerperio cuando ya tenés a tu bebé y cuando no te podés comunicar con él, con vos y estás como en el ojete y no sabés qué mierda le pasa, qué mierda te pasa a vos. (Josefina, entrevista realizada por la autora)

 

La explicación de Josefina sobre su puerperio angustioso y la imposibilidad de comunicarse con su bebé, la encuentra en no haber podido parir con conciencia, en la imposibilidad de haber vivido activamente su parto. Este fragmento de entrevista nos habilita a ver que al interior de los grupos de mujeres analizados los discursos y evidencias cientificistas se articulan con retóricas espirituales.

Asimismo, los relatos de parto presentan una valoración positiva del cuerpo de la mujer paridora y una identificación del parto con lo femenino, lo natural, lo espiritual e íntimo. Se construye la representación de un cuerpo que sabe por instinto parir naturalmente, una mujer que puede prescindir del intervencionismo biomédico que medicaliza y patologiza procesos naturales como el embarazo, parto y nacimiento.

 

Me sentí tan mamífera en los dos partos. …Tenía una confianza plena en una sabiduría superior. En un momento del parto de Aukán, la partera me dice que me dé una ducha caliente, pero yo me quería parar, ya era como... ya estaba ahí, y no podía caminar, entonces me acuerdo de esa cuestión de quererme erguir, y decir: “no, pará, soy una mamífera pariendo”, entonces voy como media agachada, cuando yo entro a la ducha, Hernán me trae un banquito y yo como que me recuesto así, y no siento más dolor, yo de ahí en más siento como una entrega, como decir: “¡ya está!” No sé, como que pasas a otra órbita, del dolor, el dolor, no sé, no, no pasa a ser algo como fundamental, es como que te entregás, no sé, es una maravilla, es hermoso, yo no tengo más palabras que decir que es hermoso, y el agua caliente en la espalda fue hermosa. (Lorena, entrevista realizada por la autora)

 

Asimismo, muchas de las mujeres entrevistadas apelan a un lenguaje espiritual para expresar el carácter sagrado que para ellas reviste su cuerpo.

 

El parto es una entrega, una confianza tan grande, no sé, no sé en qué, o sea, en el transcurso del embarazo yo había apostatado, no había religión, era eso, era como, esa sabiduría que nos viene de adentro de lo mamífero, de una energía ancestral, que no puedo ponerlo en palabras pero que lo sentís. (Juliana, entrevista realizada por la autora)

 

Este proceso de sacralización del cuerpo femenino ligado a un orden natural lejos de esclavizarlas e infantilizarlas -como lo sostienen ciertos feminismos- las torna poderosas, lobas, dueñas de una energía incalculable. Para cierto feminismo (De Beauvoir, 1949, Firestone, 1970 y Badinter, 2010) asociar sacralidad a la maternidad tiene connotaciones políticas negativas al producirse una identificación con la maternidad a expensas de la subjetividad de la mujer. Sin embargo, para las mujeres de este estudio, sacralizar la gestación, el embarazo y el parto, pensar estos procesos como hechos profundamente espirituales, no las descorporiza ni mina sus subjetividades en tanto mujeres, sino que las dota de un poder exterior. Como reflexiona Ramírez Morales (2016) cuando estudia la menstruación desde la perspectiva espiritual del sagrado femenino,

 

pareciera entonces que se trata de dar un nuevo sentido a la relación mujer-naturaleza al considerar que las mujeres más que estar sujetas a sus ciclos y procesos, ellas mismas pueden utilizar la relación con sus cuerpos como un medio de empoderamiento y de acercamiento con lo sagrado. (p. 139)

 

 

 

Reflexiones Finales

 

 

 

En un contexto de debate público sobre la violencia obstétrica y los derechos del parto, en el que intervienen diferentes activismos de mujeres y feministas, representantes de poderes públicos, del sistema médico y de terapias complementarias/alternativas, en este artículo se accedió a una definición de parto humanizado construida por las mismas madres que participan de talleres y grupos atravesados por el discurso de las espiritualidades holísticas. A través de sus relatos de partos señalé cómo construyen una noción de humanización en conflicto y en tensión con un modelo intervencionista y medicalizado, que descansa en una sensibilidad más delicada en torno al cuerpo (Douglas, 1998) y en una fortaleza adquirida a través de la experiencia corporal y espiritual concebida por las propias mujeres en clave de empoderamiento. Para ellas tomar conciencia y conocimiento del cuerpo y de los cambios fisiológicos que éste experimenta durante la gestación y el parto resulta crucial para facilitar y poder atravesarlo de la manera más natural.

La información recabada y analizada muestra que no opera en las mujeres una ruptura radical con la biomedicina, sino más bien acercamientos y distancias puntuales al sistema de salud, al que las mujeres reclaman un mejor trato (acompañamiento, respeto por los tiempos naturales, respeto por la autonomía y decisiones de la pareja, etc.), ya que comprenden a la persona en su aspecto emocional y espiritual. Es decir, los significados y experiencias sobre sus gestaciones y partos se encuentran permeados por leyes y recomendaciones internacionales de organismos como la OMS que promulgan la humanización de los partos, como también por elementos y discursos de las nuevas espiritualidades.

También señalé que los significados en relación a los procesos de embarazo y parto humanizado que construyen se articulan con una representación sacralizada y esencializada del cuerpo femenino. En los relatos y observaciones citadas, la entrega en el parto de las mujeres ante una fuerza y energía poderosa, la sobrevaloración de la naturaleza y sus cuerpos sobre la ciencia y la tecnología, dan cuenta de la significación del parto como un evento de profunda espiritualidad. En efecto, la presencia de un discurso espiritual y la apelación a lo natural y el instinto, temas que generalmente en el campo académico y en la militancia feminista se presentan como impedimentos y obstáculos para la adquisición de derechos sexuales y reproductivos, revisten para estas mujeres anclajes que posibilitan procesos de agencia y autonomía corporal.

Ahora bien, contra la visión de un individualismo radical que caracterizaría a la espiritualidad moderna (Carozzi, 2000) y el sesgo autonómico de las mujeres, pude evidenciar cómo la relación reflexiva con sus cuerpos y las experiencias de partos empoderados y los procesos de autonomía y agencia corporal que las mujeres vivencian devienen de entrenamientos corporales y emocionales que son aprendidos en las interacciones que establecen en los grupos en los que participan. Queda para futuros trabajos abordar los modos en que estos entrenamientos corporales y emocionales que proponen empoderar a las mujeres, no crea sujeciones a nuevas existencias, mutando el discurso del terreno de la libertad y el placer al de la responsabilidad y de la culpa.

 

 

 

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1 Con la finalidad de preservar el anonimato y salvaguardar la confidencialidad de las mismas utilizo nombres de fantasía.

2 Al momento de la entrevista las mujeres las mujeres ya habían parido.

3 En esta instancia del trabajo de campo no entrevistamos a médicos/as involucrados/as y comprometidos/as de la ciudad con el paradigma de humanización del parto.

4 El servicio de doulas y parteras, y los cursos de preparto son arancelados. La asistencia a las rondas de gestantes y talleres de lactancia y crianza son gratis, pero se recomienda una colaboración para las facilitadoras.

5 Según Hochschild, la cultura está plagada de normas emocionales que regulan qué, cómo cuándo y cuánto debemos sentir. Por reglas del sentir refiere a normas emocionales, creencias acerca de las emociones y nociones acerca de cómo se debe atender, codificar, apreciar, gestionar o expresar los sentimientos.

6 Este grupo de parteras, en la tradición, no tiene una titu­lación formal, sino que se formó en la Escuela de Parteras Comunitarias en la Tradición, fundada en 2008 y ubicada en Villa General Belgrano, provincia de Córdoba. Se defi­nen como comunitarias porque buscan recuperar el rol de las parteras en las comunidades donde se insertan, constituyéndose éstas en referentes de salud. A su vez plantean el objetivo de volver a las raíces y recuperar capacidades ancestrales de las parteras tradicionales y originarias, distanciándose de los saberes de la biomedicina, en favor de conocimientos espirituales y de la tierra (Felitti y Abdala, 2018).

7 Las Maternidades Seguras y Centradas en la Familia (MSCF) son aquellas que promueven la participación activa de la mujer y la familia a lo largo de todo el proceso de atención del embarazo, parto y seguimiento del bebé. Desde el año 2010, UNICEF, el Ministerio de Salud de la Nación y los ministerios provinciales impulsan esta iniciativa que actualmente es una política del Estado nacional.

8 Como también lo señala Fornes, la expresión “está científicamente probado” aparece sistemáticamente en los relatos de las mujeres participantes de los grupos analizados, como fórmula discursiva que permite legitimar las demandas contra las altas tasas de cesáreas, episiotomías, la inducción de los partos, el corte tardío del cordón, entre otras prácticas que consensuan la evidencia clínica con el activismo por un parto humanizado (2011:139).

9 Para un mayor desarrollo de los modos en que la energía como entidad no humana se vuelve clave al intervenir y formar parte de las vivencias de gestación de las mujeres que están en búsqueda de experiencias humanizadas y empode­rantes, ver Abdala (2021).

10 Estos hallazgos también se encuentran en el trabajo de Lázzaro (2018) sobre rondas de gestantes en la ciudad de Córdoba.

11 Me refiero a partos empoderados no como categoría analítica sino como categoría nativa que utilizan las mujeres.

12 La bendición de útero es un ritual de sanación desarrollado y sistematizado por Miranda Gray. En la misma se canaliza la energía del “divino femenino”, con el fin de limpiar las memorias de dolor de nuestro útero y brindar sanación a todos los niveles del ser de las mujeres: físico, emocional, mental y espiritual. (Belén, doula, entrevista realizada por la autora).

13 La armonización energética consiste en equilibrar los centros energéticos principales de la persona, que son los 7 chakras, para que tengan un funcionamiento adecuando, con el fin de armonizar la energía del cuerpo más sutil (el cuerpo energético). Se trabaja con sesiones individuales.