La exportación del modelo think tank en Argentina

Evolución institucional del CEDES y su relación con la Fundación Ford (1975-1989)

 

Think Tank model exportation in Argentina

Institutional evolution of th CEDES

and its relationship with de Ford Foundation (1975-1989)

 

Juan Jesús Morales | ORCID: orcid.org/0000-0002-0616-0449

juanjemorales@hotmail.com

Universidad Católica Silva Henríquez

Chile

 

Peter Mitchell | ORCID: orcid.org/0000-0002-4487-1786

petemitch24@gmail.com

Universidad de Buenos Aires

Argentina

 

Recibido: 5/5/2021

Aprobado: 8/6/2022

 

Resumen

El presente artículo examina la evolución institucional del Centro de Estudios Estado y Sociedad (CEDES). Este caso específico posibilita el estudio analítico de cómo el modelo de think tank estadounidense fue recibido críticamente por un centro académico argentino y cómo la Fundación Ford cumplió un rol fundamental a la hora de exportar este tipo de institución. El recorte temporal se justifica por el año de creación del CEDES y el final del gobierno de Raúl Alfonsín, un arco histórico que permite observar el tránsito, con sus matices, límites y conciliaciones, de este centro académico a una institución de tipo think tank. Respecto a la metodología, se han utilizado entrevistas semiestructuradas, documentos del CEDES y de la Fundación Ford. Se concluye que este centro académico batalló por su proyecto intelectual y se resistió a asumir las funciones típicas de un think tank estadounidense.

 

 

 

 

Palabras clave: Cedes, Centro Académico Independiente, Think Tank, Fundación Ford, Argentina.

 

Abstract

This article examines the institutional evolution of the Center for the Study of State and Society (CEDES). This case study allows for an analytical review of how the American think tank model was received critically by those at the Argentine academic center, and the fundamental role that the Ford Foundation played in its attempt to export this type of institution to Argentina. The period of study begins with the year of CEDES’ founding and concludes with the end of the Raúl Alfonsín administration; a period of time in which can be observed the transition of CEDES, along with its nuances, limits, and conciliations, from an academic center to an institution with characteristics of that of a think tank. With respect to methodology, supporting evidence was gathered via semi-structured interviews as well as documents from CEDES and the Ford Foundation. It is concluded that this academic center fought for its intellectual project and resisted assuming the typical functions of an American think tank.

 

Keywords: CEDES, Independent Academic Center, Think Tank, Ford Foundation, Argentina.

 

 

 

 

 

Introducción

 

 

 

La inestabilidad política padecida en Argentina durante la segunda mitad del siglo XX afectó el desarrollo de sus ciencias y de sus instituciones académicas y universitarias. Los quiebres democráticos y la persecución ideológica alteraron en numerosas ocasiones el ejercicio de la libertad académica y trastocaron no pocas reformas educativas o procesos de consolidación del sistema científico nacional. En la década de 1970, en respuesta a la inestabilidad política, a la crisis universitaria y a la falta de una base institucional para la realización de investigaciones independientes, varios científicos sociales recurrieron a las agencias internacionales para fundar sus propios centros académicos autónomos. Algunos de estos centros, que emergieron como refugios transitorios a la espera de la normalización de las universidades, luego se convirtieron en think tanks durante la transición democrática.

En este artículo nos detendremos en el caso concreto del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), financiado en sus inicios por la Fundación Ford. Este centro académico, creado en el año 1975 gracias a una ayuda financiera de esta institución filantrópica estadounidense, concentró a una pléyade de importantes científicos sociales e intelectuales, tales como Guillermo O’Donnell, Oscar Oszlak, Elizabeth Jelin, Adolfo Canitrot, Jorge Balán, Marcelo Cavarozzi, Roberto Frenkel u Oscar Landi. De esta forma, observamos cómo esta ayuda financiera sirvió para proteger a este reducido número de académicos, evitando con esa medida el obligado exilio, y a la vez rastreamos hasta qué punto la donación filantrópica condicionó sus líneas de investigación en temas tales como el Estado, el cambio social o la economía, e influyó también en el acercamiento y tránsito de varios de estos intelectuales al ámbito de la política. Por tal motivo, el objetivo principal de este trabajo es analizar la evolución del rol que cumplió el CEDES durante la dictadura cívico militar (1976-1983) y el gobierno democrático de Raúl Alfonsín (1983-1989), examinando en particular la emergencia de este centro como uno de los primeros think tanks en Argentina (Thompson, 1994; Heredia, 2011).

Un eje central del análisis propuesto es comprender la relación mantenida entre el CEDES y la Fundación Ford en cuanto a la capacidad de esta institución filantrópica de plantear sugerencias y delimitaciones de la agenda, de las líneas y de los temas de investigación del centro académico argentino. En este trabajo nos interesa, por tal motivo, identificar la pretensión de la Fundación Ford por convertir al CEDES en un centro pragmático, a semejanza de las funciones típicas de cualquier think tank estadounidense, y la resistencia, en cambio, del centro argentino por seguir adelante con un proyecto más intelectual y de reflexión política. De hecho, en las siguientes páginas se mostrará cómo la financiación extranjera permitió la subsistencia y la conquista de espacios de autonomía del CEDES en un contexto difícil y violento como fue el de la dictadura cívico militar en Argentina, a la vez que este centro trataba de incorporar críticamente las orientaciones de la Fundación Ford y conciliarlos con sus propios intereses académicos, intelectuales o políticos.

De esta forma, sobresalen en los hallazgos los matices, ciertas disconformidades y algunos disensos de esta relación entre instituciones, pero también se encuentran los acuerdos y las capacidades de negociación de la entidad receptora de recursos con la entidad financiadora, estableciéndose una relación heterónoma entre la autonomía y la dependencia académica (Beigel, 2010). Fue una situación compleja para el CEDES en los años de la dictadura cívico militar, pues la situación política puso al centro de estudios en una situación de dependencia respecto a la Fundación Ford, al no tener posibilidad de conseguir financiamiento público o nacional. Precisamente, este enfoque sobre la dependencia es el adoptado en el presente artículo, el cual es complementado con perspectivas propias de la sociología política y la historia intelectual latinoamericana (Baca Olamendi y Cisneros, 1997) pues el caso específico del CEDES posibilita un estudio analítico de cómo el modelo de think tank estadounidense fue recibido por un centro latinoamericano y cómo la Fundación Ford cumplió un rol fundamental a la hora de exportar este tipo de institución en la región. El recorte temporal se justifica por el año de creación del CEDES y el final de la administración de Raúl Alfonsín, de la cual muchos investigadores del centro formaron parte; un arco histórico que nos permitirá observar con más claridad el tránsito de este centro académico a una institución de tipo think tank. Nos apoyamos en entrevistas realizadas a informantes clave, en documentos del CEDES y de la Fundación Ford que fueron analizados por medio del análisis de contenido para así comprender las claves explicativas de esta evolución y cumplir con el objetivo principal propuesto1.

 

 

 

Sobre el modelo think tank: discusión y exportación en América Latina

 

 

 

Para comprender el tránsito institucional del CEDES haremos en este apartado un breve repaso a la discusión teórica del modelo think tank y prestaremos atención a su recepción en América Latina. La literatura especializada, sobre todo la anglosajona, cuenta con una gran tradición y ha hecho un esfuerzo sistemático por dar contenido a esta categoría, por elaborar tipologías con el fin de clasificar a estas instituciones de la sociedad civil y también por rastrear sus orígenes históricos (Stone, 1996; Wiarda, 1999; Rich, 2004; McGann y Whelan, 2020). Desde América Latina, en cambio, el estudio de los think tanks se ha ido desarrollando de manera sistemática y continuada en los últimos años (Mendizábal y Sample, 2009; Garcé y Uña, 2010; Salas-Porras, 2018). Principalmente, en la región han proliferado los trabajos dedicados a comprender su participación en la vida política democrática, el estudio de casos sobre think tanks de derechas, centros de pensamiento neoliberales y conservadores, así como también su vinculación con los partidos políticos (Fischer y Plehwe, 2013; Rocha, 2017 y 2019). Sin embargo, y a pesar de haber una abundante bibliografía sobre el tema, no existe consenso sobre lo que sería un think tank típico o modelo” (Alenda, Gartenlaub y Fischer 2020:121).

En efecto, es problemática la caracterización de estos centros. No obstante esta dificultad, entendemos el concepto de think tank como un instituto o centro académico que tiene la función principal de realizar investigaciones sobre un tema o un grupo de temas seleccionados, con el objetivo de movilizar la opinión pública y proveer una base de información útil para la formulación y elaboración de políticas públicas. Según McGann, los think tanks son organizaciones que generan investigación orientada a la política, al análisis y al asesoramiento sobre cuestiones nacionales e internacionales, y que permiten al público tomar decisiones informadas sobre cuestiones de política (2015:8). Hablamos, en síntesis, de conocimiento aplicado, proveniente muchas veces de los campos de las ciencias sociales y de la ciencia política, pero con el claro objetivo de influir en la opinión pública y, sobre todo, en la acción política de los gobiernos, los partidos políticos y el campo de poder en general.

El país en el que se ha desarrollado más el modelo think tank es, sin duda, Estados Unidos (Medvetz, 2012). Durante la primera mitad del siglo XX, la labor de los think tanks estadounidenses consistía, por lo general, en la elaboración de informes para el gobierno e investigaciones “científicas” más que en realizar estudios partidarios o ideológicos. No obstante, nacieron con el objetivo de ser centros de incidencia en las políticas gubernamentales, poseyendo también mayor o menor filiación política. A partir de la década de 1950 empezó a cambiar radicalmente el papel que cumplieron estos centros, desempeñándose tanto en el ámbito académico como en el escenario político, jugando un papel instrumental en la formulación y elaboración de políticas públicas y en el encauzamiento de la opinión pública sobre los asuntos políticos. Lamo de Espinosa los describe como organizaciones que realizan investigación y propuestas en temas de interés público, tales como políticas públicas, estrategia política, economía y finanzas, seguridad, terrorismo y, en general, relaciones internacionales (2018:307). El modelo think tank alude también al carácter profesional que la política desarrollaría en Estados Unidos durante todo el siglo XX. Ese proceso de especialización de la actividad política coincidiría con la diferenciación y mayor complejidad de las tareas del Estado moderno a la par que el desarrollo de la sociedad civil y de sus medios de comunicación y la emergencia también de nuevas instituciones partícipes de la actividad democrática.

El origen de los think tanks en América Latina es, en cambio, bien diferente a lo sucedido en Estados Unidos y está ligado a los llamados centros académicos independientes (Brunner, 1985; Lladser, 1986; Brunner y Barrios, 1987). Esta categoría remite a la conformación a nivel regional de un sector de nuevos organismos e instituciones de investigación y difusión de las ciencias sociales y la ciencia política, de naturaleza colectiva y regidos por un estatuto privado. Los centros académicos independientes fueron resultantes, principalmente, de los procesos de diferenciación de los sistemas nacionales de enseñanza superior y de investigación científica que se desarrollaron en América Latina (sobre todo en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay) bajo el contexto de las últimas dictaduras cívico militares (Morales y Algañaraz, 2016). Muy importante para la creación de estos centros académicos fue la ayuda de la cooperación internacional como las agencias estadounidenses Fulbright Program o USAID, la canadiense International Development Research Centre (IDRC), la Swedish Agency for Research Cooperation (SAREC), la NOVID-CEBEMO de Holanda o la CNRS-CCFD de Francia (Beigel, 2010:53), y de las instituciones filantrópicas estadounidenses, destacando en esos años la extensa red de centros académicos independientes articulada alrededor de la Fundación Ford (Morales, 2017).

Por ejemplo, el Centro Brasileño de Análisis y Planeamiento (CEBRAP) fue el primer centro latinoamericano que recibió financiamiento de la Fundación Ford en 1969. En 1970 apoyó en Colombia la creación de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (FEDESARROLLO). También ayudó a fundar el Instituto de Estudios Peruanos (IEP), como en Uruguay la Fundación Ford jugó un papel importante en la creación en 1975 del Centro de Investigaciones Económicas (CINVE) y del Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESU). Ese mismo año era fundado en Argentina el CEDES con fondos de la Fundación Ford. El año siguiente se crearía en Chile la Corporación de Investigaciones Económicas para Latinoamérica (CIEPLAN) (Fox y Manitzas, 1980). Esta incipiente red jugó un papel fundamental como lugar de refugio de científicos sociales e intelectuales latinoamericanos, proporcionándoles una plataforma institucional que les permitió seguir trabajando en sus respectivos países bajo un entorno autoritario. Pudieron, además, realizar investigaciones conjuntas sobre temáticas regionales emergentes, como las llamadas políticas de normalización económica aplicadas por las dictaduras militares del Cono Sur y que significaron la implementación del modelo neoliberal y la aplicación más extrema de la ortodoxia monetarista y librecambista de la Escuela de Chicago y de las ideas de Milton Friedman (Foxley, 1982). Por estas y otras investigaciones los intelectuales de estos centros obtuvieron un cierto grado de prestigio y reconocimiento en la región como importantes productores de conocimiento crítico y saber experto.

Ya durante la década de 1980, cuando varios países de la región empezaron las transiciones democráticas, muchos de los individuos que ahora están ocupando cargos importantes en el diseño de políticas dentro de los nuevos gobiernos democráticos provienen de o han sido influidos directamente por estos centros independientes (Ford Foundation, 1986). Por supuesto, estamos analizando élites intelectuales que tuvieron el apoyo suficiente para vincularse con la política y generar cambios en sus respectivos países de manera similar a los think tanks estadounidenses. Pues, según Dezalay y Garth, las inversiones en conocimiento provenientes del exterior también lograron reproducir una clientela de protegidos que ocupaban posiciones bastante similares en los ámbitos de poder de sus propios países (2005:219). La experiencia del CEDES y su relación con la Fundación Ford permite el análisis de la recepción de este modelo de think tank estadounidense como un complejo proceso de negociación, reinterpretación y reelaboración de esta categoría. Incluso este proceso presenta actos de resistencia por parte de las y los miembros del CEDES, ya que estos procesos de transferencia y adopción de modelos institucionales no son lineales ni tienden a la pasividad de los agentes. Veámoslo a continuación.

 

 

 

Antecedentes y primeros pasos del CEDES

 

 

 

El CEDES fue creado en Buenos Aires en julio de 1975 a partir de una donación de la Fundación Ford2. Según la visión de la propia institución filantrópica, la creación de este centro se debió a que un “pequeño contingente de científicos sociales argentinos (…) deciden mantenerse en su país para investigar la cruel y devastadora realidad en la que vivían y ayudar a buscar una alternativa humana a ese proceso.” 3 Sin embargo, la relación entre la Fundación Ford y los investigadores del CEDES se remontaba a una década antes, cuando a mediados de los 60 la Fundación financió en el Instituto Torcuato Di Tella la creación de un centro académico dedicado a la ciencia política y a la administración pública: el Centro de Investigaciones en Administración Pública (CIAP). Aquel programa contemplaba la formación de un plantel de investigadores con estudios de posgrado en universidades estadounidenses. Entre los investigadores que recibieron becas de la Fundación Ford para estudiar sus doctorados en Estados Unidos destacan varios miembros del núcleo fundador del CEDES: Guillermo O’Donnell, Oscar Oszlak, Marcelo Cavarozzi y Horacio Boneo.4

Las estadías de estos investigadores argentinos en los Estados Unidos les permitieron aprender las técnicas y conocimientos especializados en la ciencia política, así como también tuvieron la oportunidad de establecer contactos personales y académicos con miembros importantes del circuito intelectual internacional, como Albert Hirschman o David Apter, quienes además tuvieron una estrecha relación con la Fundación Ford. Por ejemplo, Hirschman trabajó como consultor para la Fundación Ford en varios proyectos financiados en América Latina durante de las décadas de 1960 y 1970. Además, fue profesor visitante en varias universidades latinoamericanas, y es citado por Guillermo O’Donnell y Oscar Oszlak como uno de los profesores más influyentes en sus trayectorias intelectuales y académicas (Camou y Soprano Manzo 2007:192). David Apter, por su parte, fue profesor de varios de los becarios de la Fundación Ford durante su tiempo como director del Programa de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de California-Berkeley. Además de ser el profesor de Marcelo Cavarozzi y Oscar Oszlak durante sus estudios de posgrado en la Universidad de California-Berkeley, fue profesor de Guillermo O’Donnell durante su tiempo en Yale (Camou y Soprano, 2007:192-197). Al igual que Hirschman, Apter tuvo una estrecha relación con la Fundación Ford y trabajó como consultor en América Latina en varios proyectos durante las décadas de 1960 y 1970. 

Estos investigadores regresaron a Argentina a principios de la década de 1970 con títulos de posgrado y con contactos personales e intelectuales obtenidos en el extranjero. Gracias a esos capitales académico y social, empezaron a ocupar cargos como consultores y asesores técnicos en varias instituciones nacionales y en organismos regionales e internacionales como, entre otros, CLACSO, la CEPAL, la ONU y la OEA5. La participación de los investigadores argentinos en estas organizaciones les otorgó legitimidad y reconocimiento por parte de la comunidad académica regional y también por parte de los propios oficiales de la Fundación Ford. En efecto, fueron vistos de manera muy positiva por esta institución filantrópica en cuanto su capacidad de fomentar colaboraciones con otros investigadores y organismos de la región, como en establecer vínculos políticos importantes que pudieran ser claves a futuro. En palabras de James Gardner, oficial de la Fundación Ford, estamos claramente apostando por los individuos aquí involucrados6.

No extraña que ante el contexto de inestabilidad política y de fuerte polarización ideológica que padecía Argentina a principios de la década de 1970, con una crisis universitaria análoga y con falta de una base institucional para el estudio de las ciencias políticas, la Fundación Ford decidiese apoyar a este grupo de investigadores en la creación del CEDES. Ello significaba, además, una apuesta por intentar comprender las causas principales del deterioro político en el país y generar modelos conceptuales para un futuro escenario democrático. El tema del Estado elegido por el CEDES en este sentido fue de suma importancia para los oficiales de la Fundación Ford, pues según Kalman Silvert, tomamos la decisión unánime de que en algún lugar de la trama de fenómenos que llamamos “Estado”, “nación”, “participación”, “ciudadanía” y “gobierno” yacen las posibilidades más prometedoras para entender el desarrollo latinoamericano7.

El CEDES les proporcionó a estos investigadores argentinos, además, una plataforma para consolidar una importante red de contactos académicos regionales e internacionales (Brunner y Barrios, 1987:131-132). Durante la dictadura militar, el centro jugó un papel central en la producción de conocimiento como sede central del Grupo de Estudios sobre el Estado de CLACSO, del cual Guillermo O’Donnell y Oscar Oszlak fueron fundadores. De hecho, CLACSO fue clave para el funcionamiento de los centros académicos latinoamericanos y sus integrantes, actuando como un foro de intercambio y una plataforma de encuentro, proporcionándoles mayor acceso al circuito regional y posibilitando la realización de trabajos colectivos (Bayle, 2008). Para los investigadores del CEDES este espacio fue clave para consolidar también su prestigio en la región como expertos en los estudios sobre el Estado y la administración pública. Además, estos vínculos de cooperación académica calzaban con la estrategia de la Fundación Ford respecto a este centro a la hora de establecer “redes”, pues sirvieron como vehículos no sólo para introducir a los argentinos en el tejido de las becas latinoamericanas, sino también para extender el alcance de la ciencia social latinoamericana a los colegas de otras regiones8.

Durante los primeros años, el proyecto intelectual del CEDES destacó, además de estudiar al Estado argentino y latinoamericano, por su programa de investigaciones destinado a explicar las dinámicas del autoritarismo en América Latina y las nociones de dominación y poder en las sociedades de la región. Estos estudios se complementaban con trabajos económicos y de análisis de documentos. Según la declaración de objetivos de esta institución del año 1977,

 

el conocimiento de la actual situación socioeconómica y política de los países latinoamericanos requiere discernir la especificidad histórica y contemporánea de sus estructuras productivas, sus clases sociales, sus mecanismos de dominación y sus estados. La meta principal del CEDES consiste en contribuir a ese conocimiento y a la exploración de alternativas de cambio respecto de la situación y tendencias observables en la región. Reseña de Actividades (CEDES, 1977:1)

 

En palabras del propio O’Donnell, estaban dedicados a la comprensión y al replanteo crítico de la problemática de la dominación, en la que las clases y Estado constituyen un momento de privilegiada importancia9.

Los trabajos del CEDES se orientaron, por tanto, a categorizar el concepto de dominación dentro del plano social (estructura de clases y expresiones organizativas) y del plano político (estudio del estado y la vinculación con el primer plano)10. El conocimiento económico, en cambio, no era una prioridad. De hecho, los oficiales de la Fundación Ford señalaron esta laguna y recomendaron incorporar una línea de investigación en economía11. El interés estaba en que el CEDES (así como otros centros financiados por la Ford, como CIEPLAN o FEDESARROLLO) adquiriera competencias propias de los think tanks estadounidenses en materia de elaboración efectiva de políticas públicas, asesoría a líderes o partidos políticos, y, principalmente, en asumir la disciplina económica como una actividad técnica y altamente especializada, ligada al desarrollo de metodologías econométricas y a la comprensión del libre mercado y apertura de las economías nacionales al exterior (Uribe, 2011). Para tales fines, el CEDES incorporó en 1977 a los economistas Adolfo Canitrot, Roberto Frenkel, Pablo Gerchunoff, Guillermo Flichman, Jaime Sujoy y Francisco Garra.

Sin embargo, y a pesar estas contrataciones, el CEDES siguió un perfil intelectual y de clara orientación multidisciplinar. Los investigadores del centro, según la visión de Nita Manitzas, oficial de la Fundación Ford, eran investigadores politizados y no [...] tecnócratas12. Ello nos habla, por supuesto, de una forma distinta de entender la economía, la sociedad o el hacer política. En palabras de Elizabeth Jelin, el papel que cumplió el CEDES fue un papel de resistencia intelectual durante el periodo de dictadura13. De esta forma, entender a este centro como un lugar de resistencia intelectual implica verlo como una institución en el que las ciencias sociales y políticas pudieron sobrevivir y desarrollarse bajo un contexto autoritario. Además, la idea de resistencia intelectual apela a una mirada mucho más reflexiva que pragmática sobre la actividad o el oficio del científico social. Según documentos de la Fundación Ford, la incorporación de Jorge Balán, sociólogo que trabajó con la Fundación en Brasil y Guillermo Flichman, un economista agrario [...] le da al centro un aire diverso tan necesitado para comprender las complejas preguntas que conciernen a CEDES14.

La presencia de Guillermo O’Donnell (cientista político), Marcelo Cavarozzi (cientista político y con formación en economía), Oscar Oszlak (cientista político), Horacio Moneo (ingeniero), Adolfo Canitrot (ingeniero civil), Guillermo Flichman (economista agrario y perito agricultor enólogo), Roberto Frenkel (econometría y matemático), Elizabeth Jelin (socióloga), Laura Golbert (socióloga) y Jorge Balán (sociólogo), convertían a este centro de estudios en un espacio de reflexión crítica sobre la realidad argentina y latinoamericana que seguramente no poseía ningún otro centro de la región financiado por la Fundación Ford15. Esta pluralidad de voces hacía que el CEDES tuviera una amplia y variada agenda de investigación, con temas verdaderamente diversos y sin relación aparente entre sí. Por ejemplo, en 1978, Jorge Balán estudió sobre Clases sociales y desarrollo regional en la Argentina, Tucumán y Mendoza, 1870-1930, mientras que Adolfo Canitrot se dedicó a investigar sobre el Análisis estructural de la política económica en la Argentina16. A principios de la década del 1980, el CEDES, como vemos, percibía su proyecto institucional como un proyecto intelectual, destinado, según las palabras del director de entonces, Oscar Oszlak, a que sus investigadores consigan ser mejores observadores críticos y analistas de nuestra realidad social, convencidos de que eran un grupo que podía todavía consolidarse aún en circunstancias desfavorables, cuando ya se avizoran nuevos escenarios y se hace más perceptible el papel que podemos jugar en el futuro debate sobre la institucionalización del país17.

 

 

 

Sobre la definición del proyecto intelectual del CEDES

 

 

 

Entre los años 1980 y 1983 se va a tensionar el proyecto institucional del CEDES a la par y en relación con los cambios de la política y de la sociedad argentina. Fueron años difíciles, duros, marcados por la Guerra de las Malvinas, pero, también, esperanzadores al abrirse el proceso de apertura y democratización de ese país. Pero, paradójicamente, y ante ese halagüeño contexto, el centro va a atravesar algunos conflictos internos. Por un lado, la apertura permitió el crecimiento de las audiencias de los trabajos y de las investigaciones de sus miembros tanto de manera local como internacionalmente. Con mayor frecuencia fueron requeridos por los medios de opinión pública a medida que en el país comenzó a difundirse la necesidad de información y discusión sobre cuestiones culturales, sociales y políticas claves. Esto es: los científicos sociales del CEDES son reconocidos como intelectuales, pero también comienzan a ser vistos como expertos. El saber especializado empieza a ser reclamado. Pero, por otro lado, el centro debió enfrentarse al deterioro de su situación económica. En una carta de Oscar Oszlak dirigida en agosto de 1980 a Richard Dye, funcionario de la Fundación Ford, sobrevuelan estas inquietudes:

 

Es imposible anticipar cuánto hay de temporario o permanente en las negativas condiciones contextuales que enmarcan nuestra actividad. Pero es importante tener en cuenta que lo que está en juego es la posibilidad misma de investigación independiente en ciencias sociales en la Argentina. Sabemos que los restantes centros de investigación pasan por situaciones similares. Que se trata, por las razones explicadas, de un fenómeno de alcance global. Por eso debemos apostar a que la permanencia institucional vaya más allá de la vigencia de las actuales condiciones restrictivas. Sólo así mantendremos un espacio de reflexión intelectual que contrarreste, al menos en parte, el monocorde soliloquio que el régimen actual recita desde hace años a una sociedad arrinconada. (p. 4)

 

Las anteriores palabras de Oszlak recogen las dudas financieras que flotaban en el ambiente del CEDES alrededor de su continuidad institucional. Pero también sirven para comprender el significado y valor que los miembros de ese centro académico otorgaban a su propia institución como un espacio de reflexión intelectual, identificándose con un proyecto académico, intelectual y también político ligado, como así creemos, a tradiciones propias de entender el conocimiento y el rol del científico social al servicio público de la sociedad civil. Una carta del 9 de diciembre de 1981 de William Saint a Jeffrey Puryear, ambos oficiales de la Fundación Ford, permite entender esta forma de hacer política del CEDES y la participación de sus miembros en actividades paralelas que no son de investigación, ya que

 

varios de ellos están participando en las discusiones sobre la posible reorganización política en el país, y varios mantienen su participación activista en las comunidades urbanas que han sufrido de la reubicación forzosa durante los últimos años. En general, la impresión fue que el CEDES se encuentra bien comprometido en el desafío de reconstruir un sistema político funcional (y más democrático) en Argentina, y está buscando activamente formas de contribuir a este proceso. (p. 2)

 

Efectivamente, el CEDES contribuyó a construir la política desde abajo, en sentido de articular y tejer redes con organizaciones culturales, políticas e intelectuales de la sociedad civil argentina, bajo un esfuerzo de acumulación de debates, propuestas e ideas, que pudieran volcarse hacia fuera, es decir, hacia la sociedad y el estado, a partir del momento en que se iniciara un proceso de distensión y apertura democrática18. Sin embargo, también el CEDES ayudó a construir la política desde arriba, en tanto varios de sus miembros actuaron como élites tecnocráticas en la producción de política económica. Esto se aprecia durante los meses de la Guerra de las Malvinas (abril/junio de 1982), cuando la dictadura cívico militar dio muestras de debilidad y agotamiento. La derrota ante Gran Bretaña confirmaría para las fuerzas opositoras democráticas la necesidad de aglutinarse y diseñar un proyecto político y económico. El CEDES, en cierta forma, participaría de ese proceso con sus economistas Roberto Frenkel y Adolfo Canitrot a partir del Proyecto de economía internacional. Una investigación que, en palabras de Oscar Oszlak, tenía el propósito de

 

mirar hacia adelante, y no limitarse simplemente al análisis crítico del pasado. Es hoy importante en la Argentina pensar la teoría económica con un propósito constructivo colocándose en la posición ideal de quien, en un contexto de democracia política, debe tomar a su cargo el diseño de la política económica.(p. 2)19

 

Estaban produciéndose cambios importantes y, en cierta medida, irreversibles y conducentes a la transición democrática. Argentina padecía, junto con la crisis política, una severa crisis en términos de inflación, recesión y endeudamiento externo, heredada de la transformación económica radical implementada hasta principios de 1981 por Martínez de Hoz (Córtazar, Foxley y Tokman, 1984). En un contexto de vertiginoso deterioro, se pasó de una gradual liberalización

 

a una situación de rápida transición en la que el único objetivo estratégico al que se aferraron las fuerzas armadas ha sido el de tratar de imponer condicionamientos al futuro gobierno constitucional, o negociar acuerdos con él, en lo referido a la cuestión de los desaparecidos y los métodos de represión ilegal. (p. 1)20

 

Para la sociedad en general y para los partidos políticos en particular, era una situación extrema. No solamente era necesario el análisis teórico de aquella situación, sino que también había que elaborar programas de política social, económica, discutirlos y difundirlos en los medios partidistas.

La idea de que los economistas tenían que ser los actores clave para consolidar la democracia en América Latina en los 80 y 90 tenía mucho que ver con una construcción hegemónica respecto a las características, credenciales y responsabilidades de esa actividad profesional, alejada, en teoría, de la política, del tradicional ideologismo y populismo latinoamericano, no contaminada por unas ciencias sociales regionales vistas como demasiado politizadas, y basada, en cambio, en criterios científicos, racionales y técnicos. Una profesión, además, canonizada y reconocida por la academia estadounidense en su calidad de otorgar grados, méritos y reconocimientos, y acreditada también por las instituciones internacionales y regionales que definen y establecen los marcos de acción del sistema económico mundial (Drake, 1994; Heredia, 2015; Montecinos y Markoff, 2016). Se generó y se consagró la creencia de que la estabilidad económica permitiría lograr la deseada gobernabilidad democrática en Argentina.

Esta imagen dominante sobre el papel central de los economistas fue impulsada y extendida en la periferia latinoamericana por instituciones como la propia Fundación Ford. De hecho, esa idea de cómo se debía procesar la transición argentina en base al consenso y al desempeño económico es la que descuella en el memorándum dedicado al CEDES y escrito por William S. Saint y dirigido a William D. Carmichael el 22 de junio de 1982, en el que se señala que el deterioro de las condiciones económicas y políticas llama

 

la atención sobre un problema de larga duración y sin resolver. Dicho problema es la incapacidad de los argentinos para crear un consenso nacional sobre sus metas y prioridades que sea capaz de superar el caos político y el errático desempeño económico de los últimos años. De hecho, cuatro gobiernos militares desde 1955 no tuvieron más éxito que tres gobiernos civiles en lograr este objetivo. (p. 2)21

 

William S. Saint valoraba en ese escrito la oportunidad que se abría entonces al CEDES de participar aunque de manera modesta pero importante en la reconstrucción de la democracia en Argentina22. La Fundación Ford decidió, además, financiar diferentes programas de talleres y simposios dedicados a examinar el papel de los partidos políticos en ese proceso de reestructuración política, económica y social. La derrota de las Malvinas propició la eclosión con fuerza del tradicional multipartidismo argentino y, como decíamos anteriormente, aceleró la búsqueda de consensos y la generación de programas de gobierno. En esas tareas destacaron Frenkel y Canitrot, los economistas del CEDES, quienes a mitad de junio de 1982 comenzaron a trabajar a contrarreloj con ese fin, ligados al radicalismo, y en estrecha unión con el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES)23. Un informe de la Fundación Ford de octubre de ese año y firmado por Jane Barber Thery da cuenta de ese trabajo colaborativo, como también ponía nuevamente en aviso el poco peso institucional que tenía la economía dentro del CEDES:

 

La capacidad económica del CEDES parece bastante sólida. Esto se debe esencialmente al compromiso de Frenkel y Canitrot más que a la existencia de un gran número de economistas en el personal, o a un patrón de proyectos conjuntos entre economistas y otros científicos sociales. Desde la perspectiva de los asuntos internacionales, hay interés entre los economistas, pero su tiempo disponible para la investigación y la docencia es limitado. Con el proyecto financiado por el IDRC sobre los mercados de capitales, la enseñanza en IDES y sus otros proyectos, Frenkel y Canitrot fácilmente podrían llegar a estar agotados. Hay tres becarios en economía [...] pero ningún profesor adjunto. (p. 2)24

 

La Fundación Ford miraba al CEDES desde un sesgo pragmático y reconociendo el peso que debía tener la economía en los asuntos políticos. El centro argentino, más allá de sus dos economistas seniors, no tenía un proyecto sostenido en ese ámbito. Es interesante señalar aquí la preocupación de la Fundación Ford de que el CEDES diera más atención a la investigación económica, comprensible en el difícil escenario argentino, lo que llevó a la entrega de financiamiento para contratar a economistas. A pesar de esas limitaciones, la Fundación Ford le reconocía como uno de los pocos centros en Argentina que posee tanto la capacidad como el interés de seguir con esta difícil cuestión política/económica25. Es el juicio realista de Jane Barber Thery sobre el CEDES que apuntaba, además, al problema de la deuda externa contraída por la dictadura cívico militar. Por tal motivo, había un gran interés en que este centro académico realizase propuestas que incluyeran un fuerte vínculo entre la toma de decisiones políticas y económicas y el compromiso de producir un trabajo que pueda usarse para respaldar las decisiones de gestión de la deuda, pensando también en la inclusión de actores privados, públicos, nacionales e internacionales26. El apoyo de la Fundación Ford al CEDES era una forma de supervisar en terreno cómo se gestaba la transición democrática en Argentina, a partir de la reconstrucción política pero también desde la estabilidad económica. De ahí la importancia que se concedió a la disciplina económica y a su desarrollo en la periferia latinoamericana27. Además, había un interés en que el país recuperase la legitimidad internacional, clave para insertarse en el sistema económico mundial y sentarse ante organismos como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo a la hora de negociar o pagar la deuda externa contraída por la dictadura cívico militar. También la Fundación Ford se alineaba a los intereses del Tesoro estadounidense y de su banca, grandes acreedores de la deuda argentina (Delgado, 2013:101-110). Por supuesto, para el CEDES la transición a la democracia de 1983 marcó un antes y un después, no solamente en términos de su estabilidad financiera, siempre maltrecha,28 sino que también significó el ganar mayor presencia pública en una sociedad en cambio.

 

 

 

 

El CEDES durante la transición a la democracia

 

 

 

La transición a la democracia en Argentina cambió el contexto histórico y político de ese país, como también repercutió en las coordenadas de acción del CEDES y, por supuesto, en la diplomacia de la Fundación Ford respecto a este centro. La apertura abría las posibilidades de que el conocimiento intelectual y crítico, como el saber experto y técnico, lograsen intervenir en la realidad política y social. Ese era el deseo de la Fundación Ford respecto al CEDES: convertirlo en un think tank de influencia política. Un mes antes de las elecciones presidenciales del 30 de octubre de 1983, Jane Barber Thery escribía esta vez a Jeffrey Puryear sobre la estrategia que debía seguir el Programa Latinoamericano de esta institución filantrópica en relación al centro académico argentino y a aquel contexto:

 

En Argentina, por ejemplo, existe una reconocida falta de comunicación entre los principales partidos políticos, lo que es un mal augurio para la futura formulación de políticas multipartidistas, y el desafío de desarrollar plataformas partidarias bien informadas como distintas de los seguidores personales. Las estrategias para abordar estas cuestiones son difíciles de formular debido a que la situación en el Cono Sur está extremadamente politizada. En este contexto, la estrategia de nuestro programa es la de apoyar los esfuerzos de generación de información y análisis de calidad sobre temas reconocidos como centrales para las futuras políticas públicas y los esfuerzos de redemocratización. La participación de personas con diferentes perspectivas ideológicas es fundamental para fomentar la evaluación pluralista de los problemas nacionales y para evitar meramente sustentar los documentos de trabajo promovidos por los partidos políticos. También son deseables los mecanismos para difundir la información generada a una amplia audiencia, incluidos académicos, políticos y público en general. (pp. 2 y 3) 29

 

El desafío de consolidar las democracias latinoamericanas sobresale de las anteriores palabras. Por supuesto, con la transición argentina comenzaba en la región la llamada tercera ola democratizadora (Huntington, 1991). Había muchas miradas puestas en ese país, dada su importancia económica, social y política para la región30. Después de siete años de dictadura cívico militar, el gobierno electo de Raúl Alfonsín debía enfrentar apremiantes problemas: la hiperinflación, el desem­pleo, y la búsqueda de verdad y justicia por las violaciones de los derechos humanos (Gargarella, 2010; Pucciarelli, 2006). El CEDES y sus investigadores, de una u otra forma, participaron en esas tareas, unas veces desde el posicionamiento institucional, y otras veces desde los compromisos individuales adquiridos, principalmente los economistas y su labor en la política económica del gobierno radical. El dilema estuvo en cómo ser una institución presente en la vida académica y cultural del país y, a la vez, tomar compromiso político. Además, el centro produjo conocimiento sobre el proceso de la transición argentina desde distintas áreas y enfoques31. Estas acciones fueron sustanciales para la Fundación Ford a la hora de recopilar y manejar datos, también para comprobar y confirmar sus hipótesis de que los países del Cono Sur en general y Argentina en particular se caracterizaban por ser altamente politizados e inestables políticamente. Una imagen peyorativa que se va a identificar con la amenaza siempre presente del populismo y la desconfianza hacia la “política”. Esa visión, de hecho, es la que descuella en el informe del entonces Director del Programa Latinoamericano de la Fundación Ford, William. D. Carmichael, dirigido en febrero de 1984 al presidente de la institución, Franklin A. Thomas:

 

Idealmente, los partidos políticos actúan como mediadores entre el público participativo y el Estado. Los partidos políticos en Argentina, sin embargo, muy pocas veces han jugado este papel desde 1930, cuando se rompió el acuerdo sobre los términos de referencia básicos para un sistema político competitivo que reconocía la legitimidad de los diversos actores sociales. Desde entonces, la mayoría de los partidos políticos han querido excluir del poder a todos los demás actores políticos, lo que ha llevado a las fuerzas opuestas a adoptar lo que el profesor Albert Hirschman ha llamado estrategias de “salida”, en las que los individuos abandonan el sistema legítimo y vuelven a medios ilegítimos para lograr sus objetivos políticos. El resultado ha sido un sistema político inestable, caracterizado por partidos políticos débiles, negociaciones y acuerdos extraparlamentarios, intolerancia a los puntos de vista de los opositores, violencia generalizada y, más recientemente, gobiernos militares represivos. Esta falta de compromiso con un sistema político capaz de canalizar intereses diversos ha frustrado al gobierno democrático en Argentina: durante los últimos 50 años, solo un gobierno electo ha terminado su mandato designado.32

 

Gracias a la experiencia del CEDES, la institución filantrópica obtuvo la receta a seguir para que el saber especializado producido por un centro académico latinoamericano tuviera éxito en su capacidad de generar programas de gobierno a favor de la deseada gobernabilidad política y estabilidad económica (Ford Foundation, 1983). Así sucedería después, sobre todo, con el caso de CIEPLAN en Chile, siendo la experiencia argentina de significativa relevancia (Huneeus, 1997). Pero volviendo con el CEDES y su relación con la Fundación Ford, la apertura democrática implicó un nuevo escenario institucional para los investigadores del centro a la hora de tener mayor presencia en los partidos políticos, en la sociedad y en el Estado; además, se abría un nuevo escenario de normalización del sistema científico y universitario. La Fundación Ford valoró positivamente el papel importante que el CEDES está jugando ahora en la docencia universitaria33. Varios de sus investigadores se sumaron al esfuerzo colectivo de mejorar la formación universitaria de un sistema académico y científico público en fase de reconstrucción (Bekerman, 2018). Por un lado, sintieron como primordial ayudar al restablecimiento de la autonomía universitaria, concursando a cargos docentes, y, por otro, quisieron sumarse al proceso de renovación y expansión del CONICET, integrándose en la carrera investigadora estatal34. Para el CEDES fue entonces muy importante el contribuir al fortalecimiento de los circuitos institucionales académicos y culturales argentinos35. Precisamente, y en relación a su faceta cultural, destaca la aparición en 1984 de la revista de difusión general titulada Debates en la sociedad y en la cultura. Un documento institucional recoge de manera precisa los propósitos de esa publicación y los valores que movían al personal del centro:

 

La política editorial de la revista se asienta en la necesidad de articular nuestra producción científica e intelectual con públicos más amplios. En este sentido, queremos contribuir a crear espacios nuevos para el debate sobre la base de algunos valores fundamentales: el pluralismo, que implica confrontar y no mantener en compartimentos separados versiones diferentes de los problemas; el compromiso político, que conlleva la valoración de las consecuencias del análisis pero no se identifica con el partidismo; la especialización profesional que, una vez desvestida de la pretensión de neutralidad, se convierte en base legítima para la participación en la cosa pública; y finalmente la responsabilidad colectiva en la construcción y afianzamiento de una sociedad realmente democrática.36

 

El CEDES y sus miembros participaron en la reconstrucción de tejidos sociales en la restaurada democracia junto con otros centros académicos, como el CISEA o el IDES, o con centros culturales como el Club de Cultura Socialista, fundado en 1984 por José Aricó y Juan Carlos Portantiero. De hecho, uno de los principales objetivos del gobierno de Raúl Alfonsín fue dinamizar la vida pública de la sociedad argentina tras el período dictatorial y, sobre todo, contribuir a la consolidación de la democracia. Para ello creó por decreto el 24 de diciembre de 1985 el Consejo para la Consolidación de la Democracia que tuvo como fin encarar un vasto proyecto de consolidación de nuestro régimen republicano y democrático, tendiente a la modernización de la sociedad argentina, fundado en la ética de la solidaridad y en la amplia participación de la ciudadanía (Alfonsín, 2004:307). Ese vertiginoso curso de la política argentina permitió a los científicos sociales del CEDES encontrar, además, un terreno empírico en el que proyectar sus hipótesis teóricas relativas al Estado argentino, al autoritarismo, a los partidos, a la burocracia, a la sociedad civil, o a los modelos de desarrollo, por poner algunos ejemplos (Oszlak, 2015). El ser partícipes y estar comprometidos con la transición democrática les llevó a experimentar in situ ese proceso (Jelin, 2017). Fue una suerte de trabajo de campo, pero era también una cuestión de responsabilidad profesional e intelectual destinada a contrastar los proyectos con las realidades, suscitando discusiones, generando argumentos y comprendiendo a la democracia tanto como un régimen político como una cultura. Pero, también y como así sucedió, varios miembros del CEDES accedieron a puestos importantes del gobierno de Alfonsín, vinculándose estrechamente con el proceso de formulación de políticas públicas.

A comienzos del año 1985 se produjo la renuncia del Ministro de Economía, Bernardo Grinspun, y su reemplazo por un equipo de técnicos no partidarios encabezado por Juan Sourrouille, hasta entonces Secretario de Planeamiento y economista que había colaborado años antes con CEDES como profesor invitado. Sourrouille reclutaría a Roberto Frenkel y a Adolfo Canitrot, ocupando este último el cargo de viceministro de Economía, para dar un giro en la política económica argentina y poner en marcha en junio de ese año un plan de reformas económicas heterodoxas conocido como Plan Austral (Delgado, 2013:114-118). Ese programa económico estuvo destinado a reducir la inflación y calmar las presiones del Fondo Monetario Internacional37. De hecho, el Plan Austral se había gestado en el CEDES a partir de los espacios de debates y discusión que había establecido el centro desde el comienzo de la transición para vincular así su trabajo y producción científica con otros académicos, políticos y actores sociales de diversas orientaciones. Actividades que, por cierto, fueron patrocinadas por el Grupo de Trabajo sobre Partidos Políticos y financiadas por la Fundación Ford bajo el fin de generar un

 

punto de encuentro inestimable para líderes políticos de diferentes partidos y tendencias, para así poder reflexionar sobre cuestiones más amplias y a más largo plazo y, lo que tal vez sea más significativo, obtener una mejor comprensión y apreciación entre ellos y un sentido más claro de las prioridades que deben establecerse para crear un sistema de partidos y un régimen democrático estable.38

 

De forma específica, fue el Seminario de Economía Argentina del CEDES, coordinado por Frenkel y Canitrot, en el que se desarrollaron los fundamentos teóricos de ese programa de reforma económica39. Los avances y resultados de ese proyecto de investigación y de propuesta político-económica alternativa fueron presentados en junio de 198440. Ese seminario proporcionó, por tanto, la base para el Plan Austral del gobierno de Alfonsín, pero además, y como veíamos anteriormente, sirvió para socializar y generar consensos sobre el mismo entre miembros del Partido Radical y el Partido Justicialista, el principal partido de la oposición. El Plan Austral constituyó, a ojos del CEDES, la prueba más seria que el gobierno radical estaba dispuesto a afrontar la crisis y demostrar su capacidad de gobernar la sociedad argentina41. Como así demostró la historia, el presidente Alfonsín puso en juego su propia imagen y el peso de su liderazgo ante un contexto social lleno de incertidumbre por la altísima inflación, la inestabilidad económica y la también amenaza militar de los llamados carapintadas (Portantiero, 2004). Los resultados iniciales de la aplicación del plan fueron más que auspiciosos. Sin embargo, la derrota electoral del radicalismo en las elecciones legislativas de septiembre de 1987 coincidieron con el fracaso del mismo Plan Austral al no lograr estabilizar plenamente la economía ni encarrilarla por un sendero de crecimiento más o menos sostenido42.

 

 

 

Conclusiones

 

 

 

El fin del gobierno de Raúl Alfonsín en mayo de 1989 representó para el CEDES el término de un ciclo, marcado, sobre todo, por vincularse y sumarse al proyecto de esa gestión presidencial43. En las anteriores páginas vimos la forma en que este centro participó y aportó en áreas académicas, culturales, pero también de política económica. La derrota electoral del radicalismo en las elecciones presidenciales de ese año y el fracaso anterior del Plan Austral supusieron un descalabro en el ámbito político, no así en los otros dos terrenos en los que el CEDES puso mucho empeño y energías. Efectivamente, el deterioro y la crisis económica pusieron de manifiesto, una vez más, la recurrente dificultad para articular economía y política en Argentina, reñidas casi siempre con un amplio y complejo patrón de equilibrios, balances y relaciones sociales44.

Después de participar en la construcción del relato de la transición, el CEDES sobrevivió como proyecto académico, científico, cultural e intelectual. La política se haría desde otro lugar. El caso de estudio de este centro académico y su relación con la Fundación Ford nos permitió ver lo problemático que fue el ir asumiendo patrones, competencias y actitudes propias de un think tank. Por el contrario, son evidentes los ejemplos que apelan a un modelo institucional intelectual caracterizado por el pluralismo teórico, metodológico e ideológico. Se puede teorizar que esta pluralidad y convergencia de propuestas conceptuales, científicas y políticas juega en contra de la racionalidad de fines que caracteriza a un think tank pragmático, más alineado a un propósito u objetivo, con líneas de investigación más homogéneas y poco dispersas entre sí, de corte partidista y sobre todo enfocado a construir programas de gobierno o políticas públicas socioeconómicas dirigidas a la estabilidad y gobernanza democrática (McGann, 2016). En el CEDES se intentó parte de eso, sobre todo por el trabajo y el saber experto de los economistas. Se podría argumentar que este perfil más académico, científico o “intelectualista” del centro se debió también a la no pertenencia de la gran mayoría de los investigadores al pensamiento neoliberal dominante. Pues a muchos científicos sociales del centro les atraía más la reflexión intelectual y la crítica cultural. Esta interpretación la confirma una carta de Marcelo Cavarozzi, entonces director del CEDES, dirigida en noviembre de 1987 a Jeffrey Puryear, funcionario de la Fundación Ford:

 

Durante estos 4 años de gobierno constitucional, se ha afirmado un perfil de centro que pensamos realiza aportes importantes en la búsqueda de una sociedad más civilizada y más justa, en el marco de la democracia pluralista. El CEDES está consolidando un modelo institucional en el cual conviven investigadores, que, dentro del marco de valores y orientaciones democráticas compartidas, adhieren a distintas ideologías partidarias y, asimismo, desarrollan su labor académica con un máximo rigor pero con estilos de trabajo diferentes. El valor intrínseco del pluralismo académico y el mantenimiento de una autonomía frente al estado y a las distintas organizaciones políticas permite realizar sin restricciones la imprescindible tarea crítica de todo intelectual; esta circunstancia, asimismo, resulta valorizada por los recientes resultados electorales que instalan en la política argentina la posibilidad concreta de alternancia en el gobierno entre fuerzas políticas opuestas.45

 

El párrafo anterior revela, por tanto, el replanteamiento constante de la identidad institucional del CEDES hacia un cuerpo más definido por lo académico, lo intelectual y el pluralismo como opciones complementarias entre sí. El análisis realizado a los documentos y entrevistas no aclara si la opción por el pluralismo representó la resolución de alguna pugna interna, como tampoco aclara cómo se solventaron los grados de autonomía que CEDES pretendía respecto del Estado. Por supuesto, una institución la hacen sus personas, como la pertenencia a una institución también conforma el carácter, las maneras o actitudes de sus miembros. Aquí lo interesante fue presenciar cómo el carácter represivo y violento de la dictadura cívico militar entre 1976 y 1983 obligó al CEDES a mantener un perfil bajo. Ese estilo se fue modificando gradualmente hacia un rol más abierto y visible según el gobierno militar comenzó a debilitarse a partir de 1981 y, sobre todo, tras la Guerra de las Malvinas de 1982. Después, el CEDES, alentado por la recuperación democrática, participó de ese proceso: varios académicos haciéndolo desde la política, otros desde la investigación, la docencia o la actividad cultural o intelectual. Cuando se produjo la derrota radical en 1989, el CEDES actuó como refugio intelectual ante el embate de Carlos Menem y su programa político económico encabezado por Domingo Cavallo y apoyado en el trabajo de varios tanques del neoliberalismo (Heredia, 2011:301), como fueron los think tanks Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), la Fundación Mediterránea y el Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina (CEMA). Se abrió durante los 90 en Argentina un período de auge de estos últimos think tanks más pragmáticos, a la manera estadounidense, según el gobierno de Menem fue asumiendo también lineamientos político ideológicos neoliberales.

Por lo que respecta al CEDES y su relación con la Fundación Ford, primó una visión intelectual y cultural de la institución en desmedro de una visión más pragmática, tecnocrática y más política, en el sentido de generar programas de gobierno específicos y de diseñar políticas públicas socioeconómicas, que era la aspiración de la institución filantrópica y su deseo de exportar el modelo de think tank estadounidense. Sin embargo, Arturo Valenzuela comentaba en un informe evaluativo del CEDES escrito para la Fundación Ford en 1987 que las fundaciones internacionales ayudaron a “crear” una nueva ciencia social y que este centro académico, en concreto, contribuía al desarrollo de la capacidad investigadora en las ciencias sociales como nunca antes había existido en Argentina46. A pesar de no obtener los resultados esperados con el CEDES a la hora de responder a los problemas prácticos de la gobernanza democrática, esta relación le permitió a la Fundación Ford favorecer el mantenimiento de un polo crítico y democrático con el que pudo supervisar y monitorear algunos elementos de la transición a la democracia en Argentina. Porque, como pudimos ver, el CEDES se inclinó por el proyecto de Raúl Alfonsín, aunque principalmente en su visión institucional se guiaron por un ideario pluralista y la vocación de construir la democracia desde un claro sentido público y con una nítida comprensión por el significado de la sociedad civil argentina y de sus tradiciones.

El CEDES fue una institución de resistencia que batalló por su proyecto intelectual y no quiso, por tanto, replegarse a un tipo de pensamiento, de saber especializado y de conocimiento experto que desencadenaría en los años 90 el “triunfo” en la región de las políticas macroeconómicas del Consenso de Washington (Montecinos, 1997; Montecinos y Markoff, 2016). Incluso se puede definir la evolución de este centro hacia una categoría de think tank periférico, en cuanto siguió una orientación caracterizada por el intelectualismo y no, por el contrario, una visión estadounidense, más instrumental, pragmática y tecnocrática. Fue, por decirlo en palabras de Gabriela Ippolito-O’Donnell, una suerte de escuela de ciencia política para toda una generación de científicos sociales argentinos y latinoamericanos.47 En todo caso, y para ir concluyendo, con este trabajo esperamos haber contribuido al estudio sociohistórico de la exportación del modelo think tank en Argentina y en América Latina, como una compleja recepción en años fundamentales y decisivos de nuestra reciente historia.

 

 

 

 

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Anexo

Listado de donaciones de la Fundación Ford a CEDES (1975-1990)

 

 

 

1 Para el acopio de fuentes documentales, los autores de este trabajo realizaron sendas estancias de investigación en el Archivo de la Fundación Rockefeller (Nueva York, Estados Unidos) con lo que pudieron consultar archivos, documentos y material bibliográfico de las ayudas y de las becas concedidas por la Fundación Ford a CEDES entre 1975 y 1989.

2 Para evaluar el grado de autonomía del CEDES hubiera sido conveniente conocer el peso de las donaciones de la Fundación Ford respecto del total del presupuesto del centro en el período de estudio seleccionado. Sin embargo, en el trabajo de archivo realizado y en la revisión sistemática de docu­mentos únicamente se encontró un presupuesto estimado del CEDES entre los años 1979 y 1981. Para el año 1979 el total de presupuesto estimado era de US$296.000: US$90.000 (Fundación Ford), US$75.000 (SAREC), US$22.000 (IDRC), US$30.000 (Fundación Tinker), US$20.000 (PNUD,) US$20.000 (becas individuales), US$35.000 (proyectos en gestión), US$3.000 (suscripciones) y US$8.000 (intereses). Para 1980 el total del presupuesto estimado era de US$320.000: US$90.000 (Fundación Ford), US$90.000 (SAREC), US$22.000 (IDRC), US$30.000 (Fundación Tinker), US$25.000 (becas individuales), US$25.0900 (proyectos en gestión), US$25.000 (proyectos a negociar, US$5.000 (suscripciones) y $8.000 (intereses). Para el año 1981, el total del presupuesto estimado era de US$313.000, US$45.000 (Fundación Ford), US$140.000 (subsidios institucionales de otras fundaciones), US$30.000 (becas individuales), US$90.000 (subsidios para proyectos específicos) y US$8.000 (suscripciones) (Reseña de actividades 1979, CEDES, Buenos Aires, diciembre de 1988, s/p. Reporte oficial del CEDES para la Fundación Ford. -RAC Record Group 07500550-). Estos datos estimados más las donaciones finalmente realizadas por la Fundación Ford permiten identificar cómo la institución filantrópica estadounidense concentró sus fondos destinados al CEDES en dos momentos: en los inicios de la institución y a partir del año 1986, lo que problematiza y cuestiona la hipótesis de que la autonomía del centro aumentó cuando se restableció la democracia y el gobierno entregó fondos concursables a los centros privados independientes. Las donaciones realizadas por la Fundación Ford indican lo contrario.

3 Request No. ID-3175 Partial support for CEDES’ research and publications, Supplement No. 2”, de David. E. Bell para Franklin A. Thomas, 22 de julio de 1979, p.5.

4 Guillermo O’Donnell estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Yale; Oscar Oszlak y Marcelo Cavarozzi estudiaron Administración Pública en la Universidad de California-Berkeley; Horacio Boneo estudió Economía y Administración Pública en la Universidad de Syracuse.

5 Por ejemplo, entre 1970 y 1974, Oscar Oszlak participó en varias “reuniones de expertos” patrocinadas por la CEPAL, además de ser asesor y consultor para la ONU. Marcelo Cavorozzi, por su parte, trabajó como consultor para la OEA además de ocupar varios cargos con las Naciones Unidas para el Desarrollo (UNDP) (Di Tella, 1979:329-334).

6 Request for A-Status: Center for State and Society-CEDES (Argentina). Memorándum de James Gardner a Nita Manitzas y Richard Dye, 1 de agosto de 1975.

7 Request for A-Status: Center for State and Society-CEDES (Argentina). Memorándum de Kalman Silvert a Richard Dye, 30 de julio de 1975.

8 Request for A-Status: Center for State and Society. Solicitud de donación de Nita Manitzas a Richard Dye, 25 de junio de 1976.

9 Carta de Guillermo O’Donnell (desde Buenos Aires) a Nita Manitzas (Lima), 22 de abril de 1976:3.

10 Reseña de Actividades, CEDES, 1977:1.

11 Informe narrativo, CEDES, 1977:1.

12 Inter-office memorándum, Center for Studies of the State and Society (PA750-0550). Memoria de Nita Rous Manitzas (Lima) a Kalman H. Silvert (New York), 1 de marzo de 1976, p.3.

13 Entrevista realizada a Elizabeth Jelin, Buenos Aires, 4 de octubre de 2018.

14 Grantee’s Narrative Report, Center for Studies of the State and Society (PA750-0050A). Reporte de Nita Rous Manitzas (oficina de Santiago) a James R. Himes (New York), 17 de enero de 1978, p.1.

15 Carta de Oscar Oszlak (Buenos Aires) a Richard Dye (Bogotá), 22 de agosto de 1980, p.3. Anexo 7. Currículos de los investigadores de CEDES, CEDES, 1978.

16 Anexo 3. Investigaciones desarrolladas durante 1978. CEDES, 1978.

17 Carta de Óscar Oszlak (Buenos Aires) a Richard Dye (Fundación Ford, oficina de Bogotá), 22 de agosto de 1980, p. 4.

18 Informe de actividades Julio 1985-1986, CEDES, Buenos Aires, 1986, pp. 1 y 2.

19 Informe narrativo 1982, enviado por Oscar Oszlak a Antonio Múñoz-Najar (Gerente Ejecutivo de la Fundación Ford, Lima) el 13 de mayo de 1982.

20 Informe de avance y lineamientos de la próxima etapa. Docu­mento interno de CEDES, firmado por Marcelo Cavarozzi e Hilda Sábato, 30 de septiembre de 1983.

21 Memorandum de William S. Saint (Lima) a William D. Carmichael (Nueva York), del 22 de junio de 1982. Subject: “Delegated-authority Grant: Center for the Study of State and Society (DAP829-0184)”, p.2.

22 Memorandum de William S. Saint (Lima) a William D. Carmichael (Nueva York), del 22 de junio de 1982. Asunto: Delegated-authority Grant: Center for the Study of State and Society (DAP829-0184).

23 Por cierto, fue el economista chileno y miembro de CIEPLAN, Ricardo Ffrench-Davis, el encargado de capacitar y formar a los economistas del CEDES en cuanto a política macroeconómica y apertura externa del futuro gobierno democrático argentino. Pensemos que French-Davis dirigió durante esos años un Taller de Investigación sobre Apertura Económica Externa, financiado por la Fundación Ford y destinado a investigar y comprender la inserción de las economías latinoamericanas en el sistema económico mundial. Este economista chileno elaboró en esos años un enfoque económico alternativo al estructuralismo de la CEPAL y al monetarismo de la Escuela de Chicago, conocido como neoestructuralismo (Ffrench-Davis, 1988). Este econo­mista y varios de sus compañeros, como Alejandro Foxley, Oscar Muñoz o Patricio Meller, hicieron que CIEPLAN, en la red de centros académicos financiados por la Fundación Ford, cumpliera la función de catalizar y extender las enseñanzas económicas recibidas en Estados Unidos. De la misma forma que CEDES cumplió la función de producir conocimiento teórico y político sobre el Estado autoritario latinoamericano, sobre el autoritarismo y las transiciones democráticas, del todo útil para los demás centros.

24 Visit to CEDES to discuss ongoing and new projects in international affairs. Informe de Jane Barber Thery, del 18 de octubre de 1982.

25 Visit to CEDES to discuss ongoing and new projects in international affairs. Informe de Jane Barber Thery, del 18 de octubre de 1982, p. 3.

26 Visit to CEDES to discuss ongoing and new projects in international affairs. Informe de Jane Barber Thery, del 18 de octubre de 1982, p. 3.

27 Pensemos, por ejemplo, en la valoración positiva que hacía la Fundación Ford respecto al centro académico chileno CIEPLAN como modelo a seguir en el desarrollo de la ciencia económica, la preocupación por los asuntos macroeconómicos y el estudio de cómo los países periféricos deberían insertarse en la incipiente economía mundial (Ford Foundation, 1985:71). Por lo que respecta al CEDES, los economistas del centro tuvieron una mirada heterodoxa y crítica respecto a las visiones económicas hegemónicas de la época, lideradas por las pautas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Esta heterodoxia se expresó en el Plan Austral que, entre otros aspectos, buscó mitigar de la mejor forma posible las acciones de control de la alta inflación de la época en relación con el costo social para los sectores de menores recursos de la sociedad argentina (Sanhueza, 2021).

28 En un informe de abril de 1983 dirigido a la Fundación Ford se lanzaba la preocupación por unas remuneraciones más justas para el trabajo académico: El problema de la medición relativa del salario percibido por un investigador del CEDES es de difícil solución. ¿Con quién podemos compararnos? No existe un mercado de trabajo académico en la Argentina. La dedicación exclusiva en la Universidad es prácticamente inexistente y su sucedáneo, la Carrera del investigador del CONICET, sufre los avatares de las finanzas públicas y de la política salarial del gobierno con su personal, que implicaron un descenso notorio desde 1981 al presente. (Informe sobre la política de remuneraciones del CEDES, Buenos Aires, 22 de abril de 1983, p. 2.

29 Carta de Jane Barber Thery a Jeffrey Puryear, Political Parties and Redemocratization in the Southern Cone. Research Project proposal, 27 de septiembre de 1983.

30 Raúl Alfonsín encabezaría la creación del MERCOSUR comandada por Argentina junto a Brasil a partir de la Declaración de Foz de Iguazú, firmada entre estos dos países el 30 de noviembre de 1985.

31 Como síntesis de los aportes teóricos del CEDES dedicados a reflexionar sobre el proceso de transición a la democracia en Argentina destacan los dos tomos compilados por Oscar Oszlak, Proceso, crisis y transición democrática, publicados en 1984 (Centro Editor de América Latina, Buenos Aires).

32 Request No. DCP-330. Support for a series of workshops and publications on the role of Argentine political parties in a democratic political system, de William D. Carmichael a Franklin A. Thomas, 23 de febrero de 1984:3-4.

33 PPA: Institutional Support to CEDES, Carta de William S. Saint a Jeffrey Puryear, 24 de septiembre de 1984:2.

34 El contexto académico argentino y el proyecto institucional, CEDES, Buenos Aires, 1988, p. 6.

35 Informe de actividades Julio 1985-1986, CEDES, Buenos Aires, 1986:3.

36 Nueva publicación del CEDES, CEDES, Buenos Aires, 1984:2. Aprovechemos aquí para señalar que esta revista no tuvo vida más allá del primer número, dirigido por Jorge Balán, la intelectual Beatriz Sarlo y el arquitecto Heriberto Muraro.

37 Informe narrativo y financiero. Proyecto N° 840-0248. Julio 1984-junio 1985, Documento CEDES, de Marcelo Cavarozzi e Hilda Sábato a Jeffrey Puryear (oficina Lima, Fundación Ford), 21 de octubre de 1985, pp. 1 y 2.

38 Evaluation of CEDES governance projects for the Ford Foundation. Informe de Arturo Valenzuela, 28 de abril de 1987, p. 4.

39 Informe de actividades Julio 1985-1986, CEDES, Buenos Aires, 1986:2.

40 Request No. DCP-1329. Support for general operating expenses and research and outreach on the consolidation of democratic government, de William D. Carmichael a Franklin A. Thomas, 6 de julio de 1988, pp. 4 y 5.

41 Informe narrativo y financiero. Grant N° 840-0248, CEDES, diciembre de 1986, p. 1.

42 Reseña de actividades 1986-1988, CEDES, Buenos Aires, diciem­bre de 1988, p. 32.

43 Entrevista realizada a Gabriela Ippolito-O’Donnel, Buenos Aires, 30 de marzo de 2018.

44 Reseña de actividades 1986-1988, CEDES, Buenos Aires, di­ciembre de 1988, p.32.

45 Informe de actividades Julio 1986-1987, enviado por Marcelo Cavarozzi a Jeffrey Puryear, 30 de noviembre de 1987, pp. 2-3.

46 Evaluation of CEDES governance projects for the Ford Foundation. Informe de Arturo Valenzuela, 28 de abril de 1987, p. 2.

47 Entrevista realizada a Gabriela Ippolito-O’Donnell, Buenos Aires, 30 de marzo de 2018.

Este artículo recoge resultados del Proyecto FONDECYT de Iniciación a la Investigación 2015 Nº 11150026, dirigido por Juan Jesús Morales y titulado: Una alianza para la democracia: la Fundación Ford y el circuito latinoamericano de centros académicos independientes en tiempos de autoritarismo (1969-1990). Un análisis de los casos de CEDES, CEBRAP y CIEPLAN. Además, toma resultados de la tesis de Maestría en Estudios Sociales Latinoamericanos, Think tanks, expertos y diplomacia académica. Un estudio socio-histórico sobre la Fundación Ford en Argentina (1975-1983), de Juan Jesús Morales, defendida en la Universidad de Buenos Aires en septiembre de 2020.