Desarrollismo productivo o ambientalismo disidente
Ideas de Louis Dumont para comprender un debate de la Argentina actual
Productive developmentalism or dissident environmentalism
Louis Dumont’s ideas to understand a debate in Argentina today
Ignacio Rossi | ORCID: orcid.org/0000-0003-3870-1630
Universidad Nacional de General Sarmiento
Argentina
Recibido: 6/6/2022
Aprobado: 30/3/2023
Resumen
Las discusiones entre el cuidado del medioambiente y el desarrollo productivo han permeado el debate político, partidario y académico de la Argentina actual en los últimos años. Así, y cada vez con mayor intensidad, las controversias se desarrollan en una multiplicidad de medios de diversa naturaleza que reflejan la importancia que adquieren ambos polos para la sociedad. En este trabajo proponemos abordar aquella discusión a partir de las consignas y confrontaciones plasmadas en la prensa político partidaria, medios nacionales y bibliografía académica, desde donde analistas de diversa naturaleza contribuyen a los debates. Mediante un rastreo y relevamiento exhaustivo de las fuentes, reconstruimos ambos posicionamientos integrando los aportes teóricos del antropólogo Luis Dumont. Creemos que, a partir de algunas claves analíticas que provee el francés, pueden entenderse los principales puntos que dividen las aguas entre economía y naturaleza, producción y ambiente y capitalismo y contracapitalismo, como parte de una totalidad, más que de una oposición tajante, que moviliza las fuerzas de un sistema social que ha favorecido históricamente el predominio de una visión particular sobre lo económico.
Palabras clave: Economía; Ambiente; Desarrollo; Crecimiento; Producción.
Abstract
Discussions between caring for the environment and productive development have permeated the political, partisan, and academic debate in Argentina today in recent years. Thus, and with increasing intensity, the discussion takes place in a multiplicity of media of a diverse nature that reflect the importance that both poles acquire for society. In this paper we propose to address that discussion from the slogans and confrontations expressed in the partisan political press, national media and academic bibliography, from where analysts of diverse nature contribute to the discussion. Through an exhaustive search and survey of the sources, we reconstruct both positions integrating the theoretical contributions of the anthropologist Luis Dumont. We believe that, based on some analytical keys provided by French, the debates that divide the waters between economy and nature, production and environment, and capitalism and counter-capitalism can be understood as part of a totality, rather than a sharp opposition, which mobilizes the forces of a social system that has historically favored the predominance of a particular vision over the economic.
Keywords: Economy; Environment, Development, Climate Change, Production.
Introducción
En los últimos años se ha desarrollado una discusión de gran relevancia para el capitalismo argentino, la cual revela una fuerte tensión entre el cuidado y la preservación del ambiente con su correlato en los defensores del amplio espacio de la naturaleza y los que bregan por el desarrollo de las estructuras productivas del país con un sentido progresista. Y aunque haya posturas que proponen una conciliación entre ambas dimensiones, estas siguen siendo en búsqueda de un modelo de desarrollo con fuerte impronta productiva y estabilidad macroeconómica. Es decir, aunque dicha conciliación se presupone que será eco-social, y por ello, superadora de dicha antinomia, aún parece inclinarse por el costado productivista, más que por el ambiental. En definitiva, estas discusiones demuestran el escaso consenso existente en la materia, mientras los debates entre ambos grupos se tornan cada vez más encarnizados1. Actualmente, las confrontaciones se han desarrollado en torno a temáticas puntuales como la instalación de granjas industriales de carne porcina destinadas a abastecer la demanda China2, a la proliferación de incendios difíciles de controlar en diferentes provincias y su consecuente presión por una ley que proteja los llamados humedales3, a las protestas en torno a la actividad minera4, hidrocarburíferas y agrícolas, entre otras5. Estos episodios, reavivan los enfrentamientos públicos entre lo que en un principio parecieran ser dos grandes posturas en evidente tensión (Suárez y Ruggerio, 2013), que incluyendo filiaciones partidarias, ideologías y valores de cada grupo, permiten ordenar las discusiones.
Hay quienes entienden que el modelo de desarrollo, en la actualidad, no tiene otra alternativa que dar un salto hacia otras actividades menos dañinas con el ambiente, conciliando los diferentes actores en pugna (Gallopin, 2003). Sin embargo, también existen quienes, más radicalmente, aseguran que las actividades económicas agropecuarias y mineras, han conducido a la Argentina a una suerte de neocolonialismo replicado en la pobreza, el desempleo y las sucesivas crisis económicas recurrentes (Svampa, 2008). Otros, discuten enfáticamente la prohibición de actividades económicas promovidas por diferentes movimientos proambientales, en búsqueda de un equilibrio desarrollista pro-exportador que no abandone los controles, las normas de calidad y los procesos de aprendizaje productivos para minimizar los riesgos ambientales observando la experiencia de países referentes como Noruega o Canadá6. En definitiva, aunque en una parte significativa del mundo académico pareciera promoverse un punto medio, asegurando la posibilidad de un pacto, en el corto plazo parece no haber acuerdo. Pues la emergencia económica en que se encuentra la Argentina en la actualidad7, podría actuar como nudo de presión entre estas dos propuestas, que pueden dividirse a pesar de sus diferencias en dos grandes líneas: quienes priorizan el desarrollo, a pesar de una línea con una retórica en favor del medioambiente, y quienes discuten radicalmente la necesidad de preservar el medioambiente y, aunque no lo hagan explícito, omiten la cuestión del desarrollo.
La necesidad de comprender esta discusión y alejarnos de posturas maniqueas y polares nos condujo a la obra del antropólogo Louis Dumont, una guía sobre la que pretendemos retomar algunos puntos clave. La actualidad del individualismo como virtud y valor del neoliberalismo en las sociedades dotan de relevancia la obra del antropólogo Dumont. Su mirada histórica en torno a la génesis del individuo occidental desde el holismo nos permite confrontar metodológicamente el problema individuo-sociedad como principal controversia de la modernidad. El mismo considera que lo económico nunca se separa de lo político, en tanto los planos de esta naturaleza yacen, más o menos evidentes, en las teorías económicas. Por ejemplo, la economía ortodoxa, neoclásica o tradicional, profundamente ligada al pensamiento neoliberal, tiene una clara orientación política ligada a la centroderecha (de Buren, 2020), mientras que otras escuelas económicas como la ecológica se encuentran ligadas a espectros políticos de centro-izquierda (Ángel Barrios, 2008). En el caso de la economía neoliberal, que tradicionalmente ha sido funcional al poder establecido busca separarse de otras esferas sociales como la cultural o la política, tratando de emanciparse de la moralidad (Dumont, 1982:49)8. Así, las categorías de pensamiento no son innatas, ni necesariamente se encuentran vinculadas con una racionalidad abstracta. Por el contrario, Dumont defiende la importancia de recuperar la idea de que las categorías de pensamiento son aportadas por la sociedad (Dumont, 1987) reivindicando que estas se presentan como parte de un aparato académico objetivo. De esta manera, resultan inseparables de las ideologías como parte de un sistema de ideas y valores entrelazados9. Aunque en la modernidad, como sostuviera Dumont (1987), los esfuerzos se han inclinado por separar las ideas, los hechos y los valores, en defensa de un igualitarismo individual que tiende a considerarlos como dimensiones estancas, resulta necesario recuperar las categorías como aglutinantes de dichas dimensiones10.
En este sentido, el concepto de hecho social total (Dumont, 1987:1999), que Mauss (1979) ampliara de Durkehim y fuera recuperado, a su vez, por Dumont, puede permitirnos pensar cómo se pone en movimiento aquello que a menudo llamamos abstractamente sociedad. Es decir, a partir de categorías concretas relacionadas con acciones puntuales que ponen en movimiento la sociedad holísticamente. Así, de acuerdo a Dumont, no siempre es posible encuadrar y clasificar las categorías en un acto individual concreto, o en un área específica como lo cultural, político y económico. Por el contrario, estas involucran movimientos más complejos y articulados de la sociedad que hacen que sus dimensiones sean inseparables e incomprensibles sino es en la totalidad. Más específicamente, podremos considerar que el acto económico en sí, puede ser una idea a priori discutida partiendo de la premisa de que toda visión depende de puntos de vista que nunca son individuales.
Si retomamos un ejemplo de Dumont, centrado en la génesis del relato bíblico, podremos ver el lugar ocupan las clasificaciones en la sociedad y la imposibilidad de pensar los diferentes elementos aislados. El antropólogo consideró que fue a partir de la revolución industrial y la expansión de las relaciones de clase cuando lo económico pasó a ocupar un lugar central en las sociedades. Así, la visión social de lo económico se ligó al desarrollo del capitalismo, y del pensamiento dominante de la economía clásica y neoclásica, que impuso a la economía como una esfera autorregulada y con sus propias leyes de funcionamiento en el pensamiento social (Dumont, 1982). Es decir, la economía neoclásica, se volvió funcional al poder establecido, planteando la vigencia de la autoregulación del mercado en todo momento, omitiendo factores como los actores concentrados con potestad para controlar las variables fundamentales del sistema. Así, la imposición de la autorregulación del mercado como, con la separación institucional de la sociedad en una esfera económica y otra política (Polanyi, 1991:121), se presentó como una forma de pensamiento dominante11. Como señaló Dumont, la emergencia de lo económico privilegió históricamente la relación entre personas y las cosas por sobre la relación entre personas y personas o entre personas y naturaleza, valga el ejemplo. En sus palabras, se trata de un deslizamiento general en los valores de las relaciones entre hombres a las relaciones entre hombre y las cosas (1982:135). De modo que surge, necesariamente, una esfera, la económica, con moralidad propia, como un sistema de prácticas con su propia legalidad12. En este sentido, puede verse como para Dumont lo económico no prexiste a la sociedad, sino que por el contrario, surge en ella como esfera autónoma gozando de cierto privilegio articulador por sobre otras dimensiones13. De manera que si el principio del debate ambiente desarrollo parte de que en la sociedad la esfera económica tiene un lugar preferente; es a partir de allí que deban analizarse otras categorías sociales presentadas a menudo como independientes entre sí. Entre estas, podríamos ubicar justamente al desarrollo como meta alcanzable para el progreso y el bienestar social y al ambiente, que irrumpe en los últimos años, como la contraposición y contradicción del primero.
Por ejemplo, atendiendo a esta discusión, es relevante pensar el conflicto por la desigual apropiación de bienes y servicios provistos por el ambiente, el afán de lucro de los actores concentrados de la economía y, necesariamente, su grado de concentración, los cuales forman parte vertebral del asunto. Respecto a la primera cuestión se discute la injusticia, considerando el sentido de los derechos humanos en el acceso a los beneficios que el ambiente puede promocionar en igual y justa proporción a todos los individuos. En la segunda cuestión se pone en juego la explotación de bienes y servicios de forma independiente a cualquier trayectoria óptima de utilización de dichos elementos como de los costos o prejuicios que estas acciones causen en el resto de los actores y el ambiente mismo.
En definitiva, recuperando esta perspectiva teórica puede asumirse que la economía, en términos liberales clásicos, contuvo siempre a su contrario dentro de sí, el ambiente. Sin embargo, es claro que cierta intelectualidad dominante le otorgó un mayor valor a lo económico, y particularmente al desarrollo, o simplemente crecimiento, económico como precondición necesaria ante otras problemáticas sociales, como la pobreza, la desigualdad yel deterioro de la naturaleza. De esta forma, aunque se entiende que, aunque ambiente y desarrollo se presente como oposiciones, dependen de una misma totalidad que las regula y ordena. No obstante, lo económico y su sistema de valores impone una barrera difícil de franquear para la disidencia medioambiental, resultando la dimensión del desarrollo más beneifiada frente al ambiente.
En suma, y con énfasis en relevar el debate entre ambiente y desarrollo en Argentina como de posteriormente vincularlo al planteo de Dumont, dividimos el trabajo en dos secciones y un apartado final de consideraciones finales. En primer lugar, abordamos las discusiones planteadas en torno a los principales problemas macroeconómicos argentinos, las posibilidades de generar crecimiento económico y las rispideces que estos tópicos tienen frente a las posturas que se nuclean en favor de preservar el medioambiente. La decisión no es unilateral, creemos que abordar primero esta sección, y no la segunda dedicada a las posturas ambientalistas, permitiría encuadrar el análisis en lo económico según la perspectiva de Dumont con más claridad. En el segundo apartado, nos centramos en delinear las principales discusiones que abren los ambientalistas, sus puntos de críticas a los economicistas y argumentos no solo para cuidar el medioambiente, sino para emprender una transición ecológica inminente. En el apartado final, buscamos recuperar el debate a la luz de las reflexiones de Dumont, y generar ideas potentes para pensar una discusión actual a partir de, específicamente, el papel del individuo, la dimensión económica y los opuestos sociales en la actualidad. Los materiales examinados fueron desde la prensa política, científica, medios de renombre nacionales y bibliografía académica hasta divulgativa de las ciencias sociales. Aunque la heterogeneidad de los mismos presenta tensiones y limitaciones dado que se busca homogeneizar su diversa naturaleza, se tendrá sumo cuidado en presentar el origen de las fuentes14.
Productivistas: primero lo primero
Estabilidad macroeconómica y desarrollo progresista: prioridades
de la economía y la sociedad argentina
Aseguran los productivistas que la cuestión ambiente/desarrollo tiene dos caminos posibles en la Argentina: el prohibicionismo o la innovación verde. El primero, según su argumento, se centra en prohibir actividades como la minería metalífera, la ganadería, la agricultura en base a semillas genéticamente modificadas o la industria hidrocarburífera (Schteingart y Tavosnanska, 2021:439)15. El segundo, propone la creación de nuevas tecnologías destinadas a incrementar el PBI por habitante y la productividad cuidando el impacto ambiental. Se mencionan, en este caso, la electromovilidad, el hidrógeno verde y la economía circular.16 A pesar de estos sectores claves en el largo plazo, se entiende que en el corto plazo es imprescindible que los proyectos hidrocarburíferos y gasíferos como los de Vaca Muerta (Barrera, 2021), el desarrollo agrícola o la minería, otorguen divisas a la economía argentina y permitan funcionar como un puente para la transición energética (Schteingart y Tavosnanska, 2021: 440). Es el caso particular, en este último punto, del gas natural, que funcionaría como un puente entre el abandono de las energías fósiles y el desarrollo de las sostenibles.
En esta lógica, uno de los puntos vertebrales de los denominados productivistas lo constituye el ingreso de divisas por exportaciones, principalmente derivadas de la comercialización internacional de soja, maíz y trigo, donde hay dos Dioses a quien rezar: la Bolsa de Chicago, lugar de referencia para los precios internacionales de los granos, y los pronósticos climáticos17. En este sentido, López (2021) destaca dos fenómenos de relevancia: los aumentos de los precios de commodities durante 2021 y la peligrosidad del fenómeno La Niña18. De esta manera, el llamado complejo de cereales y oleaginosas que supera el 50% de las exportaciones argentinas (entre productos primarios y manufacturas de origen agropecuario), se torna en un factor clave de la economía por su sed de dólares. Sin embargo, a su vez, el economista advierte el elevado nivel de dependencia de las exportaciones de bienes basados en recursos agropecuarios19. En definitiva, la premisa de este razonamiento es que si bien el crecimiento no es una condición suficiente para la mejora de los indicadores sociales y el desarrollo humano, sí es una condición absolutamente necesaria20. Es decir, argumentan que sin crecimiento económico no se puede pensar en una reducción de la pobreza, la desigualdad y el desempleo; de modo que el problema vendría a plantearse en cómo hacer del crecimiento un sendero sostenible en el tiempo para contribuir a la mejora de estos indicadores.21Aquí es cuando ponene de relieve la cuestión en torno a la restricción externa, dada por la falta de dólares necesarios para abastecer los periodos de crecimiento económico. Ante esta restricción, agravada por la escasez del superávit comercial -dado que el crecimiento de la actividad demanda más importaciones de las exportaciones que genera-, se llega a los cuellos de botella (Bona y Barrera, 2021). Los requerimientos de moneda extranjera generan, de esta forma, una presión adicional sobre el sector primario exportador (agropecuario y minero, principalmente) y, por lo tanto, en el ambiente22.
Para los productivistas, algunas de las soluciones planteadas estarían en lograr un mayor grado de diferenciación y/o valor agregado de la canasta exportadora: no solo necesitamos exportar más, sino que necesitamos exportar mejor para reducir nuestra exposición a los dioses de la soja23, sostienen. Uno de los sectores destacados es la minera, de la que auguran beneficios como un aumento del nivel de empleo, salarios, actividad económica y construcción de infraestructura24. Así, se invocan los casos de las provincias de Santa Cruz y San Juan, con salarios privados más elevados, progresiva reducción en la desigualdad de ingresos y mejora de otros indicadores socioeconómicos. En el caso de Santa Cruz, una de las provincias más extensas después de la de Buenos Aires aunque con menor población, destacan las regalías hidrocarburíferas, recursos pesqueros y otros sectores que vienen contribuyendo al aumento de los ingresos y el crecimiento25.
Otro punto de interés en esta perspectiva ve con preocupación la concentración de exportaciones, donde el sector agroexportador explica cerca de un 60-70% de la canasta exportadora. Sin embargo, aunque parte del sector primario, entienden que el desarrollo minero provincial y otros proyectos análogos, contribuirían a reducirla concentración del poder político y económico en el puerto bonaerense, además de otorgar mayor estabilidad macroeconómica, vía aumentos de reservas en el BCRA y reducción de la dependencia de los fenómenos climáticos26. Enfáticamente, se discute a quienes argumentan que la actividad solo deja una tasa del 3% de regalías, dado su baja tributación por exportaciones, poniendo de relieve la contribución por impuestos diversos, demanda de bienes y servicios locales y otros beneficios internos27.
En definitiva, los productivistas esgrimen que el problema de la escasez de dólares del país, no solo se refleja en la escasa productividad canalizada al comercio exterior, sino que además constituye un punto de presión circular. Es decir, el cálculo que en general se menciona es que cuando la economía crece 1 punto del PBI, las importaciones -como el mayor poder adquisitivo de la población- demandan en proporción 3 puntos del mismo: la conclusión sería que la minería, como otros sectores vinculados a la explotación de recursos naturales, tienen mucho que aportar a este problema y que incluso una política de sustitución de importaciones que acompañe al desarrollo de sectores competitivos puede aportar al mismo proceso. Por eso, afirman que:
No somos productores de bienes de capital, estamos muy lejos de ser competitivos en la mayor parte de los sectores industriales, pero tenemos algún margen para aumentar en el agro, en minería, en propuestas como los salmones y el litio. Ahora […] si continúa este proceso asiático de industrialización acelerada y de reconversión tecnológica hacia actividades más verdes, va a haber cada vez más demanda de minerales28.
El debate desarrollado en torno a la actividad salmonera en el sur del país también contribuye a ilustrar el punto nodal de esta discusión. En los últimos años el episodio se desarrolló a partir de la prohibición de la legislatura de la provincia sureña de Tierra del Fuego a la cría de salmónidos en aguas provinciales, una actividad que, como se argumentó desde una postura crítica, beneficiaría a las corporaciones, dañaría el medioambiente y no contribuiría a un desarrollo verde29. De hecho, hubo quienes se pronunciaron en defensa del caso Noruego30 -mayor salmonicultor mundial-, destacaron las sombras del modelo como la concentración económica de los grupos que lideran la actividad, la pérdida de ventajas comparativas en el mediano plazo, el exceso de antibióticos utilizados, los altos desechos generados y el aumento de las temperaturas en las aguas31. Sin embargo, diversos intelectuales y funcionarios públicos de nivel nacional condenaron la medida. Por ejemplo, el ex ministro de desarrollo productivo, Matías Kulfas (2019-2022), cuestionó la prohibición defendiendo las banderas de la regulación y el control estatal, como las posibilidades de desarrollar actividades cuidando el medioambiente32. Incluso, la crítica de los productivistas apuntó al potencial económico proexportador del sector, calculado en unos 10.000 millones de dólares, en una provincia que viene incrementando sus índices de pobreza y otros indicadores desfavorablemente33. Concluyentemente sostuvieron que la argentina apaga el motor de crecimiento, pierde empleo y pierde dólares34. Esto, en una provincia considerada rentística dado los regímenes de promoción industrial con escasa competitividad que vienen siendo cuestionados por el mundo académico (Schorr y Porcelli, 2014)35. Así, lo que puede evidenciarse en esta discusión, a su vez, es la tensión entre ambientalistas y desarrollistas a partir del eje que centra el debate en torno a si es posible el crecimiento económico generando menor impacto ambiental36.
Una postura menos radical en este espectro contribuye con el interrogante de si, efectivamente, se podría vivir sin tecnología. Derivan de este asunto el desarrollo minero, necesario para la vida cotidiana en términos de tecnología, pero también el papel de las conexiones y el internet en la actualidad. No es posible imaginar la vida sin ningún recurso mineral, afirman, como que a mayor producción de tecnología hay más necesidad de su materia prima37. Sin embargo se reconoce que, aunque es cierto que las empresas generan trabajo y muy bien pagos, no significa que no haya que regular y proteger a las comunidades, como exigir que generen en el país cadenas de valor desde la extracción del mineral hasta la producción de tecnología de referencia38. Estas controversias provienen de la dicotomía entre un ambientalismo crítico de izquierda y un desarrollismo de corte progresista que se presenta, también, afín a las izquierdas más moderadas. No obstante, los últimos argumentan que, en realidad, los primeros se oponen a que los países en desarrollo puedan alcanzar una autonomía científica y tecnológica y por lo tanto carecen de una raíz de izquierda.
Esta ambivalencia puede partir de una postura más radical que entiende que el problema del medioambiente se inscribe en una depredación encarnizada del capitalismo mundial. Por lo tanto, se asegura que las medidas necesarias para revertir las consecuencias negativas sobre el medioambiente, no pueden depender de la buena voluntad de los gobiernos de las potencias imperialistas que son las principales responsables del desastre actual39. En este caso, se plantean como soluciones la expropiación de los sectores energéticos liderada por trabajadores y comités de consumidores dirigidas a prohibir técnicas extractivistas dañinas desarrollando energías renovables. También aparecen en esta línea otras consignas como la reducción de las jornadas de trabajo y el reparto de en horas entre desempleados sin rebajas salariales. En definitiva, una completa reorganización de la producción, la distribución y el consumo [que] podrá cambiar el curso hacia la profundización de los desastres naturales40. De la misma forma se cuestiona la estrategia exportadora y el énfasis en la estabilidad macroeconómica por descuidar el modelo de desarrollo. Específicamente, se señalan los riesgos de la especialización productiva en sectores como el agrícola, minero, hidrocarburífero, piscícola, forestal, etc., que termina beneficiando a los grandes empresarios sin permitir la integración en las cadenas de valor niel mayor conocimiento. En definitiva, discuten que la urgencia exportadora y la sed de divisas renuncia al control sobre el poder estructural de los grupos empresariales que se asocian a dichas actividades41.
En este marco, se proponen dos soluciones.42 La primera, financiar con endeudamiento las importaciones necesarias para sostener el crecimiento, aunque menos recomendable dado la actual y desfavorable coyuntura en el sector externo43. La segunda, más recomendada, entiende que se debe exportar más y mejor, aunque también se sugiere sustituir importaciones, de modo que el crecimiento económico no exija tantos dólares44. Para los productivistas es posible encontrar un punto intermedio, al menos para varios de ellos, donde las prácticas productivas en sectores intensivos de recursos naturales (agropecuario, metalífero, petrolero, etc.) concilien con las nuevas demandas y regulaciones que exige la cuestión ambiental. En suma, un enfoque ambiental-productivista, que no desenganche resultados ambientales económico-sociales, y que ponga el foco y la política en los controles necesarios, el desarrollo tecnológico y el mejoramiento de los procesos productivos45. Para eso invocan los casos de la producción de autos eléctricos y la necesidad de insumos para energías renovables, que a pesar de prometer la reducción de CO2, exigirían más minería (litio, cobre, etc.)46, entre otras explotaciones de recursos naturales. Por eso afirman que las matrices productivas no se cambian de un día para el otro47 y que, en definitiva, el camino del crecimiento con el cuidado en el impacto ambiental debe ser progresivo.48
Ambientalistas: un inverso complejo contra el desarrollo de raíz capitalista
El grupo que identificamos como ambientalistas forma parte de un universo de pensamiento social amplio. Aunque no se autodenominen de esa forma, el concepto puede servir para aglutinar algunas de sus ideas y valores principales. Estos, se preocupan recurrentemente por determinados indicadores de deterioro ambiental como el impacto de la deforestación y el calentamiento global, y uno de sus argumentos fundamentales afirma que:
Hace más de cincuenta años que los científicos vienen advirtiendo sobre el calentamiento global y sus efectos y haciendo un cálculo obvio: el mundo no puede continuar por mucho tiempo más a este ritmo de contaminación y consumo de recursos.49
Así, critican a quienes aluden que hay que crecer a como dé lugar [porque] es necesario para acabar con la pobreza50. En este sentido, argumentan que los progresismos (en referencia al ciclo de gobiernos de izquierda en América Latina durante las primeras décadas del siglo XXI) justificaron el neo-extractivismo en nombre del desarrollo y la reducción de la pobreza, pero en la actualidad América Latina continua siendo la región más desigual del planeta51 con altos homicidios de activistas de derechos humanos y ambientales52. Aunque al respecto de este último punto la situación es muy heterogénea en los países de la región53, el punto principal se basa en que el crecimiento económico en la dinámica actual beneficia la concentración en pocos grupos. En este sentido, las críticas se acercan a un perfil antisistema, pues se asegura que el 1% más rico es responsable de más del doble de las emisiones de carbono54, que los privados se apropian de los recursos que pertenecen a todos y que la dirigencia política no se encuentra a la altura de la situación55.
Más particularmente, se afirma que con fracking, agronegocios y minería a cielo abierto tenemos más del 40% de la población bajo la línea de pobreza, una gran concentración de riqueza, y una expansión de conflictos ambientales56. Estas ideas buscan sólidas bases en los informes internacionales liderados por la ONU, en las declaraciones actuales de su Secretario General, António Guterres, y otras referentes internacionales, quienes ponen el punto en los efectos negativos en el deterioro del medio ambiente. Especialmente en la producción de los gases de efecto invernadero -a través de la quema de combustibles fósiles- y la deforestación: piedra angular del cambio climático que provoca sequias, inundaciones, derretimiento de los hielos en los polos, aumentos en el nivel del mar, acidificación de los océanos y consecuente pérdida de la biodiversidad, entre otras57. El argumento de fondo suele ser de raíz internacional, es decir, la evidente relación entre emisiones de dióxido de carbono (CO2)58, su concentración en la atmosfera y el incremento de la temperatura media del globo59. Es que para los ambientalistas se trata de una prioridad internacional, el principal problema de corto y largo plazo sería el cambio climático, y la necesidad urgente: revertirlo.
Si bien reconocen las tensiones existentes entre los responsables del calentamiento global, se proclama una estrategia colectiva de descarbonización del planeta para 2050. Para esto se reivindica el acuerdo internacional de París firmado en 2015 y otras concertaciones adherentes a la consigna de no superar los 2 grados centígrados de aumento de la temperatura media de la Tierra (medidos a partir de las temperaturas prevalecientes desde la Revolución Industrial)60. Uno de los sectores emblemáticos es la energía producida por la explotación del carbón, el petróleo y el gas, principal emisor de CO2. Así, la discusión se inscribe en las perspectivas que apuntan a la desmaterialización del crecimiento económico donde la consigna principal redunda en reducir la intensidad material de una economía a partir del menor consumo (Fischer Kowalski y Swilling, 2011).
A pesar de reconocer que potencias industriales como EEUU, China y Europa son responsables, cada una, de más de un tercio de las emisiones, también se demandan acciones en los países periféricos, cuestionando que las discusiones de la política energética en Argentina parecen ajenas a la cuestión de la transición61. A pesar de las buenas intenciones plasmadas en la Segunda Contribución Determinada Nacional, que compromete al país a una reducción significativa de gases de efecto invernadero hacia 2030, se cuestionan los proyectos que incentivan el consumo de energía hogareña, los regímenes promocionales a la explotación de hidrocarburos, las construcciones de centrales térmicas, entre otras62. De esta manera, el problema en la Argentina, sería que el agronegocio, el fracking en Vaca Muerta y la megaminería, son todas actividades que se llevan a cabo sin límites ni controles. Nuestro país esta liberalizado desde el punto de vista ambiental63. Como argumentan, Argentina sería el país con mayor consumo de agrotóxicos per capita en el mundo y la progresiva pérdida de bosques nativos64. También se apunta contralas mineras, que en las provincias de Catamarca o San Juan, dejan un paisaje socioeconómico desolador y beneficios a las corporaciones transnacionales dado la falta de controles totales. En este contexto se exaltan los movimientos vecinales para limitar este tipo de minería, a través de la prohibición del uso de determinadas sustancias toxicas en la actividad65.
En suma, la crítica se dirige a los denominados progresistas o desarrollistas, quienes esgrimen sus argumentos de siempre: el “ambientalismo bobo”, se dice, frena el desarrollo, hay que crecer para salir de la pobreza, la Argentina necesita dólares. Mayor atención se pone, por el contrario, en la depredación de los recursos. Por ejemplo, destaca la deforestación de bosques66 que produce efectos nocivos en las comunidades más vulnerables beneficiando a las empresas extranjeras67. Respecto de esas comunidades, los ambientalistas apoyan a movimientos heterogéneos que combaten la fumigación y la contaminación de riachuelos68 provocados por diversas actividades y defienden la preservación de los recursos naturales como el agua, los páramos y los humedales, entre otros (Merlinsky, 2021)69. Por eso, se afirma que se trata de:
Colectivos multiterritoriales que tienen problemas de trabajo, de vivienda y que ven al tema del ambiente como un proceso totalmente integrado a esas condiciones de vida. Su elemento común es el derecho a ponerse de acuerdo en cómo vivir, porque parece que vivir en un planeta dañado no estaría siendo tan fácil.70
Otra de las principales consignas que aglutina a los movimientos ambientales, es la crítica a los progresismos latinoamericanos que dicen que primero tenemos que desarrollarnos para después distribuir y recién después pensar en el ambiente. Las personas que luchan por sus derechos no quieren esperar para pensar en lo ambiental71. A pesar de las críticas análogas a las esgrimidas contra la teoría del derrame, más viculado a la socialdemocracia europea no necesariamente se ajusta a los casos regionales, más concentrados en la distribución de los ingresos y el aumento del poder de compra de los salarios como motor de crecimiento económico (Schorr y Wainer, 2017).
En general los ambientalistas bregan por una transición de los modelos de desarrollo que se encontraría presionada por las exigencias de la huella ambiental en la prudicción de bienes y servicios. De esta manera, sostienen que Argentina enfrenta -y enfrentará- presiones materiales y normativas, domésticas a internacionales, para llevar adelante políticas consistentes con la descarbonización y la transición energética72. Esta postura, más centrada en las opciones de política exterior y oportunidades para la inserción del país en las nuevas lógicas mundiales que impondría la descarbonización, se centran en el desarrollo de capacidades a las nuevas demandas: desarrollar una política exterior de afuera hacia adentro […] y de adentro hacia afuera73. Existe cierto optimismo en esta visión, que no se involucra tanto en la tensión entre ambiente y desarrollo, sino más bien en el aumento de la inversión en energías limpias, renovables y las actividades relacionadas a la transición energética (como la industria del litio y el hidrogeno verde) apoyando a la diplomacia ambiental74.
En un punto similar, se señala que en el país se carece de políticas que busquen conciliar el desarrollo económico y el desarrollo ambiental, afirmando que no tener en cuenta la transición energética y productiva y todas sus implicancias puede dejar a la Argentina fuera del mercado global75. La ambivalencia en esta postura lleva a prever caídas estrepitosas del PBI para 2100, calculadas en 53% para la Argentina,76 aunque por otro lado se reconoce que “prohibir toda actividad económica, toda forma de consumo, es socialmente inaceptable”.77 La propuesta media de esta disyuntiva sería la consideración internacional de los stocks de capital natural para rebalanceo de las pérdidas, con compromisos explícitos de las empresas para frenar los proyectos de explotación de combustibles fósiles. En el caso argentino, las consignas serían avanzar en la energía de radiación y vientos, donde el país cuenta con importantes stocks, centrarse en el gas natural en reemplazo de la quema de fueloil78. como solución intermedia de cara a una mayor electrificación.79
Sin embargo, también más radicalmente, se llega a afirmar que no cualquier crecimiento productivo es equivalente al desarrollo. Dólares en manos de empresarios no son dólares en el país80. Toma especial relevancia en este punto, la sensibilidad entre regulación y prohibición, aunque para muchos ambientalistas constituye una oposición falsa porque regular implica, en muchas ocasiones, prohibir total o parcialmente determinada actividad o sustancia. Así, se alude a las prohibiciones de la técnica de fracking hidráulico en la minería, el uso de plásticos dañinos y ftalatos en juguetes, los transgénicos en la agricultura, etc. El argumento es que las prohibiciones parciales o totales han sido corrientes en la historia de la humanidad, y que en los últimos tiempos:
Apuntan a proteger territorios, poblaciones y economías regionales, que hoy registran una expansión incontrolada de modelos y mal desarrollos, de corte extractivista y a gran escala, como la minería a cielo abierto, el agronegocio y la utilización de agrotóxicos, la destrucción de humedales y bosques nativos, la expansión de energías extremas y la contaminación industrial.81
Por el lado de las propuestas, se esgrime que como sociedad tenemos derecho a decidir a qué ritmo queremos crecer, en que rubros y en cuales decrecer82. En este sentido, se alude a bienes que sería necesario producir y otros no, como en otros casos promover la mayor durabilidad para morigerar los índices de consumo según pregonan las perspectivas que apuntan a desmaterializar el crecimiento. Además, se señala que el problema no es la discusión entre ambiente y desarrollo, porque afriman que los empresarios son quienes deciden el curso del desarrollo: tenemos derechos a discutir qué destino tendrá la acumulación de capital que nuestro trabajo genera, y cómo usaremos los recursos finitos que tiene el planeta83, se asegura. En este cuadro se vinculan los proyectos económicos como el agronegocio, las megaminerías y mega factorías de carne porcina a proyectos lobistas empresariales responsables de la degradación del ambiente, la crisis económica argentina y la deuda externa -contraída para satisfacer una dinámica económica fracasada-. Por el contrario se promueve la revalorización de las actividades productivas ecológicas, la participación popular y ciudadana para contener los precios, mejorar la alimentación y solucionar la crisis económicas (esta última, bajo el lema de la ilegitimidad de la deuda externa, que hoy constituye uno de los principales escollos de la economía argentina).84Así, ante lo que se entiende una inoperancia de las elites económicas, se brega por una mayor participación y poder de decisión de actores de pequeña escala y marginados de las grandes decisiones como comunidades, asociaciones civiles y movimientos populares. El argumento principal asocia la crisis económica y de política económica, por ejemplo, vertebrada en torno al problema de la alta deuda externa, como un fracaso del desarrollismo económico imperante.
Consideraciones finales
Las disputas políticas e ideológicas en torno a si la estrategia productiva argentina debiera priorizar el desarrollo o preservar el cuidado del medio ambiente, aunque se presenta como una oposición tajante, resulta falsa en sí misma. Como consideró Dumont, lo social en su conjunto se pone en movimiento a partir de las consignas que unos y otros despliegan, y en más de una ocasión, estas forman parte de un mismo entramado en el que ni una ni otra dimensión del debate pueden comprenderse sino es en conjunto. Cuando los economistas, políticos o cientistas sociales afirman que el crecimiento económico es una condición necesaria para avanzar en otros problemas sociales o bien la afirmación de que el país necesita dólares en primeros términos, podría pensarse que estamos ante un conglomerado de ideas reguladoras del universo económico que se impone al conjunto de la sociedad. Sin embargo, esta no puede ser una interpretación homogénea, dado que escuelas económicas como la economía postkeynesiana, marxista e incluso la economía ecológica no suscriben indiscutible a la predominancia de lo económico en la sociedad. Por el contrario, podría tratarse este de un argumento que, como relevamos, esgrimen los ambientalistas contra los productivistas en un afán por unificar un polo opuesto de quienes, sin embargo, tienen posturas no necesariamente homogéneas en el asunto. Parece evidente que no es posible interpretar la discusión del desarrollo sin considerar las demandas de quienes, independientemente de la solidez de sus argumentos, ponen el acento en la desigualdad y la degradación ambiental. Luego de las discusiones relevadas, esta característica parece atravesar a ambas posturas, las cuales forman parte de una misma dinámica social donde el capitalismo exhibe una contradicción fundamental.
Por otro lado, interpretar las relaciones y jerarquías entre personas y naturaleza puede aportar una clave interesante en términos de Dumont. Bregar por la explotación de recursos naturales donde la Argentina tiene claras ventajas comparativas, como por ejemplo el menor valor monetario en dólares de la hectárea de tierra para los productivistas o bien las menores exigencias ambientales para los ambientalistas, trae implícito la jerarquización de la relación entre sujetos y naturaleza. En esta lógica, la naturaleza ocuparía un lugar pasivo en este esquema, mientras que las personas o individuos uno activo. Allí donde los ambientalistas demandan la posibilidad de revertir este orden, o en alguna medida lo discuten, también ponen en tensión la concentración de la riqueza. Cierta noción productivista de la economía, hegemónica en la modernidad y más que vigente en la actualidad, postula dicha jerarquía, que funciona a su vez dentro del conjunto de la sociedad y aparece enmarcada en las leyes incuestionables de la moral económica: primero esto, luego aquello. No es posible erradicar la pobreza sin crecer, no es posible crecer sin insertarse al mundo, no es posible cuidar el ambiente sin explotación de recursos naturales, parece ser más bien la normativa económica, y porque no parte del sistema de valores, a estas alturas, mainstream. Sin embargo, luego de relevar las posturas analizadas, puede concluirse que, en alguna medida, esta manera de entender las cosas forma, nuevamente, parte de la matriz conceptual del ambientalismo y sus incentivos por unificar un polo opuesto de carácter desarrollista, que sin embargo obnubila las teorías y debates económicos centrados en las coyunturas políticas y económicas contemporáneas.
No obstante, y siguiendo a Dumont, parece ser que la separación de hechos, como la escasez de dólares o el bajo crecimiento, y valores, evidenciados en juicios como los que sostienen que primero se debe crecer o reducir los gastos, demuestran la tendencia de la modernidad por ocultar el funcionamiento macrosocial de nuestros tiempos. Es decir, un entramado complejo producto del capitalismo mundial, donde los opuestos funcionan como parte de un mismo universo social. Ambiente o desarrollo, no serían más que parte de un mismo sistema social, donde los opuestos parecen ser generados por la emergencia de lo económico en los inicios de la modernidad. De la misma manera, las categorías que se discuten, como el desarrollo, el cuidado de la naturaleza, la explotación de recursos, el problema de la pobreza, etc., se desprenden de la misma sociedad y la ponen en movimiento en su conjunto. Estos no forman parte, como podría creerse, de una realidad objetiva e indiscutible, sino que, por el contrario, son parte del sistema de valores vigente. En todo caso, estamos interpretando y traduciendo los valores que la sociedad otorga a los individuos de acuerdo a la materialidad en la que estos discuten, debaten y promueven sus ideas.
Así, aunque se presenten como irreconciliables a las posturas entre ambiente y desarrollo, y al margen de cierta iniciativa pro-desarrollista por conciliar las partes, estas dependen de una misma totalidad que las regula y organiza en sus prioridades. Esa totalidad, evidentemente, beneficia, producto del papel de lo económico en la modernidad, la dinámica macroeconómica, el papel de los dólares en la economía argentina, las opciones pro-exportadoras y otras preocupaciones propias que resultan de los actores que representan estos intereses en la sociedad y se nuclean, aunque no sin tensiones, en torno al costado productivista. Tampoco resulta casual, considerando lo último, que al menos en Argentina estas discusiones se organicen en torno a sujetos filiados en alguna tradición desarrollista por el lado productivista, frente a otros vinculados a ciertos sectores que cuestionan al sistema en sus valores y postulados, lo que diríamos antisistema, independientemente de cualquier división entre izquierda y derecha. Teniendo en cuenta este último punto, quizás pueda sugerirse que el ambientalismo, aunque nunca llegue a un estado de pureza dado que su papel secundario es parte de la totalidad, pueda tener un lugar muy relevante cuando forme parte de la agenda económica más claramente. Aunque en ese momento seguramente dejará de ser ambientalismo porque su mismo espíritu quizás sea absorbido por otras consignas fundamentales del mercado: en definitiva, otra contradicción.
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2 A comienzos de 2020, Argentina y China anunciaron acuerdos para que la primera produjera carnes porcinas de exportación. La creciente demanda del gigante asiático y la peste porcina africana empujó al país a buscar alternativas de abastecimiento en la región. Véase Fundación Rosa Luxemburgo (20 de agosto de 2021). “Megagranjas porcinas: control corporativo y nuevas pandemias”. Recuperado de https://24x7.cl/QQpj.
3 Ante los recurrentes incendios hay quienes impulsan proyectos de leyes de protección de los humedales como otras regulaciones en los ecosistemas capaces de contener los problemas que azotan al medioambiente. La discusión involucra la conceptualización de los humedales y los límites que abarcarían, dado que esto limitaría la actividad agropecuaria. Ley de humedales: S/A. (2020). “¿De qué se trata y qué piensan el campo y los ambientalistas?”. Infobae, 27 de septiembre. Recuperado de https://24x7.cl/QQpj.
4 En los últimos años se vienen desarrollando varios conflictos y protestas pivoteadas por organizaciones en defensa del ambiente, el agua y los recursos naturales. Sus consignas se centran en prohibir la instalación de la actividad minera y descreer de todo tipo de controles ambientales. Puede verse el caso reciente de la provincia de Mendoza. Maninno, P. (2019). “Mendoza se puso de pie contra la ley minera habilita el uso de cianuro: hubo incidentes tras la marcha”. La Nación, 27 de diciembre. Recuperado de https://urlshortner.org/MkkMR.
5 Existen esfuerzos evidentes por conciliar posiciones entre quienes se inclinan por una necesaria estabilidad macroeconómica. Estos entienden que no existe desarrollo sin cuidado ambiental y ponen el foco en los controles y regulaciones ecológicas como punto medio hacia una transición. Puede consultarse el debate entre Claudio Scaletta, Elisabeth Mohle y Sergio Federovisky moderado por José Natanson y organizado por Le Monde Diplomatique. Scaletta, C; Mohle, E. y Federovisky, S. (2021). “Encuentro: medioambiente y desarrollo”. Le Monde Diplomatique, edición Cono Sur, 24 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/GvDlL.
6 Cabreros, T. (2021). “Desarrollismo ambientalista: la discusión sobre un tema central para la economía argentina”. El DiarioAr, 24 de abril. Recuperado de https://urlshortner.org/XqprF.
7 Actualmente la Argentina sufre una combinación de alta deuda externa, inercia inflacionaria, desequilibrio fiscal, pujas distributivas con un notable deterioro de indicadores sociales como la pobreza y el desempleo.
8 Además, entre otras cosas, es manifestación de lo dicho que esta escuela económica toma la distribución del derecho de la propiedad como un dato y la distribución funcional del ingreso como un proceso endógenamente determinado por el sistema económico.
9 Dumont diría: designamos todo sistema de ideas y valores como […] ideología […] o bien como cultura, o incluso como sociedad (1987, 207).
10 En sus estudios antropológicos sobre la sociedad indiana, Dumont se ha esforzado en demostrar cómo el individualismo, que se presenta paralelamente en oposición ideológica a determinada casta del sistema indiano, mantiene relaciones análogas en lo que refiere a valores y prácticas que lo hacen formar parte de un mismo universo sociológico. Esto, haría posible que, al interior del mundo individualista que se asume liberal e igualitario, existan ideologías racistas, jerárquicas y desiguales. En gran medida, en este trabajo buscamos trasladar esta iniciativa dumontiana a nuestro abordaje (Dumont, 1970).
11 Esto se hace evidente si se considera que, por ejemplo, las economías centralizadas de los países socialistas o con capitalismos de Estado, no se rigen con la autorregulación del mercado, sino con un papel principal la planificación estatal. También es posible mencionar a las sociedades feudales o esclavistas, como lo hacen el mismo Dumont y Polanyi, para discutir este postulado. En estas la economía, desde el punto de vista de la asignación de recursos y las decisiones de producción y consumo, dependen de los señores feudales o amos, quedando exenta la autorregulación de los mercados.
12 Dumont vincula esto con que la ciencia económica fue una de las primeras en buscar establecer leyes sociales, que garantizan la independencia del dominio (Dumont, 1982:51), presuponiendo que estas prexisten al orden de las cosas y se inscriben previamente en tanto es la ciencia la encargada de buscar tales cosas.
13 En este marco, Dumont entiende que durante el capitalismo, el surgimiento de la economía se encontraba subordinado a los Estados. Sin embargo, posteriormente, lo económico fue presentado, fruto de un esfuerzo intelectual e ideológico, por como un mundo ordenado, y que produce orden, dentro de la totalidad social, justificando la no intervención estatal en ella. Por ejemplo, entraría en este cuadro la teoría del francés François Quesnay y los fisiócratas, ya que, sin ellos, “La riqueza de las nacionales” no habría visto la luz o habría sido un libro muy diferente (Dumont, 1982:52). Sin embargo, Dumont, no identifica en Quesnay un orden económico autonomizado, sino sólo normativamente autónomo (Dumont, 1982:53). Es decir, aún operaba en los fisiócratas la Ley Natural, donde lo económico y los agentes deben subsumirse a la política justa por parte del Estado. Entonces, bien puede verse la economía como ordenamiento coherente con regularidades y leyes propias, donde debió esperarse a Adam Smith para asegurarse que el orden económico [sea] más independiente de las decisiones humanas (Dumont, 1982:57). Para encontrar esto último, Dumont se remonta al inglés Locke, que habilita un papel principal al individuo, articulando la igualdad con la propiedad, dentro del orden económico frente a las concepciones holistas de la sociedad.
14 Al respecto, también vale aclarar que, en varias ocasiones, los mismos intelectuales autores de producción de bibliografía académica participan intensamente de los debates de esta naturaleza en medios nacionales y políticos, en general inclinados por una filiación de izquierda o progresista según sea el caso.
15 También es conocida la postura del economista Claudio Scaletta, quien asegura que grupos ecologistas extremos con amplia difusión mediática bregan por un prohibicionismo de actividades económicas consideradas necesarias para generar divisas. Según la óptica de Scaletta, esta visión sería importada de ONG (organismos no gubernamentales) provenientes de países que ya explotaron sus recursos naturales, se encuentran satisfechos con determinado piso de desarrollo y están mejor posicionados para liderar cambios en su matriz productiva. Esta difusión internacional arraigaría en sectores extremistas, muchas veces situados en enclaves económicos asociados a los servicios y por eso ajenos al mundo de la producción de bienes materiales. Además, el economista se preocupa por la difusión de información falsaque busca asociar impactos catastróficos en actividades productivas como la minería. Por eso entiende que la militancia ambiental cae en un colonialismo del decrecimiento que perjudica a la mayoría, impidiendo maximizar la explotación de recursos naturales y aumentar su productividad y sus exportaciones para poder crecer y expandir el consumo de las mayorías. Scaletta, C. (2021). “Piedras contra el desarrollo”. Le Monde Diplomatique, marzo. Recuperado de https://urlshortner.org/GUoHr.
16 También se menciona el potencial para fabricar turbinas para represas hidroeléctricas, centrales nucleares y molinos eólicos.
17 López, A. (2021). “El cliente favorito de Dios”. El DiarioAr, 16 de septiembre. Recuperado de https://urlshortner.org/WlaJC.
18 La Niña es una de las dos fases del ENSO (El Niño Southern Oscilation), cuya cara opuesta es El Niño, donde los cambios de temperatura abruptos que produce, con escasez de lluvias, generan alta incertidumbre al conjunto de la actividad agropecuaria y puntualmente aquella de gran peso en la canasta exportadora como es el caso de Argentina.
19 Con esta preocupación, López señala que la Argentina sube puestos en el ranking de países con fuerte canasta exportadora de bienes primarios escasamente diferenciados.
20 Schteingart, D. (2021). “Desarrollo y medio ambiente”. Página/12, 2 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/ukvsF.
21 Por ejemplo, se diría que la argentina redujo considerablemente la pobreza generada desde la crisis del 2001 partiendo de alrededor del 70% hacia un 27%, gracias al repunte del crecimiento económico entre 2002 y 2011. Pero no solo eso: se lo vincula al crecimiento de las exportaciones de bienes y servicios, que abrían crecido de unos 29.000 millones de dólares a 97.000 millones permitiendo financiar las importaciones necesarias. Idem.
22 Gaite, P. (2019). “La restricción externa: ¿Qué hay de nuevo en el viejo problema?”. Voces del Fénix, 7 de enero. Recuperado de https://vocesenelfenix.economicas.uba.ar/la-restriccion-externa-que-hay-de-nuevo-en-el-viejo-problema/.
23 Algunos puntos clave serían proveer de información y asistencia a los exportadores para una mejor inserción internacional, remover barreras arancelarias y mejorar los acuerdos comerciales, entre otros. López, A. (2021). “El cliente favorito de Dios”. El DiarioAr, 16 de septiembre. Recuperado de https://urlshortner.org/WlaJC.
24 De la Calle, E. (2021). “¿Por qué la minería en Argentina no tiene un desarrollo similar al chileno?”. Agencia Paco Urondo, 8 de septiembre. Recuperado de https://urlshortner.org/cgSmW.
25 No obstante, algunos advierten que existen mayores niveles de precios que morigeran el poder de compra salarial.
26 En el sentido macroeconómico también se mencionan otros aspectos como la sustitución de importaciones y el alivio de la balanza comercial. Ídem.
27 Ídem.
28 Schteingart, D. (2021). “Desarrollo y medio ambiente”. Página/12, 2 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/ukvsF.
29 Tamagno, N. (2021). “Ambientalismo en la mira”. Tramas en movimiento, 13 de julio. Recuperado de https://urlshortner.org/pWPRX.
30 El desacuerdo es mutuo, no solo quienes están a favor de desarrollar la actividad envalentonan el caso noruego, sino también el chileno, el cual también mostraría que la reducción de impactos ambientales son posibles y compatibles con el desarrollo. Schapiro, M. (2021). “Hay que regular, no prohibir”. Le Monde Diplomatique, octubre. Recuperado de https://urlshortner.org/cQavx.
31 Semán, E. (2021). “La paz social tiene cara de Salmón”. El DiarioAr, 7 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/yzngQ.
32 Infobae (2021). “Matías Kulfas: la prohibición de cría de salmones en Tierra del Fuego es una decisión equivocada”. 3 de julio. Recuperado de https://urlshortner.org/eSKFZ.
33 Schteingart, D. (2021). “La prohibición de la cría de salmones no es el camino”. Página/12, 7 de octubre. Recuperado de https://urlshortner.org/zfEYJ.
34 Algunos como Roy Hora entienden que los verdaderos problemas ambientales se encuentran, por ejemplo, en el conurbano. Especialmente menciona la extendida contaminación de la cuenca Matanza-Riachuelo donde se han vertido residuos tóxicos y metales pesados, basural y letrina. No, por el contrario, en actividades productivas prometedoras como la salmonicultura. Hora, R. (2021). “Salmones en el riachuelo”. El DiarioAr, 10 de julio. Recuperado de https://urlshortner.org/cDcat.
35 Ídem.
36 Más particularmente, esto se vincula con los debates que buscan ir reduciendo los niveles de consumo como medida principal de la desmaterialización del crecimiento económico, es decir, un crecimiento económico en el marco de una menor tensión material y energética sobre los recursos disponibles. Para ampliar este debate, puede consultarse el trabajo de (Infante-Amate, 2014).
37 Malec, D. (de 2021). “Minería ¿Para qué y para quién?”. Página/12. Recuperado de https://urlshortner.org/MpRxQ.
38 Ídem.
39 Mercante, E. (2021). “Capitalismo y naturaleza: una contradicción peligrosa”. Ideas de Izquierda, 15 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/Kygtj.
40 Ídem.
41 Cantamutto, F. y Schorr, M. (2021). “Argentina: las aporías del neodesarrollismo”. Nueva Sociedad, Nº 295. Recuperado de https://urlshortner.org/uLKse.
42 Sin embargo, cabe aclarar que este postulado sólo es cierto en condiciones de mayor crecimiento de importaciones respecto de las exportaciones y en ausencia de un proceso de sustitución de las mismas. No necesariamente el mayor crecimiento de las exportaciones tiene que sustentarse en el sector primario, de hecho, la experiencia argentina ha demostrado que la principal restricción externa se vincula con el crecimiento de la relación entre endeudamiento externo y PBI. Varios aportes han dado cuenta de que, con esta relación baja, las presiones de la restricción externa no se tornan tan altas, como se evidenció en el proceso de crecimiento económico con superávit externo desarrollado en los años 2003-2015 (Basualdo, 2018; Brenta, 2018; Kulfas, 2019).
43 Actualmente la Argentina se encuentra bajo un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por alrededor de 45.000 millones de dólares originados a partir de un stand by aprobado por el directorio el 20 de junio de 2018, que incluyó varios desembolsos que terminaron en la solicitud argentina de una dispensa (waiber) a partir del incumplimiento de las metas macroeconómicas y finalmente suspendido el acuerdo con el cambio de gobierno.
44 Schteingart, D. (2021). “Desarrollo y medio ambiente”. Página/12, 2 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/ukvsF.
45 Schapiro, M. (2021). “Hay que regular, no prohibir”. Le Monde Diplomatique, octubre. Recuperado de https://urlshortner.org/cQavx.
46 Sin embargo, como en el caso de las posturas más vinculadas a las izquierdas argentinas, se advierte sobre la concentración empresarial exportadora, la escasa renta cobrada por el Estado y el desincentivo inversor que existe en el caso argentino en comparación a otros países vecinos. Fornillo, B. (2020). “El litio no es un recurso estratégico en Argentina, si para Brasil, Chile y Bolivia”. Periferia: Ciencia, Tecnología, Cultura y Sociedad, 6 de septiembre. Recuperado de https://urlshortner.org/IRXYm.
47 Schteingart, D. (2021). Op. Cit.
48 Por último, aunque en menor medida, también debería considerarse la discusión sobre la desmaterialización del crecimiento económico sostenida sobre las bases de sectores como los servicios, la industria del software y otros bienes conocimiento-intensivos que buscaría desacoplar el crecimiento de las presiones sobre el ambiente. Por ejemplo, ver las consideraciones de Schteingart, D. (2022), “La industria del software creó 1.470 empleos en marzo y 28.000 en tres años”. El Economista, 20 de abril. Recuperado de https://eleconomista.com.ar/tech/la-industria-software-creo-1470-empleos-marzo-28000-tres-anos-n53327.
49 Adamovsky, E. (2021). “Desarrollismo bobo”. El DiarioAr, 31 de julio. Recuperado de https://urlshortner.org/tsxBQ.
50 Ídem.
51 Ídem.
52 Svampa, M. y Viale, E. (2021). “El disparato de vincular subdesarrollo con protección ambiental”. El DiarioAr, 14 de julio. Recuperado de https://urlshortner.org/ROLGt.
53 Por ejemplo, según el informe de la inglesa Global Witness para 2021, en la última década el mayor porcentaje de asesinatos vinculados al activismo ambiental, político y territorial se concentra en América Latina a razón del 70%. Sin embargo, la concentración en países como Brasil, Venezuela y Perú, que mantienen conflictos en la Amazonia, Colombia y México por otro lado, es alta, siendo mucho menor en países como Argentina, Paraguay y Chile. Koop, F. (2022). “Más de 1.700 defensores ambientales fueron asesinados en la última década”. Diálogo Chino, 6 de octubre. Recuperado de https://acortar.link/5oYQ7W.
54 Argumento muy discutido por la socióloga económica Mariana Heredia en su reciente libro (2022).
55 Adamovsky, E. (2021) Op. Cit. Si bien el cambio climático es innegable en parámetros científicos, como su relación directa con las emisiones de CO2, la discusión comprende a las ciencias sociales en tanto entran en debates los esquemas internacionales de coordinación hacia una nueva transición energética necesariamente productiva. Puede consultarse para ver los efectos del cambio climático y sus potenciales causas el último informe de El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) de las Naciones Unidas, elaborado por un conjunto de expertos en función del relevamiento de artículos científicos, como un recuento de sus puntos principales en Mohle, E. (2021). “Las bases científicas del cambio climático”. Cenital, 14 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/IAIOZ.
56 Más puntualmente se les discute a otros analistas que la Argentina tiene un bajo nivel de huella ambiental, es decir, impacto en el medioambiente en función de emisiones de gases de efecto invernadero generadas. El argumento de los autores es que el país se encuentra en el puesto 22 del total de los países, pero el de los productivistas que este representa menos del 1% mundial, habiendo potencias que acaparan un gran porcentaje. Svampa, M. y Viale, E. (2021). “El disparate de vincular subdesarrollo con protección ambiental”. El DiarioAr, 14 de julio. Recuperado de https://urlshortner.org/ROLGt.
57 Planelles, M. (2021). “El gran informe científico sobre el cambio climático responsabiliza a la humanidad del aumento de fenómenos extremos”. El País, 9 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/iuhVy.
58 Cabe aclarar que, aunque este es el principal Gas de Efecto Invernadero (GEI), no es el único. Más apropiado es hablar de CO2 equivalente, donde se supone la aplicación de un Potencial Calentamiento Global para poder sumar las emisiones de distintos GEI con diferentes horizontes temporales de permanencia en la atmósfera y diferente capacidad de absorber la radiación infrarroja contribuyendo al efecto invernadero.
59 Esto sería consecuencia directa de los incendios en varias partes del globo ante temperaturas extremas de más de 40 grados centígrados, como las inundaciones o sequías (causadas por el descalabro del ciclo hidrológico) y, en el caso argentino, la bajante histórica del Río Paraná. Mercante, E. (2021). “Capitalismo y naturaleza: una contradicción peligrosa”. Ideas de Izquierda, 15 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/Kygtj. No obstante, como han advertido investigadores, por ejemplo, Carolina Vera y Juan José Neiff, el caso local de la bajante histórica del Río Paraná se explica por factores que no necesariamente se ligan al cambio climático. Por ejemplo, entre estos se encuentran la periodicidad de las lluvias en otras regiones de Brasil o Paraguay que confluyen con el Río. También explican la bajante la combinación de eventos desafortunados como el fenómeno mencionado de La Niña y los llamados años solares. Este último se torna central dado que se caracteriza por una menor radiación de la media (periodos alternados de 11 años con mayor y menor radicación), que impacta en un menor calentamiento del Mar y menor evaporación y lluvias en la región. Por ejemplo, ver Multimedios Prima (2 de enero de 2023). “El ecólogo Juan José Neiff, investigador del CONICET, dijo: El suministro del agua puede comprometerse gravemente si continúa la bajante del Río Paraná”. Recuperado de https://acortar.link/r7gh6a y A24 (29 de septiembre de 2022). “Bajante del Paraná: ¿El agro tiene responsabilidad sobre el fenómeno?”. Recuperado de https://acortar.link/n6t8lR
60 Merke, F. y Mohle, E. (2021). “Una política exterior para el cambio climático”. Le Monde Diplomatique, julio. Recuperado de https://urlshortner.org/hBnuv.
61 Nicolas, G. (2021). “La verdadera crisis energética”. Seúl, 15 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/LvCic.
62 Ídem.
63 Svampa, M. y Viale, E. (2021). “El disparate de vincular…” Op. Cit.
64 Ídem.
65 Ídem.
66 Este es aludido por Adamovsky, E. (2021). “Desarrollismo bobo...” Op. Cit.
67 Ídem.
68 Las noticias suelen basarse en episodios relacionados de contaminación causando un gran impacto de sensibilidad en el público a través del relato en primera persona de los damnificados. Por ejemplo, en la localidad de Lobos, Buenos Aires, un grupo de vecinos presentó un estudio ambiental realizado mediante el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ante la justicia tras advertir un sabor poco usual en el agua potable de consumo familiar y otros cambios en el medioambiente. Este, comprobó la presencia de varios plaguicidas en el agua y se narran los relatos de los vecinos atravesados por un discurso anticontaminación. Magnani, R. (2021). “Salud y medioambiente. Detectaron agroquímicos en el agua de Lobos y ordenan al municipio entregar bidones con agua potable”. Clarín, 1 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/Qjeei.
69 Por ejemplo, la Plataforma Socioambiental es una organización que nuclea a varios grupos ligados a diferentes ámbitos políticos, médicos, de nutrición e indígena. Estos han protestado, por ejemplo, contra HB4 desarrollado por la empresa argentina Bioceres, un transgénico resistente a las sequias, considerando que es un herbicida que supera en toxicidad al glifosato [y] va a empeorar las condiciones de vida del pueblo y de la tierra. Para la ocasión, llevaron a cabo un panazo repartiendo productos panificados considerados libres de transgénicos y promoviendo actividades culinarias en las redes. El DiarioAr (16 de agosto de 2021). Organizaciones ambientalistas protestan contra el trigo transgénico con un “panazo” nacional. Recuperado de https://urlshortner.org/amPFn.
70 Sabatés, P. (2021). “Gabriela Merlinsky: somos exportadores de naturaleza”. Página/12, 10 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/ckajU.
71 Ídem.
72 Merke, F. y Mohle, E. (2021). “Una política exterior…” Op. Cit. Aunque, paradójicamente, para que esta coerción funcione se tiene que dar impulso al modelo exportador en tanto los sectores que se reivindican como protagonistas para la transición energética requieren de una estrategia económica de esta naturaleza con barreras paraarancelarias basadas en la huella de carbono de los productos que se promocionen.
73 Ídem.
74 Mohle, E. y Schteingar, D. (2021). “Hacia un ecodesarrollismo latinoamericano”. Nueva Sociedad, Nº 295. Recuperado de https://urlshortner.org/sjguy.
75 Lafuente, E. (2021). “Martina Chidiak: Por efecto del cambio climático, sino actuamos rápido, vamos a tener enormes costos”. La Nación, 1 de agosto. Recuperado de https://urlshortner.org/IfoZl.
76 En cierta medida adhiriendo a la postura que debate críticamente que el macro indicador del PBI constituye una medida limitada del bienestar social (Stiglitz, Sen y Fitoussi, 2010).
77 Ídem.
78 Esto se postula como un punto vertebral, aunque debe considerarse que el consumo de fueloil en la generación de electricidad en Argentina es estacional y sólo ante faltantes de gas natural. El consumo más importante de derivados del petróleo en invierno (cuando hay restricciones para el uso de gas natural, para priorizar el consumo residencial) es el diesel en las centrales térmicas turbogás.
79 Ídem.
80 Adamovsky, E. (2021). “Desarrollismo bobo...” Op. Cit. Esta postura, relativiza la importancia de que la liquidación de dólares se vuelque al sistema vía el mercado de cambios, dejando en un segundo plano los esfuerzos de la sociedad en los procesos de cambio y los impactos ambientales generados para introducirse en la transición energética.
81 Svampa, E. y Viale, E. (2021). “El disparato de vincular...” Op. Cit.
82 En un sentido similar, y en el marco amplio de críticas a las posturas productivistas, hay quienes discuten la afirmación axiomática de que la ciencia y la tecnología encontraran siempre irreductiblemente soluciones para los problemas ambientales. Por el contrario, plantean la desconfianza en las actividades que marchan a contramano de la transición ecológica y el papel de las empresas en los procesos considerados extractivistas de la naturaleza y problematizan una historia colonial de países latinoamericanos abastecedores de recursos naturales para los países desarrollados. Puede verse un recuento de esta discusión en Merenson, C. (2021). “En respuesta al artículo de Claudio Scaletta; piedras contra el desarrollo”. La (re) verde, 24 de marzo. Recuperado de https://urlshortner.org/DVsdz y Merenson, C. (2021). “El desarrollismo en el pensamiento nacional: una mirada desde la ecología política”. La (re) verde, 21 de marzo. Recuperado de https://urlshortner.org/IFvMD.
83 Adamovsky, E. (2021). “Desarrollismo bobo...” Op. Cit.
84 Véase el informe sobre las megagranjas porcinas en Frank, F. (2020). “Amenazas a la soberanía alimentaria en Argentina. Megagrankas porcinas: más control corporativo y nuevas pandemias”. Informe 04. Recuperado de https://urlshortner.org/uYzIS.
Este trabajo es producto del seminario Lecturas en Ciencias Sociales IV (Sistemas de clasificación y división social) dictado en la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y el Instituto del Desarrollo Económico y Social (Ides) coordinado por Dr. Máximo Badaró. Específicamente, el mismo fue realizado bajo la dirección del Dr. Pablo Figueiro, quien dicta el módulo sobre Louis Dumont en el curso mencionado