Diagnóstico del subsistema regional de vitivinicultura

en el Valle Antinaco-Los Colorados, La Rioja, Argentina

 

Diagnóstico do subsistema regional da viticultura

no Vale Antinaco - Los Colorados, La Rioja, Argentina

 

Alejandro Rogelio Carrizo | ORCID: orcid.org/0000-0002-4855-5553

acarrizo@undec.edu.ar

Universidad Nacional de Chilecito

 

Argentina

 

Recibido: 21/4/2023

Aprobado: 16/12/2024

 

Resumen

La vitivinicultura riojana se desarrolla con grandes limitaciones naturales y en la periferia del país. Las actividades productivas del centro-este provincial giraron alrededor de la minería de las sierras del Famatina, atractor principal de mano de obra e infraestructura y de lógicas productivas extractivistas que hasta hoy contraponen la preservación de recursos naturales locales a la simbólica rentabilidad económica nacional. Presentamos aquí un diagnóstico integral del subsistema vitivinícola del Valle Antinaco-Los Colorados, identificando cadenas productivas, actividades centrales, relaciones objetivas, contradicciones y conflictos en los núcleos de acumulación e intervenciones gubernamentales. La minería y la agricultura configuraron al territorio por sus riquezas naturales, pero desdibujaron la pobreza generada y la persistente planificación foránea del desarrollo local. El análisis documental y fuentes secundarias de datos nos permite mostrar la reconfiguración de la agricultura familiar y comunitaria hacia el agronegocio mundial. Los planes de desarrollo agrícola de 1960 y 1980 introducen nuevos actores, tecnologías y lógicas productivistas, pero siempre extraen los recursos naturales del Valle. El desarrollo local puede imaginarse superponiendo planes desvinculados entre sí pensados para apoyar el desarrollo del país, donde los actores económico sociales y gubernamentales no desarrollan una visión productiva que vincule territorio e historia, hombre, economía y naturaleza.

 

Palabras clave: Chilecito, Desarrollo Local, Agricultura, Circuitos Productivos.

 

Resumo

A viticultura riojana se desenvolve com grandes limitações naturais e na periferia do país. As atividades produtivas do centro-oriental provincial giraram em torno da mineração das Serras do Famatina, principal atratora de mão de obra e infraestrutura, e das lógicas produtivas extrativistas que até hoje opõem a preservação dos recursos naturais locais à simbólica rentabilidade econômica nacional. Apresentamos aqui um diagnóstico abrangente do subsistema vitivinícola do Valle Antinaco-Los Colorados, identificando cadeias produtivas, atividades centrais, relações objetivas, contradições e conflitos nos núcleos de acumulação e intervenções governamentais. A mineração e a agricultura moldaram o território por suas riquezas naturais, mas obscureceram a pobreza gerada e o persistente planejamento exógeno do desenvolvimento local. A análise documental e as fontes secundárias de dados permitem-nos mostrar a reconfiguração da agricultura familiar e comunitária rumo ao agronegócio global. Os planos de desenvolvimento agrícola das décadas de 1960 e 1980 introduziram novos atores, tecnologias e lógicas produtivistas, mas sempre exploraram os recursos naturais do Vale. O desenvolvimento local pode ser imaginado pela sobreposição de planos alheios desenhados para apoiar o desenvolvimento do país, onde os atores econômico-sociais e governamentais não desenvolvem uma visão produtiva que vincule território e história, homem, economia e natureza.

 

Palavras-chave: Chilecito, Desenvolvimento Local, Agricultura, Circuito Espacial Da Produção.

 

 

 

 

Introducción

 

 

 

La viticultura riojana constituye un elemento central de la identidad productiva de la provincia. En el cultivo de vides se aglutinan factores agronómicos, ambientales, sociales, políticos, culturales y económicos, que condicionan el desarrollo territorial del Valle Antinaco-Los Colorados. La escasez de agua, las distancias a los puertos pampeanos, las dinámicas socioespaciales como los procesos de inmigración y emigración en La Rioja, y también las contiendas e intereses de las políticas de desarrollo a escala local, nacional y global, entre otros, permiten visibilizar las disputas territoriales y las estrategias de los actores involucrados en la producción de uvas. Al mismo tiempo, evidencian los movimientos de la viticultura del centro oeste provincial con relación al espacio como soporte físico, los proyectos y emprendimientos mineros, los procesos sociales que aquí se plasmaron, los efectos de las distintas concepciones del desarrollo y la mutua determinación entre espacio y sociedad.

El Valle Antinaco-Los Colorados incluye los departamentos Chilecito y Famatina en la provincia de La Rioja y debe su nombre a los proyectos de desarrollo agrícola implementados en la década de 1970 en esta región. Chilecito, lo mismo que Chile o Chilitanca, son voces aimaras cuyo significado se asocia en español a confín del mundo. En tanto Famatina, de origen quechua y tonocté, indican madre productora de metal blanco, amarillo y colorado (Plaza Karki, 2018). Las sierras del Famatina, límite natural occidental de este valle, son el principal factor de explicación de la ocupación de su territorio. Primero fue por el Imperio Inca y, posteriormente, los españoles, quienes llegaron interesados por extraer sus metales. La propia fundación de La Rioja respondió a un proyecto de explotación aurífera alrededor de aquellas sierras. Al desaparecer el Virreinato del Río de la Plata, el Valle será un elemento constituyente de un país minero cuyos soportes económicos estarán en los metales de Potosí y Famatina. Al mismo tiempo, por la explotación y comercialización de oro y plata se enfrentarán unitarios y federales y el oro riojano será utilizado para acuñar las primeras monedas que circularán en todo el país (Bazan, 2018). No obstante, dice Plaza Karki (2018), la minería, a excepción del trabajo de los jesuitas, no reveló prosperidad alguna ni una vía de desarrollo para la provincia. Por otro lado, el Famatina, debido a su gran altura (6250 msnm), logra nieves permanentes y origina precipitaciones orográficas que abastecen una cuenca endorreica, con pequeños ríos superficiales usados para el consumo humano, el riego y las actividades agroindustriales. El Valle Antinaco-Los Colorados contiene, además, napas de agua subterránea cuya explotación ha permitido efectuar la colonización agroindustrial, que, pese a la larga tradición minera, constituye la actividad económica más pujante de la provincia de La Rioja (Diaz, 2006).

Con relación a la agricultura como eje central de la economía local, existe una variedad de estudios e investigaciones, mayormente focalizadas en la productividad y el agua. El informe de Bialet Massé (1904) revela las paupérrimas condiciones laborales a inicios del siglo XX. Allí se detallan los despiadados escenarios de trabajo de mineros y agricultores del Valle, denunciando el trabajo infantil, la falta de alimentos, condiciones mínimas de seguridad e higiene y el abuso extremo sobre el trabajo de la mujer. Al mismo tiempo, el informe señala las condiciones limitantes del espacio debido a la escasez de agua, sentenciando la indispensable obra pública nacional para construir diques y embalses como condición de vida y como requisito del desarrollo provincial. Plaza Karki (2018) al respecto destaca la condición de servidumbre de los obreros al mando de empresarios europeos, la muerte e invalidez de los jóvenes por causa de las pésimas condiciones de trabajo y hambre. Bialet Massé (1904) hará expreso el reclamo al gobierno nacional por la entrega a los países centrales del oro y plata del Famatina y de las ganancias extraordinarias de las compañías mineras extranjeras a cambio de jornales de paga mínima y comida, dejando un resto de población empobrecida y en situación de invalidez. Esta penuria y carestía de la población a la par de los lingotes de oro, será considerada símbolo de prosperidad para el gobierno nacional. Otros autores como Pedraza, (2012; 2014) abordan los impactos de las políticas de desarrollo agrícola e industrial iniciadas en la década de 1980 en la provincia; González Ribot y Miguel (2018), Gareis (2019), Miguel (2017) han estudiado el impacto de la agricultura sobre el acuífero del Valle, sus condiciones hidroquímicas y sobre el nexo agua, alimentos y electricidad. Ya desde un abordaje social, Cubiló, López et al. (2015) estudian la estructura campesina y empresarial en el Valle. En las investigaciones de Pizarro Levi (2020) se analiza la relación entre las conductas extractivistas mineras y el fallido desarrollo territorial del Valle, a lo que se suma otra investigación del mismo autor sobre las trayectorias socio-productivas del cultivo del Torrontés Riojano. Finalmente, una serie de informes técnicos de producción vitícola y vinícola son publicados anualmente por el Instituto Nacional de Vitivinicultura, la Corporación Vitivinícola Argentina y el Observatorio Vitícola Argentino, entre otros.

Posiblemente, como explican Cariola y Lacabana (1985), los análisis sectorizados y segmentados al interior del territorio dificultan conocer la dinámica y complejidad de los procesos sociales y económicos, precisando identificar los agentes sociales concretos quienes los articulan y dinamizan. Específicamente, se busca identificar algunas conductas extractivistas de la minería de la época y su influencia sobre la sociedad local y la estructura productiva del medio.

El estudio realizado es de tipo cualitativo y basado en la revisión de documentación, informes técnicos, censos y literatura histórica. Se seleccionaron fuentes de información donde los datos de más de un documento histórico convergen y nos llevan al mismo resultado sobre las actividades productivas del Valle. Se priorizaron autores o investigadores como Bazán (2018; 2020); Diaz (2006); Carrizo (2014; 2022); Cubiló (2015); Gareis (2019); Janco (2022); Miguel (2017); Páez Oliva (2005); Pedraza (2012; 2014); Plaza Karki (2018) y Pizarro Levi (2020; 2022) debido a la pertenencia y conocimiento del espacio local. En sus trabajos se encuentran documentos de restringida disponibilidad pública, abarcan períodos extensos y presentan interpretaciones múltiples de la viticultura local. Los informes técnicos y censales son elaborados por el INV, INTA e INDEC. Finalmente se trabajó con informes oficiales como el de Bialet Massé (1904) o del Ministerio de Obras Públicas (1936) por la relevancia histórica. Las categorías teóricas abordadas son, circuitos productivos, agentes sociales y sus relaciones, nudos de acumulación, el subsistema vitivinícola y la minería desde autores principales García (2021) y Brandão (2021).

El objetivo de este trabajo es realizar un diagnóstico del subsistema regional vitivinícola del Valle Antinaco-Los Colorados en la provincia de La Rioja por medio de la conformación de su circuito productivo, identificación de los agentes sociales y el análisis de las relaciones mutuas de conflicto.

 

 

 

El espacio de la viticultura del Valle Antinaco-Los Colorados

concebida como estrategia de desarrollo local

Sus contradicciones y tensiones productivas

ante las configuraciones multiescalares del territorio

 

 

 

El espacio es constitutivo de las relaciones sociales, tanto así que las distribuciones espaciales y las diferenciaciones geográficas pueden ser el resultado de los procesos sociales, aunque también condicionan el funcionamiento de tales procesos. De este modo, lo espacial, más que un resultado, es parte de la explicación (Garcia, 2021). El espacio es una totalidad vinculada a la materialización de la existencia humana. En él están contempladas la naturaleza y la sociedad de modo inseparable. Es decir, existen objetos naturales y objetos sociales producidos por mediación de las relaciones sociales, que modifican y transforman la naturaleza. Ambos objetos son pensados como sistemas integrados con los sistemas de acciones de modo contradictorio y solidario, es decir, expresan los conflictos generados por las diferentes intencionalidades de los actores. De allí, al analizar los espacios no podemos separar los sistemas, los objetos, y las acciones que se complementan con el movimiento de la vida, en que las relaciones sociales producen los espacios y los espacios a su vez producen las relaciones (Mançano Fernandes, 2009). De modo similar, cuando hablamos de desarrollo, adoptamos el enfoque del desarrollo local que enfatiza los valores territoriales, de identidad, diversidad y flexibilidad, presentes en las formas de producción basadas en las características de un territorio determinado (Llorens et al., 2002).

Siguiendo con este razonamiento, para exponer el desarrollo de la viticultura local u otras estrategias de desarrollo que se pensaron para el Valle Antinaco-Los Colorados es preciso referenciar otra actividad de importancia central: la minería. Bazán (2018) reafirma que la conquista española y la propia fundación de La Rioja son un proyecto minero. Ya en el año 1816 se pensaba en el Famatina para sustituir la renta minera del Potosí y que sus yacimientos constituyeran la base indispensable para sustentar el crédito y la moneda que el país requería. Pero desde antes de la llegada de los españoles, en Chilecito se ubicada un centro logístico y administrativo incaico -tambo, tambu o tambiería- destinado, entre otras cosas, a la distribución del mineral extraído del Famatina (Corominas, 2018). Es decir, la diferenciación geográfica fundamental que presentan los yacimientos de oro y plata de las sierras del Famatina, por un lado, y la escasez de agua, por el otro, son, en definitiva, el origen del poblamiento del Valle y las particularidades con que se desarrolló el territorio. Más aún, a medida que se van configurando los centros urbanos, industriales y comerciales del país, se erige la otra diferenciación geográfica importante, la distancia a Buenos Aires y otras capitales provinciales de la región. Esta lejanía del Valle, en el pensamiento de la estructura político-económica dominante se constituye en un escollo para desarrollar el comercio, avanzar con planes de inversión y generar una suerte de conectividad virtuosa con otros centros urbanos. Resulta interesante destacar que, en tiempos prehispánicos, Chilecito o Chilitanca, ya tenía la distinción de lugar lejano, confín del mundo, como dice Plaza Karki (2018), en referencia a la distancia al Cusco, capital del Imperio Inca. No obstante, la Tambería del Inca, como se mencionó antes, será el centro administrativo más importante de la provincia Austral de aquel imperio. En resumen, tanto en el imperio Inca como en el Virreinato, en las Provincias Unidas y finalmente en la República, pensaron el desarrollo del Valle desde afuera, alterando las dimensiones espaciales y abriendo vinculaciones multiescalares, donde los actores sociales van a proyectar el desarrollo desde una mirada de imperio o país y hasta provincial, pero siempre desde un macro-espacio, desde afuera. Entendemos que recién a finales del siglo XX resonarán en el Valle voces propias con propuestas desarrollistas sobre la comunidad local y será por medio de la viticultura que esas propuestas se cristalizan en la zona.

La contradicción más evidente en el espacio se encuentra en la centralidad otorgada a las minas del Famatina, tanto en tiempos del Virreinato del Río de la Plata como después de 1810 y hasta la actualidad, y al mismo tiempo, el atraso socioeconómico al que fue sometida su población desde la fundación de Chilecito en 1715. Así, autores como Bazán (2018), Plaza Karki (2018), Páez Oliva (2005) y diferentes informes e investigaciones, desde Bialet Massé (1904) hasta Pizarro Levi (2020) siempre destacan la pobreza, la escasez, la falta de infraestructura, la economía de subsistencia, las actividades primarias de pequeña escala, la industrialización precaria y la permanente dependencia del gobierno nacional, como las variables principales con las que se explica el desarrollo local. Posiblemente lo que se encuentra reiterativamente en todos esos documentos, es una persistente política extractivista pensada por los poderes de turno, siempre foráneos. Tal como lo sugieren Giarracca y Hadad (2009), lo foráneo se explica como una transgresión de la geografía que delinea, desde los macroterritorios, planes para perforar con socavones el Famatina, usar compuestos contaminantes y apropiarse de los recursos vitales cambiando la vida del Valle para siempre. De forma similar, lo extractivo ancla en la insostenibilidad de la actividad por causa de la destrucción de los recursos. Sin duda, se extrae, se agota y se consume para luego retirarse hacia otros territorios donde aún no se ha iniciado el proceso. Se extrae para satisfacer las demandas de los mercados internacionales donde el destino de los recursos se desconecta de las poblaciones locales y sus propias necesidades (Giarracca & Hadad, 2009). Aquí, al reflexionar sobre el poder del Estado o de las clases hegemónicas sobre la agricultura, se liga al Valle Antinaco-Los Colorados a un macro-territorio nacional y global. Por un lado, permite considerar la agricultura como una estrategia de las mineras multinacionales hasta principios del siglo XX (como proveedora de alimentos para la mano de obra). Luego, ajustado a los espacios provincial y nacional, emergen los planes de colonización agroindustrial provincial de la década de 1970 y, finalmente, vendrán los diferimientos impositivos nacionales para el agronegocio desde 1980 en adelante. Por último, ya en pleno siglo XXI, los avances de la minería a cielo abierto1 amenazan los planes de desarrollo del Valle, esta vez desde los intereses globales sobre los recursos naturales y la corrupción siempre funcional de los gobiernos locales. Claramente, en palabras de Foucault (1980) apud García (2021), la historia de los espacios es a la vez, la historia de los poderes.

Con relación a la dinámica de los espacios, resulta interesante introducir, de modo complementario, la noción de cambio en el sentido de evolución de los sistemas que propone Champredonde (2003). Según su argumento, al estudiar los sistemas agroalimentarios, todas las transformaciones sufridas por la viticultura local pueden entenderse como una construcción humana contingente, multidireccional y no neutra. Este autor, citando a Crozier y Friedberg (1977), explica que el cambio es la transformación de un sistema de acción concreto, esto es, de las reglas de juego que comandan las relaciones sociales, estructurando las tramas de los actores en juego. Esas nuevas reglas de juego, producto de sus relaciones de poder, van a beneficiar a los actores que más lo detenten y ejerzan. Pero también, aclara el autor, importan la incidencia de otros actores secundarios cuyas estrategias permiten explicar este fenómeno (Champredonde, 2003). En definitiva, las transformaciones de la viticultura local se dieron por la confrontación de las estrategias de poder desarrolladas por sus actores (empresas mineras, agricultores, agricultura familiar, empresarios, gobierno, etc.), así como por la incidencia del sistema financiero, la transferencia/disposición de innovaciones tecnológicas y por la asignación de factores productivos (tierra, trabajo y capital) a las actividades agrícolas y no agrícolas del Valle.

Ahora bien, la relación entre la minería y la agricultura en el espacio del Valle se encuentra en primer lugar en la acumulación de objetos heredados del pasado (Lafebvre, 1974 apud García, 2021). En este sentido, esos objetos, principalmente infraestructura productiva y financiera, siguieron presentes en la organización actual y son funcionales en términos económicos y simbólicos (Corrêa, 2000 apud García 2021). A la posibilidad de aprovechar esta infraestructura, se agrega la inmigración europea de fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, atraídos por el trabajo que generó el ferrocarril y la minería. Esos trabajadores eran agricultores en sus tierras de origen, pero también llegaron mecánicos, electricistas, bodegueros, picapedreros, constructores, comerciantes, etc. (Plaza Karki, 2018), proveyendo al Valle de mano de obra especializada para desarrollar cualquier actividad productiva. Al mismo tiempo, se heredaba la pobreza extrema que dejó la minería a finales de la década de 1930. Así, en las décadas siguientes se evidencia la falta de recursos propios, la dependencia del sector público, el éxodo poblacional de 1960-1970 desde la provincia de La Rioja hacia las provincias pampeanas y patagónicas, y la ausencia de un sector industrial (Páez Oliva, 2005). Estos condicionantes van a facilitar que la agricultura sea considerada una vía efectiva para mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables, que en algunas ocasiones se avizora con un despliegue agroindustrial, principalmente en la cadena vitivinícola riojana.

El circuito productivo abarca un conjunto de unidades de producción, de distribución y consumo que operan inter vinculadas a partir de una actividad común a todas ellas (García y Rofman, 2020), que en un principio va configurándose desde la producción primaria de uvas para luego ir perfeccionando el circuito a la producción vitivinícola, integrando el eslabón industrial de las bodegas. La noción de empresa única (Levin, 1974 apud García & Rofman, 2020) que da cuenta de una unidad de análisis observable y se constituye por un conjunto de empresas, que en cierta etapa del análisis puede ser visualizado como una empresa única nos es de gran utilidad para explicar la vitivinicultura local. De este modo, la producción de las viñas y vinos locales irá reconfigurándose en al menos tres etapas históricas. Una primera etapa vitivinifrutícola subsidiaria de la minería, luego una subsiguiente, producto de planes de desarrollo vitivinícola de mitad del siglo XX y finalmente una tercera etapa (desde 1990 en adelante), que prevé un avance de inversiones agrícolas mayores cuyas lógicas de acumulación se estructuran fuertemente en el avance de la globalización de los últimos 50 años. Así, en la provincia de La Rioja, estas últimas oleadas de crecimiento económico se servirán de la reconversión tecnológica, las economías de escala en función de la capacidad de los equipos de riego presurizado, la división entre las casas centrales de las empresas en Buenos Aires u otras grandes capitales del país y la localización de las fincas en Chilecito, prioritariamente con una exclusiva comercialización en los mercados internacionales. Es decir, es plausible vincular algunas prácticas de las lógicas extractivistas de la minería hace casi un siglo, y las definiciones o encuadres de los modelos productivistas agrícolas instalados a fines del siglo pasado. En realidad, las inversiones en fincas y sistemas de riego, en vez de extraer metales extraen agua de los acuíferos que tiene la provincia, acumulando las rentas principales en los grandes centros urbanos y económicos del país donde se encuentran sus casas matrices. Resulta importante incluir los aportes de Giarraca y Teubal (2008) quienes sostienen la necesidad de diferenciar la lógica de la agricultura y la agroindustria predominante hasta los años 80, basada en un sistema de desigualdad, pero inclusivo y colonizador, de la del agronegocio, basado en sistema de exclusión -de productores, de trabajadores, etc.-, en el sistema financiero y en la orientación exportadora.

La caída de la actividad minera desde 1918 en adelante, hasta su cierre definitivo en la década de 1930 (Bazán, 2018), va a colocar en una crisis económica importante al Valle. Dicho de otro modo, la crisis de desarrollo está fuertemente vinculada a cuatro factores limitantes en toda la provincia de La Rioja: la tenencia de la tierra, del agua, el crédito y la atracción del territorio pampeano de los fondos públicos para infraestructura (Bazán, 2020). Los planes gubernamentales de infraestructura agrícola de 1930 y de 1960 van a ordenar parcialmente el problema de tenencia de tierras y del agua. Primero, con el saneamiento de títulos que acrediten la propiedad de la tierra y luego creando una red de canales que aprovechan el agua de los ríos superficiales2. Se crea así un anillo productivo alrededor de la ciudad de Chilecito y también en otros centros urbanos menores como Famatina, Sañogasta, Nonogasta y Vichigasta.

En esta primera etapa, los agricultores locales eran principalmente familias de inmigrantes cuya producción abastecía el mercado local. Su expansión regional incluyó el sur de Tinogasta (Catamarca), el oeste provincial riojano y parte de Córdoba. Esta expansión estaba fundada en lazos familiares entre las colonias de inmigrantes (Manrique de Blanco, 2008). Es decir, el cultivo de las vides en el espacio del Valle tiene la característica principal de desarrollarse bajo lógicas familiares, integrando la producción de vinos comunes, aunque de buena calidad. Esto no significa que esas unidades económicas eran de pequeña escala necesariamente, significa que sus lazos fundantes estaban sostenidos principalmente por la pertenencia comunitaria y familiar. En este sentido, Manrique de Blanco (2008) señala que, en este período, los viticultores desarrollan un sistema de plantación de las vides conocido como majuelo riojano3 para aprovechar mejor el agua y obtener mejores rindes; también expresa la autora que por medio de los cultivares españoles introducidos, se produce una aclimatación y una mutación-conversión, a partir de la cual nace una variedad mejorada de uvas, la conocida torrontés riojano4. No obstante, los planes de desarrollo de la agricultura desde 1960 en adelante, no van a saber potenciar estos avances en la agricultura de Chilecito. Se trata de un proceso de desarrollo que no supo generar una sucesión más virtuosa y dinámica de encadenamientos intersectoriales, ramificaciones económicas e interiorización espacial (Brandão, 2021).

La segunda etapa la reconocemos desde 1960, cuando se pone en marcha un ambicioso plan de colonización agrícola basado en el aprovechamiento del agua del acuífero del Valle. En palabras del historiador Bravo Tedín (2014), ese plan se proponía un desarrollo de impacto para despertar el potencial económico de la provincia. El historiador menciona como antecedente el Estudio Económico de La Rioja de 1956, donde se sistematizan una serie de informes industriales, ganaderos y empresarios. Allí se diagnosticaba una provincia con un panorama por demás desalentador: deficiente régimen de dominio, uso y distribución de la tierra; fuentes de producción agropecuarias e industrias básicas e insuficientemente desarrolladas y con bajos coeficientes de productividad; minería vacilante, casi siempre improvisada y en constante y sucesivas crisis. Ante esto, el plan proponía soluciones económicas y sociales, por medio de una producción agraria sin limitaciones hídricas, con perspectivas de crecimiento e integrada con la agroindustria. El objetivo del plan es redistribuir equilibradamente los factores productivos, en pós del desarrollo económico de la provincia cuyos beneficios no sean exclusivos para el empresariado sino para el mejor vivir de todos sus habitantes (Bravo Tedín, 2014). De cualquier forma, entendemos que la mirada diagnóstica de los especialistas de la época no valoriza nada del espacio preexistente más que atraso y pobreza y una necesidad inmediata de cambio.

A partir de esta nueva etapa observamos en los sucesivos programas de desarrollo agrícola, la propuesta de potenciar la incipiente vitivinicultura de principios del siglo XX, agregando superficie cultivada y nuevos actores al espacio, pero sin reflexionar, cuestionar o mejorar la redivisión social del trabajo con el objetivo de realizar un balance sobre los procesos de redistribución y redefiniciones en los agentes, actividades, circuitos, funciones, etc. en la producción (Brandão, 2021). Es decir, sobre las lógicas comunitarias y familiares de los primeros vitivinicultores, del majuelo riojano, los canales de riego, sus vinculaciones productivas y comerciales, etc., se aplicarán lógicas empresarias, que, a nuestro juicio sofocarán esas dinámicas comunales y de parentela para luego, con el paso de los años, desposeerlos de sus recursos productivos simbólicos y físicos. Cuando hablamos de sus recursos productivos hacemos referencia principalmente a la tierra. Las antiguas viñas ubicadas en los poblados circundantes a la ciudad de Chilecito, otrora espacios de trabajo, producción y vida están sumidas en un devenir ininterrumpido a espacios agrícolas abandonados o utilizados como residencias familiares. En una investigación reciente se encontró que el abandono de parcelas grandes (>50 has) y medianas (entre 10 y 49 has) estuvo principalmente vinculado a causas económicas, falta de agua y disputas legales-familiares, mientras que el abandono de parcelas pequeñas (<10 has) fue debido fundamentalmente a problemas de agua, siendo el principal cultivo abandonado la vid (Janco et al., 2022). Pero también al cambio en las racionalidades productivas de los pequeños productores debido al avance de la ciudad sobre el espacio rural, el recambio intergeneracional5 y por la desvalorización de las categorías simbólicas de distinción social como las siguientes: buen regante, viticultor, familia vitivinifrutícola, cuidado del agua de riego, dador de trabajo, proveedor de alimentos, etc. (Carrizo y Manzo, 2014).

La reconfiguración administrativa empresarial de esas unidades productivas será uno de los principales problemas que dejará a las unidades productivas familiares fuera del circuito, privándolos de los beneficios pensados para los nuevos empresarios del Valle. Como se mencionó antes, el gobernador Guillermo Iribarren en 1967, promoverá la ejecución de un plan de desarrollo provincial, que para el Valle significará un punto de inflexión en los modos de producción agrícola. Se lo denominó Plan de Acción Inmediata para La Rioja, y atraerá una nueva ola de inmigración de agricultores, esta vez interna, principalmente de la región Cuyo, con el incentivo de aprovechar los planes de otorgamiento de tierras, sistemas de irrigación, electrificación rural, casas, caminos rurales y la radicación de plantas agroindustriales (Bazán, 2020). Aquí los nuevos actores sociales que llegan al Valle serán productores agrícolas de tamaño medio. El gobierno provincial ofrecerá beneficios impositivos y obras de infraestructura y administrará la agroindustria para los productos de la tierra. Estos nuevos actores compartirán el espacio productivo del Valle con los ya existentes, puesto que las nuevas colonias agrícolas se expandirán al sur y al este de la ciudad de Chilecito, aprovechando el agua subterránea y tierras vírgenes, sin utilizar el sistema de canales de riego existente. De todos modos, explica Páez Oliva (2005), la baja productividad laboral y bajos ingresos de los agricultores, el envejecimiento de la población rural, condiciones crediticias desfavorables para financiar el capital de trabajo, el golpe de Estado de 1976 y una deficiente selección de adjudicatarios para las colonias, terminará por mostrar en 1980 que sólo el 30% de las 10 mil hectáreas bajo riego estarán en actividad. Es mismo autor, en un relevamiento sobre el estado de la agricultura a inicios del siglo XXI, mostrará que el minifundio es una característica central de las tierras agrícolas. Pero también remarca el abandono de más de la mitad de las parcelas que estuvieron en producción y una sobresaliente sucesión de equívocos político-productivos a lo largo de la implementación del plan de colonización agrícola, entre los que menciona expresamente la elección de la producción vitícola.

En 2021, La Rioja tiene el 3,6% del total de superficie cultivada del país con vides, donde el 83,8% se encuentra en el Valle Antinaco-Los Colorados. La superficie se distribuye entre un 17,32% de las parecelas menores a 10 ha; un 46,33% tiene un tamaño entre 10 y 50has y el restante 36,35% es mayor a 50ha. Al comparar las superficies con la cantidad de viñedos tenemos que el 85,74% tiene menos de 10ha, el 11,76% está entre las 10 y 50has y apenas el 2,5% es mayor a 50 hectáreas (Instituto Nacional de Vitivinicultura, 2022). De allí, es fácil observar la concentración del sector vitivinícola local, es decir, al minifundio como característica sobresaliente de la vitivinicultura local, tal como lo mencionáramos en el párrafo anterior.

La última etapa de crecimiento agrícola en el Valle llegará por medio de planes de beneficios impositivos implementados a nivel nacional. La Ley N° 22.021 de 1979 de diferimientos impositivos atraerá grandes empresas que expandirán considerablemente la frontera agrícola. En esta etapa se aprovecharán los avances tecnológicos en los sistemas de irrigación, la expropiación de tierras para destinarlas a la agricultura y se introducirá a la olivicultura como la nueva actividad de gran rentabilidad productiva. Páez Oliva (2005) indica que los incentivos fiscales, la benevolencia del gobierno provincial con los empresarios, la existencia de infraestructura agrícola, mano de obra barata y la localización geográfica, serán factores de peso para atraer inversiones a La Rioja.

La figura 1 que se presenta a continuación refleja el subsistema vitivinícola del Valle Antinaco-Los Colorados en la década de 2020. Pero es de vital importancia entender que los agentes económicos intervinientes y protagonistas de las interrelaciones o encadenamientos que se inscriben espacialmente, como señalan García & Rofman (2020), son resultado y consecuencia de las 3 etapas antes mencionadas.

 

 

 

Figura 1. Subsistema regional vitivinícola del Valle Antinaco-Los Colorados, La Rioja

 

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Fuente: elaboración propia en base a datos estadístico de INV (2021)

 

 

En la figura 1 se observa claramente cómo el subsistema tiene una cadena productiva con dos eslabones principales, los agrícola e industrial y una consecuente etapa de comercialización. En este subsistema la producción de vinos es sobresaliente y todo el sistema primario se orienta a abastecer a las bodegas locales, aunque en los últimos años la producción de mosto y jugos empieza a mostrarse incipiente. Todo el subsistema mantiene una fuerte dependencia y funcionalidad a las demandas del mercado, que se centralizan en la definición de cultivares varietales, calidad y en la cantidad de uvas y vinos. Los agentes intervinientes son en su mayoría estatales o paraestatales, además de los productores y algunos proveedores de insumos. Resulta destacable que la mayoría de esos actores tiene un registro histórico prácticamente inexistente de desarrollo e innovación tecnológica, financiera y de gestión organizacional orientada a los productores locales que poseen pequeñas parcelas productivas. Por el contrario, sólo se destaca para este grupo políticas asistencialistas, para atravesar momentos de crisis, que actuaron como paliativos momentáneos. Es decir, las políticas y estrategias aplicadas al sector desatendieron aspectos críticos del sistema productivo, de crédito y de comercialización. Por otras palabras, no se alcanzó a vincular las dinámicas configurativas de la vitivinicultura nacional o mundial como estrategia de valorización de las lógicas y sistemas productivos locales. Siendo así, los pequeños productores que se instalaron después del cierre de la actividad minera posiblemente construyeron conocimientos de vital importancia para insertar la agricultura en una región semidesértica, pero al estar sujetos a las evaluaciones y condicionamientos económico ortodoxas, fueron olvidados en la búsqueda de una agricultura más empresarial y rentable en términos productivo-mercantiles.

Continuando con la lectura de la figura 1, aproximadamente desde mitad del siglo pasado se incorporan más actores importantes en la definición de políticas vitivinícolas locales. Entre ellos podemos mencionar las organizaciones paraestatales y/o sin fines de lucro como el Consejo Federal de Inversiones (CFI), la Cámara Riojana de Productores Agropecuarios (CARPA) y en caso de los trabajadores del sector, el Sindicato de Obreros y Empleados Vitivinícolas (SOEVA), que actuarán en las esferas político-económica principalmente. También se conforman los Consorcios de Usuarios de Agua de riego (CUA)6 que gestionan las aguas de riego superficiales y el Instituto Provincial del Agua de La Rioja (IPALaR)7. Desde 1995 se crea la Empresa Distribuidora de Electricidad de La Rioja S.A. (EDELAR SA) concesionaria del servicio de distribución y comercialización de energía eléctrica en el territorio de la provincia, estatizada en el año 2014 (Empresa Distribuidora de Electricidad de La Rioja S.A., 2023). EDELAR es quien se ocupa de proveer del servicio de energía eléctrica a los productores que utilizan equipos de riego con agua subterránea. Estos actores, son proveedores de agua y energía eléctrica, dos factores productivos esenciales en la viticultura local.

A los actores ya mencionados, se incorpora otros de capitales privados que hasta el día de hoy mantiene una función principal en la vitivinicultura local. Podemos mencionar a la Cooperativa La Riojana Ltda8, una bodega productiva que se posiciona en los mercados siguiendo las principales tendencias de la vitivinicultura nacional e internacional. Esta cooperativa es responsable por el desarrollo de un Sistema Local de Innovación, dinamizado una serie de esfuerzos en materia tecnológica y productiva. La cooperativa persigue objetivos variados, como buscar nuevos productos, reducir costos con procesos más eficientes, mejorar la calidad según estándares internacionales y promover prácticas de menor impacto ambiental (Starobinsky et al., 2020). Vale mencionar a la Bodega Valle la Puerta como integrante del sistema de innovación local mediante la producción de vinos de alta calidad enológica, logrando reconocimiento a nivel internacional.

En el medio productivo existían también otras bodegas como la Bodega Pisetta Hermanos, hoy sin actividad, instalada en 1870 con maquinarias italianas constituyendo así el primer registro de tecnificación de las labores vitícolas. A fines de 1920 se instalaron también establecimientos familiares como Bodega La Rioja, Bodega y Viñedos El Águila y la Cooperativa Nacarí, que procesaban uvas cultivadas en sus propios viñedos y comercializaron en el exterior (Pizarro Levi et al., 2022), también existieron otras bodegas como Santa María, Motegay, Masud, Bodegas y Viñedos Anguinán, Elías Hnos., etc., algunas de las cuales no sobrevivieron a las crisis del sector de los años de 1980 y las posteriores oleadas del neoliberalismo de la década de 1990. Además, se menciona la iniciativa del gobierno provincial de instalar fábricas de mosto, como la Vitícola Riojana SAPEM, que evidencia puesta en marcha de una política provincial de recuperación de la capacidad productiva en desuso del sector bodeguero después de la década de 1990. Finalmente, existen en la actualidad una considerable cantidad de bodegas artesanales de muy pequeño tamaño, vinculadas al enoturismo principalmente.

Avanzando con el tema, entre otros actores estatales que llegaron al Valle puede mencionarse al INTA AER Chilecito en 1959, Dirección Nacional de Vinos y Otras Bebidas (DNVB), en 1943, y el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) en 1959 (Pizarro Levi et al., 2020), así como la creación de la Sede Chilecito de la Universidad Provincial de La Rioja en 1973 con la carrera de Ingeniería Agroindustrial (Lanzillotto, 2000). Finalmente, ya en pleno siglo XXI, se instalan en el Valle el INTI Chilecito, la Estación Experimental Agropecuaria del INTA y la Universidad Nacional de Chilecito, todas vinculadas a la investigación y extensión sobre las actividades productivas locales.

Si el circuito productivo es, en palabras de García y Rofman (2020), un recorte analítico que da cuenta de un ámbito de crecimiento del proceso productivo global, en nuestro análisis, este circuito está nucleado alrededor de una actividad agrícola clave que mudará de cultivo de forma sucesiva: la vitivinicultura primero y la olivicultura después. Actualmente, en el circuito productivo del Valle están presentes 3 tipos de agentes. Primero, los capitalistas más dinámicos, son empresas que aprovecharon los planes fiscales de los años de 1980 y que van a imponer las condiciones tecnoproductivas que les permitirá captar el valor generado por otros agentes. Los otros dos agentes, medianos y algunos pequeños productores vitícolas, con clara desigualdad en su capacidad de apropiación del valor generado, quienes irán transitando un proceso de desposesión de recursos. Esto significa que los agricultores que llegaron atraídos por la minería serán desplazados por el avance de la ciudad sobre el campo, el recambio generacional, organizacional y tecnológico. Sólo en Famatina se conservan pequeñas parcelas de tierra regadas por un sistema de canales con lógicas comunitarias. En Chilecito, la ciudad avanza sobre los canales de riego y sobre las fincas transformándolas en residencias suburbanas (Carrizo y Manzo, 2014). Los productores que llegaron en la década de 1970 debieron sobrevivir a los cambios ocurridos desde finales de los años de 1980 en la vitivinicultura, mediante la reestructuración de un modelo productivista hacia un modelo de calidad. Esto es, un modelo en el que los vinos finos se convierten en el segmento dinámico a partir de la renovación de la infraestructura productiva industrial primaria y de comercialización (Neiman y Bocco, 2005).

Entre los cambios experimentados por los viticultores del Valle sobresale un aspecto fundamental que es la vinculación entre energía, alimentos y agricultura (Gareis y Miguel, 2019). Estos investigadores explican que estas vinculaciones demuestran alta dependencia eléctrica y vulnerabilidad de los productores ante cambios en los costos de los servicios de energía eléctrica. Es decir, cambios en los costos de la energía van a impactar en el consumo del agua y estos en el ambiente y la producción. Desde nuestro interés de análisis del circuito productivo, significa que la empresa de energía tiene la capacidad de imponer condiciones técnico-productivas para captar el valor generado por los productores vitivinícolas.

En este circuito productivo existen tres actividades que actúan como eje central alrededor de las cuales gira y se articula el proceso de determinación de precios y acumulación (Garcia y Rofman, 2020). La producción de vinos de las bodegas va a traccionar la producción de uvas bajo parámetros de calidad específicos. El concepto de calidad que se impone desde 1980 orientará a las empresas a priorizar una actividad de comercialización de vinos e impactará en la producción primaria mediante la homogenización de cultivos varietales, refuerza la carga simbólica de las marcas de las bodegas y agrega ciertas cualidades al vino provenientes de los patrimonios territoriales, ambientales, estéticos y culturales. Todo ello para producir un vino más competitivo, que rescata la singularidad del consumidor y se adapta a las exigencias del mercado mundial de vinos (Neiman y Bocco, 2005). Por lo tanto, las comercializadoras de vinos se sumarán como actores de importancia en el circuito por su capacidad de apropiarse del valor agregado de los otros dos actores y de captar una diferencia significativa del precio de los vinos de los consumidores finales.

Los mercados en los que se desarrollan las transacciones entre estos tres actores se diferencian entre productores de uva y los bodegueros y, entre éstos últimos y las empresas comercializadoras de vinos, jugos y mostos. La figura 2 muestra cómo se distribuye el ingreso en el circuito productivo del Valle. Obsérvese que los productores de uva y las bodegas tienen que soportar un doble condicionamiento mercantil: las condiciones impuestas por los mercados de factores y las impuestas por la tipología de mercados oligopsónicos. En el Valle, la fuerte concentración de la actividad industrial en unas pocas bodegas va a otorgarles poder de mercado suficiente para definir anticipadamente cantidad y precio de las uvas a los productores primarios. Pero también la lógica de los mercados de factores, impondrán condiciones para el cultivo y cosecha de las uvas dejando a los viticultores con escaso poder negociación (Carrizo, 2022). Ahora, desde otro punto de vista, pero en este mismo análisis, los organismos de contralor de la industria vitivinícola, para el caso, el INV, será un agente estatal preocupado por entender en la promoción y contralor técnico de la producción, la industria y el comercio vitivinícolas y ejercer una correcta regulación de las actividades industriales en la genuinidad y clasificación de los vinos y en la vigilancia de su circulación. En resumen, el INV estará preocupado por controlar y acreditar que el vino cumpla con todos los requisitos legales y materiales especificados en las leyes y que este aseguramiento de calidad tenga impacto en el mercado vinícola, con la perspectiva de expandirlo mundialmente (Mateu y Iriart, 2018). El INV será un agente de contralor, cuya capacidad de apropiación de excedentes no será capital, sino que, como explican Cariola y Lacabana (1985) refiere a una tipología de agente vinculados a elementos sociopolíticos que incidirán en la organización corporativa y organización social de la producción.

 

 

 

Figura 2. Análisis de la distribución del ingreso en el sector vitivinícola

del Valle Antinaco-Los Colorados, La Rioja

 

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Fuente: COVIAR (2015); Subsecretaría de Programación Microeconómica (2018)

 

 

 

En el segundo tipo de vinculaciones entre bodegas y comercializadoras de vinos, la situación es diferente. En el Valle, los grandes productores de vinos se insertan en los mercados vinícolas globalizados, donde la calidad y diferenciación del producto parecen orientar las estrategias de producción y venta. Neiman y Bocco (2005) explican que Argentina mantiene la doble condición de país exportador y consumidor de vinos y que en los últimos años no hay una estrategia única en este sector. Grandes empresas conviven con pequeñas, procesos de integración hacia adelante y hacia atrás y adquisiciones internacionales o extranjerización de la viticultura argentina, entre otras, son algunas estrategias observadas. No obstante, la búsqueda es diferenciar un producto en un mercado global altamente competitivo. Su funcionamiento podría considerarse propio de los mercados de competencia monopolística, donde, a partir de un producto de características similares, la diferenciación se genera por la marca, la procedencia del vino, las botellas y etiquetas, entre otros.

Así, pues, los bodegueros privados negocian con cada productor de uvas el precio de la materia prima. El eslabón más débil es el primario, sobre todo cuando son productores de uva independientes. Los productores de vino de traslado son el segundo eslabón más débil, por el avance de la integración y concentración del sector. Entre las comercializadoras emergen los supermercados quienes presionan sobre precios y plazos de pago. Entre los proveedores de insumos como corchos, botellas y levaduras los precios no son negociables para bodegas pequeñas. Finalmente, el alto grado de diversificación e integración vertical es la característica principal de los líderes de mercado (Subsecretaría de Programación Microeconómica, 2018).

Por otro lado, Giarracca y Hadad (2009) mencionan que las empresas mineras que quieren explotar a cielo abierto los recursos minerales del Famatina menosprecian la actividad agrícola y ganadera de Famatina y no presentan datos sobre esas actividades en Chilecito. También destacan las autoras que la fuente de agua que la empresa proyectó utilizar es la misma que las poblaciones utilizan para la vida y las actividades agrícolas. Quiere decir que el espacio del Valle se piensa desde las empresas globales como un territorio con recursos extraíbles sin importar los impactos en el resto del ecosistema ni de las poblaciones intervinculadas por el agua. En contraposición a esto, la agricultura pensada desde el espacio local nos lleva a reconocer la importancia de conservar procesos, valores y un capital cultural que sobrevivió a todas las crisis y problemáticas de los últimos cien años. Ese capital social y saberes específicos aún existe en los pocos productores de aquella primera oleada del siglo XX. Ciertamente, se trata de desentrañar las bases del desarrollo local que construyó un perfil de viticultor que reconoce el valor del agua en las viñas, los modos de cultivar apropiados para un ecosistema semidesértico, la responsabilidad de regar la tierra como una acción compleja que vincula hombre y ambiente, la distinción que significaba ser regante y el equilibrio entre los valores comunitarios y comerciales, entre otros.

Esas bases sobre las que se construyó la viticultura local son, al mismo tiempo, un acto de resistencia que simboliza la posibilidad de otro modo de agricultura frente al avance de los modelos productivistas y extractivos. Simultáneamente, se los puede concebir como un movimiento que resiste las estrategias de desarrollo desde afuera y el avance del mercado transformando el espacio vivo y vital del Valle en bienes negociables.

Se trata de tensionar el desarrollo poniendo en debate los conocimientos que condicionan nuestro modo de entender el mundo. El desarrollo como un proceso político con consecuencias económicas, sociales, institucionales y ambientales, pero no al revés. Un proceso integrativo de dimensiones y escalas que permiten pensar la transformación regional en perspectiva situada, con eje en el espacio social, en el territorio. Se trata de cuestionar el desarrollo pensado por el neoliberalismo a partir de la premisa del ideal de progreso descontextualizado y la ilusión de una civilización desterritorializada (Madoery, 2016).

Para finalizar, nos parece oportuno hacer hincapié en el único registro que disponemos de estrategias genuinas de desarrollo local que, en palabras de Madoery (2016), conecta al pueblo del Valle con sus patrimonios territoriales (o sea, físicos, ambientales, culturales, tradicionales, institucionales, productivos, emocionales y espirituales). Queda abierto para discutir si es importante revalorizar los planes agrícolas de los productores locales con sus integraciones comunales a escala regional y develar elementos centrales para pensar el desarrollo local desde la preservación de los recursos naturales hasta las actividades humanas en un espacio cuyos desafíos tensionan las escalas territoriales desde donde son pensados. Se trata al fin de valorar la práctica de desarrollo de un pequeño grupo de pobladores a inicio del siglo XX, construyeron la identidad productiva de la provincia de La Rioja, hicieron un acople virtuoso de capacidades y recursos, generaron riqueza, promovieron el buen vivir en el Valle hasta que sus voces fueron reemplazas por otras foráneas. Esto significa que posiblemente precisamos revalorizar aquellas estrategias de desarrollo situado y construir nuevos planes ensamblados en aquella visión del territorio local, pensado desde una escala local hacia una mayor, nacional o global, pero no pensadas y diseñadas en sentido inverso.

 

 

 

Conclusión

 

 

 

La actividad vitivinícola del Valle Antinaco-Los Colorados ha sufrido una serie de transformaciones en la organización real de la producción de uvas y vinos. Desde los productores de fin del siglo XIX, con lógicas comunitarias y familiares, hasta las modernas organizaciones empresariales actuales, se sucedieron una serie de planes de desarrollo que se fueron colocando uno sobre otro, sin conseguir aprovechar más que las estructuras productivas físicas e imponer nuevas maneras de organizar la producción.

En perspectiva, el sector parece encaminado en función de los lineamientos neoliberales y profundizado el extractivismo sobre los recursos naturales del Valle. La minería fue el eje alrededor del cual se estructuró un modelo de desarrollo que aún persiste y que reescribe la historia de fracasos en los intentos de desarrollar la provincia. En el Valle Antinaco-Los Colorados, las políticas productivistas fueron funcionales al crecimiento económico de los nodos centrales del país (y del mundo) con la consecuente generación de brechas sociales que hoy persisten entre los productores.

El subdesarrollo del Valle expresa la conexión entre dependencia externa y explotación interna, es decir: de este espacio sólo se extraen materias primas, cuyo valor cuantitativo se expresa en reservas mineras, en quintales de uvas, hectolitros de vinos, metros cúbicos de agua del acuífero, etc. La agricultura, ahora pensada a escala global, se superpone y compite por recursos físicos y simbólicos de los productores que construyeron la identidad vitivinícola del Valle. En este último sentido, el espacio se desdibuja entre lo local, lo nacional y lo global, donde los sujetos más visibles son los productores que trabajan la tierra por pertenencia territorial y oponen resistencia simbólica a las empresas que trabajan con visión cuantitativa y extractivista. Es la tensión entre el desarrollo local, con eje en el territorio, y el ideal del progreso descontextualizado. Entre ellos se dirime la cuestión fundamental: si en este territorio semidesértico las relaciones de poder, nacidas de las estructuras político económicas dominantes y la agricultura integrada a la vida en el Valle, construyen propuestas que equilibran hombre y ambiente y consiguen encausar exitosamente estrategias propias de desarrollo local.

 

 

 

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1 La minería a cielo abierto en Chilecito ha sido causa de luchas sociales, negándoles la licencia social a las empresas multinacionales para extraer minerales de las sierras del Famatina. Nos parece interesante el aporte de dos investigadores de la UNdeC sobre el particular y para entender aspectos vinculados al desarrollo local a partir del advenimiento de los planes de explotación de las minas del Famatina. Así los investigadores exponen: es preciso concebir las luchas de los habitantes del Valle como la resistencia a una política de homogeneización que solo concede existencia al “otro” en tanto encaje y se subyugue a las lógicas estructurales y sistémicas transterritoriales del capitalismo global. Mirar desde las ventanas que abren las resistencias de los invisibles del Sur Global también supone acercarnos a las formas en que las comunidades locales participan y conspiran por la vida, colándose por los intersticios del capitalismo global y sus lógicas institucionales. Navegar por esas resistencias locales nos permitirá acceder a las formas en que ellos contestan a las lógicas de invisibilización, a las barreras que encuentran para acceder a la justicia y a una vida digna… la resistencia a la megaminería en Famatina que, con consignas como “El Famatina No se Toca” y “El Agua Vale más que el Oro”… se contrapone a las visiones universales del desarrollo y progreso… En este territorio y en el espacio asambleario, se diluye ante la urgencia de sobrevivir al sufrimiento que provoca la contaminación y la necesidad de sobreponerse al sacrificio del territorio que amenaza el presente y el futuro (Olmedo y de León, 2021).

2 Antes de la construcción de la obra de riego en 1936 se cultivaban en Chilecito alrededor de 600has con cereales y alfalfa. Apenas terminada la obra, se capta agua del río Durazno con un canal alimentador de 0,37km de largo al que se le agregan los siguientes kilómetros de canales: un canal matriz de 5,3km; 2 canales principales de 6km; y 4 canales terciarios de 13,08 y 14,73 km. La superficie cultivada es de 1.355has, hay 8 bodegas grandes, otras bodegas menores y agroindustrias. El cultivo principal es la vid, luego el durazno, el tomate y las hortalizas en general. Las industrias que destacan en importancia son la elaboración de vino, duraznos en almíbar, pasta de tomate y disecación de frutas (Ministerio de Obras Públicas, 1937).

3 Como consecuencia de los factores edafoclimáticos de cada región, el riego y la difusión y utilización de variedades autóctonas, los viticultores recurrieron al ingenio creando sistemas de conducción que facilite la mayor expresión de las vides en tales condiciones. Nace así, a mediados del siglo XVIII, el sistema Majuelo, muy difundido en las provincias del noroeste argentino, principalmente en La Rioja. Posteriormente, con la introducción de variedades principalmente francesas, el sistema cambió hacia el común utilizado en Mendoza (Aliquó, 2019).

4 Otra explicación sobre el origen del Torrontés Riojano, considerado un cultivar autóctono y emblemático de Argentina, obtenido por el cruzamiento natural entre Moscatel de Alejandría y Criolla Chica. Existen otras variedades como el Torrontés Mendocino y Torrontés Sanjuanino, comercializados bajo la denominación Torrontés, pero con diferencias significativas debido a condiciones climáticas, tecnológicas y humanas. Los mayores oasis implantados en Argentina, además de Chilecito, son Luján de Cuyo, Lavalle, San Rafael, el Tulum (San Juan) y Alto Valle (Río Negro y Neuquén) y Cafayate (Griguol y Ontivero, 2015).

5 En las zonas agrícolas es bastante conocido el problema del recambio generacional en la continuidad de las actividades rurales. Los hijos emigran hacia las ciudades rompiendo los lazos que les permitan heredar el capital social, cultu­ral y productivo que construyeron sus padres en las viñas. En Chilecito, desde 1983 hasta la actualidad, esta migración del campo a la ciudad, es traccionada por la aplicación de políticas de empleo público, principalmente en el gobierno municipal y provincial para paliar la falta de opciones la­borales. Un estudio reciente muestra a La Rioja entre las 4 provincias con más empleados públicos del país, donde el aumento de la planta de empleados públicos aumentó 3 ve­ces más que la población de la provincia (Capello et al., 2019).

6 Los CUA se crearon por Ley Nº 6.342 de agosto de 1997. Puede accederse a la ley con el siguiente enlace: https://legislaturalarioja.wixsite.com/consultadeleyes/legislatura/ley-06.342

7 El IPALaR es creado por Ley N° 8.871 de diciembre de 2010. Se puede acceder a la ley con el siguiente enlace: https://legislaturalarioja.wixsite.com/consultadeleyes/legislatura/ley-08.871

8 En 1939, la cooperativa La Caroyense, ubicada en Colonia Caroya, Córdoba, contaba con 103 socios y mostraba pers­pectivas de un constante crecimiento, pero en enero de ese año, una granizada y luego una helada tardía afectaron las plantaciones y se arriba a 1940 casi sin cosecha. Por gestiones realizadas ante el Ministerio de Agricultura de la Nación se autoriza a la cooperativa a elaborar uvas de otras regiones. Es así como La Caroyense adquiere una bodega en Chilecito, La Rioja, en 1967 y cambia nombre a La Caroyense Cooperativa vitivinícola de Córdoba y La Rioja limitada. Llegó a elaborar 20.838.000kg de uva, de los cuales 10.804.000 correspondían a Chilecito. En la década de 1970 estuvo ubicada entre las ocho más importantes del sector: elaboraba el 1% de los vinos argentinos, sus productos eran distribuidos en todo el país, tenía más de cien representantes y elaboraba dieciséis tipos de vinos, grapas, licores secos y dulces, jugo de uvas, alcohol vínico y carbonato de calcio. En 1989, se escinde la cooperativa, quedando así por un lado La Riojana Cooperativa Vitivinifrutícola de La Rioja Limitada (Peresini, 2015). Actualmente, La Riojana posee más de 400 asociados, con una producción anual de aproximadamente 2 millones de cajas de vino convencionales, orgánicos y certificados Fairtrade. Tiene viñedos en 6 departamentos de la provincia de La Rioja y desde 1995, por la caracterización y originalidad del Torrontés Riojano cuenta con Denominación de Origen Controlada Valles del Famatina – Torrontés Riojano (La Riojana Cooperativa Limitada, 2018)