
el precio se multiplicó por seis entre 1972 y 1974— y su posterior nacionalización (PDVSA) en 1975, dando origen al estallido 
rentístico de la llamada “la Gran Venezuela” o “Venezuela Saudita”. Los ideólogos económicos del gobierno, entre ellos el 
aquel entonces presidente Carlos Andrés Pérez, concibieron un ambicioso programa de desarrollo general y sectorial donde 
el Estado jugaría un papel predominante siendo el encargado de desarrollar un gran sistema de industria pesada con la 
creación de PDVSA, empresa que absorbió todos los consorcios extranjeros luego de la nacionalización de los yacimientos 
petroleros en 1975. De esta manera y teniendo en cuenta la importancia del petróleo en la economía venezolana, el Estado se 
convirtió en un importante agente económico que tutelaba el proceso de acumula-ción (Astarita, 2019).  
Sin embargo, a pesar de los intentos de hacer de la renta petrolera un factor de desarrollo sostenido, la estructura económica 
(Astarita, 2019). La importación de tecnología y maquinaria que posibilitó la sobrevaluación de la moneda, suma-do a la 
vigencia de leyes proteccionistas, tuvo como contracara el débil acceso de los pro-ductos venezolanos al mercado externo. 
precio del crudo, cuando Venezuela experimentó una fuerte disminución en el ritmo de la extracción de petró-leo (Hausmann 
y Rodríguez, 2011). En consecuencia, esta industria mercado internista se vio enormemente perjudicada. El tipo de cambio 
y su baja productividad hicieron que los bie-nes de consumo producidos para el mercado interno, como los textiles, no 
pudiesen competir con las importaciones (Astarita, 2014). 
                  
                
            
tradujo en una disminución de todo esfuerzo productivo. Por el contrario, el aumento de los ingresos provenientes del sector 
petrolero impulsó la suba de importaciones y la baja de productos exportados. En palabras del autor, “existe una lógica de 
la renta que puede oponerse a la lógica de la producción” (Sid Ahmed, 1983:63). En este sentido, Sid Ahmed se alinea con la 
postura marxista que postula la importancia del desarrollo del trabajo complejo y la produc-ción de mercancías altas en 
valor agregado para poder hablar efectivamente de un desarro-llo. De un mismo modo, los neoschumpeterianos le otorgan 
existe modo alguno para comprar el desarrollo tecnológico. Este exige una red de inversiones en educación, investigación y 
desarrollo, y acumulación capitalista original (Astarita, 2019). 
En el caso de las economías basadas en la renta, y sobre todo en la renta petrolera, la acu-mulación de la misma no es análoga 
al tipo de acumulación que se origina a partir del trabajo productivo. En ausencia de una verdadera estrategia que posibilite 
un desarrollo equilibrado entre las distintas ramas de la economía, la valorización de los recursos naturales e incluso su 
industrialización solo conducen a la dependencia (Sid Ahmed, 1983). De esta manera, a pe-sar de haberse producido en 
Venezuela un proceso acelerado de modernización técnica po-sibilitado por el boom petrolero, no es posible hablar de un 
verdadero desarrollo o, en térmi-nos de Sid Ahmed, crecimiento. Los ambiciosos planes de industrialización y crecimiento 
económico puestos en marcha en Venezuela —como en otras economías petroleras— no se tradujeron en un verdadero 
            
crecimiento de la economía ya que en-tre 1968 y 1978 tuvo como contrapartida un bajo desarrollo de la productividad de los 
demás sectores no petroleros (Astarita, 2019). A pesar de la enorme inyección de renta que realizó el Estado, la productividad 
TRAMAS  SOCIALES  Vol. 03  | Revista  del  Gabinete  de  Estudios  e  Investigaciones en Sociología (GEIS) 
ISSN: 2683-8095  | http://www.ojs.unsj.edu.ar/index.php/tramassociales.  Año 03 , Octubre 2023
Almirón I., Fanego E. /  | 
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