TRAMAS SOCIALES • N° 05 | ISSN: 2683-8095
35Rossomando | Mujeres y espacio público. Enfoque epistémico metodológico de la investigación
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forman parte de la definición nominal que se suele dar
de la palabra misma. Sin embargo, no es sencillo precisar
el momento en el que se creó el compuesto y establecer
con claridad los matices de su significado originario.
En efecto, por una parte, dêmos integra, desde Homero,
distintas oposiciones que circunscriben su sentido: en
la epopeya, se refiere a los soldados por oposición a los
jefes y reyes; más adelante, designará a los inferiores con
relación a quienes ostentan el poder, los dynatoí. Hacia
fines del siglo VI a.C., el término en singular tomará una
acepción colectiva que engloba al conjunto del pueblo, a
todos los que forman parte de una misma comunidad.
Ya en las elegías de Solón, el legislador ateniense del siglo
VI, encontramos, lado a lado, la acepción más restrin-
gida (el pueblo bajo) y la más general (el conjunto de los
miembros de la comunidad) (vid.Arist., Ath. Pol., XII, 1-2
= Solón, frgs. 5-6, Edmons). No es de extrañar, por tanto,
que la primera inclusión de este significado en una tesis
política esté provista por la sentencia de un filósofo, el
Fragmento 44 de Heráclito (Diels-Kranz): «el pueblo (ho
dêmos) debe luchar por la ley como por los muros». Esta
conexión entre dêmos y nómos, la ley, se convertirá, como
veremos, en una relación próxima a conceptual.
Hay pocas dudas de que el uso del término dêmokratía
designaba y, simultáneamente, revelaba la existencia de
una nueva realidad hasta entonces desconocida: la cone-
xión entre el poder y sus participantes. Para quienes lo
utilizaron al principio, el término tenía un claro tono pe-
yorativo, lo que sugiere que era utilizado como un arma
de combate por los miembros de la oligarquía que se en-
frentaban al poder de las clases más bajas.
Respecto al tema de los enfoques de la democracia, uno
de ellos es el de la democracia instrumental y el otro es
el de democracia participativa con sus variantes. Para
Schneider (2007), la concepción de la democracia instru-
mental es una versión liberal de ella. Por tanto, la parti-
cipación en la toma de decisiones es indirecta y el punto
central es establecer el quantum de la participación para
lograr la estabilidad de la democracia y, por ende, la go-
bernabilidad (Eckstein 1966; Schumpeter 1961 en Schnei-
der 2007, p.7).
Ahora bien, Sartori (1991) plantea que la democracia libe-
ral es “un sistema político basado en el poder popular” (p.132),
es decir, el poder le pertenece al demos y su ejercicio está
en manos de los representantes elegidos periódicamente
por el pueblo por medio de elecciones. Así, la “democra-
cia es un sistema pluripartidario” (p.132) donde gobierna la
mayoría (el partido político electo) respetando el dere-
cho de las minorías. Sartori plantea que, como sostiene
Schumpeter, la competencia (por medio del voto) es fun-
damental para lograr la representatividad.
De esta manera, siguiendo a Schneider (2007) “la demo-
cracia representativa ha sido concebida exclusivamente
como un procedimiento mediante el cual los partidos
compiten ofreciendo sus “productos” a los ciudadanos y
éstos emiten sus preferencias mediante el voto” (p.7).
Para Sartori (1991), la democracia es el “procedimiento y/o
mecanismo que: a) genera una poliarquía abierta cuya
competencia es en el mercado laboral, b) atribuye poder
al pueblo y, c) específicamente impone la responsabilidad
de los elegidos frente a los electores” (p. 132). La dificul-
tad que puede presentarse es que, en este procedimiento,
los partidos políticos ofrezcan propuestas acordes con
las demandas de la ciudadanía para lograr alcanzar el
voto, pero que luego de obtener el triunfo electoral, no
las cumplan.
Otra crítica a esta forma de conceptualizar la democra-
cia es la que plantea Schneider (2007). Ella considera
que para este enfoque instrumental de la democracia
no es importante ni positiva la actividad política de los
ciudadanos comunes. Así definido, el ciudadano medio
aparece como incapaz de acción y atrapado por sus preo-
cupaciones privadas, es decir, desinteresado por la polí-
tica e incluso es irracional “... se utiliza más racionalidad
en una partida de “bridge” que en una discusión política
entre no políticos” (Schumpeter: 1961:334 en Schneider
2007, p.8).
Ante esta afirmación de Schumpeter, cabe preguntarse:
¿cómo explicar que los ciudadanos estarían en condicio-
nes de evaluar a los distintos candidatos y seleccionar la
mejor propuesta? Según Schneider (2007), el autor res-
ponde a esta pregunta de un modo poco convincente,
trayendo a consideración que el ciudadano tiene dife-
rentes tipos de racionalidad que usa en cada caso. Ello
introduce el tema de la participación como proceso de
transformación.
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