
TRAMAS SOCIALES • N° 04 | ISSN: 2683-8095
34Ochoa Walter | Ceremonias mínimas: Institución de infancia a través de prácticas literarias
ARTÍCULOS LIBRES
Nos parece apropiado recuperar aquí la categoría ceremo-
nias mínimas que desarrolla Minnicelli, para dar cuenta
del modo en que la infancia se instituye en las relaciones
entre niños/as y adultos/as:
El reconocimiento de aquello que podemos identifi-
car como ceremonias mínimas resulta de la escucha de
un dicho, un hecho o una acción que recortamos en los
dispositivos institucionales sea para su interrogación o
análisis -cuando lo reiterado se encuentra naturalizado
y encriptado-; sea porque nos interesa crearla, es decir,
instalarla, a fin de promover una interferencia, una in-
terdicción, un corte a lo establecido, esperando operen
otros enlaces discursivos (Minnicelli, 2018, p. 54).
Ir al encuentro de estas “ceremonias” como herramientas
analíticas, nos parece propicio para reconocer los peque-
ños actos que pasan desapercibidos en la vida cotidiana
y que tienen una gran importancia en las formas de pro-
ducir sentidos y prácticas. La autora las presenta como
un dispositivo de intervención al establecer que:
Por ceremonias mínimas nos referimos al dispositivo so-
cioeducativo y/o clínico-metodológico, clave y llave para
múltiples intervenciones posibles. Nos servimos de ellas
más que como un concepto que admite una única defi-
nición, como una metáfora, es decir, un dispositivo para
pensar y habilitar alternativas de intervención no con-
vencionales (Minnicelli, 2018, p.43).
De esta manera, y al presentarla como creadoras de condi-
ciones de posibilidad, establece su valor de acción política.
En este sentido, habilitan maneras de ofrecer resistencia
a lo que se presenta como inexorable.
Las ceremonias mínimas ofrecen la posibilidad analítica
de observar el lugar de la agencia de los/as niños/as. A
través de ellas se puede acortar las distancias existentes
entre la dicotomía objetividad-subjetividad de las cien-
cias sociales. La autora expresa que la distancia con lo
macro-social se ve salvaguardada cuando entendemos
que “el poder (hacer) no se aloja en las grandes estructu-
ras de manera exclusiva, sino que se sostiene en detalles
mínimos, en la palabra, en el decir diario, en la posición
de cada sujeto en lazo con otros” (Minnicelli, 2018, p. 55).
Se trata, en definitiva, de recuperar el protagonismo de
la acción, al establecer, a partir de las posiciones estable-
cidas, otras condiciones de posibilidades.
Consideramos que las ceremonias mínimas habilitan el
intercambio entre las dos temporalidades sobre las que
nos advierte Kohan
3
, que corresponden a los/as adultos/
as y a los/as niñas/as. “Cada vez que operamos institu-
yendo infancia por la diferencia entre lenguaje infantil
y lenguaje adulto, se ponen en movimiento otras sig-
nificaciones y otros efectos, apareciendo allí mismo el
desamparo de un niño, una niña, un joven ávido de ser
escuchado” (Minnicelli, 2013, p. 5). Es de esta manera que
la noción de “institución de infancia” puede habilitar el
encuentro entre los/as niños/as y los/as adultos/as.
Del mismo modo, establece la autora, pueden existir
dificultades para instituir infancia (en el sentido de lo
nuevo y lo habilitante, como menciona Bustelo), ya que
se pueden inscribir distintos procesos de segregación y
estigmatización en niños, niñas y adolescentes, con los
consabidos efectos prácticos que ejercen los saberes y las
instituciones especializadas con las definiciones norma-
lizadoras que llevan adelante:
Se advierte la interferencia de lo que llamamos figuras
cristalizadas que participan de los procesos de segrega-
ción de los niños y jóvenes en tanto sujetos de derecho,
donde la figura del sujeto perjudicado puede adoptar en
la perspectiva de los profesionales, formas patologizan-
tes (...), criminalizantes (...), que los torna intratables, o
ineducables, categorías que siendo asumidas por los pro-
pios sujetos operan como marcas simbólicas en las que se
instituyen, al mismo tiempo que los segrega como infan-
tiles sujetos” (Minniccelli, 2013, p. 3)
De esta manera, concluimos que pensar a los/as niños/
as de sectores populares no se agota en las relaciones de
3 Walter Kohan recupera el tiempo de la infancia no como un tiem-
po cronológico, sino como “El tiempo del juego, de la repetición, del
pensamiento. Es el tiempo del arte y de la experiencia estética, de la
amistad y del amor” (Kohan, 2013, p. 1). Por el contrario, el tiempo cro-
nológico, donde mandan los/as adultos/as: “Es el tiempo del reloj, del
calendario, de la ciencia, de las instituciones, de la escuela, de la uni-
versidad. Es el tiempo de las previsiones, los programas, los pronósti-
cos” (Kohan, 2013, p. 1).
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