
TRAMAS SOCIALES • N° 04 | ISSN: 2683-8095
154Robledo | Precariedad laboral y trabajo docente: un acercamiento a la problemática
ARTÍCULO JOVEN
Además de la generación de símbolos en el trato en-
tre empleado de ventas y el cliente. Marx añade den-
tro de las actividades capitalistas no productivas –no
generadoras de plusvalía- a los bancos y las finanzas:
Es decir, quedarían fuera de lo no productivos los
transportes, la salud, la educación, el hotelería, las
comunicaciones, los espectáculos, entre otros. (p. 37)
En relación a esta cuestión, el autor plantea que el traba-
jo de vender mercancías ya producidas podría implicar
la incorporación de nuevos valores a los ya generados en
la producción propiamente dicha. En el caso particular
de los servicios y su valor, la fuerza de trabajo involucra-
da implica capacidades tanto físicas como subjetivas,
no solo cognitivas, sino también emocionales, estéticas,
morales, interactivas y con ello la capacidad de generar
interactivamente con el cliente signos, símbolos y signi-
ficados. A su vez, en dicha interacción, el cliente, sin ser
asalariado, trabaja para generar el propio servicio que
demanda.
Para comprender con mayor detenimiento la producción
en los servicios no clásicos, De la Garza (2020) propone
un análisis de las Configuraciones Productivas y Circu-
latorias, pero no como un modelo homogéneo, sin con-
tradicciones y funcionalmente integrado. Para esta tarea
propone tener en cuenta tres cuestiones: en primer lugar,
que las relaciones entre sus elementos (estrategia de ne-
gocios, nivel tecnológico, organización del trabajo, perfil
de la mano de obra, relaciones laborales, culturas labora-
les) no serían vistas perfectamente integradas, sino con
contradicciones, disfuncionalidades, discontinuidades.
En segundo lugar, las configuraciones no hacen ningu-
na transformación ni actividad por ellas mismas, son los
sujetos, por lo pronto del establecimiento, los únicos que
actúan e interactúan. En tercer lugar, estos actores es-
tablecen sus relaciones, delimitados por configuraciones
que los presionan a tener ciertos comportamientos, en
las cuales las subjetividades de los sujetos les permiten
dar significados y solo a través de este proceso convertir-
se en acciones.
Otro elemento central que se debe tomar en el análisis
del trabajo no clásico es el aspecto intelectual del trabajo,
que fue adquiriendo cada vez más notoriedad y relevan-
cia frente al aspecto físico. De la Garza (2011), debido a
la gran abstracción que conlleva este concepto, propone
abordarlo en relación a dos aspectos que componen el
trabajo intelectual: el objetivo y el subjetivo. La cara ob-
jetiva hace referencia a la objetivación del producto, más
allá de si éste es estrictamente material o inmaterial.
Por otro lado, en la cara subjetiva encontramos aspectos
relacionados a las cogniciones, emociones, sentidos mo-
rales, sentidos estéticos, a las formas de razonamientos y
discursos. Este análisis nos permite comprender el doble
desgaste que implica el trabajo, tanto físico como intelec-
tual, entonces, tanto la fiscalidad como la intelectualidad
se encuentran vinculadas en las distintas tareas produc-
tivas que respectan al trabajo intelectual.
En este tipo de trabajo, la interacción se torna un aspecto
esencial para la producción en el sector de los servicios.
De la Garza (2011) señala que si bien toda actividad la-
boral implica y conserva un carácter social (relaciones
sociales determinadas), en el caso de la producción in-
material es imprescindible la interacción entre produc-
tor y consumidor: sin esta relación no se podría finalizar
el producto creado. Con esta característica, De la Garza
(2011) señala la diferencia entre los trabajos industriales,
en los que las subjetividades no componen un elemen-
to central y los trabajos no clásicos, donde la interacción
cara a cara cobra una preponderancia significativa.
3. El trabajo docente
En relación a las características del trabajo docente, es
posible definirlo como un trabajo asalariado y profesio-
nal, en el cual se recibe a cambio una remuneración de-
finida a partir de aquellos medios necesarios para que
continúe reproduciéndose el trabajo (Rodríguez y De la
Garza, 2010). Entonces, ubicamos al trabajo docente en el
sector terciario del trabajo, es decir, de los servicios pú-
blicos que ofrece el Estado.
La valorización de la fuerza de trabajo del docente no ha
estado centrada en cuanto al valor central, sino en rela-
ción con lo que necesita para que los/las docentes conti-
núen proveyendo su fuerza de trabajo al sistema. Acudi-
mos entonces a una proletarización del trabajo docente,
donde las condiciones del trabajo quedan sujetas a las
variaciones del capital (Donaire, 2007 en Gálvez Donoso,
2012).
| 149 - 164