TRAMAS SOCIALES • N° 04 | ISSN: 2683-8095 ENTREVISTA
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El “mientras tanto” de la política
social argentina.
Entrevista a Pilar Arcidiácono
Fecha de realización: 06/05/22
F-: Bueno Pilar, lo primero, quiero pedirte permiso para grabar, para des-
pués, con tu consentimiento, desgrabar y transcribir la entrevista.
P-: Sí, obvio.
F-: Para comenzar, te quiero preguntar, desde tu experiencia y tus conoci-
mientos, cómo definirías las políticas sociales: ¿qué es una política social?
P-: A ver, me parece central pensar que la política social opera en el proceso de
redistribución social modificando y siendo modificada a la vez por un orden
político y moral. Me parece central la idea del orden político moral, porque
tiene mucho que ver con la legitimidad, que después van a tener las políticas
sociales para moldear el mundo de las desigualdades, de aquellos niveles de
desigualdad que son, y no, tolerables. Yo no tengo una visión de la política
social en su clave más ético normativa, es decir, lo que debería ser la política
social, sino que son dispositivos estatales, principalmente, pero que a veces
exceden las fronteras del Estado con vínculos porosos, borrosos con la so-
ciedad civil, con la familia, con la comunidad. Es bien interesante; pero que
efectivamente opera en el mundo de las desigualdades moldeándolas, ¿no? A
veces, para hacer una sociedad más igualitaria; a veces, para hacer sociedades
más desigualitarias. Es decir, cuando ponemos a rodar las políticas sociales
Pilar Arcidiácono. Licenciada en Cien-
cia Potica, Especialista en Gestión de
Políticas Sociales, Especialista en Or-
ganizaciones Sociales y Tercer Sector,
Magister en Políticas Sociales, Doctora
en Ciencias Sociales (Universidad de
Buenos Aires - UBA) y miembro de la
Carrera del Investigadora Cientíca y
Tecnológica del Consejo Nacional de
Investigaciones Cientícas y Técnicas
(CONICET). Autora del libro: La política
del mientras tanto: programas sociales
después de la crisis 2001-2002. 1ª ed.
Buenos Aires: Biblos, 2012.
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puede salir cualquier cosa. Y me parece que hoy por hoy,
no sé si va para ese lado la pregunta, hoy por hoy hay mu-
cho en la escena, mucho en la escena pública, en la esce-
na mediática y en el sentido más hegemónico que queda
de la política social limitada al campo… el que yo estudio
particularmente. Yo vengo investigando el mundo de lo
no contributivo de los programas sociales, o de la política
socio-asistencial, transferencia de ingresos y bueno, nos
olvidamos que la política social es un montón de otras
cosas de lo cual se habla menos, que también un montón
de sectores -que hablan y cuestionan la política social, o
esta visión más restrictiva- se olviden de que son recep-
tores de la política social. Por ejemplo, estamos en la uni-
versidad pública gratuita, vamos a hospitales, alguien de
nuestra familia cobra jubilaciones, pensiones, ¿no? Como
que la discusión en los últimos años se restringió a una
mirada más acotada, restringida, de la política social al
mundo de lo que vulgarmente se llama: “los planes so-
ciales. Me parece que es interesante reponer como otras
miradas de la política social, otros campos, que incluso
son mucho más antiguos, que son, digamos, pilares uni-
versales o contributivos que también forman parte del
campo más amplio de las políticas sociales. Como tam-
bién poner en primer plano otras esferas que participan
en la provisión de bienes y servicios que hacen a la re-
producción social, además del Estado, como una esfera
desde ya privilegiada. Pienso en la familia, las organiza-
ciones sociales comunitarias, el propio mercado, como
un lugar de espacio de satisfacción, para ciertas familias
que se auto excluyen y van al mercado a consumir bienes
y servicios del bienestar como las escuelas de gestión pri-
vada o las prepagas, casos muy típicos en la Argentina.
F-: Y socialmente, ¿qué definición suele dar en lo coti-
diano la población respecto a la política social, o los mal
llamados “planes sociales”?
P-: Bueno, yo creo que la agenda está totalmente copa-
da por la discusión de los planes, que no es casual. Por
un lado, hay un hecho que es concreto que es un salto
cuantitativo, impresionante en la Argentina, un proceso
de masificación de todas las políticas, digamos, planes
y otras políticas vinculadas con el mundo de lo no con-
tributivo y de lo socio-asistencial. Cuando yo empecé a
estudiar, que fue justo con el Jefas y Jefes, que yo estaba
terminando mi maestría, lo que primaba era la idea del
mientras tanto, de la emergencia. Hoy, 20 años después
sabemos que evidentemente todo este conjunto de dis-
positivos es algo que vino para quedarse, que es algo más
bien estructural, que atraviesa la política social y que se
convirtió en un pilar. Un ejemplo, si miras las asignacio-
nes que paga ANSES podes ver que, a grandes rasgos,
con variaciones mensuales, es alrededor del 50% de pa-
gos de AUH y es el 50% de las asignaciones para forma-
les. Evidentemente todo esto interpela el corazón de la
discusión más trabajo-céntrica de la sociedad argentina,
que es un pilar importante, con un montón de anclajes,
de valores, de nostalgias y que en definitiva estructura la
visión sobre cuán legítimo es que algunas personas reci-
ban transferencias por fuera del trabajo formal. La gente
habla de la AUH, habla de los planes, sigue hablando de
Jefas y Jefes, circula públicamente este discurso, que en
el fondo muestra los límites de la matriz trabajo-céntri-
ca, que ahí, me parece, de alguna manera perdemos de
vista que hay algunas transformaciones estructurales y
esa nostalgia contributiva aparece y re-aparece en la es-
cena pública. Entonces se sigue añorando ese momento
donde lo contributivo tenía como un universalismo de
hecho y ya no lo tiene. Y encima información errónea, o
como se llaman ahora; fake news. Por ejemplo, el otro día
miraba una, sobre la cantidad de dinero que recibe una
familia: estaba en un diario de divulgación masiva, y era
absolutamente falso. Circulan mentiras, montadas so-
bre sospechas permanentes, sospechas morales; por eso
digo, me parece, que el tema del orden político y moral
en la política social es importante. También se desconoce
que en realidad gran parte de las políticas contributivas
se pagan con el lado fiscal que no necesariamente es con-
tributivo. Muy en el fondo, creo que la pregunta del mi-
llón sería qué pasa si sacamos todas esas políticas y cómo
nos imaginamos una sociedad; qué sociedad estamos
dispuestos a tener, ¿no? qué queremos como sociedad sin
estas políticas que tanto molestan aparentemente, que
tanto hacen ruido, que tanto nos han dado para memes,
para la moralización de los consumos, que es otro gran
tema, donde parece que esos dineros juzgados se van
para el lado del juego, del alcohol y todo lo que ya sabe-
mos que circula.
F-: Hace unos días leí en un medio gráfico que las políti-
cas o los programas sociales son un invento argentino,
¿es tan así?
P-: No había escuchado esa afirmación.
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F-: Algunos sectores sostienen eso…
P-: Es cierto que Argentina tiene un nivel de masividad
enorme, lo cual veo como algo positivo en todo caso, o
sea, qué bueno que Argentina haya podido lograr esto,
encima para edades activas donde otros países a lo sumo
pueden tener seguro de desempleo. Digo en edades acti-
vas porque es más complicado; porque en viejos y niños
es más aceptado, un poco es la discusión que teníamos
en la pregunta anterior. Pero no es menor esa cobertura
en edades activas, tener un número importante de per-
sonas que reciben algún tipo de programa de Estado, a
los cuales el Estado mira, de alguna manera. Si miramos
la pandemia, los países se agarraron de lo que tenían. A
diferencia de montar estrategias sobre el seguro de des-
empleo, Argentina fue por otro lado, porque nuestro se-
guro de desempleo es una institución tardía y bastante
débil. También vemos como otros países tienen rentas
mínimas o como lo llamemos, de ingresos mínimos de
inserción, con esquemas de contraprestación; tenemos
en general pocas experiencias universalistas incondi-
cionales como ha sido el postulado del Ingreso Ciudada-
no Universal. Tenemos en general experiencias mucho
más acotadas en cobertura, poco generosas también en
cuanto a la cuantía, en cuanto al potencial desmercan-
tilizador, pero es un problema que trasciende digamos a
nuestro país. Además, Argentina tiene un problema más
grande de informalidad por ahí respecto a estos otros
países que tienen problemas de desocupación, es otra
arista de la discusión. Pero a lo que quiero llegar es que la
discusión sobre los ingresos desde el Estado a población
con difícil inserción en el mercado formal asalariado, no
es un “invento” de Argentina, incluso pensando en todo
lo que ha sido en un primer momento, en los 90, la can-
tidad de los programas de transferencia condicionadas
de ingresos, que estuvieron en la mayoría de los países
de la Región y en otras regiones tipo África, también. En-
tonces digo no, la del invento argentino, no. Sí creo que
Argentina tiene algunos mecanismos y arreglos insti-
tucionales bastante originales, que a mí no me gustaría
llamarlo híbridos. Por ejemplo, la AUH es particular, es
particular porque tiene digamos esta mezcla entre la se-
guridad social contributiva, la no contributiva, no es un
plan, depende de una institucionalidad de la Seguridad
Social como ANSES. Tiene algunas particularidades más
propias del modelo argentino digamos, pero no creo que
sean un invento argentino las políticas de ingresos.
F-: En su libro “La política del mientras tanto” en el que
analiza 3 casos luego de la crisis de 2001-2002 en Argen-
tina: ¿qué continuidades y rupturas advierte en el mapa
de la política social a 20 años del Jefas y Jefes?
P-: A ver, hay algunas áreas que yo no seguí tanto. Ali-
mentario no seguí tanto, pero tampoco ha habido gran-
des transformaciones porque ya en ese, el gobierno na-
cional transfería, y las provincias, autónomamente, iban
decidiendo cómo hacer la política alimentaria; creo que
ahí lo que fue cambiando es una tendencia, es como un
ajuste de sintonía fina, me parece, lo estoy pensando acá
con ustedes, hacia el mecanismo de transferencia de in-
gresos, de que la política alimentaria no estuviera vincu-
lada con la entrega de alimentos, sino con transferencias
de ingresos, en algunos casos condicionados a alimen-
tos o a ciertos consumos como la tarjeta Alimentar,
pero no la entrega directa ¿no? Como que creo que eso
se terminó consolidando como cierto filón de la política
alimentaria, la posibilidad de que las familias tengan
más margen para decidir sobre los consumos. Ahí lo
que es interesante es que ANSES pasa a ser parte de esa
política, de la política alimentaria, que es un actor al cual
le seguimos otorgando responsabilidad en prestaciones.
En el tema microemprendimientos y todo eso, como fue
el Manos a la obra, porque el otro caso que analizo en
el libro es el Manos a la obra, no lo estoy siguiendo, no
creería que hay tantos cambios en el tema de microem-
prendimiento, pero sí que ha explotado por todos lados
la discusión más de cooperativas, de arreglos coopera-
tivos en relación con los cambios que tuvo el Ministerio
de Desarrollo Social, por el Programa Argentina Trabaja.
Allí se fortaleció mucho la línea de Economía Social, del
Ministerio de Desarrollo Social. Por ese lado el cambio es
importante.
Y después yo tenía el Jefas y Jefes en su momento dentro
de los análisis sobre la post crisis. Ahí la problemática,
de alguna manera, sigue siendo la misma. Por ejemplo,
aun salvando las distancias, veo actualmente algunas
improntas de los programas previos, de empleo transito-
rio de transferencia de ingresos, veo la idea de asegurar
el riesgo a no tener ingresos en familias con hijos, eso
continúa de alguna manera. Veo esa historia de Jefas y
Jefes dividiéndose, tal vez bifurcándose, lo estoy pensan-
do ahora, hacia una prestación como la AUH vinculada
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con niños, niñas y adolescentes súper mega masiva, de-
pendiendo de ANSES y con otro rostro el Estado, que es
el rostro de los programas del Ministerio de Desarrollo
Social con el Potenciar Trabajo o el Salario Social Com-
plementario, destinado a lo que se llama edades activas,
que continúan con la lógica de la condicionalidad y la
contraprestación. El tema de los montos ha cambiado al-
gunas cosas vinculadas, porque recordemos que el Jefas
y Jefes nunca se movió y eso hizo que el plan se licuara
por la inlación, y en estos casos contemporáneos esto se
contempla. Creo que ahora nadie se le ocurre pensar que
la AUH se va a ir, ¿no?, como que vino para quedarse y lo
mismo me parece con los programas, más allá de la dis-
cusión pública de convertir planes en “trabajo”. Pero que
en general hay una cantidad de población que se sabe que
va a estar asociada en algún tipo de política de ese perfil.
Creo que el gran cambio en los últimos años es el rol de
ANSES en la política, que yo no lo miré en su momento,
porque no tenía nada que ver, porque ANSES era el or-
ganismo de los jubilados y pensionados, y hoy por hoy
para todos tengo que mirar ANSES, por eso yo me topo
con el organismo de una manera tan significativa por-
que es para la Asignación, pero también para las pensio-
nes no contributivas, pero también para lo alimentario,
pero también fue para las computadoras con el Conectar
Igualdad, pero también fue para los PROCREAR y PRO-
GRESAR, ¿no? Entonces, aun cuando no paga, de forma
directa, pero es un organismo que hace las inscripcio-
nes, atraviesa un montón de prestaciones, un montón
de políticas que “cuelgan” de ANSES. Para mí esa es la
novedad de los últimos años, además de la masificación
de las transferencias. La novedad es el nuevo rostro de la
política social, de un organismo de seguridad social, en
una versión amplia, que es el protagonista de la política
social argentina, con un Ministerio de Desarrollo Social
cada vez con menos políticas, con menos prestaciones,
con una importancia en el rol relevante político de go-
bernabilidad, con los actores colectivos adentro y afuera,
pero no en términos de importancia por su portafolio de
prestaciones sociales.
F-: En el marco de la pandemia por COVID 19, ¿qué lec-
tura podemos realizar sobre el impacto de este fenó-
meno en el mundo de las políticas sociales, el peso del
IFE, y qué características asume el mundo del trabajo
pos-pandemia?
P-: Yo pensaba que la pandemia puso en primer plano el
tema de la importancia de las transferencias de ingresos.
De hecho, por ejemplo, por primera vez algunas perso-
nas que nunca habían recibido este tipo de prestaciones
pasan a cobrar el IFE porque era la primera vez que, al
perder ingresos por no poder salir a la calle a trabajar, se
veían como primeros receptores de la política asistencial,
o de la política social en general. La pandemia mostró,
me parece que la importancia de tener un sistema más
robusto de ingresos por eso de hecho algunos bueno,
hemos visto a Laura Garcés (docente-investigadora de la
FaCSo-UNSJ) un montón de veces circular por los espa-
cios defendiendo la postura del ingreso ciudadano uni-
versal, o sea, mucha gente defendió esa postura con fuer-
za en los días de la pandemia que había un montón de
encuentros públicos acá y en otros países. Se trataba de
pensar la necesidad de desvincular ingresos de trabajo
y pensar esquemas más universales. También desde los
discursos gubernamentales aparecía la limitación fiscal
de hacer algo así, pero digamos por lo pronto me parece
que puso en un primer plano durante esos días, los me-
ses más álgidos, la necesidad de pensar algo diferente y
ampliatorio. Creo que de todas formas la propuesta del
ingreso universal sigue teniendo poca acogida en los ám-
bitos de la élite dirigente y de los movimientos sociales,
quién defiende más allá de un grupo de académicos o
algunas militancias una política universal incondicional
sobre todo en un contexto fiscal restrictivo. Creo que hay
más consenso político hacia otro tipo de políticas con
esquemas más contraprestados y con esquemas todavía
no universales, focalizados, aunque sean amplios y bien
masivos. Me parece que la discusión, en Argentina, vie-
ne todavía por ahí. Me parece que del IFE se pudieron
aprender más cosas de las que aprendimos. ANSES ahí
mejora sus bases de información porque la gente fue ac-
tualizando datos a lo largo del IFE, ahora estamos justo
en el momento que se están decidiendo los destinatarios,
los destinatarios del segundo refuerzo. Evidentemen-
te estas intervenciones como los bonos, los refuerzos
se empezaron a incorporar como mecanismos que van
corriendo atrás de la inlación, para mantener un po-
der adquisitivo de las prestaciones de la política social.
También creo que hubo algunas experiencias que fueron
interesantes del segundo refuerzo, que mira solo el indi-
viduo, o sea que para definir el acceso hay un corrimiento
de lo familiar a lo individual que es bastante poco común
en la política social, que mira lo familiar. Creo que se vie-
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ne esa discusión sobre ingresos tarde o temprano, que
está pendiente, creo que está resuelto por vejeces, ahora
hubo algunas cosas nuevas, del tema de reconocimiento
de aportes de tareas de cuidados, se jubilaron más muje-
res; creo que por niños, niñas y adolescentes el número
sin cubrir de AUH, no recuerdo ahora, pero es bastante
más bajo. O sea, creo que el corazón del problema está
en qué hacemos con edades activas, con juventudes, con
ese mundo.
E-: Estamos hablando de la franja etaria de los 24 y 55
años...
P-: Claro, es complicada. Hoy por hoy, creo que debe estar
en un millón Potenciar Trabajo, hay un montón de gente
todavía que está afuera. El solo registro de trabajadores
de la economía popular (RENATEP) como que debe haber
como tres millones, muestra que hay gente que no recibe
ingresos complementarios. Más allá de que las familias
después resuelvan por miles de malabares, changas, lejos
de esa visión que marca “viven del Estado”.
E-: Y ahí ese inter-juego que decía entre las denomina-
ciones, y exclusión e inclusión. Hay muchos sectores
que por distintas razones quedan totalmente excluidos.
P-: Sí, hay sectores que quedaron siempre excluidos -digo
personas con problemas de documentación, migrantes,
privados de la libertad, personas con consumos proble-
máticos- de estas políticas en general.
F-: Es una cuestión compleja, medio enmarañada, por
eso mencionaba y le preguntaba por los registros de AN-
SES, y lo que surgió de toda esta masa de trabajadores
informales y precarizados (que por ahí se solapan, como
concepto) pero que al fin y al cabo en Argentina repre-
senta un 40% de la población.
P-: Es verdad lo que vos decís, Franco. Cuando se habla
del efecto sorpresa, o sea que al Estado, en la pandemia,
se le pone delante toda esta población, yo me acuerdo
de que en el Jefas y Jefes pasó algo muy parecido. En
esa época, hacía trabajo de campo en el Ministerio de
Trabajo, y había un cálculo de 800.000 y llegaron a en-
trar 2.000.000 y ahí se cerró el plan, el 17 de mayo. Me
acuerdo muy bien, porque de hecho esto implicó después
muchos amparos judiciales para revertir la situación y
fue la primera vez que se judicializaron estas cuestio-
nes. Y entonces se decía que se “colaron por la ventana”
1.200.000 personas, que eran las mujeres captadas por
las estadísticas como las inactivas que se declaran como
activas. Y un poco es esto, ¿no? Se trata de ver cómo se
muestran las personas ante el Estado, cómo el juego de
las categorías del Estado va poniéndose a rodar, y como
las personas plantean sus estrategias, con dramaturgias
de distintos tipos. Con el IFE pasó lo mismo, yo recuerdo
en varias entrevistas de ANSES en esa época del IFE, en
el marco de un proyecto PISAC, donde nos decían nunca
habían anotado tantas separaciones o tantos cambios de
domicilio y esto efectivamente, de alguna manera for-
maba parte de las estrategias para ingresar, tratar de lo-
grar algunas modificaciones en la base de ANSES, en Mi
ANSES. A la vez, cuando leemos los diarios de esos días,
los movimientos de la economía popular, CTEP, el Evi-
ta, ya tenían ese número, tienen claras las magnitudes.
Esa magnitud circulaba claramente y bueno el gobierno
no sé por qué razón tiró este otro. Ahora me parece que
con el… vamos a ver qué pasa con el segundo refuerzo
que se tramita estos días porque ahora la gente se tiene
que inscribir nuevamente. Incluso los de AUH se tienen
que inscribir, entonces el momento de la inscripción sal-
vo jubilados y pensionados, es un momento de una tam-
bién suerte de frontera, además por la discusión de las
páginas oficiales que no funcionan por momentos, pero
también por la brecha digital, la falta accesibilidad, en-
tonces es todo un tema. Pero me parece que, si no hay
una política más estructural en esos términos, va a ser
algo como que tenemos recurrente, como procesos que
también saturan el sistema. ANSES es un organismo que
estamos viendo hoy, como cuello de botella, donde se le
siguen colgando prestaciones, pero a la vez donde el ho-
rizonte de turnos en el tema de jubilaciones y pensiones
está más demorado, sobre todo por lo que fue la atención
del IFE y el cierre de las oficinas por la pandemia.
F-: A partir de esto que menciona, y teniendo en cuenta
el este momento bisagra que usted mencionaba, qué lec-
tura le provocan las miradas estigmatizantes de los pla-
nes sociales, o las disputas de sentido entre “los que tra-
bajan” y “los que no trabajan”. ¿Por qué los movimientos
que cortan la 9 de Julio son los no productivos y los del
Tractorazo representan a la Argentina productiva?
P-: Se ve seguro en muchas de nuestras casas: esas discu-
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siones acaloradas en la mesa familiar atraviesan la coti-
dianidad. Por un lado, el eje trabajo (en cuanto al trabajo
asalariado) versus no trabajo es vertebral en la sociedad
argentina. Pensaba en el capítulo de ustedes Franco, el
de ENAPROS que hicieron para la provincia de San Juan,
del libro que se presenta hoy a cargo de Marcelo Lucero
y Laura Garcés y mostrar que la gente tiene ingresos por
esos planes o esas asignaciones, o lo que fuere y, o sea,
ingresos por parte del Estado, de transferencias directas
y que además hace un montón de trabajos, changas, lo
que fuera, trabajos informales, precarios, de cuidado. A
mí me preocupa más, en términos de lo que hablamos al
principio, de la de la legitimidad de la política social, de
ese tipo de planes llamemos, y las opiniones en los sec-
tores medios, medios-bajos, me parece que es un trabajo
importante que tenemos que hacer. La política social ha
respondido mucho para darle legitimidad metiendo 80
millones de condicionalidades y contraprestaciones para
mostrar que los pobres también se activan y hacen un
montón de cosas, ¿no? Entonces la política social ha sido
espejo también y amplificador de las visiones que cues-
tionan la política social por ejemplo de transferencias,
esa mirada se ha alimentado desde las élites; también es
complicado cuando algunos sectores, sobre todo los sec-
tores trabajadores pobres, que no reciben las transferen-
cias de ingreso porque quedan fuera dentro de la línea de
corte y ahí es donde bueno se generan estos malestares,
estos enojos que son socialmente comprensibles. A esto
se suma que los medios de comunicación mal informan,
se desinforma completamente de lo que verdaderamen-
te cubren las políticas, de lo que reciben, de lo que hay
que hacer a cambio, porque a veces los planes son un tra-
bajo enorme y eso no se ve. A veces exigen, sobre todo a
las mujeres, hay un montón de estudios cualitativos so-
bre eso, la cantidad de exigencias superpuestas por los
programas sociales en términos de condicionalidades y
contraprestaciones, que a la vez generan un montón de
cosas muchas veces virtuosas, de proyectos, de conocer-
se con otras personas, de interconectarse en el territorio.
Pero me parece que hay un trabajo importante y nosotros
como parte de la Universidad pública tenemos un rol im-
portante en comunicar, en hablar, en despejar. Nosotros
trabajamos desde el grupo Derechos Sociales y Políticas
Públicas, con la idea de desmitificar algunas cosas: que
las mujeres se embarazan para la AUH, o que los que reci-
ben planes no trabajan, pero bueno, es un trabajo a veces
muy difícil, muy difícil.
F-: Y las cuestiones de género: ¿qué lugar asume la pers-
pectiva de género hoy en los diferentes programas so-
ciales?
P-: Por un lado, hay una discusión orientada a incorpo-
rar cupos de personas trans o travestis a algunos pro-
gramas, eso lo he visto. Yo creo que el Potenciar tiene,
ya lo tenían Hacemos Futuro, o sea que hay algo de esa
discusión, digamos, como de ampliar, que puede ser in-
teresante, que hay que ver después sus efectos concretos;
no es un tema que yo siga. Por otro lado, yo te diría que
hubo unas discusiones interesantes en el mundo de las
contraprestaciones de los programas de Hacemos Futu-
ro, de Potenciar, de tratar de no presentar contrapres-
taciones con sesgo de género marcado; eso creo que fue
un avance frente a lo que teníamos en Jefas y Jefes, que a
la mujer le ofrecían peluquería y las tareas típicamente
conocidas como femeninas, en eso hubo muchos cam-
bios. Ya en la Argentina Trabaja, el Ellas Hacen, hay un
cambio en términos de abrir los temas y los trabajos que
las mujeres pueden hacer. Después hay otras discusiones
en el mundo Asignaciones, si tiene que seguir siendo la
mujer quien cobra, si eso no hace más que fomentar ma-
ternalismo o si por el contrario es un reconocimiento de
lo que ya hacen. Ahí hay algo dilemático que siempre está
vigente y tiene muchas aristas. Ahí es interesante entrar,
porque es una política que protege en general a los niños
y niñas y adolescentes, pero entran las madres a cobrar la
asignación y de golpe a los 18 quedan desprotegidas por
la seguridad social. Entonces, ¿dónde vuelve a atender
el Estado a esa madre?, a esa esa mujer-madre? si hasta
la jubilación le faltan un montón de años seguramente,
entonces ahí hay todavía una cuestión de la mujer enten-
dida como madre en la inserción en la Seguridad Social
que puede ser complicada. Finalmente tenemos la explo-
sión del tema de género y cuidado. Bueno, esta semana
¿no? se presentó el anteproyecto de ley de sistema de cui-
dados en Argentina, “Cuidar en Igualdad, creo que es
el nombre; me parece que viene a explotar, en términos
de la discusión, que venimos teniendo hace un montón
de tiempo, con el tema licencias, con el tema de recono-
cimiento de centros de cuidado, profesionalización y re-
muneración de las tareas de las mujeres que se dedican
a esos temas. Creo que con el tema de seguridad social
se avanzó, se vienen sosteniendo la discusión de mujeres
por las moratorias, mujeres que estaban “inactivas” pero
que en realidad tenían, trayectorias laborales muy luc-
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tuantes. Ahora con el reconocimiento de aportes también
se incorpora otra faceta en términos de valorar el rol del
cuidado y los años de cuidado, como que hay cosas, to-
davía por ahí, en muchos casos muy atadas al rol de mu-
jer-madre. Pero no es un tema que yo trabaje, de todos
modos, hay que ver qué pasa con el cuidado, ahí hay que
empezar a prestar atención, sobre todo cómo se financia
todo eso, si se cumple, una vez que está aprobada por-
que la experiencia de Uruguay que fue pionera en tema
de sistema de cuidados nos alerta sobre el problema del
desfinanciamiento de estas políticas. Pero que el Estado
esté hablando de temas o que en general socialmente las
personas se apropien de palabras como logística de cui-
dado, es genial. Yo me formé con Laura Pautassi y Laura
hace añares que viene trabajando el tema de derechos
del cuidado, fue una gran impulsora de esto, y esto era
algo acotado a discusiones del movimiento feminista, la
CEPAL y su Unidad de Mujeres, algunos espacios de De-
rechos Humanos, del Sistema Interamericano; ahora es
algo que todo el mundo habla, o sea, se está hablando del
tema. Vamos a ver qué pasa.
F-: La última refiere a ¿cómo analiza esta decisión o pro-
moción del gobierno nacional actual de transformar
estos programas sociales en empleos genuinos?, ¿qué
capacidad tiene nuestro sistema para absorber esa po-
blación?
P-: Siempre hubo ese tipo de fórmulas. Por ejemplo, el
Empalme fue el de Macri, ahora el Puentes, y así. Estra-
tegias de promoción donde las personas que emplean
pueden tener algunos beneficios impositivos. Ahora bien,
evidentemente, en general, si esas personas ya no están
empleadas en el sector privado es por algo, ¿no? Como
que ahí me parece que hay algo de lo que pareciera acá
hay consenso que es que el mercado de trabajo tiene pro-
blemas para incorporar toda esa fuerza de trabajo, que es
clarísimo para la gente que estudia mercado de trabajo, o
que discute la heterogeneidad estructural. Sin embargo,
cuando empieza en el lugar de los decisores públicos pa-
reciera que este tipo de programas, Empalme o todas sus
versiones, bueno van a solucionar todo mágicamente; en
general, hemos visto todos casos fallidos, son bajísimos
los datos para mostrar ese movimiento. Me parece que
no hace más que alimentar el discurso de denostar a los
planes sociales, de bajarle el precio a los planes sociales;
entiendo que es un discurso que captura un montón de
sectores, yo, evidentemente, por algo no me dedico a la
política partidaria porque no juntaría ningún voto. Creo
que lo que hay que hacer en un punto es lo contrario, es
dejar de alimentar esa rueda de discurso de la versión de:
“el plan es malo y hay que salir del plan”. El plan es una
estrategia que bien conducida puede generar un mon-
tón de cosas, hay un montón de experiencias virtuosas
que han sido originadas en planes sociales; experiencias
comunitarias o de Economía Popular, de sociabilidad
política; en el caso de mujeres, de intercambios intersub-
jetivos, de personas que gracias a estas intervenciones
salieron de situaciones de violencia. Insisto me parece
que no solo viene por las élites dirigentes, me parece que
en ese sentido lo que es diferente de los movimientos
y los trabajadores de la economía popular es que plan-
tean la salida de los planes, pero para pasar a reconocer
trabajo de la economía popular. Eso lo veo, obviamente,
mucho más posible, ideal, potable, que vayan a mirar el
sector privado. Lo que siempre termina pasando, sino,
es que miran el sector público, como empleados públicos
de baja categoría, eso también es histórico, el salto de los
planes al empleo público, el empleo público del más bajo,
del que nadie quiere hacer, etcétera, con otro pago. En-
tonces, el sector privado me parece ya como nada, es algo
fuera de época plantear esto.
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