
TRAMAS SOCIALES • N° 04 | ISSN: 2683-8095
194Climent | ETNOGRAFÍAS NÓMADES. Teoría y práctica antropológica (pos) colonial.
RESEÑA DE LIBRO
El libro se encuentra estructurado de la siguiente mane-
ra: Prólogo, Introducción, cinco Capítulos y Epílogo.
A continuación, se describirá de manera breve cada una
de las partes que constituyen el libro:
Prólogo
El prólogo estuvo a cargo de Eduardo Restrepo, quien
sostiene: “es importante no perder de vista que Leticia
Katzer habla de las tres dimensiones de la etnografía –
como texto, proceso y experiencia- no de manera sepa-
rada, sino, como una articulación. Esta propuesta que
se despliega a lo largo de todo el libro, es donde radica
una de las posibles rutas de lectura, que radicalmente
irrumpe las comodidades y certezas de una etnografía
de manual. ( ) este libro nos habla de discusiones teóricas
y filosóficas junto a cuestiones de método sin sepáralas
de la gente (los Huarpe) y las materialidades de la etno-
grafía como lo es, “el desierto”.
Restrepo con su lectura deja abierta la posibilidad de
múltiples recorridos a través del libro de Leticia Katzer,
casi como una metáfora de los caminos que pueden con-
ducirnos en el desierto. Su recorrido comienza destacan-
do el planteo de la autora de pensar la etnografía en tres
dimensiones (texto-proceso-experiencia). Esa triada es,
para él, la que invade en el sentido común disciplinar de
pensar la etnografía como una técnica de investigación.
Para Restrepo, la autora, al tomar la dimensión textual
de la etnografía, retoma las discusiones políticas de la
representación etnográfica de los años 80 y las comple-
menta y complejiza con sus aportes derridianos y de la
teoría poscolonial.
Restrepo señala que Katzer, al entender la etnografía en
su segunda dimensión como proceso, propone compren-
derla en clave de múltiples ritmos, agencias y disputas.
Esta visión va más allá del proceso de investigación con-
creto e implica un devenir heterogéneo, con contingen-
cias y conlictividades, que construyen el mundo social
del cual el etnógrafo no se puede sustraer y que sin duda
lo interpelan.
Finalmente, Restrepo señala el aporte de la autora al en-
tender la etnografía como experiencia, en el cual plan-
tea que el etnógrafo no es un intérprete o traductor, sino
que está implicado en la experiencia etnográfica, donde
construye al sujeto etnográfico y se construye a sí mismo
en ese proceso.
Para Restrepo, uno de los rasgos más particulares de la
obra es la articulación de la etnografía con la filosofía.
La autora articula su planteo para invitar a trascender la
miseria filosófica de los planteos más empiristas de la et-
nografía. Para ello, toma riesgos y evidencia su potencia,
al asumir elaboraciones filosóficas en sintonía con las ex-
periencias de nomadismo desértico.
Introducción
La autora sintetiza, y a la vez condensa, las principales
transformaciones que ha sufrido la etnografía como pro-
puesta metodológica, tanto en su marco teórico, como en
sus procedimientos. Entendiendo que la crítica se da a
la relación entre antropología y colonialismo, donde la
estructura del poder colonial es constitutiva del objeto
de estudio antropológico. Para Katzer, poco a poco, la
etnografía comienza a desarmar su estatus de neutra-
lidad –en el marco de la crítica cultural- para empezar
a plantearse como textos, como narrativas. Eso implica
entender la etnografía como una producción especifica
del “otro” en complejos contextos de relaciones de poder
colonial. La autora sostiene que actualmente ya no se
trata de observaciones de tribus, sino que el trabajo de
campo puede ser definido como “situación”, en la que hay
una especificidad política y un complejo entramado de
intereses. Estos aspectos, para la autora, al igual que el
registro situado de las comunidades, han sufrido trans-
formaciones, evidenciando que muchas etnografías son
posibles. Es este último punto donde Katzer abre el juego
para pensar su experiencia etnográfica como experien-
cia desértica, tanto a nivel teórico como empírico. Y es
el momento en el cual nos sumerge a pensar en las ar-
ticulaciones de su trabajo etnográfico con categorías fi-
losóficas como la de huella o espectro, es decir, plantea
que su espacio etnográfico –el desierto de Lavalle- es un
espacio trazado por huellas de otros, que nos envía a la
espacialidad del resto, del rastro de esa alteridad huarpe
que permanece presente –ausente.
La autora incluye otra categoría en esta primera invita-
ción a pensar el desierto, que es la de etnografía nóma-
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