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TRAZOS - AÑO VIII – VOL.I – JUNIO 2024 - e-ISSN 2591-3050
“es recién dentro del horizonte abierto por la losofía del diseño verbal de Frye
que algo así como una teoría positiva de la cción puede comenzar a enunciar-
se. En este horizonte, y como espectro plasmático de lo concebible, la cción no
es lo que se opone a lo real. Más bien es lo que nos permite tener un concepto
de realidad” (Lavagnino, 2021, p. 20). La cción no es una especie de límite tras-
cendental que nos impide el contacto con el mundo, sino una tecnología de la
palabra que nos permite intentar aprehender y comprender la sobreabundancia
de mundo que nos rodea. No es que por su composición ccional el mundo de
lo político sea menos real. Es tan real, que necesitamos muchísimas estructuras
verbales hipotéticas para intentar orientar nuestra acción en él.
Las diversas teorías de la cción nos sirven entonces para interrogar cómo
es que se construyen los ámbitos conceptuales en que nos movemos y desa-
rrollamos nuestras praxis. Siguiendo a Hayden White, estamos convencidos de
que hay una responsabilidad fundamentalmente ética en los procedimientos
ccionales utilizados para construir los artefactos conceptuales mediante los
cuales intervenimos en la sociedad y la pensamos. Algunos de los trabajos de
este dossier se centran en los debates respecto a cómo entender el pasado. Las
categorías con que pensamos la historia, los modos de entramar con que la na-
rrativizamos, las guras retóricas que usamos para intentar dar una explicación
de la vinculación de acontecimientos, modelizan nuestra visión del pasado en
común. Visión del pasado que no está nunca desarraigada de una mirada sobre
el presente.
A su vez, el imaginario político sobre el futuro también es un articio donde
la retórica tiene un papel principal. El desarrollo tecnológico de las últimas déca-
das y los cambios globales en el escenario geopolítico han propiciado a pensar
en diversos imaginarios acerca del futuro. La prospectiva, que implica la capaci-
dad de imaginar escenarios futuros posibles desde elementos que se despren-
den de nuestro presente, como políticos, económicos, sociales y tecnológicos,
entre otros, se convierte en una herramienta fundamental al momento de pensar
en teorías de la cción. Las cciones sobre el futuro no solo modelan expec-
tativas colectivas, sino que también bosquejan los límites de lo posible, lo que
resulta en la consolidación de ciertas visiones hegemónicas del porvenir. Estos
escenarios, al volverse dominantes, terminan modelando nuestras decisiones y
acciones en el presente, consolidando caminos previsibles y, a menudo, estre-
chando el campo de lo concebible. La teoría-cción, entonces, se convierte en
un medio no solo para especular sobre el futuro, sino para intervenir activamen-
te en su construcción, al entrelazarse con lo real.
Siguiendo a Mark Fisher, la teoría-cción, en el capitalismo, ya no es repre-
sentada ni codicada como “fantasía”, sino que se anticipa a lo Real captando
sus tendencias o potenciales virtuales, para luego inuir en la realidad y contri-
buir a su conguración mediante la actualización de dichos potenciales (Fisher,
2022). En otras palabras, las narrativas de ciencia cción se entrelazan con las
dinámicas políticas, sociales y tecnológicas que efectivamente condicionan