TRAZOS - AÑO VIII – VOL.I – JUNIO 2024 - e-ISSN 2591-3050
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ART. DE INVESTIGACIÓN
Del Fetichismo De La
Mercancía Al Poder
Espectacular Integrado
From Merchandise Of
Fetishism To Integrated
Spectacular Power
Celsio Arceu
Universidad de Valparaíso. Valparaíso, Chile.
celsio.arceu.a@gmail.com
Recibido: 7 de mayo de 2024
Aceptado:28 de junio de 2024
TRAZOS - REVISTA DE ESTUDIANTES DE FILOSOFÍA - AÑO VIII - VOL. I. - JUNIO 2024
páginas 76-88 - E-ISSN 2591-3050
http://www.ojs.unsj.edu.ar/index.php/trazos/
INSTITUTO DE FILOSOFÍA - FACULTAD DE FILOSOFÍA, HUMANIDADES Y ARTES - UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN
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Resumen: La inuencia del apartado del fetichismo de la mercancía de Marx ha
tomado un rol elemental para la teoría crítica de la imagen. La obra de arte en la
época de su reproductibilidad técnica de Walter Benjamin o La sociedad del es-
pectáculo de Guy Debord han sido obras claves que han revelado los secretos de
la fantasmagoría de la mercancía en nuestra contemporaneidad, ya que, su trans-
formación en espectáculo han llegado a tal punto que nuestra existencia y relacio-
nes sociales han sido mediatizadas por las imágenes, haciendo de lo verdadero
un momento de lo falso. Esta investigación abordará desde el carácter fetichista
de la mercancía de Marx, la reproductibilidad técnica de Benjamin, hasta los últi-
mos estudios de la sociedad del espectáculo de Guy Debord, donde aparecería el
poder espectacular integrado.
Palabras claves: CAPITALISMO – FETICHISMO – REPRODUCTIBILIDAD
TÉCNICA – ESPECTÁCULO – ESPECTÁCULO INTEGRADO.
Abstract: The inuence of the section on the fetishism of commodities in Marx
has played a fundamental role in critical theory of the image. Walter Benjamin’s
work on "The Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction" and Guy De-
bord's "The Society of the Spectacle" have been key texts revealing the secrets
of the commodity's phantasmagoria in our contemporary world. The transforma-
tion of the commodity into a spectacle has reached a point where our existence
and social relations have been mediated by images, turning the true into a mo-
ment of the false. This research will address the fetishistic nature of commodities
according to Marx, Benjamin's concept of technical reproducibility, and the latest
studies on the society of the spectacle by Guy Debord, where the integrated spec-
tacular power would emerge.
Keywords: CAPITALISM – FETISHISM – TECHNICAL REPRODUCIBILIY
SPECTACLE – INTEGRATED SPECTACLE.
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Situados en el siglo XXI, el capitalismo y sus formas se han desarrollado a
tal nivel que abarca casi todos los aspectos de la vida humana, desde los planos
sociales, cientícos y tecnológicos, hasta lo más interior de la psiquis individual.
En un sentido geopolítico, se ha globalizado a tal nivel que la economía política
ha logrado abarcar la mayor parte de los territorios donde hay sociedades, como
también, ha afectado a las individualidades naturalizando ciertas relaciones so-
ciales y formas de vida, racionalizando los valores y las prácticas del mercado.
Si bien, hay distintos aspectos desde donde abordar la problemática del
capitalismo, desde una mirada estético-política, se han desarrollado estudios
muy interesantes referidos a la teoría de la imagen; su desarrollo técnico y el uso
relacionado a las masas. Claves serían, en parte, los estudios de Walter Benjamin
sobre la reproductibilidad técnica en La obra de arte en la época de su reproduc-
tibilidad técnica y los análisis sobre la fantasmagoría desarrollados en los apun-
tes del Libro de los pasajes. También, tomando estas referencias, es importante
considerar las reexiones de los situacionistas. En especíco Guy Debord con su
obra La sociedad del espectáculo y, posteriormente, sus Comentarios sobre esta
misma, para dar una mirada crítica respecto a estos fenómenos que, si bien no son
los únicos, aquellos estudios serían claves para comprender esta reexión. Estas
teorías tendrían una base fundamentada importante: la conexión directa referida
a la utilización de Marx del término fantasmagoría en lo que respecta al apartado
del fetichismo de la mercancía del primer tomo de El capital y las reexiones en
base a la metáfora de la cámara obscura y el término de falsa conciencia en La
ideología alemana. El recorrido analítico de estas obras es clave para comprender
el efecto y trasfondo que hay hoy detrás de las imágenes reproducidas en tanto
mercancías o espectáculos.
Las nuevas tecnologías han llevado a desarrollar una cultura de la imagen,
donde las individualidades se exponen voluntariamente hacia los aparatos de
uso y entretención que reproducen apariencias, adoptando inconscientemente
conductas, pensamientos o tipos de relaciones sociales condicionadas por las
imágenes. La reproducción y multiplicación de las imágenes audio-visuales, des-
de los distintos aparatos, son parte de nuestras experiencias diarias. Si bien, en
un plano cotidiano y naturalizado, las imágenes solo han sido material de ocio y
entretención para ciertos momentos fragmentados de la vida individual, detrás
de ellas se esconde su secreto mercantil. En el trasfondo de esas imágenes hay
ciertas implicancias estéticas, discursivas, económicas, políticas y psicoanalíti-
cas que afectan a los distintos individuos.
La imagen audio y/o visual producida por los aparatos de uso y entreten-
ción tales como celulares, televisión o computadores, ha tenido un juego clave en
la modelación arquetípica de formas de vida. Dejando de lado toda especulación
supercial o conspirativa con respecto a la inuencia de los medios sobre los in-
dividuos, los estudios de Walter Benjamin y Guy Debord son trabajos serios, ya
que, independiente de algunas críticas que se les han presentado, hay una pro-
fundidad teórica y se observan evidencias reales de los efectos mediáticos de los
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fenómenos audio y/o visuales.
Esta investigación ahondará en la conguración del devenir-imagen, des-
de el fetichismo de la mercancía de Karl Marx, pasando por la reproductibilidad
técnica de Walter Benjamin hasta el desarrollo del poder espectacular en Guy De-
bord, y pensaremos: ¿En qué medida los medios y las imágenes reproducidas
inuyen en nuestras formas de vida? ¿Existe un tejido económico político detrás
de nuestras relaciones sociales? ¿Las imágenes tienen un rol de subjetivación en
nuestra sociedad?
El carácter fetichista de la mercancía
…la forma de la mercancía y la relación de valor entre los productos del trabajo
en que dicha forma se representa, no tienen absolutamente nada que ver con la
naturaleza física de los mismos ni con las relaciones, propias de las cosas, que
se derivan de tal naturaleza. Lo que aquí adopta, para los hombres, la forma fan-
tasmagórica de una relación entre cosas es sólo la relación social determinada
existente entre aquellos. (Marx, 1975, pp. 88-89)
Las investigaciones de Karl Marx han sido muy relevantes para desenmas-
carar los aspectos negativos de la sociedad de producción capitalista y de la
economía política en general. Si bien, sus escritos están bajo el contexto de los
inicios del capitalismo y suceden en los procesos de las sociedades industriali-
zadas del siglo XIX -razón por la que se le puede cuestionar su pertinencia histó-
rica-, ha dejado un legado en varios autores posteriores que han presenciando
los avances del sistema de producción capitalista y han reelaborando la teoría
marxista, actualizándose a los cambios contextuales. Uno de los aspectos más
interesantes y relevantes, para las teorías críticas y los estudios sobre la imagen,
es el apartado del primer tomo de El Capital denominado El carácter fetichista de
la mercancía y su secreto, espacio donde Marx reexionaría sobre lo propio de las
mercancías más allá de su valor de uso o carácter objetivo que, como muy bien
enfatiza David Harvey en sus estudios sobre El Capital, se presentan meramente
como “un mundo de apariencias de esa <objetividad fantasmagórica> llamada
valor” (Harvey, 2014, p. 26), reconociendo el carácter de apariencia y no realidad
de las mercancías, las cuales, con su valor, velan los efectos mágicos, secretos e
inconscientes que reproducen con una imagen objetiva limitada al valor de uso.
Caracteres que solo son comprensibles en la medida en que las mercancías se
reexiones en abstracto, analíticamente y en sus relaciones de intercambio y no
solo desde una mirada sensible-objetiva como destaca Michael Heinrich (2008,
pp. 86-87).
El lósofo italiano Giorgio Agamben, quien escribe en nuestra actualidad,
armaría: “El develamiento del ‘secreto’ de la mercancía ha sido la clave que le
abrió al pensamiento el reino encantado del capital, que este siempre ha inten-
tado ocultar exponiéndolo a plena luz” (2017, p. 80). Es importante la armación
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de Agamben no solo porque asegura la importancia de Marx al mostrar las carac-
terísticas esenciales del producto mercantil, sino que también devela el secreto
de su encantamiento, de carácter casi religioso, que el capitalismo produce por
medio de las mercancías. Entonces, la clave estaría en revelar lo que está detrás
del capitalismo y sus formas más allá de lo visible, donde destacaría este carác-
ter fantasmagórico, que desarrollaría en su teoría del valor que se presenta en la
mercancía.
Agamben fundamenta lo siguiente: “El producto del trabajo al desdoblarse en
un valor de uso y en un valor de cambio se transforma en una fantasmagoría […]
que al mismo tiempo es perceptible e imperceptible a los sentidos” (2017, p. 80).
El producto elaborado por el trabajo tendría una dualidad: por una parte, corres-
pondería a un objeto físico, el producto en su forma visible, una mera apariencia
que no representa su realidad, que es valor de uso, y por otra, su carácter como
mercancía. Esta dimensión que tiene el objeto producido, en tanto mercancía,
corresponde a la dimensión fantasmagórica del producto, ya que toma un valor
abstracto, en tanto valor de cambio, y crea ciertos tipos de relaciones sociales in-
conscientes entre los objetos producidos y los productores. En este caso, la mer-
cancía que se presenta a la vista esconde detrás todas las relaciones sociales,
ligadas a la producción del objeto (trabajo) y el intercambio, naturalizando estas
relaciones sociales y vanagloriando el capital.
Marx arma que: Al equiparar entre en el cambio como valores sus pro-
ductos heterogéneos, equiparán recíprocamente sus diversos trabajos como tra-
bajo humano. No lo saben, pero lo hacen” (1975, p. 90). Por tanto, el valor es una
relación social entre personas, una relación oculta bajo la envoltura de una cosa,
ocultando en el objeto los movimientos que se maniestan en las relaciones eco-
nómicas, más allá de su apariencia física, tomando al dinero como la forma de
valor abstracta que vela el carácter social de estas relaciones. Por lo tanto, el in-
tercambio, que establece las relaciones sociales, no solo será de las cosas entre
las personas, sino también relaciones sociales entre las personas producto de las
mercancías. He aquí el carácter fantasmagórico (oculto y mágico) de la mercan-
cía.
El análisis de la teoría del valor y del fetichismo de la mercancía permitió des-
enmascarar las apariencias que el valor dinero ocultaba en el trabajo enajenado
y las relaciones económicas de intercambio, mostrando cómo las relaciones hu-
manas se estaban transformando en relaciones mercantiles. Estas formas de vi-
das mercantiles estaban tan ligadas a los procesos económicos que llegaron al
punto de naturalizarse, de modo tal que las relaciones de producción, al menos
desde la base, se han mantenido hasta nuestros días. Sin embargo, con el pasar
de los años, el capitalismo tendrá ciertas transformaciones interesantes. Una de
ellas corresponde a su efecto fantasmagórico, que se ha representado en lo que
respecta a las técnicas de la imagen. Agamben arma que muchos marxistas no
le dieron la importancia necesaria a este aspecto, insinuando que es una parte
que hay que saltarse del libro, o que es un momento de delirio de Marx, pero auto-
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res como Walter Benjamin o Guy Debord abordan la relación de la producción de
la imagen con el capitalismo, tomando como base elemental la reexión de Marx.
La reproducción de las imágenes
…en el estudio de cine el aparato penetró de una manera tan profunda en la
realidad que su aspecto puro, libre de todo cuerpo extraño al aparato, es decir,
técnico, no es más que el resultado de un procedimiento particular, a saber: el
de la toma por medio de un aparato fotográco dispuesto adrede y su montaje
con otras tomas dispuestas de igual modo. (Benjamin, 2009, p. 115)
Los avances tecnológicos no irán solamente de la mano del capitalismo en el
ámbito cientíco, sino también en lo estético-político y lo artístico. Entre principios
y mediados del siglo XX, Walter Benjamin dirá que vivimos en la época de la re-
productibilidad técnica, en la medida que el arte se ha desarrollado a tal punto, por
inuencias de la fotografía y después del cine, que ha perdido su carácter cultual
y se ha ligado a la reproducción en masa y para las masas de las imágenes. Me-
diante su reproductibilidad, las imágenes originales perderían su aura y por tanto
su autenticidad, mermando así su contenido originario y, por ende, quedando va-
ciadas de contenido. Esto implicaría que estas imágenes podrían ser utilizables
como medios para crear nuevas apariencias y, por tanto, realidades aparentes
montadas en una imagen. Esto lo podemos relacionar con las reexiones de Marx
respecto a las mercancías, pero con las imágenes, puesto que estas mismas, en
la medida en que se desarrollan las tecnologías y la economía política, pueden ser
utilizadas con el n de ampliar el carácter fetichista de la mercancía hacia otros
ámbitos de lo sensible, como la entretención, extendiendo así la fantasmagoría
de lo mercantil a distintos ámbitos de la vida.
Es importante ahondar en algunas anotaciones del Libro de los pasajes. En él,
en parte, Benjamin comenta algunos de los elementos relacionados al fetichismo
de la mercancía elaborados por Marx dedicando tiempo al término de fantasma-
goría. Y si bien hay más de un uso en el concepto, puesto que en los resúmenes
de 1935 y 1939, titulados Paris, capital del siglo XIX, hay explicaciones diferentes
(paso de la ideología como sueño a la ideología como fantasmagoría), en esta
ocasión nos enfocaremos en el resumen de 1939, en el cual da una importancia
elemental al concepto de fantasmagoría:
Nuestra investigación se propone mostrar cómo a consecuencia de esta
representación cosista de la civilización, las formas de vida nuevas y las nue-
vas creaciones en base económica y técnica que le debemos al siglo pasado
entran en el universo de una fantasmagoría. Esas creaciones sufren esta <ilu-
minación> no sólo de manera teórica, mediante una transposición ideológica,
sino en la inmediatez de la presencia sensible. Se maniestan como fantasma-
gorías. (2005, p. 50)
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Este autor nos muestra una mirada crítica del París del siglo XIX comentando
cómo los desarrollos técnicos y económicos inuyeron en las experiencias de su
actualidad. Y nos cuenta cómo la arquitectura, en principio, y la construcción de
los nuevos pasajes compuestos con extensas galerías para exhibir mercancías,
fueron parte esencial en el desarrollo de la metrópolis. Este acontecimiento impli-
ca una nueva forma de vivir entre los individuos de las sociedades ya que, al circu-
lar por las ciudades, sus experiencias estarían ligadas al constante encuentro con
las mercancías que, en apariencia, se muestran solas con su valor. Sin embargo,
detrás de lo aparente, se esconde todo el trasfondo de su encantamiento, pro-
ducido no solo por las mercancías y las relaciones que implica sus existencias,
sino también por los espacios de tránsito. Margaret Cohen en un ensayo sobre
Benjamin y la fantasmagoría arma: “Benjamín extiende la armación de Marx so-
bre los poderes fantasmagóricos de la mercancía hasta cubrir todo el espectro de
los productos culturales parisinos” (Cohen, 2010, p. 208). El trabajo de Benjamin
hace un alcance importante al considerar no solo los efectos fantasmagóricos de
la mercancía, sino culturales, por ello, con el desarrollo tecnológico y económico
posterior para el siglo XX, sobre todo en la tecnicación artística de la reproducti-
bilidad técnica, los espectros de la fantasmagoría se expandirían hacia otros ám-
bitos de la vida.
En el siglo XX, el cine y la fotografía, como herramientas técnicas para la re-
producción de imágenes, serán utilizados, en base a técnicas de montajes, para
disponer ciertos elementos y unicar representaciones bajo la intencionalidad de
un director. Por tanto, las representaciones que reproducirían las imágenes en los
espectadores tendrían una quimérica dualidad: tanto que construirían un montaje
y, a la vez, se acercarían cada vez más a la realidad, construyendo una realidad
en apariencia verdadera y, a la vez, falsicada. “El aspecto de la Realidad, inde-
pendiente del aparato, se ha convertido aquí en su aspecto más articial y, en el
ámbito de la técnica, la visión de la realidad inmediata se ha convertido en la or
azul” (Benjamin, 2009, p. 115).
La unicación de una realidad externa con una realidad abstracta (interior) y
articial, sería creada y reproducida por imágenes que representaría la realidad
falsicada en los individuos que viven en la reproductibilidad técnica, tomando
un rol similar a los efectos abstractos producidos por la mercancía, en tanto que
estas imágenes representarían discursos o formas de vida en la tensión entre re-
presentación y realidad de los espectadores. “El cine se caracteriza no sólo por el
modo en que el hombre se representa frente al aparato receptor, sino por el modo
en que él se representa con su ayuda al mundo circundante” (Benjamin, 2009, p.
120). Estas últimas armaciones, reejan un carácter ontológico que Benjamin
les otorgaría a los aparatos de la reproductibilidad técnica, entregando así una
forma de existencia que sería a la vez falsicada, como también verdadera, de la
experiencia.
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De la noción de espectáculo
El principio del fetichismo de la mercancía- la dominación de la sociedad a ma-
nos de ‘cosas suprasensibles a la par que sensibles’- se realiza absolutamente
en el espectáculo, en el cual el mundo sensible es sustituido por una selección
de imágenes que existen por encima de él, y que se aparecen al mismo tiempo
como lo sensible por excelencia. (Debord, 2012, pp. 51-52)
Guy Debord retoma los trabajos de Marx y les hace una nueva lectura en rela-
ción con las nuevas transformaciones, tanto técnicas como económico-políticas,
que se desarrollarían en el capitalismo. En 1967 publica La sociedad del espectá-
culo, libro clave para comprender, en nuestra actualidad, las síntesis entre el de-
sarrollo del capital, en base a la reexión sobre el fetichismo de la mercancía, y la
teoría de la imagen, en relación con la reproductibilidad técnica. Para Debord, en
su presente, la acumulación no se determinaría por las mercancías, sino, por las
imágenes montadas en tanto espectáculo: “La vida entera de las sociedades en
las que imperan las condiciones de producción modernas se anuncia como una
inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo directamente experimentado se
ha convertido en una representación” (2012, pp. 37).
El francés comienza su primer apartado, en comparación con el primero de
El
Capital
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de Marx, pensando la mercancía como la base para la comprensión del
ocultamiento de las formas de nuestras relaciones mercantiles Pero al tomar en
cuenta el desarrollo de las tecnologías y el capitalismo en sí, que se iría adecuan-
do y transformando desde distintos aspectos, daría cuenta que este sistema de
producción llegaría hasta tal punto que, la mercancía y su carácter fetichista, se
representaría en su último grado, en forma de imagen, espectacular por lo demás.
Por lo tanto, este autor aseveraría que: “El espectáculo no es un conjunto de imá-
genes sino una relación social entre las personas mediatizada por las imágenes”
(Debord, 2012, p. 38). Si tomamos en cuenta la última armación, las imágenes
espectaculares mediatizarían las nuevas relaciones sociales, que no solo se limi-
tan al mercado, sino también a distintos aspectos de la realidad.
El fetichismo de la mercancía se realizaría en el espectáculo, en el conjunto
de imágenes reproducidas por los aparatos, las cuales crearían el mundo sensi-
ble desde un imaginario montado para las individualidades. Muy similar a lo dicho
por Benjamin, Debord arma que: “En el mundo realmente invertido, lo verdadero
es un momento de lo falso” (Debord, 1990, p. 40). Poniendo en tensión la reali-
dad con las imágenes espectaculares, y creando así una realidad falsicada que
se hace “verdadera”, al menos en apariencia. El capitalismo se ha desarrollado
a tal punto que, ahora, es un cúmulo de espectáculos que reproducirían nuevas
formas de vida que no se limitan solo al trabajo y sus relaciones mercantiles, sino
subjetivaciones estetizadas de la vida cotidiana reproducidas por las imágenes.
“El espectáculo es el capital en un grado tal de acumulación que se ha convertido
en imagen” (Debord, 1990, p. 50). Las imágenes reproducidas son las nuevas
1 Marx inicia en El Capital con las siguientes premisas: “La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capi-
talista se presenta como un ‘enorme cúmulo de mercancías’, y la mercancía individual como la forma elemental de su riqueza” (Marx,
1975, p.43).
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apariencias que disimulan ciertas verdades invertidas en lo falso. El capitalismo
se adecua incluso a formas críticas, abarcando una alta gama de pluralidades, en
tanto formas de vida, para cristalizar y perpetuar un sistema que aparenta un n
de la historia y que, a la vez, crea las prácticas y los discursos de un presente.
La imagen en el espectáculo integrado
El gesto de Debord es aún más notable pues precisamente en ese rastro a-
grante basa su análisis de la sociedad del espectáculo, es decir, del capitalismo
que ha alcanzado su gura extrema. El “devenir imagen” del capital no es más
que la última metamorfosis de la mercancía, en el cual el valor de cambio ya ha
eclipsado por completo al valor de uso y, tras haber falsicado la entera produc-
ción social, ahora puede acceder a un estatuto de soberanía absoluta. (Agam-
ben, 2017, p. 81)
Si bien La sociedad del espectáculo fue publicada en el año 1967, Guy De-
bord publica, en 1988, los Comentarios sobre la sociedad del espectáculo. El
francés comprende que, después de 21 años, el capitalismo, y a lo que él refería
con espectáculo, comporta ciertas transformaciones. En un comienzo, en 1967,
planteaba que había dos formas paralelas y opuestas del poder espectacular: una
concentrada, ligada a un ejercicio soberano dictatorial priorizado por la ideología,
muy propio de los estados totalitarios; y otra forma difusa, propia de el estado libe-
ral norteamericano, donde se propicia la libertad económica, como las reglas del
juego, abriendo la posibilidad de escoger a los individuos de la sociedad sobre las
distintas mercancías. Si bien, la forma difusa del poder espectacular fue tomando
más fuerza, para el momento que escribe los comentarios habla de una nueva
forma que integra elementos de ambos, se trata de lo espectacular integrado:
Lo espectacular integrado se maniesta a la vez como concentrado y como
difuso […]. Por lo que respecta al aspecto concentrado, el centro director se ha
convertido en oculto: ya nunca se coloca en él a un jefe conocido o una ideolo-
gía clara. En cuanto al lado difuso, la inuencia espectacular no había marcado
jamás hasta ese punto la práctica totalidad de las conductas y de los objetos
que se producen socialmente, ya que el sentido nal de lo espectacular inte-
grado es que se ha incorporado a la realidad a la vez que hablaba de ella; y que
la reconstruye como habla. […] El espectáculo se ha mezclado con la realidad
irradiándola. […] no existe nada -en la cultura, en la naturaleza- que no haya
sido transformado y polucionado, según los medios y los intereses de la indus-
tria moderna. (Debord, 1990 pp. 3-4)
Desde las anteriores proposiciones expuestas por Debord, podemos desglo-
sar varias características del poder espectacular integrado. En primera instancia,
reconoce la unión de las dos formas políticas paralelas, en las que el espectáculo
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había tomado forma hasta antes de los 70, considerando la transformación y la
globalización de esta forma de poder espectacular. En relación con el poder con-
centrado, quienes dirigen el poder espectacular no se muestran con claridad en
la politización de las imágenes. No hay un desborde de imágenes como en los
totalitarismos, donde los líderes y la ideología se exacerbaban por estos medios.
Toda inuencia o ideología política se esconde con las imágenes espectaculares.
Lo que se destaca del poder difuso es su expansión, correspondiente a la ameri-
canización y el racionalismo de mercado; y cómo se extiende y llega a todos los
aspectos de la vida cotidiana y la realidad. No solo reconstruyendo las prácticas
sociales y los discursos, sino también todas las formas de vida. Ahora el espec-
táculo abarca todos los aspectos de la realidad, representándola en las imágenes
y los discursos, exacerbando existencias con exceso de realidad espectacular.
Los medios han acercado a los individuos a la realidad mediante imágenes, ha-
ciéndola evidente, pero escondiendo el trasfondo de los intereses de la economía
política. Imágenes que crean apariencias que reejan una realidad que oculta lo
verdaderamente real. Una fantasmagoría de las imágenes que vela los procesos
económicos y los escombros de la catástrofe de nuestra sociedad, y que se ha
expandido a tal grado que se ha ampliado a todos los aspectos de la vida, hasta
los más cotidianos e incluso críticos.
Debord nos comentará que la sociedad actual, en su estadio espectacular
integrado, se caracterizaría, también, por la combinación y consecuencias de
cinco rasgos: a) La renovación tecnológica; b) La fusión económico-estatal: c)
el secreto generalizado; d) la falsedad sin réplica; y e) el perpetuo presente. Sin
embargo, no profundizaremos en todos los aspectos, sino que nos enfocaremos
en un apartado relacionado a las nuevas técnicas de producción de imágenes,
relacionadas al poder espectacular en el espectáculo integrado.
Durante el desarrollo del texto, este autor utiliza, de vez en cuando, el concep-
to de medios o mass media, reriéndose a interpretaciones más actuales que han
utilizado otros autores para referirse a lo que él entendía por espectáculo. Termi-
nología que le quita el valor crítico dado por el francés, solo considerándolo como
los aparatos técnicos referidos a la reproducción de imágenes. En la sección X,
hace un análisis especíco de los medios y parte con lo siguiente: “Varios de esos
medios sustentan la instrumentación técnica que ha experimentado y populariza-
do el espectáculo, pero otros se hayan más vinculados a la psicología de masas
de la sumisión” (Debord, 1990, p. 10). El francés nos comenta sobre los medios
de reproducción técnica y sus nalidades relacionadas a dos ámbitos, el espectá-
culo y la psicología de masas. Veremos cómo explica este proceso.
En el terreno de las técnicas, cuando la imagen construida y escogida por
otro se conviene en la principal relación del individuo con el mundo que antes
contemplaba por sí mismo, de cada lugar a donde podía ir, esa imagen va a ser
la base fundamental de todo; porque en el interior de una misma imagen se
puede yuxtaponer sin contradicción cualquier cosa. (Debord, 1990, p 10)
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Los individuos, en primera instancia, cuando nos relacionamos con el mundo
en nuestras primeras experiencias, tenemos un contacto directo con este, ya que
es contemplado por nosotros mismos. Pero, en la medida que nos empezamos
a relacionar con las imágenes reproducidas técnicamente por otros, empezamos
a tener otro tipo de relación con el mundo, ya que, ese otro que crea la imagen,
puede montar cualquier cosa en el interior de la misma, crea una fantasmagoría y
el espectador, al examinar, puede pensar la realidad a partir de esa imagen mon-
tada:
El ujo de imágenes se lo lleva todo, y de igual manera es otro quien gobierna
a su gusto ese resumen simplicado del mundo sensible, ese otro que esco-
ge adónde debe ir esa corriente, así como el ritmo de lo que debe manifestarse
como perpetua sorpresa arbitraria, sin dejar tiempo para la reexión e indepen-
dientemente de lo que el espectador pueda pensar o comprender. En esa ex-
periencia concreta de la sumisión permanente se haya la raíz psicológica de la
adhesión generalizada a lo que está ahí, que viene a reconocerle ipso facto un
valor suciente. El discurso espectacular calla, además de lo que es propiamen-
te secreto, todo aquello que no le conviene.” (Debord, 1990, p 10.)
Habitar en las sociedades contemporáneas es relacionarse con aparatos
que reproducen imágenes que están en un constante ujo. Si en un comienzo
las propagandas y las publicidades adornaban las ciudades y luego los televiso-
res proyectaban imágenes desde las casas, hoy en día, más que nunca, son los
celulares y sus aplicaciones los que proyectan gran parte de lo que vemos y exa-
minamos. Los aparatos reproducen, sin medida, imágenes montadas por otros
individuos, creando nuevas formas de realidad en lo aparente, incluso formas que
han adoptado todos los aspectos de la realidad, puesto que ahora los individuos
mismos pueden ser los creadores de imágenes y seguir creando y reproducien-
do una innidad de imágenes en los aparatos. El loop constante al ver las publi-
caciones o historias de Facebook o Instagram, los TikTok, entre otras formas, y
los algoritmos que hacen lecturas de nuestras palabras y lo que escribimos, mo-
delan un conjunto de imágenes que avanza constantemente para distracción del
espectador. El exceso de estas imágenes reproducidas y la habituación a este
fenómeno ha provocado un proceso de subjetivación donde no hay un cuestio-
namiento profundo del problema. Se naturaliza y, por tanto, se experimenta sin
darnos cuenta de los efectos de su presencia. Nos sumergimos y sometimos en
este aquí y ahora, montado de imágenes, en una fantasmagoría que oculta, en el
presente mismo, todas las relaciones económicas y sus secretos.
No podemos negar el devenir-imagen al que ha llegado el capitalismo en esta
última instancia, el cual somete y subjetiva a los individuos congurando los tipos
de relaciones sociales en base a las imágenes. Debord, antes de su muerte en
1994, armaría este poder espectacular integrado, sin sospechar cómo el desa-
rrollo tecnológico avanzaría aún más de lo esperado. Posteriormente, habrá críti-
cas respecto a la emancipación del espectador, el cual haría su lectura personal
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de los fenómenos espectaculares; sin embargo, negaría todo el entramado que
hay detrás de las imágenes reproducidas. Entre muchos autores contemporá-
neos, se comentarán distintos aspectos sobre el poder de las imágenes y nuestro
presente. Sin embargo, no podemos negar que están ahí esos espectros, esas
fantasmagorías, que se nos presentan en las imágenes vacías que reejan lo que
quieren que seamos, o lo que somos, al menos en tanto representación.
En nuestros días, pensar las problemáticas relacionadas a la imagen y el ca-
rácter fetichista de la mercancía es clave si es que tenemos la intención de pensar
las condiciones de nuestro presente, ya que hay un aspecto revelador que nos
invita a pensar críticamente fenómenos que nos parecen obvios a simple vista,
al estar naturalizados, cuando en el fondo esconden secretos relacionados a la
conguración de nuestras formas de vida. Los procesos históricos van teniendo
transformaciones, los modelos económico y políticos también. Tal es la situación
del capitalismo que se ha ido adecuando y rearticulando en la medida que ocurren
los distintos cambios y desarrollos tecnológicos, potenciando su fantasmagoría
hasta llegar a los aspectos más personales de la vida individual. Si antes las mer-
cancías eran los elementos que reproducían este carácter aparente y fantasma-
górico, y también lo fue la arquitectura, ahora son las imágenes reproducidas por
los aparatos las que juega un papel esencial en la producción de formas de vida y
los tipos de relaciones mercantiles de nuestra sociedad. Es necesario pensar crí-
ticamente estos fenómenos, no solo teóricamente sino estéticamente, y ver más
allá de la imagen cristalizada que ha querido perpetuar el sistema capitalista. Es
necesario un sujeto activo (crítico y reexivo), respecto al conocimiento y la expe-
riencia estética, para encontrar nuevas formas de vida y emancipación dentro de
este exceso de realismo mercantil cubierto de apariencias.
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Cómo citar este artículo:
Arceu, C. (2024). Del fetichismo de la mercancía al poder espectacular integrado.
Tra-
zos-Revista de estudiantes de Filosofía
, 1(8), 76-88