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TRAZOS - AÑO VIII – VOL.I – JUNIO 2024 - e-ISSN 2591-3050
De la noción de espectáculo
El principio del fetichismo de la mercancía- la dominación de la sociedad a ma-
nos de ‘cosas suprasensibles a la par que sensibles’- se realiza absolutamente
en el espectáculo, en el cual el mundo sensible es sustituido por una selección
de imágenes que existen por encima de él, y que se aparecen al mismo tiempo
como lo sensible por excelencia. (Debord, 2012, pp. 51-52)
Guy Debord retoma los trabajos de Marx y les hace una nueva lectura en rela-
ción con las nuevas transformaciones, tanto técnicas como económico-políticas,
que se desarrollarían en el capitalismo. En 1967 publica La sociedad del espectá-
culo, libro clave para comprender, en nuestra actualidad, las síntesis entre el de-
sarrollo del capital, en base a la reexión sobre el fetichismo de la mercancía, y la
teoría de la imagen, en relación con la reproductibilidad técnica. Para Debord, en
su presente, la acumulación no se determinaría por las mercancías, sino, por las
imágenes montadas en tanto espectáculo: “La vida entera de las sociedades en
las que imperan las condiciones de producción modernas se anuncia como una
inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo directamente experimentado se
ha convertido en una representación” (2012, pp. 37).
El francés comienza su primer apartado, en comparación con el primero de
El
Capital
1
de Marx, pensando la mercancía como la base para la comprensión del
ocultamiento de las formas de nuestras relaciones mercantiles Pero al tomar en
cuenta el desarrollo de las tecnologías y el capitalismo en sí, que se iría adecuan-
do y transformando desde distintos aspectos, daría cuenta que este sistema de
producción llegaría hasta tal punto que, la mercancía y su carácter fetichista, se
representaría en su último grado, en forma de imagen, espectacular por lo demás.
Por lo tanto, este autor aseveraría que: “El espectáculo no es un conjunto de imá-
genes sino una relación social entre las personas mediatizada por las imágenes”
(Debord, 2012, p. 38). Si tomamos en cuenta la última armación, las imágenes
espectaculares mediatizarían las nuevas relaciones sociales, que no solo se limi-
tan al mercado, sino también a distintos aspectos de la realidad.
El fetichismo de la mercancía se realizaría en el espectáculo, en el conjunto
de imágenes reproducidas por los aparatos, las cuales crearían el mundo sensi-
ble desde un imaginario montado para las individualidades. Muy similar a lo dicho
por Benjamin, Debord arma que: “En el mundo realmente invertido, lo verdadero
es un momento de lo falso” (Debord, 1990, p. 40). Poniendo en tensión la reali-
dad con las imágenes espectaculares, y creando así una realidad falsicada que
se hace “verdadera”, al menos en apariencia. El capitalismo se ha desarrollado
a tal punto que, ahora, es un cúmulo de espectáculos que reproducirían nuevas
formas de vida que no se limitan solo al trabajo y sus relaciones mercantiles, sino
subjetivaciones estetizadas de la vida cotidiana reproducidas por las imágenes.
“El espectáculo es el capital en un grado tal de acumulación que se ha convertido
en imagen” (Debord, 1990, p. 50). Las imágenes reproducidas son las nuevas
1 Marx inicia en El Capital con las siguientes premisas: “La riqueza de las sociedades en las que domina el modo de producción capi-
talista se presenta como un ‘enorme cúmulo de mercancías’, y la mercancía individual como la forma elemental de su riqueza” (Marx,
1975, p.43).