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TRAZOS - AÑO VIII – VOL.II – DICIEMBRE 2024 - e-ISSN 2591-3050
DOSSIER
Epistemología Del Silencio:
Una Lectura Crítica Desde Los Feminismos
Y La Ecología
Epistemology Of Silence:
A Critical Reading From Feminism And Ecology
Paz Esperanza Carreño Hernández
Universidad de Chile. Santiago, Chile.
paz.carreno@uchile.cl
Recibido: 16 de septiembre de 2024
Aceptado: 20 de diciembre de 2024
TRAZOS - REVISTA DE ESTUDIANTES DE FILOSOFÍA - AÑO VIII - VOL. II. - DICIEMBRE 2024
páginas 25-37 - E-ISSN 2591-3050
http://www.ojs.unsj.edu.ar/index.php/trazos/
INSTITUTO DE FILOSOFÍA - FACULTAD DE FILOSOFÍA, HUMANIDADES Y ARTES - UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN JUAN
TRAZOS - AÑO VIII – VOL.II – DICIEMBRE 2024 - e-ISSN 2591-3050
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Resumen: En el contexto de las epistemologías feministas, teóricas como Avtar
Brah, Donna Haraway y Silvia Rivera han desarrollado críticas epistemológicas al
conocimiento a partir del concepto de experiencia. Así, por ejemplo, Brah (2011)
señala que este concepto desafía las categorías jas de identidad y de diferencia,
mientras que Haraway (1995) enfatiza en su carácter relacional y posicionado,
por lo que plantea formas de colaboración multiespecie. El silencio comprendido
desde los nuevos materialismos feministas se dene como una materialidad
virtual o casi materia, lo cual impide su identicación con la nada y la ausencia. A
partir de lo señalado, en el presente artículo se propone pensar la experiencia del
silencio como una experiencia de indeterminación que tensiona la inteligibilidad
del conocimiento situado. En este marco, mediante la propuesta se problematiza
la disposición a los conocimientos indeterminados y se establece como clave de
estudio la experiencia del silencio para exponer su opacidad inherente, además
de cuestionar las certezas discursivas establecidas.
Palabras clave: SILENCIO - EPISTEMOLOGÍA- FEMINISMOS.
Abstract: In the context of feminist epistemologies, theorists such as Avtar
Brah, Donna Haraway and Silvia Rivera have developed epistemological critiques
of knowledge based on the concept of experience. Thus, for example, Brah
(2011) points out that this concept challenges the xed categories of identity
and dierence, while Haraway (1995) emphasizes its relational and positioned
character, thus positing forms of multispecies collaboration. Silence understood
from the new feminist materialisms is dened as a virtual materiality or quasi-
matter, which prevents its identication with nothingness and absence. Based
on the above, this article proposes to think the experience of silence as an
experience of indeterminacy that tensions the intelligibility of situated knowledge.
In this framework, the proposal problematizes the disposition to indeterminate
knowledge and establishes the experience of silence as a key to study in order
to expose its inherent opacity, as well as to question the established discursive
certainties.
Keywords: SILENCE- EPISTEMOLOGY- FEMINISMS.
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El estudio del silencio se inscribe en la crítica de la colonialidad del saber,
donde factores como la racialización, el género y la clase inuyen en cómo se
produce, se legítima o se silencia el conocimiento. Al respecto, Brah (2011)
señala que la opacidad de lo no-dicho en el discurso hegemónico visibiliza a
los sujetos marginalizados y permite crear oportunidades para la resistencia
y la transformación. En esta línea, Rivera (2018) argumenta que las formas de
resistencia suelen surgir de espacios invisibles y no audibles, que operan en los
intersticios de los discursos coloniales.
En este artículo se propone una relectura del silencio no solo como una forma
de exclusión o represión, sino como una experiencia transformativa que apertura
posibilidades para la articulación política. Para ello, se exploran metodologías para
escuchar el silencio y reconocer su potencial de indeterminación, con énfasis en
las tensiones entre lo dicho y lo no-dicho en los relatos y en las experiencias. El
desarrollo de esta investigación es importante porque se promueve una reexión
innovadora desde el campo de las epistemologías críticas de la colonialidad y
el género a partir del concepto de experiencia. Así, al proponer una alternativa
al silenciamiento, la presente reexión se centra en la subalternidad y en el
sometimiento del género desde la experiencia y su agencia; además, se cuestiona
los enfoques unilaterales del poder.
La reexión sobre el silencio en la experiencia revela la necesidad de un
cambio en la disposición epistémica para analizar las tensiones en el ámbito
del saber y en la ética del conocimiento situado. Brah (2011), en su experiencia
racializada en el ámbito universitario, destaca cómo la exclusión del discurso
hegemónico se transforma en una política de solidaridad entre quienes son
marginalizados, lo que permite evidenciar una zona común de heterogeneidad y
de resistencia.
En este contexto, la autora busca “conceptualizar la diferencia como
experiencia, como relación social, como subjetividad y como identidad”
(Brah, 2011, p. 38). Con estas categorías, se puede constatar que la diferencia
opera en niveles distintos y no siempre identicables, ya que la coherencia no
necesariamente aparece como una cualidad entre quienes conforman ese
común. En consecuencia, dichas experiencias probablemente no se hallen en las
palabras o en los discursos identitarios, lo cual complejiza las prácticas discursivas
y enriquece la experiencia de elementos signicativos diversos, dentro de los
cuales, la palabra es solo una de sus formas.
A partir de lo señalado, es posible identicar experiencias en los tejidos,
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en las historias, en las anécdotas, en los objetos, en las trayectorias, etc. Todas
las estrategias que, en presencia o ausencia de la palabra, adquieren importancia
por factores que trascienden el lenguaje que las determinan. Por otra parte, Brah
(2011) valora en la propuesta de otros investigadores, el hecho de que la unión no
ocurre solo por la presencia de algo común determinado, sino que también por los
movimientos de transformación de las conguraciones relacionales. Por tanto, lo
que permite las relaciones de solidaridad es la inquietud de la transformación de
lo dado al margen de las categorías discursivas que las uniquen.
De este modo, en el análisis del concepto de experiencia según las autoras
del pensamiento crítico a la colonialidad, el silencio emerge como un componente
esencial para entender las dinámicas de la solidaridad y de la transformación, al
mismo tiempo que las prácticas que vuelven a los sujetos subalternos o excluidos.
Las autoras sugieren que, más allá de lo que se comparte verbalmente, el silencio
y la suspensión de la palabra permiten, en algunos casos, una rigurosa reexión y
articulación de las coaliciones en la diversidad.
Hacer del silencio una estrategia metodológica para la experiencia podría,
en consecuencia, relevar la importancia de escuchar y de analizar el silencio,
no como un vacío, sino como una forma de conocimiento que permite captar lo
que escapa de las palabras y de la estridencia (Gómez-Barris, 2011; Pérez et al.,
2023; Shafer, 2013).
El silencio se convierte en un espacio de indeterminación para la palabra
donde la transformación relacional es posible al permitir que lo común y lo diferente
coexistan en una tendencia transformadora. En su crítica a la colonialidad, Rivera
(2018) resalta cómo en los contextos de violencia colonial las formas de resistencia
emergen a través de prácticas comunicativas no siempre audibles o visibles, que
desafían los discursos dominantes y promueven una reconstrucción social desde
una perspectiva subalterna. En los análisis se subraya la necesidad de analizar
el silencio no como sumisión, sino como una disposición epistemológica con
potencial de transformación política y social.
Con Sor Juana Inés de la Cruz, la práctica del silencio adquiere relevancia
política en las teorías feministas. La autora experimenta la ecacia de la palabra
y, sobre todo, del silencio. Sugiere que saber, decir y no se hallan siempre
relacionadas en el discurso de las mujeres. En otras palabras, “saber decir no, decir
no saber o no saber decir se vuelven modos de dar cuenta de que la ignorancia
no es una condición individual, sino una relación social de poder” (Ludmer, 2021,
p. 191) que implica modos estratégicos de vincularse con lo social. Dicho de otro
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modo, hay silencios que se relacionan con la posición de subalternidad. Tal como
señala Añón y Rufer (2015), “hay una marca de colonialidad en silencio, un olvido,
una borradura, un espacio vacío en la narración” (p. 115). Decir es una exigencia
que viene del otro y que se vincula con la violencia (Ludmer, 2021). En tal sentido,
la violencia colonial, que aparece con el silencio, da cuenta de una administración
historiográca o literaria muchas veces impuesta (Añón y Rufer, 2018), pero que
es, a su vez, la posibilidad de estrategias de poder para los sujetos subalternos.
En virtud de lo anterior, la experiencia del silencio permite pensar
posicionamientos políticos que no se reducen a la incapacidad del decir, ya que,
en muchos casos, el silencio abre camino a estrategias de subversión frente al
imperativo del habla. En consecuencia, a partir de los diversos modos de tematizar
el silencio es posible sostener que, en tanto experiencia, el silencio deja entrever
su carácter tenue e indeterminado. La materialidad fugitiva del silencio hace de él
una ausencia presente que recorre la experiencia de manera inestable y parcial.
Es decir, “es la fractura de la presencia la que vuelve inapropiable la experiencia
del silencio” (Potestà, 2020, p. 10). Por consiguiente, las cualidades del silencio
complejizan su conocimiento y crean desafíos para las epistemologías, ya que
cualquier intento de desvelar el silencio caerá constantemente en una reducción
de la experiencia.
El silencio, entendido como una ausencia presente, despliega intervalos
o espaciamientos en el discurso, su eco no cesa de agrietar la palabra. Barad
(2023) señala que “el vacío es un silencio parlante” (p. 19), un tipo de vacío que,
en su ausencia, no deja de crear movimientos e intensidades incapturables. En
simultáneo, la experiencia del silencio da cuenta de su condición situada, toda
vez que se inscribe en ciertas dinámicas de poder y saber en qué se maniesta
singularmente. El giro hacia la dimensión corporal del lenguaje ofrece una
alternativa y apertura nuevas posibilidades para cuestionar la lógica categorial
de la representación, aquella que se encuentra muy instalada en la ciencia.
Este enfoque sugiere que la resistencia frente a la violencia debe reconocer
las relaciones de poder que conguran el silencio como una experiencia de
indeterminación.
En resumen, la experiencia del silencio se presenta como una disposición
epistemológica crucial para desaar y reestructurar los relatos homogéneos de
la colonialidad; además, crea espacios epistemológicos y afectivos que amplían
la comprensión más allá de las brechas coloniales, de género y de los desafíos
antropocéntricos.
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Experimento I : desacelerar la escucha en la experiencia de
la investigación
Era invierno del año 2008 cuando se llevó a cabo el taller para aprender
de los chamanes q’ero prácticas de curación. La mayoría de los asistentes eran
estadounidenses y europeos, excepto un grupo de mujeres afroamericanas y
mestizas latinas. El taller lo lideró Diane Dunn, junto a ella, Juana y Francisco
participaron como mediadores, quienes hablaban principalmente quechua, lo que
dicultaba la comunicación con les participantes. Según Gómez-Barris (2011),
quien narra la experiencia, esto revela problemas lingüísticos y epistemológicos
que reejan estructuras coloniales donde se impone el liderazgo de Diane sobre
el conocimiento de Juana y Francisco.
Una mañana, Juana y Francisco invitaron a Macarena a un paseo por los
alrededores del Río Urubamba y le aconsejaron, mediante gestos, desacelerar la
escucha al adentrarse en el camino. Les participantes experimentaron cambios
perceptivos en la medida en que la desaceleración de los sentidos se encontraba
con la densidad de los estímulos del entorno.
Según Levinas (2002), lo invisible debe manifestarse para cuestionar la
historia visible. En la experiencia de Macarena, lo que antes pasaba desapercibido
ahora hacía eco de múltiples intensidades que animaban el caminar. Ella vivió esta
experiencia de manera indescriptible y observó alteraciones sutiles en el entorno
al reducir la velocidad. La experiencia tensionó la lógica capitalista de la eciencia
y reveló una sensibilidad que desafía la causalidad, e incluso, la individualidad de
quienes caminaban. Una divagación lenta, un modo casi fantasmático de recorrer
el bosque. Cuerpos humanos que parecen abandonar su forma en favor de una
atención más íntima con el rededor.
Así, esta experiencia se conecta con la posibilidad de encuentro con otros
a partir de la materialidad del silencio. Disminuir la velocidad y escuchar permitió
una conexión con formas antes no percibidas. Al modo de una alternativa
epistemológica, la desaceleración logró crear nuevos modos de relación con
la escucha; además, activaron un cambio crítico en la disposición epistémica y
sensible de Macarena. El cambio de la velocidad de los sentidos y la atención
aparentemente infructuosa del silencio desestabilizó el modo habitual de relación
con el entorno; también, abrió un espacio a otras presencias y con ello, otros
afectos. ¿Cómo dar cuenta de esta experiencia?, ¿cuál es el contenido que
emerge con la desaceleración de los sentidos?, ¿qué conocimiento se traman en
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estas experiencias?
Una alternativa a las interrogantes implica profundizar en los vínculos entre
los elementos que se articulan afectivamente en la experiencia, al margen de la
determinación del campo de estudio subordinado por la hegemonía de lo humano.
Experimento II : los bosques como el paradigma del
conocimiento afectivo
Kohn (2021) plantea que el pensamiento y la comunicación no se limitan
a lo humano. Según el autor, todos los seres vivos —no solo los humanos—
piensan, y esta capacidad de pensamiento se extiende más allá de los procesos
simbólicos humanos. Los signos y las dinámicas semióticas encarnadas permiten
a otras especies comunicarse sin reducir su pensamiento a lo simbólico. Esta
capacidad de comunicación y pensamiento de los bosques se expresa mediante
su agentividad y se articula a partir de los signos que generan respuestas
afectivas basadas en similitudes y en diferencias. Esta relacionalidad semiótica
evita la inconmensurabilidad total frente a otros, además, permite una conexión
afectiva y semiótica que muchas veces es difícil de expresar verbalmente cuando
la categoría de lo humano se difumina.
Las especies que componen los bosques interactúan a través de tramas
relacionales que no siempre se articulan en señales determinadas funcional
o ecientemente. La confusión es importante en la teoría de Kohn (2021)
sobre el pensamiento en los bosques. Esta confusión facilita vínculos entre las
especies heterogéneas y revela que existen formas de comunicación que no
son exclusivamente humanas ni necesariamente destructivas por el hecho de
no corresponderse con la conservación o la funcionalidad. Un ejemplo de esta
confusión se observa en la babosa Elysia Marginata, que, en su relación simbiótica
con las algas, experimenta una comunicación semiótica confusa, al punto de
alimentarse de sí misma debido a la indiscernibilidad parcial entre su cuerpo y la
hoja de la que se nutre. Al respecto, Zilio (2022) argumenta que el mutualismo no
es una relación desinteresada, sino una explotación equitativa: si uno detiene su
acción el otro puede hacer lo mismo. En esta relación la confusión y el silencio no
crean distancias, sino que forjan proximidades, las cuales permiten que la babosa
se confunda con su propia mímesis para alimentarse. La vida de los pensamientos
depende de esta confusión, ya que crea zonas de opacidad que conectan formas
de vida heterogéneas y que facilitan, en simultáneo, procesos de individuación y
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de colaboración.
La vida de los bosques, diversa en especies, está conectada en puntos
confusos donde ocurre la comunicación. Los árboles y los hongos, por ejemplo,
se comunican a través de las redes micelares y las raíces que se entrelazan de
manera tan íntima que, a veces, se vuelven indistinguibles, tal como las esporas de
los hongos que crean zonas comunicativas discretas. De esta forma, los bosques
dan cuenta de espacios comunicativos donde lo simbólico pierde su hegemonía
y la escucha requiere una percepción semiótica diferente, es decir, sensible a la
diferencia y la similitud sin imponer un sentido práctico o abstracto.
Para Braidotti (2005), la diferencia se relaciona con lo otro y genera nuevas
entidades. Los espacios intermedios y las transiciones entre entidades diferentes
son esenciales para el devenir-otro. En el contexto del bosque, el silencio y la
ausencia de palabras impiden una semántica racional y abstracta, de modo que se
destaca el lugar de la indeterminación entre lo diferente y lo similar. La sensibilidad
frente al eco, la vibración y las resonancias revelan la vida de la ecología sonora y
material del bosque. Una vida que tiene contornos móviles e intensivos. Prestar
atención al silencio, la confusión y la resistencia a la representación moviliza
colaboraciones multiespecie en las ecologías sonoras. La distancia prolonga el
silencio y abre espacio para la multiplicidad y la vibración, aunque no garantiza
una presencia ni menos una estabilidad.
La experiencia del silencio en los bosques revela intensidades uctuantes
entre lo distinto y lo similar, que también se aplica a otros contextos. La multiplicidad
es importante en la vitalidad de la existencia, ya sea humana, animal, vegetal,
imaginaria, etc. La perspectiva intensiva de Braidotti (2015) desafía el humanismo
clásico al asumir un sujeto nómada y no unitario, además de que destaca la
importancia de la intensidad afectiva en las experiencias como la del silencio.
La diferencia y la indeterminación permiten variaciones en la experiencia del
mundo, donde la multiplicidad se convierte en una clave para entender cómo se
proliferan otras existencias. ¿Cómo hacer de la indeterminación una posibilidad
de enriquecer la experiencia sin sacricar la singularidad?, ¿de qué modo las
semióticas afectivas contribuyen a la crítica epistemológica de la neutralidad de
la ciencia?
Experimento III : las semióticas multiespecie
Cuando se analizan las experiencias multiespecie observamos que la
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comunicación se maniesta a través de la potencia semiótica de la materialidad.
Es decir, en su cualidad afectiva más que verbal o representativa (Sauvagnargues,
2022). Sin embargo, para que exista un contacto en el que no se anule la
diferencia debe haber una forma de captura, algo que establezca una frontera.
Al respecto, Deleuze denomina a esto hacceidad, “un proceso en el que la
captura no se reere a la forma sobre la materia, sino a la captura de las fuerzas
en la materialidad” (Sauvagnargues, 2022, p. 33). En este contexto, el signo se
encuentra en el plano material de las fuerzas; sus contornos no son impuestos,
sino efectos de su modulación. Anne señala que, según Deleuze, su teoría de la
sensación propone que esta se entiende materialmente como una fuerza que
actúa sobre un cuerpo a través de la modulación y que realiza sensibles fuerzas
heterogéneas. La modulación permite conjurar la indiscernibilidad de las fuerzas
presentes y su heterogeneidad. No se trata de una semejanza gurativa ni de una
identidad estructural, sino de un devenir que constituye simultáneamente la obra
y su referente, la recepción y su público, el artista y su medio. Así, todos los tipos
de signos se convierten en “la modulación del objeto mismo” (Sauvagnargues,
2022, p. 43).
Por tanto, la teoría de los signos en Deleuze, según Sauvagnargues
(2022), no se reduce a los enunciados verbales, sino que presta atención a sus
afectos. En este marco, la semejanza y la diferencia se entienden como un bloque
de devenir. Aplicado a las ecologías como la de los bosques, las relaciones de
similitud o de diferencia se maniestan en estas semejanzas o contra similitudes
situadas, donde las especies interactúan de manera simbiótica y mutuamente
vinculante. En efecto, se sostiene que su comunicación es una experiencia de
silencio, ya que funciona mediante signos y afectos movilizados anónimamente,
sin mediación de palabras, sin capturas monolíticas y a través de campos de
indeterminación.
Kohn (2021) arma que “lo que queda es lo que resulta secundario a, o lo
que va más allá de lo práctico: la propagación icónica, frágil, pero sin esfuerzo, del
pensamiento autoorganizado que resuena con su entorno y que, de este modo,
lo explora” (p. 246). Aquí hay algo en el orden de lo común, como el movimiento
de un remolino que crea una corriente de aire a su alrededor; al ser contingente,
establece un espacio comunicativo común en torno a la frontera arbitraria donde
situamos el límite del aspa del remolino. Este efecto de gradiente es parte del
devenir y la condición de posibilidad para vínculos multiespecie que participan de
esa relación.
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Ese resto o liminalidad frágil y discreta en la comunicación es aquello
inconmensurable, no por su distancia absoluta, sino por su ambigüedad. Esta
ambigüedad semiótica permite una creatividad que modula la escucha y esta
lógica es esencial para pensar más allá de lo humano y de la representación, con
énfasis en una atención más cuidadosa al mundo a nuestro alrededor (Kohn,
2021).
En consecuencia, una semiótica multiespecie busca reconocer que
los contornos difusos son agentes moduladores de la comunicación y de las
alianzas multiespecie. Al igual que las reminiscencias vitales, existen formas
comunicativas semióticas que no alcanzan formas determinadas; la experiencia
del silencio es muchas veces una de ellas. Así, un aparato multiespecie modula
modos de existencia parciales y a veces colaborativos, ya no basados en la lógica
de la conservación, sino en la del cambio.
En este contexto, la ecología comprende que las coproducciones de los
sistemas vivos desplazan y amplían la conceptualización normativa de la vida
biológica. En ese sentido, “toda vida implica membranas y efectos de frontera”
(Margulis y Sagan, 1995, p. 73). Existen relaciones multiespecie que demuestran
que los entendimientos no son absolutos, pero sucientes para comprender
las formas de vida heterogéneas. En esta línea, Haraway (2016) en Staying with
the Trouble enfatiza la necesidad de explorar cómo se articulan estos vínculos
multiespecie. En diálogo con Hustak y Meyers, la autora propone una ecología
inspirada en la noción de “respons-habilidad” de la ética feminista. Este concepto,
según su perspectiva, es la capacidad de responder a otros mediante prácticas de
cuidado y de atención.
Por su parte, en el proyecto New Materialism: Networking European
Scholarship on ‘How Matter Comes to Matter, en su entrada sobre Ecología
(minoritaria) de Mirko Nikolic, se dene a la ecología como un elemento clave en
relación con la diferencia. Basándose en pensadoras como Patricia Hill Collins,
Nikolic (2018) propone una ecología minoritaria que da lugar a lo que está incluido
en su exclusión. Bajo esta premisa, el autor complejiza la idea de ecología y
argumenta que su complejidad está relacionada con la complejidad misma del
mundo —en este contexto, la conservación y la coherencia evolutiva de la biología
normativa reducen la ecología a su mera productividad—. Por ello, busca explorar
los territorios conictivos donde se convive con aquello que ha sido excluido de
la representación, como las mujeres, los esclavizados, los animales, las plantas
o los cuerpos no estándar. Es decir, cuerpos que, en relación con el argumento
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de Spivak (1998), no pueden ser representados ni comprendidos mediante el
“logos” (Nikolic, 2018).
Conclusión
El trayecto que se propone en este artículo busca explorar, mediante tres
experimentos, las formas que trascienden las teorías críticas de la colonialidad y
del nuevo especismo, con el propósito de revalorizar el concepto de experiencia en
las epistemologías feministas. Para las pensadoras como Brah (2011), Haraway
(1995, 2016), Rivera (2018), entre tantas otras, el concepto de experiencia requiere
constantemente ser pensado e interpelado con el n de evitar interpretaciones o
análisis homogéneos que universalicen las perspectivas situadas al momento de
contar historias. Así, por medio de los experimentos desarrollados en este escrito
se busca relevar el lugar parcial y situado del conocimiento, así como establecer
nuevos desafíos para la investigación desde los posicionamientos éticos,
territoriales y afectivos. Esto, debido a que, en estos espacios, las nociones de
diferencia, colonialidad, frontera y distancia se articulan; además, porque permiten
recopilar relatos que colaboran con la composición de las constelaciones sobre
las experiencias subalternas o menores que cuestionan relatos con enfoques
coloniales y especistas.
Por otra parte, en los análisis críticos de la colonialidad y el antropocentrismo
especista se enfatiza en el valor de la experiencia del silencio desde un punto de
vista semiótico y material con y contra la discursividad. En efecto, la distorsión de
los límites subjetivos cuestiona la posibilidad de las representaciones simbólicas
reductivas, siendo el concepto de modulación un elemento central al momento
de pensar en las relaciones multiespecie que componen las experiencias del
silencio.
Finalmente, la fuerza de la experiencia del silencio reside en la posibilidad de
abrir un espacio intermedio desde el cual sea posible pensar en la indeterminación.
En lo que concierne al silencio, aquello que se encuentra en latencia no es solo
la palabra, sino que también otra clase de comunicaciones sensibles y “respons-
habilidad”. De esta manera, una teoría sensible y más que humana “no solo
explica grandes áreas de confusión teórica y evita grandes áreas de absurdos
teóricos (habitadas en gran parte por tigres, zorros y otros mamíferos altamente
territoriales); también me enraíza, personalmente, en la cultura humana como
nunca antes me había sentido enraizada” (Le Guin, 2022, p. 32).
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Cómo citar este artículo:
Carreño Hernández, P. E. (2024). Epistemología del silencio: una lectura crítica
desde los feminismos y la ecología. Trazos-Revista de estudiantes de Filosofía,
2(8), 25-37