55
TRAZOS - AÑO V – VOL.I – JULIO 2021 - e-ISSN 2591-3050
Ricardo Jesús García Gómez
U N A  M. U I, M.
richr_9000@hotmi.com
R:     
A:     
LA CRISIS
FUNDAMENTAL DEL
CUERPO: ESPACIOS
ACCESIBLES PARA LA
JUSTICIA
THE FUNDAMENTAL
CRISIS OF THE BODY:
ACCESIBLE SPACES
FOR JUSTICE
 -      -   - . . -  
 - - e-ISSN 2591-3050
http://www.ojs.unsj.edu.ar/index.php/trazos/
https://trazosrevistadefilosofia.wordpress.com/
   -   ,    -     
56
TRAZOS - AÑO V – VOL.I – JULIO 2021 - e-ISSN 2591-3050
Las ores que he plantado sobre la acera se han marchitado. Los pétalos
comenzaron a colorearse de negro y el sol terminó por quemar mis esperanzas.
Entre la tierra mojada dejé algunas lágrimas como recordatorio de lo que soy,
pero… ¿qué soy realmente? A través de este espacio trataré de reexionar la cri-
sis de la existencia que permite la reinterpretación de una justicia. Permitirnos
esta reexión nos conduce al problema de lo humano y lo otro, que bien puede
ser lo no humano y sus derivaciones fragmentadas en los diversos aparatos so-
ciales que capitalizan el cuerpo.
La pertenencia del cuerpo aparece en un-otro espacio, que no tiene que ver
con la integración de mi estructura. Este otro espacio pertenece al ámbito polí-
tico, y, por ende, deja de ser un espacio completamente propio. En realidad, el
cuerpo se pertenece a sí mismo en la medida en que se despliega de sí. Cuando
el cuerpo se despliega va dejando memoria sobre la realidad imaginaria de la
sociedad. Una realidad que se enmascara en diversas conguraciones subjeti-
vas que se desarrollan a través de símbolos y sentidos para permitir la estancia
de la propia existencia del cuerpo. Quiero decir que, el movimiento sobre el es-
pacio y tiempo que habitamos, se apropia de las producciones de su sociedad
para el desarrollo y mantenimiento de la existencia en sí. La existencia es, por
lo tanto, una indeterminación. Nunca está integrada por algo, y existe a pesar
de ello.
Bajo estos ujos aparece un estado de inquietud que se apropia de los
procesos subjetivos de lo humano y transitan a otros espacios complejos y abs-
tractos. Dice Berardi:
En el proceso de trabajo cognitivo queda involucrado lo que es más esencial-
mente humano: no la fatiga muscular, no la transformación física de la materia,
sino la comunicación, la creación de estados mentales; el afecto y el imaginario
son el producto al que se aplica la actividad productiva (Berardi, 2003, p. 69).
Sin embargo, esta esfera de lo humano queda integrada en un cuerpo que
se sumerge en pliegues donde, por un lado, sufre los estragos del capitalismo
y, por otro, se corporiza en las conguraciones que crea la propia sociedad. El
cuerpo se vuelve político cuando se encarna en las producciones activas del
trabajo o la acción que crea el capital: cuando se modela a través de las mo-
dernidades, cuando sufre estragos producidos por la inquietud, cuando aspira a
las creaciones producidas por la mercadotecnia, cuando se llena de y busca
recrearse a través de nuevas prácticas, etc. Cuando, en suma, se mira como un
cuerpo íntegro y no un cuerpo en constante despliegue de sí. La mirada al es-
pejo no solamente integra la estructura, sino que corporiza al cuerpo a partir
57
TRAZOS - AÑO V – VOL.I – JULIO 2021 - e-ISSN 2591-3050
de preexistencias determinadas: yo soy uno, y los otros se miran a través de
un espacio o rendija que desestabiliza la producción. Aquí lo animal, lo otro, el
mundo y el ambiente se miran sin cuerpo. Los anchos bosques y los profundos
ríos no son más que un espacio y territorio que se puede transformar. El animal,
la otra especie, es un platillo y proteína. Nunca se es en conjunto, y nunca se
mira el cosmos. Lo corporal debe ser político, pero… ¿a partir de qué espacios?
Las propiedades del cuerpo están en constante movimiento de ujos, don-
de se esquematizan a partir de las necesidades del deseo de la actividad pro-
ductiva. El deseo ya no es un estado de pulsión, sino un estado desestabilizado
por los ujos capitales. Si hablamos de cuerpo se piensa en lo humano, en la
propiedad que me pertenece, en lo que es por decirlo de alguna manera “mi yo
corporizado”. Lo que otorga existencia ante lo otro. Lo cierto es que el cuerpo
puede estructurarse a partir del sentido. Nos dice Rawls referente a la coopera-
ción social:
Los términos equitativos de la cooperación denen una idea de reciprocidad o
mutualidad: todo el que hace su parte según lo exigen las reglas reconocidas debe
beneciarse de acuerdo con un criterio público y aceptado (Rawls, 2002, p. 29).
En realidad, se habla de una pertenencia mutua, de un espacio donde mi
existencia queda entre los intersticios de las otras existencias. Se habla de una
realidad especíca marcada por determinados ujos de sentido, es decir, que
la exclusión está presente. Miramos determinados cuerpos que cooperan, que
pertenecen al ámbito público, que van a dar y recibir una especie de mutuali-
dad. Los que no están corporizados, incorporados, no existen más que fuera de
las líneas de lo justo. Para que exista una cooperación social nos habla de una
sociedad que esté bien ordenada, es decir, donde la idea de justicia sea posible.
Implica un reconocimiento, un acuerdo mutuo y público, pero además la sensa-
ción de un cuerpo político.
Para el desarrollo de esta idea Rawls nos hablará de la estructura básica de
la sociedad, la cual resulta ser:
El modo en que las principales instituciones políticas y sociales de la socie-
dad encajan en un sistema de cooperación social, y el modo en que asig-
nan derechos y deberes sicos y regulan la división de las ventajas que
surgen de la cooperación social a lo largo del tiempo (Rawls, 2002, p. 33).
Las restricciones hacen la posibilidad de lo político, y permiten construir un
ujo determinado de acción. Hablo de una restricción que siempre está presen-
te, que permite la construcción y deconstrucción de la idea de lo justo. Se habla,
por lo tanto, de una justicia sobre la base que capitaliza a los cuerpos en común
acuerdo, a los que participan de las ventajas de la sociedad justa. No obstante,
58
TRAZOS - AÑO V – VOL.I – JULIO 2021 - e-ISSN 2591-3050
esta idea de lo justo está trabajada sobre la base de una existencia que excluye
a los otros cuerpos, unos cuerpos que están en un lugar y tiempo presente, pero
distante. Un cuerpo vulnerable, un cuerpo sin voz, un cuerpo que responde a
estímulos, un cuerpo sin dolor, un cuerpo otro que permite el desarrollo de mi
existencia y que no miro. Hablar de la justicia, a partir de Rawls, es poder hacer
una crítica a los procesos subjetivos que se integran en conguraciones sobre
la base de un imaginario: si el otro no participa de manera activa en el acuerdo
no es acreedor de justicia. La pregunta sería… ¿qué participación se está espe-
rando? El imaginar otra justicia que permita su propio desarrollo constante, que
también esté en indeterminación parece un acto de crueldad. Siguiendo con
Rawls, nos presentará algunos principios de justicia:
La justicia local (los principios que se aplican directamente a institucio-
nes y asociaciones); en segundo lugar, la justicia doméstica (los princi-
pios que se aplican a la estructura básica de la sociedad); y, nalmente,
la justicia global (los principios que se aplican al derecho internacional).
La justicia como equidad arranca de la justicia doméstica, la justicia de
la estructura básica. Desde aquí se mueve hacia fuera, hacia el dere-
cho de gentes, y hacia dentro, hacia la justicia local (Rawls, 2002, p. 35).
La familiarización de la justicia implica la integración de la participación, es
decir, que cada esquema funciona a partir de sus anteriores y sus posteriores, y
regresa a sí misma. Es una justicia que implica la idea de un común acuerdo, un
cierto velo de ignorancia lo que lleva a pensar en una idea común de lo que se
desea, de los principios en los que todos están armonizados y por ello se hace
posible una idea de lo justo, del bien:
La capacidad de poseer una concepción del bien: es la capaci-
dad de poseer, revisar y perseguir racionalmente una concepción
del bien. Dicha concepción consiste en una familia ordenada de -
nes y objetivos últimos que dene la concepción que tiene la perso-
na de lo que tiene valor en la vida humana o, dicho de otro modo, de
lo que se considera una vida plenamente valiosa (Rawls, 2002, p. 43).
Esto no quiere decir que dicha concepción del bien es estable, sino que
puede cambiar a partir de la capacidad de procesos racionales que tienen como
objetivo último una vida (humana) valiosa. En sí, se busca una vida guiada por
aquellos que pertenecen al ámbito político de la justicia, es decir, de la partici-
pación mutua y constante de la misma armonización del bien. Lo que excluye la
idea de un aparato o estructura mental que mira y prioriza un deseo del yo cor-
porizado, que se nutre a partir de la indeterminación de la existencia. Se piensa
que lo racional terminará integrando y dejando de lado una sombra que atra-
59
TRAZOS - AÑO V – VOL.I – JULIO 2021 - e-ISSN 2591-3050
viesa la propia estructura mental. Además, se espera que la estructura social sea
racional, es decir, que a través del acuerdo mutuo se cree un aparato que regule
la idea y trabaje por ella del bien; y no en una sociedad que dañe la estructura
que protege, y desestabilice o ponga en crisis a los miembros que la integran:
El inconsciente, que Freud considera el Inner Ausland y Guatta-
ri ve más bien como la fábrica del deseo, puede ser en todo caso
considerado como el resurgir de la sicidad en el proceso de auto-
construcción de la mente. Todo sería perfecto, en la esfera de la In-
teligencia, si no existiese el Inconsciente, si no existiese la sicidad
que reemerge, no reducible a matemática alguna (Berardi, 2003, p. 92).
No se espera contar con la bifurcación que marca la pauta de la racionali-
dad. Se espera que la racionalidad sea una línea constante, que demarque y es-
tructure una idea precisa del bien, lo cierto es que: “si hay una línea entre la per-
sona y el resto del sistema altamente organizado en el que su vida transcurre,
¿dónde está, y qué clase de línea es?” (Nagel, 2000, p. 88). Esta línea no es recta,
no va de un punto A al punto B, sino que se bifurca, se deforma, se corporiza en
estados deseantes no ya solamente del imaginario propio, sino de conguracio-
nes subjetivas que traza la sociedad y la cultura, el espacio. En dicho espacio se
abre la posibilidad de un medio circundante donde la fantasía y el imaginario
se exploran, y dicha concepción del bien se desestabiliza, se deforma y termina
por excluir los otros cuerpos que hacen de mi existencia una indeterminación,
un ujo productivo de realidades esquizo:
Hemos optado por un inconsciente que superpone múltiples estratos de sub-
jetivación, estratos heterogéneos de extensión y de consistencia más o menos
grandes. Inconsciente, entonces, más “esquizo”, liberado de las sujeciones fa-
miliaristas, más vuelto hacia las prácticas actuales que hacia las jaciones y las
regresiones sobre el pasado. Inconsciente de ujos y de máquinas abstractas
en lugar de un inconsciente de estructura y de lenguaje. (Guattari, 2008, p. 64).
Sin la incorporación de este cuerpo al propio la realidad solamente podrá
ser guiada por ujos que excluyen, enmarcan y sujetan un ideal sin cuerpo. La
presencia de esta subjetivación puede llevarnos a pensar una justicia más pro-
pia, más indeterminada. Una justicia que existe, pero a partir de otros estados
que integran los cuerpos: una justicia que incorpore los sentidos expresados, no
solamente de la empatía, sino aquellos sentidos que nacen en el deseo y pue-
den ser llevados a una realidad que deforme la propia realidad. Cuando el cuer-
60
TRAZOS - AÑO V – VOL.I – JULIO 2021 - e-ISSN 2591-3050
po se enfrenta al extermino, a la crueldad, a la realidad que no le gusta o que lo
hace dudar nacen sentidos que posibilitan el cambio y deforman los sentidos
y construcciones sobre las cuales estamos sujetos. Ese continente de nuestra
vida, del que habla Ortega, lo ponemos en duda. A partir de ahí la construcción
de una justicia que posibilita y da sentido a los cuerpos podría proporcionar
horizontes desconocidos. Tal sería el caso de poner en duda la libertad. Cuando
la libertad se muestra como una decisión propia sujetada a un ámbito político,
se hace necesario dudar de ella para integrar los otros cuerpos. De acuerdo
con Rawls la libertad para los ciudadanos debe implicar que pueden presentar
exigencias ante las instituciones para promover o rechazar ciertas concepciones
del bien. Son ciudadanos libres si:
Se conciben a mismos, y unos a otros, con la facultad moral de po-
seer una concepción del bien. Esto no quiere decir que, como par-
te de su concepción política, se vean a mismos inevitablemente ata-
dos a la particular concepción del bien que alberguen en un momento
dado. Ocurre s bien que, como ciudadanos que son, se consideran
capaces de revisar y cambiar esa concepción por motivos razonables
y racionales, y pueden hacerlo si a lo desean (Rawls, 2002, p. 46).
En denitiva, se parte de un deseo racional y estructurado que cumple con
objetivos últimos, es decir, se tiene una meta a la cuál llegar. Se parte hacia esa
meta desde un deseo estable, pero… ¿nuestra presencia es estable?, ¿qué hay
de la indeterminación de la existencia? Lo humano debe poder desplegarse a
intersticios que lo nutran de los otros cuerpos, de las otras concepciones del
bien y de la crueldad. Se apuesta, por lo tanto, por un nuevo concepto que per-
mita reintegrar diversos sentidos, que exista, pero que no esté determinado.
La apuesta sería, por lo tanto, por un concepto que tenga calidad de virtud y
espacio, que integre: la justicia compañera-amiga1 . Con dicho concepto se es-
pera situarse en una justicia ético-política-social, donde los planos dicotómicos
se rompan y se abra espacio para lo otro, para el cuerpo, para los cuerpos que
habitan la circunstancia. Los otros espacios accesibles para la justicia se abren
cuando el cuerpo integra los otros cuerpos, cuando los sentidos sobre los cuá-
les estamos parados se desestabilizan y se ponen en duda, cuando se posibilita
la indeterminación de la existencia y en ella se crean aberturas para nuevas
formulaciones del cuerpo.
1. Propuesta hecha a partir de la propia tesis titulada “Narrativa de los sentidos construidos sobre la justicia por sujetos de comu-
nidades activas que se vinculan con animales” presentada en el año 2019 para optar por el título de licenciado en psicología.
61
TRAZOS - AÑO V – VOL.I – JULIO 2021 - e-ISSN 2591-3050
Bibliografía
Berardi, F. (2003). La fábrica de la infelicidad. España: Tracantes de Sueños
(Trad. Patricia Amigot Leatxe y Manuel Aguilar Hendrickson).
Guattari, F. (2008). La ciudad subjetiva y post-mediática. La polis reinventada.
Colombia: Fundación Comunidad (Trad. Ernesto Hernández B. y Carlos Enrique
Restrepo).
Nagel, T. (2000). Otras mentes. España: Editorial Gedisa (Trad. Sandra Girón).
Rawls, J. (2002). La justicia como equidad. Una reformulación. España: Editorial
Paidós (Trad. Andrés de Francisco).
Cómo citar este artículo:
García, J. (2021). La crisis fundamental del cuerpo: espacios accesibles
para la justicia. Trazos-Revista de estudiantes de Filosofía, 1(5), 55–61.