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TRAZOS - AÑO V – VOL.I – JULIO 2021 - e-ISSN 2591-3050
esta idea de lo justo está trabajada sobre la base de una existencia que excluye
a los otros cuerpos, unos cuerpos que están en un lugar y tiempo presente, pero
distante. Un cuerpo vulnerable, un cuerpo sin voz, un cuerpo que responde a
estímulos, un cuerpo sin dolor, un cuerpo otro que permite el desarrollo de mi
existencia y que no miro. Hablar de la justicia, a partir de Rawls, es poder hacer
una crítica a los procesos subjetivos que se integran en conguraciones sobre
la base de un imaginario: si el otro no participa de manera activa en el acuerdo
no es acreedor de justicia. La pregunta sería… ¿qué participación se está espe-
rando? El imaginar otra justicia que permita su propio desarrollo constante, que
también esté en indeterminación parece un acto de crueldad. Siguiendo con
Rawls, nos presentará algunos principios de justicia:
La justicia local (los principios que se aplican directamente a institucio-
nes y asociaciones); en segundo lugar, la justicia doméstica (los princi-
pios que se aplican a la estructura básica de la sociedad); y, nalmente,
la justicia global (los principios que se aplican al derecho internacional).
La justicia como equidad arranca de la justicia doméstica, la justicia de
la estructura básica. Desde aquí se mueve hacia fuera, hacia el dere-
cho de gentes, y hacia dentro, hacia la justicia local (Rawls, 2002, p. 35).
La familiarización de la justicia implica la integración de la participación, es
decir, que cada esquema funciona a partir de sus anteriores y sus posteriores, y
regresa a sí misma. Es una justicia que implica la idea de un común acuerdo, un
cierto velo de ignorancia lo que lleva a pensar en una idea común de lo que se
desea, de los principios en los que todos están armonizados y por ello se hace
posible una idea de lo justo, del bien:
La capacidad de poseer una concepción del bien: es la capaci-
dad de poseer, revisar y perseguir racionalmente una concepción
del bien. Dicha concepción consiste en una familia ordenada de -
nes y objetivos últimos que dene la concepción que tiene la perso-
na de lo que tiene valor en la vida humana o, dicho de otro modo, de
lo que se considera una vida plenamente valiosa (Rawls, 2002, p. 43).
Esto no quiere decir que dicha concepción del bien es estable, sino que
puede cambiar a partir de la capacidad de procesos racionales que tienen como
objetivo último una vida (humana) valiosa. En sí, se busca una vida guiada por
aquellos que pertenecen al ámbito político de la justicia, es decir, de la partici-
pación mutua y constante de la misma armonización del bien. Lo que excluye la
idea de un aparato o estructura mental que mira y prioriza un deseo del yo cor-
porizado, que se nutre a partir de la indeterminación de la existencia. Se piensa
que lo racional terminará integrando y dejando de lado una sombra que atra-