5En palabras del autor: “Esto indica que la diferencia entre razones prácticas y razones teóricas no es sólo un asunto de para qué son
razones [of what they are reasons for] –intenciones versus creencias. La diferencia tiene que ver con el modo en que las razones son
razones” (Harman, 2002, 173, itálicas y traducción nuestras).
6Algunos ejemplos que Harman (2002) analiza, muestran que una razón para creer algo no hace que una creencia sea más probable de
ser verdadera. Este tipo de razones, Harman las denomina siguiendo a Foley (1987), razones no-epistémicas en contraste con las razones
epistémicas (más usuales) que hacen a una creencia más probable de ser verdadera. La tesis fuerte de Harman consiste en sostener que
no todas las razones prácticas para creer son no-epistémicas. Es decir, para el autor, algunas razones prácticas hacen a una creencia más
probable de ser verdadera (cf. Harman, 2002, 173). Este punto, sin duda importante, no será considerado aquí porque excede a la preten-
sión de nuestro trabajo.
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TRAZOS - AÑO IV – VOL.I – JULIO 2020 - ISSN 2591-3050
otras, cuando y sólo cuando, si las primeras son verdaderas entonces la última
también lo es. Entendida de este modo, la lógica no tiene componente normativo
alguno sobre las creencias ya que no se relaciona de manera directa con las acti-
tudes que los sujetos toman respecto a las proposiciones (creencia o descreen-
cia) (cf. Harman, 2002, 173). Lo mismo ocurre con la consistencia, entendida como
la relación entre proposiciones, la cual afecta sólo indirectamente la relación
entre las actitudes proposicionales (Harman, 2002, 174). Un conjunto de proposi-
ciones es consistente, según el autor, cuando y sólo cuando es posible para todas
ellas ser conjuntamente verdaderas pero tal formulación, al igual que la implica-
ción, no introduce ningún elemento normativo respecto a las creencias (Ibíd.).
Los razonamientos son concebidos como procesos psicológicos que permiten
efectuar cambios en nuestras creencias e intenciones. Adentrándose en un estu-
dio sobre los tipos de razonamiento, Harman nos dice que podemos encontrar de
dos tipos: a). Razonamientos teóricos: aquellos que atañen exclusivamente al
cambio en las creencias; b). Razonamientos prácticos: aquellos que atañen a las
intenciones, deseos, planes y obligaciones por parte de los agentes (Harman,
2002, 171).
La principal diferencia entre ambos es que: mientras que en la esfera práctica
podemos sostener una arbitrariedad de elección; en el plano teórico de creen-
cias, no parece plausible tal libertad, siendo que entre todos los cambios de
creencias aceptables que podamos hacer, no serán todos igualmente razonables
(Harman, 2002, 171-172). Harman parece sugerir que tradicionalmente esta dife-
rencia ha sido interpretada en correspondencia con los tipos de razones que pro-
pician el cambio5.
Así pareciera que en general, se considera que las razones que guían el razona-
miento práctico son razones prácticas y aquellas que guían el razonamiento teó-
rico, razones teóricas6.
Contrario a ello, Harman argumenta que las consideraciones prácticas juegan
un sinnúmero de roles en los razonamientos teóricos que son difíciles de eludir
(Harman, 2002, 172). Es decir, muchas veces las razones prácticas son las que
ayudan a determinar qué cuestión es racional responder en los razonamientos
teóricos. Dicha formulación, fisura la dicotomía entre razonamiento teórico/razo-
nes teóricas y razonamiento práctico/razones prácticas. Pero no sólo “esto repre-
senta un aspecto adicional en el cual la racionalidad teórica depende sobre pre-
ocupaciones prácticas” (Harman, 2002, 183). Por tanto, la crítica de Harman
supone por un lado, romper con el paralelismo clásico entre tipos de razones/ti-
pos de razonamientos y por otro, propone que para cualquier caracterización del
razonamiento teórico –en tanto revisión de creencias– que deseemos formular,