TRAZOS - AÑO IV – VOL.II – DICIEMBRE 2020 - ISSN 2591-3050
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para preservar el statu quo. El Ku Klux Klan, lxs neonazis, y grupos extremistas en
general, serían así un mero aglutinamiento de gente rara con prejuicios racistas.
Pero el racismo es institucional, sistémico y estructural, y culmina en políticas
concretas de inferiorización y subalternización en el marco del trabajo, de la
vivienda, de los derechos, etc.
Por otra parte, se suele asociar el racismo con el color de piel. Es interesan-
te, en ese sentido, considerar que los europeos conocían a los africanos desde
antes de la conquista de América, y, sin embargo, nunca los pensaron desde la
categoría de raza. Como marca A. Quijano (2002), la cuestión del color, en ese
sentido, sería secundaria. De hecho, los europeos no se concibieron a sí mismos
como blancos sino a partir de la conquista: ¡la misma idea de Europa no existía
antes de 1492!
Por este motivo, más que hablar de raza, debemos hablar de racialización.
Pensemos, por ejemplo, en la célebre historia de El niño con el pijama de rayas,
ese niño judío que hace amistad con un niño alemán en los alrededores de
un campo de concentración nazi. Cuando el niño alemán ingresa en el campo
de concentración, inmediatamente se modica su status: pasa de estar en una
zona de derecho a estar en una zona de excepción. No importa que no sea judío,
no importa que sea alemán. Lo mismo ocurre en el caso del racismo: hoy en día,
es posible ser negrx y no estar racializadx, pero es posible ser blancx y estar
racializadx. ¿Qué es, entonces, al racismo?
El racismo es una estructura de superioridad/inferioridad, que traza una
línea divisoria relativa a la posesión de humanidad. Por debajo de esa línea está
lo subhumano (indígenas americanxs, por ejemplo) y, más abajo, lo no humano
(africanxs esclavizadxs, por ejemplo). Lo subhumano está más cerca de lo hu-
mano europeo: esto legitima la práctica evangelizadora. Hoy en día, geopolítica-
mente hablando, esta lógica no sólo se reproduce mundialmente en las relacio-
nes entre el norte y el sur global, sino incluso al interior del norte y al interior
del sur. Pensemos en las favelas de Rio al lado de las riquezas de Copacabana,
o en los countrys argentinos ubicados al lado de las villas de emergencia, o en
los hiperguetos afroamericanos ubicados en EEUU, uno de los países más ricos
del mundo. Por otra parte, la distinción entre países desarrollados, países en
vías de desarrollo y países subdesarrollados, no es sino la distinción geopolítica
entre lo que a nivel ontológico se considera la humanidad plena, lo subhumano
y lo no humano.
En 1492, hay todavía en el mundo un panorama de diversidad: diversidad de
civilizaciones, diversidad de cosmovisiones, diversidad de sistemas económicos,
de relaciones de género, etc. Con la expansión colonial europea, esa diversidad
empieza a verse cada vez más aniquilada y domesticada en pos de la creación
de una civilización planetaria.