
TRAZOS - AÑO IV – VOL.II – DICIEMBRE 2020 - ISSN 2591-3050
60
logrado una captura total, ya que la capacidad de los mosquitos para agenciarse
escapa a los intentos de control biopolítico:
En el encuentro entre insecto y humano, el Umwelt del mosquito ex-
cede por mucho nuestras cartografías de control. Y hasta ahora, nin-
guna cantidad de químicos rociados, control ambiental, o modica-
ción genética han podido borrar al mosquito de la faz de la tierra. Es
dentro de esta relación de abismo y exceso, entre la perspectiva huma-
na y la de los mosquitos, que nace el monstruo (Shaw, et. al, 2013, 263).
El mosquito es un vector. Vector, del latín vector, vectoris, signica en el
sentido más general “agente que transporta algo de un lugar a otro” (RAE, s.f.). Si
Deleuze y Guattari hubieran estudiado con más atención la vida de los mosqui-
tos, habrían coincidido en entenderlos como un vector, pero no sólo epidémico,
sino de desterritorialización:
[U]n vector de desterritorialización no es en modo alguno indeterminado, sino
que actúa directamente sobre los niveles moleculares, y tanto más discretamen-
te en contacto, cuanto más desterritorializado: la desterritorialización “mantie-
ne” unidas las componentes moleculares (Deleuze y Guattari, 2004, 293-294).
Aunque enfermedades como la malaria o la ebre amarilla tuvieron su ori-
gen histórico en África subsahariana (Packard, 2007, 19), hoy en los mosquitos y
sus patógenos ocupan todos los continentes. Los mosquitos son máquinas de
desterritorialización. Son un constante devenir. No podemos sino maravillarnos
por la capacidad que tienen para agenciarse, para producir nuevos agenciamien-
tos y devenires. Un mosquito asiático deviene tigre cuando muerde con agresivi-
dad o por sus vetas. Una desterritorialización está en marcha. Estos mosquitos
tigre (aedes albopictus) son capaces de poner sus huevecillos y agenciarse con
casi cualquier objeto que guarde algunos mililitros de agua. Un reporte desclasi-
cado de la Armada Estadounidense en 1967 especica todos los lugares donde
se han encontrado larvas de mosquito tigre:
Dentro de agujeros en árboles, rocas y piedras, a elevaciones de más de 2,000 pies,
en bambú y pedazos de bambú, estípulas, cáscaras de coco, hojas de palma caídas,
hojas de otras plantas, escusados, en lápidas, en los pilares de granito de las imá-
genes de buda, dentro de plantas carnívoras, y en varios contenedores articiales
como cubetas, barriles, latas, botellas, desagües, oreros, ollas, tejas, recipien-
tes de madera, trampas para hormigas, baterías de cocina, neumáticos sin usar,
pisos de concreto inundados en refugios antiaéreos y cisternas. (Watson, 1967, 5)
Por su capacidad de transmitir chikunguña, encefalomielitis equina vene-
zolana, dengue, encefalitis japonesa, encefalitis de St. Louis, Virus del Nilo Occi-
dental, ebre amarilla y porque las hembras “son marcadamente antropofílicas,