
Estos párrafos plantean un problema muy serio y que sobrepasa una disputa
puramente semántica, pues apunta a un concepto nuclear en el marxismo. Al
parecer, Marx en este último caso le asigna otro significado al vocablo ideología.
¿Cuál prevalece? ¿Falsa conciencia o concepción del mundo? En este punto
difiero completamente de Kohan, que utiliza ambos sentidos, sin jerarquizar.
¿Se equivocó el artífice del primer Estado proletario al afirmar: “(…) el problema
se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista”? (Lenin,
2010, 63) Admito que no he llegado a una conclusión madura, pero tiendo a
creer que si apreciamos globalmente la obra marxiana, la ideología, en rigor, es
falsa conciencia, conciencia invertida, ocultamiento de las contradicciones
sociales derivadas del capitalismo, y tiene su contraparte en la conciencia de
clase, en el des-ocultamiento de las contradicciones, por lo que en este punto
específico estoy en desacuerdo con las concepciones de ‘ideología’ planteadas
por Lenin (en quien conviven aciertos políticos y desaciertos filosóficos),
Althusser, Harnecker, Kohan y muchos otros autores. El caso de Kohan en Nues-
tro Marx es curioso, porque si bien es capaz de detectar acertadamente las
nociones marxianas de la verdad (con el reparo formal que expuse en la sec-
ción anterior), al mismo tiempo no aquilata en toda su magnitud el corpus teó-
rico de la alienación y la ideología, subordinándolo a la teoría del fetichismo
(en este caso, mi discrepancia con el autor trasandino es radical).
La tradición marxista ha incorporado ambos sentidos (concepción del mundo
y falsa conciencia); es un hecho, pero considero que es menester rescatar el
esfuerzo teórico marxiano y reconocer el significado genuino de la ideología,
que es predominantemente crítico: la realidad subterránea, que corresponde al
plano de la producción, está torcida, invertida; la realidad superficial, que
corresponde al plano de la circulación, en consecuencia, también está torcida,
invertida, presentándose como una apariencia invertida, que a su vez es oculta-
da por la ideología.
A modo de reflexión final. Es indesmentible que el devenir del marxismo se
ha caracterizado por ciclos de auges y crisis (de la Garza, 2012, 236). ¿Por qué
retornar a ese surtidor de pensamiento y acción? La respuesta, justamente,
radica en la pregunta. El marxismo tiene vocación científica y provee un método
de construcción de teoría, otro hecho reconocido por el autor recién aludido.
No se trata de una razón especulativa que discurre acerca del éter. El marxismo
es, sobre todo, despliegue de una praxis o actividad consciente, real, ideal,
objetiva y subjetiva, que transforma al mundo, humanizándolo. En este sentido,
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TRAZOS
AÑO II - VOL II
DICIEMBRE 2018
ISSN 2591-3050