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Resumen: En este breve ensayo me pregunto por el origen del Lenguaje,
tratando de dar una respuesta provisoria. En este camino del pensar y el escri-
bir, me encuentro con ciertas características del acontecimiento del Lenguaje y
lo distingo del lenguaje humano, en tanto aquél es pura expresión y éste la
pretensión de ser logos. Así se aparece el Misterio del Lenguaje que se mani-
fiesta como un aura en los bordes de todo este ensayo. Llegando a la relación
propia con el Ser, desplegándo las dimensiones ontológicas y gnoseológicas
del tema tratado, voy terminando con una breve reflexión sobre la con-
servación del Lenguaje y finalizo respetando el Misterio de lo que se da más o
menos allá o acá de Él.
Palabras clave: LENGUAJE- ORIGEN- SER
1Ponencia presentada en el “XVIII Congreso Nacional de Filosofía AFRA” realizado en la provincia de San Juan los días 4, 5 y 6 de octubre de
2017.
DEL ORIGEN DEL
LENGUAJE1
Nicolás Nahuel Carrea
Facultad De Humanidades,
Universidad Nacional Del
Comahue
Contacto:
nicolascarrea@gmail.com
Now I am tempted to say that the right expression in
language for the miracle of the existence of
the world, though it is not any proposition in language,
is the existence of language itself.
(L. WITTGENSTEIN)
Die Sprache ist die Sprache des Seins, wie die Wolken
die Wolken des Himmelssind.
(M. HEIDEGGER)
.
¿Tiene origen el lenguaje? Para desplegar esta pregunta que me trae a pensar y
escri-bir, será necesario precisar qué entiendo por origen y qué por lenguaje. En
cuanto a lo primero, no me veo en demasiadas dificultades. Entiendo por origen
un-algo que es principio y causa de otro-que-ese-algo en el venir de su ser2.
Aquello que tenga origen es lo que puede darse-ser o darse-a-ser a partir de
un algo-otro a él mismo. En cuanto a lo segundo, encuentro dificultades, y
como tocan a la pregunta que he hecho en mis primeras palabras, espero que
pueda, en el despliegue de ella, también esclarecer esto.
Antes de tratar el problema en cuestión, son necesarias ciertas aclaraciones
respecto al lenguaje. La primera es obvia, pero no está de más decirla: habla-
mos del lenguaje por, con, para y desde el lenguaje. Es recursivo, reflexivo, auto
predicativo y autorreferente. La segunda, quizá no es tan obvia. El lenguaje no
es lo mismo que, por ejemplo, la escritura, que se puede entender como una
invención humana. El lenguaje no es una invención y no es posible que lo sea,
pues todo momento de invención ya presupone el lenguaje. Por tanto, el
lenguaje no encuentra el origen de su ser en lo humano, sino que esto está
atravesado por aquél de manera que lo constituye, lo que me lleva a mi tercera
aclaración: mi pregunta no trata sobre el origen del lenguaje humano, a menos
que yo considerase que este es el único lenguaje que hay.
Me atrevo a afirmar que el lenguaje es expresión, es el decirse de algo en su
dimensión más profunda: el manifestarse, el mostrarse, el darse de un-algo. En
él se pretende expresar algo que es otro a la expresión misma y, queriendo ser
plena apertura hacia lo-otro-que-lenguaje, busca expresar lo que está por fuera
de él o que todavía no ha venido a él, para un algo-otro que, también, pretendida-
mente, no es lenguaje3. Pero tras la tra-dicional tesis de una correspondencia entre
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2Sin dudas, las nociones de principio (el darse-primero que libera presencia) y de causa (motivo-de-que-hay), deberían ser esclarecidos en
esta proposición. Aclaro, sin más, que no entiendo por las primeras una sucesión de linealidad temporal, sino más bien la acción-de-
acontecer (aquello que muestra-eso-que-hay). Pero creo oportuno tomar la decisión de cerrar aquí la comprensión de lo que entiendo por
ellas para no caer en una fútil regresión ad infinitum.
3Hay dos sospechas que nutren estas afirmaciones que creo se niegan en lo sucesivo. Una, que el lenguaje no dice auténtica y sinceramente
lo que está diciéndose en él, es decir, el lenguaje no dice lo que dice. La otra, que el lenguaje siempre va hacia algo que no es lenguaje, una
instancia que es más-que-lenguaje o menos-que-lenguaje, la cual es su sentido y referencia. También se podría agregar una tercera, que es
que el lenguaje se expresa por alguien para alguien, quienes no son lenguaje. No me detendré en ninguna de ellas.
un ser y un decir, el lenguaje no viene a expresar otra cosa que lenguaje para el
lenguaje mismo. Así, el develar el lenguaje y desde el lenguaje es un develarse a
sí mismo, por lo que, al preguntarme por su origen, daré con la respuesta de
preguntarme por él mismo.
Afirmo que el lenguaje es una acción de originar, pues al expresar trae al ser
lo que estaba ausente, dándonos lo que se manifiesta4 y dejándolo en su pre-
sencia. ¿Acaso hay otra manera de manifestarse viniendo al ser que no sea por
la expresión, es decir, la expresión del manifestarse de algún modo? No. ¿Y
acaso, entonces, a este manifestarse que deja venir al ser, hay otra manera de
llamarlo que lenguaje? Sin dudas, la nominación es una arbitrariedad, pero creo
bien dilucidar en esto aquello que llamamos lenguaje y así yo lo nombro. De
esto se desprenden dos cosas. La primera, es que, siendo el lenguaje la acción
de originar, el origen del lenguaje no es más que el lenguaje mismo, se nace de
sí, entonces, para decepción de aquellos que se vieron atraídos por el título de
mi ensayo que podría sugerir algo diferente, no tiene origen, y de lo que no tiene
origen, que tampoco tiene fin, se dice que es eterno. Lo segundo, es que lengua-
je y ser se confunden5, lo que me lleva a una tercera consecuencia, ya antes
anunciada: el lenguaje es trascendente y trascendental a lo humano.
San Agustín escribió que “la hermosura de la tierra es como una voz de la
muda tierra... Tú la ves, y considerándola la interrogas en cierto modo. Lo que en
ella descubres es la voz de su confesión, que dice: «No me he hecho yo a mí
misma, sino Dios es el que me ha hecho»6. Así ocurre con el lenguaje humano:
él, a muda voz, a través de sí mismo en su silencio, dice de sí que procede de
una alteridad más vasta que lo humano, alteridad que es un lenguaje que
muestra el misterio de lo que se dice más allá de lo que se dice humanamente.
Entonces, queda claro que el darse el lenguaje es temporal-espacial, óntica y
ontológicamente anterior a lo humano y que lo constituye7. Por esto, ahora
hablaré de él como lo lenguaje.
Definido al humano como un ente dotado de lenguaje, sabemos que éste nos
fue otorgado por sí mismo. ¿Cómo iban a censurarnos de la expresión que exta-
sía todo ente? Todo tiene su lenguaje8. Desde el momento que algo es dado al
ser, eso se expresa, y, siendo, se manifiesta como lenguaje, aunque pueda caer,
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4Por ello la esencia del lenguaje es poesía, ya que es un acto de creación (ποίησις) en la creación de mismo. Todo lo que es, es una
creación de la poesía continua del ser, la poesía originaria y original.
5Por un lado, aclárese entonces que el ser también es eterno, pues no viene ni va al no-ser, que no es. Me pregunto hasta dónde es que los
antiguos no entendían esta omnipresencia del lenguaje en el ser cuando utilizaban el vocablo λόγος. Por otro lado, la confusión, ¿es propia
de lo humano o es lo que constituye la esencia del ser y el lenguaje? Confusión es co-fusión, es decir, la mezcla de la alteridad hasta no ver
sus límites, donde “empieza” uno y “termina” el otro.
6San Agustín, Comentario a los Salmos, 144, 13.
7Que exista el lenguaje sin sujeto humano no implica que el lenguaje humano se dé sin sujeto humano.
8Las piedras dicen algo al tocarse entre ellas, el aire y el río, una planta al hablar con el sol, los planetas que giran a su alrededor, el mismo
movimiento: todo se expresa.
para nosotros, en un silencio ontológico y gnoseológico, en la gris noche del
desconocimiento. Pero la ausencia de lenguaje humano, el cual tiende a limitar
lo que es a lo conocido para sí, no implica la ausencia de lo lenguaje. A mí el ser
se me da tan claro y distinto cuando lo interrogo a él por él mismo: es darse
ante mí un absoluto-otro que me trasciende. Tan claro y distinto se me da el
dejar-ser de la expresión, de lo lenguaje. El ser se da y se deja como lo lenguaje.
Los entes hablan desde antiguo. Siempre algo fue, siempre algo es y siempre
algo será, porque siempre algo se dijo, siempre algo se dice y siempre algo se
dirá. No se da la nada como no se da el silencio. No hay censura en lo posible.
Las lenguas humanas no son más que una pequeña y modesta metáfora de la
lengua de lo ser9.
Pero, ¿por qué se da este pliegue en la piel de lo ser y lo lenguaje? ¿Cómo es
que, desde ellos mismos, se entienden como diferentes, como otros?10 Haré una
exposición breve de esto. Comenzaré citando a Jaspers, quien dice que “la razón
es… la voluntad de comunicación total. Desea conservar todo lo que se puede
expresar, todo lo que existe, todo lo que se acaba”11. El lenguaje humano aspira,
en su dimensión más general y occidental, a ser lenguaje racional12, el cual
quiere conservar todo lo que se le manifestó o manifiesta para que no perezca
en el desconocimiento (como si conocer-algo fuera hacer-existir). Salvo que
nada perece en lo ser, en el cual todo está como ser posible. Esto choca contra
la voluntad de la comunicación total de una razón finita, porque no es puro
lenguaje, sino lenguaje racional. Así, el lenguaje humano quiere comunicar para
sí el lenguaje de lo ser, de lo lenguaje, y pasa a convertirse en logos para ello. El
principal fruto al que aspira es el conocimiento. El lenguaje humano quiere
traducir el lenguaje de lo lenguaje a conocimiento. Aquí se distorsiona lo que es
lo lenguaje como lenguaje humano, aquí se da el pliegue de sí, cuando un
lenguaje pretende ser lo lenguaje en sus ansias de expresión total, si bien desde
lo lenguaje mismo, pero sólo desde una parte de él. Pero la expresión de lo
lenguaje no es el conocimiento, propio de la razón, sino el sentido, que no se
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9Digo lo ser porque ya establezco la diferencia ontológica de ser y ente y por considerar que el artículo “el” es un determinante que nos lleva
hacia la determinación de lo predicado (así como cuando hablé de lo lenguaje para no decir “el lenguaje”, que lo cosifica y refiere a lo
humano). En otro trabajo inédito expongo como lo ser es dado como pura-posibilidad-total en su modo auténtico, es decir, como todo lo
que es, se da en su horizonte de pura posibilidad, de donde llega todo lo que aparece (por ejemplo: un cuadro redondo, aunque es un
absurdo e irrealizable, es-siendo-posible). Así, hay una doble dimensión metafórica del ser como cúpula de todo lo que hay. El ser respeta
todo, tolera en su seno lo totalmente-otro como el no-ser, saliéndose del principio de no contradicción, liberando a toda diferencia para ser,
mas también puede entenderse como un principio metafórico autoritario, teniendo que hacer que todo sea desde él, sin dejar posibilidad
fuera de sí, constriñendo a toda a diferencia a tener que asociarse-a-ser.
Ello implica aquí que lo ser es todo lenguaje posible, más allá de lo humano. De él, por un pliegue de sí, traemos a nuestro lenguaje aquello
que pretendemos como lo-otro-que-lenguaje-humano, salvo que en ese mismo instante lo convertimos en parte del lenguaje humano, ¿o
no? Cabe preguntarse: ¿seguimos diciendo lo mismo? ¿Nos lo apropiamos? ¿Lo traducimos? ¿Podemos devenir lenguaje-no-humano, es
decir, por ejemplo, lenguaje animal, vegetal, mineral, siendo que de ello formamos parte? ¿Podemos restablecer la pureza de estos lenguajes
que están mezclados con nuestra condición humana o estamos anclados en ésta? ¿Podemos entre los mismo lenguajes humanos devenir
diferentes? ¿Entre los mismos condicionamientos de ser-mujer y ser-varón, manteniendo aquí el binarismo, traducirnos? ¿Por qué lo
humano podría tener varios lenguajes?
10Lo aclararía con una mera metáfora: una misma piel toca otra parte de sí misma, y se entiende misma pero diferente, como, por ejemplo,
si con mi propia mano acaricio otra parte de mí: esa piel pertenece a esa piel, pero el tacto sabe tanto que es la misma como que es otra.
11Karl Jaspers, Filosofía de la existencia.
12Podríamos pensar más allá de ello el lenguaje estético o el ético como otro al lenguaje lógico, hasta pensar un lenguaje ilógico o irracional
o alógico o arracional.
limita a lo humano, sino que, nuevamente, lo trasciende y lo constituye. El senti-
do es anterior al conocimiento y la verdad, por eso mismo los funda.
En esta instancia del despliegue y repliegue de la pregunta que me he hecho
por lo lenguaje y lo ser, también lo gnoseológico y lo ontológico se confunden.
Todo acto de lenguaje no es acto de conocimiento, pero si todo acto de conoci-
miento es lenguaje y conocimiento de lenguaje, pues conocemos por el lengua-
je, lenguaje. Ser lenguaje no implica ser conocimiento, por lo que la noche del
desconocer perdura en el sinsentido-racional para lo más-que-racional o
menos-que-racional y su sentido.
Estas dimensiones de lo lenguaje y de lo ser, que se entienden como diferen-
tes, son modos diferentes de una misma luz que se ilumina a sí misma13: la gno-
seológica, aquella que ilumina, y la óntica, que es iluminada. En un diálogo
lumínico constante, el lenguaje humano, originado en la diferencia misma de lo
lenguaje, prosigue en la correspondencia misma de lo lenguaje como lenguaje
humano, pues, aunque no haya absoluta identidad, si hay coincidencias. Si no,
no habría lenguaje: ni en la absoluta identidad ni en la absoluta diferencia. Cae-
ríamos en una eternidad híper comunicada o un caos in-comunicable. Pero
como lo lenguaje es expresión en tanto experiencia de lo compartido (en el caso
de lo lenguaje/lo ser todo-lo-dado en tanto que puede ser, como comuni-
dad-de-lo-compartido, no siempre conocido, apertura de una totalidad),
aunque el lenguaje procede del extrañamiento de sí, pervive en el encuentro de
sí, ya que compartir es dar algo otro como mismo. Esto ya no es la pregunta por
el origen, sino la respuesta de la causa de la conservación eterna de lo lenguaje.
Queda claro cómo es que lo ser se ilumina a sí mismo como lo lenguaje de sí
y para sí. Pero el darse su posibilidad, parece un misterio inefable, por lo menos
para el lenguaje humano. Preguntarnos por ello, por la posibilidad misma de lo
lenguaje, también nos lleva a la pregunta por lo otro-que-lo-lenguaje, aquello
que es menos-que-lenguaje o más-que-lenguaje. ¿Hay algo más que lenguaje?
¿Dios, Ente, Realidad?¿Hay algo menos que lenguaje? ¿Silencio, Nada, Vacío? El
exceso y el defecto en la donación misma de lo lenguaje por, para y desde sí.
Entonces, por ejemplo, las pregunta serían: “¿por qué lo ser/lo lenguaje y no más
bien algo menos que ellos?”, “¿por qué lo ser/lo lenguaje y no más bien algo más
que ellos?”. Preguntas que van de lo Mismo a lo Otro. Mas lo otro-total, lo abso-
lutamente-otro, no puede entenderse desde lo mismo, pues es lo no-mismo,
siendo imposible de definición, de comparecer como verdad y de esenciarlo,
aunque no de inaugurar y aparecer su sentido.
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13¿A quién no le puede constar que la luz, al mostrarse, no encuentra la causa de su iluminación para verse en sí misma?
Llego, entonces, hasta aquí para decir lo siguiente de lo ser y lo lenguaje, ante
la pre-gunta “¿por qué lo ser/lo lenguaje y no más bien algo-más-que-ellos o
algo-menos-que-ellos?” Porque se da a sí por necesidad así como es. En tanto
lo ser se da siendo, debe ser así; en tanto el lenguaje se da expresándose, debe
expresarse así. Él se da siendo-expresión de sí mismo como un darse-y-dejar-
se-ser-a-sí-expresándose-siendo-así. Su posibilidad está en sí mismo y es una
posibilidad necesaria. Llega-a-ser, porque se quiere a sí mismo y sería imposible
que así no sea, siendo lo que es. Se hace capaz y responsable de sí en la fuerza
de amarse tanto a sí y así, de desearse tanto a sí y así, que se-da como necesario
a sí y así, es decir, a él mismo de tal modo y no de otro. No puede ser más ni
menos de lo que da de sí y se da a sí, así. Por eso la respiración y el aliento de
lo ser, de lo lenguaje, es lo posible, y su corazón y su latido, la necesidad.
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Bibliografía
Heidegger, M. (2005), El ser y el tiempo, México, Fondo de Cultura Económica.
Jaspers, K. (1974), Filosofía de la existencia, Argentina, Aguilar.
San Agustín (1966), Obras completas, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos.
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