TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
PRÁCTICA ESTÉTICA,
VANGUARDISMO Y
HEGEMONÍA EN
RICARDO PIGLIA
Ignacio Joaquín Davies
Resumen: La reflexión estética correspondiente a la producción
Piglia a las discusiones en torno al vínculo entre literatura y condiciones de05 producción, práctica estética y capitalismo, va de su original lectura de Walter
Benjamín, Mao
Palabras clave: RICARDO PIGLIA - MARXISMO - VANGUARDIA - HEGEMONÍA
Facultad de Filosofía y
Humanidades, Universidad
Nacional de Córdoba.
Contacto:
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
El objetivo de este artículo es el abordaje de algunas vinculaciones posibles entre las nociones de práctica estética, vanguardia y hegemonía que se des- prenden de ciertas hipótesis de lectura que, en diversos momentos de su obra crítica, ha postulado Ricardo Piglia. Estas vinculaciones, constituyen en el corpus
La apuesta de Piglia a partir de sus ensayos más tempranos en los años ’60, apunta a rever de un modo innovador los vínculos entre producción literaria y capitalismo. Desde sus primeras publicaciones en revistas literarias como Lite- ratura y Sociedad (‘65) y Los libros
estudios culturales británicos de los años
disidente en el marco de los debates
Práctica estética, condiciones de producción y vanguardia
En sus escritos temprano, retomando a Benjamín, Brecht, Tinianov y el formalis- mo ruso como insumos para discutir posiciones reduccionistas de lo cultural a la economía, Piglia trabaja la idea de práctica estética como práctica específica, en su vínculo con las condiciones de producción. En este planteo se encuentran elementos de lo que Jameson (1989) denominaría como mediación, en tanto
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
categoría dialéctica elemental para hablar de “Las relaciones entre el análisis formal de la obra y su base social” (Jameson, 1989, 33). En esta dirección, en el marco de los debates sobre el vínculo literatura y revolución que atravesaron los años ’60 en la Argentina, aquello que rectifica Piglia, es la necesidad de estudiar, en primera instancia, el sistema de relaciones que enmarcan todo espacio literario: aquellos “vínculos que ordenan la estructura de significación dentro de la cual la obra tiene su lugar que la condiciona y la descifra” (Piglia, 1972, 120). Tal como afirma en Mao
ducción, circulación, distribución y consumo.07 ¿Pero cómo hablar de práctica estética y condiciones productivas sin caer en
las dificultades propias del reduccionismo materialista? Haciendo foco en lo que podríamos denominar “métodos propios de la lucha cultural” - frente a la estricta (y pragmática) praxis política - Piglia toma distancia de todo “volunta- rismo del sujeto”, según caracteriza a las posiciones sartreanas del “intelectual comprometido”1 planteando que, por el contrario, en el ámbito artístico “la eficacia estética es lo único que puede garantizar el efecto social” (Piglia, 1972, 124).
Encontramos también en este punto, una fuerte problematización del realismo social (“estética revolucionaria” oficial según la dirección del Partido Comunista, por entonces), en tanto poética y técnica narrativa. La línea de “escritura compro- metida”, muchas veces ligada a la alternativa realista, en sus múltiples matices, plantearía contenidos sociales explícitos en sus textos a fines de visibilizar la opresión de la clase obrera y subalterna, aspirando así a una politización del material literario: concretando el salto del plano cultural al plano político. El pro- blema residirá, para Piglia (y para Sanguinetti [1972] o Libertella [1977] en un mismo sentido), en que la propuesta realista (en todas sus variantes) presenta un esquema que da lugar a la “instrumentalidad política” de lo literario: resultado de
1Aquel que declara públicamente su posicionamiento político como un eje de su “praxis revolucionaria”: figura muy discutida desde los años ’50 por la generación de la revista Contorno (Avaro- Capdevilla, 2004, 289).
ciencias interpretando a su manera el teorema (Bunge, 1960, p.7).
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
partir de una concepción (todavía cara al prejuicio
El intelectual de izquierda puede ocuparse, entonces, específicamente de la producción literaria, sin caer en falsas antinomias como las de artista compro-
En contra de todo “realismo superficial y fotográfico, a medio camino entre el
folklore y el panfleto social” (Piglia, 1967, 9), la escritura revolucionaria no se08 encuentra tanto en las producciones relacionadas con un contenido semántico “revolucionario”, temáticas historizables, como en aquellas que trasgreden los materiales ya codificados y los usos convenidos. Escritores como Borges en este
sentido, conocidos por sus declaraciones conservadoras, presentan formas de trabajo del material literario novedosas y disruptivas: la idea de literatura como copia o plagio (Pierre Menard autor del Quijote, 1939), el uso de las atribuciones erróneas y la ficcionalizacion de los saberes (como la filosofía, en Tlon Uqbar Orbis Tertius, 1940). Macedonio Fernández por su lado y la teoría de la novela con infinitos prólogos que retardan el comienzo clásico (Museo de la Novela de la Eterna, 1967), su parodia de la trama narrativa lineal y realista: un cuestionamiento directo a la novela moderna consagrada.
Por otra parte, reconocer los métodos propios de la práctica estética impli- caría aquella objetivación del escritor en su oficio, que ya Benjamín había trabajado en El autor como productor (1934): la asunción de cierta posición en un campo de la producción específico, y la disputa por los regímenes de valo- ración y legitimación al interior del mismo. Piglia destacará en textos y confe- rencias posteriores (1990, 2001) que este reconocimiento de la especificidad de la praxis estética, en un marco de relaciones de fuerza, es precisamente lo
2“(El arte)… a la vez que renuncia a una autonomía entendida como independencia del proceso productivo, puede reivindicar una eficacia específica, en la esfera de la producción estética o cultural” (García, 2013, 62).
3(Schmucler, 1972,
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
que caracteriza a la vanguardia (pensando más bien en las “segundas van- guardias” de los años
Para finalizar este apartado, resulta ilustrativo retomar la lectura que Piglia |
|
hace de Roberto Arlt como caso paradigmático de este “hacerse cargo de las |
|
condiciones de producción” de la escritura. A decir de Piglia, Arlt llegaría a |
|
cuestionar nada menos que “…los códigos de clase que deciden la circulación |
|
y la apropiación literarias” (Piglia, 1973, 2). Habría invertido los valores de |
|
cierta “moral aristocrática” que, desde siempre, “se niega a reconocer las |
|
determinaciones económicas que rigen toda lectura” (Piglia, 1973, 2). Para Arlt, |
|
al contrario, escribir bien es “hacerse pagar, un cierto “bien” que alguien es |
|
|
|
capaz de comprar.” (Piglia, 1973, 2). |
09 |
|
|
Todos nosotros los que escribimos y firmamos, lo hacemos para ganarnos el |
|
|
|
puchero, y para ganarnos el puchero no vacilamos en afirmar que lo blanco es |
|
negro y viceversa. La gente busca la verdad y nosotros le damos moneda falsa. Es el |
|
oficio, el “metier” (…) apenas se trata de una falsificación burda, de otras falsifica- |
|
ciones que también se inspiraron en falsificaciones (Arlt, 1933, 121). |
|
Por este tipo de afirmaciones, y toda una serie de elementos trabajados en El |
|
Juguete Rabioso, y Los siete locos, dirá Piglia que Arlt “desmiente las ilusiones |
|
de una ideología que enmascara y sublima, en el mito de la riqueza espiritual, |
|
la lógica implacable de la producción capitalista” (Piglia, 1973, 3). En Artl la legi- |
|
bilidad no es transparente (como cierta lectura liberal sostiene) y la literatura |
|
“solo existe como bien simbólico (aparte de su carácter de bien material) para |
|
quien posee los medios de apropiársela.”5 (…) “Esta propiedad se trata de ocul- |
|
tar, disimulando la coacción que las clases dominantes ejercen para imponer |
|
como “naturales” las condiciones sociales que definen la lectura.” (Piglia, 1973, |
|
4). Por último, cabe decir que en el autor de Aguafuertes… el “gusto literario” no es |
|
4“…En este sentido en el Juguete Rabioso el intento de quemar la librería es homologo al robo de la biblioteca: al robar Astier lleva el precio a donde el valor literario dice reinar fuera de la economía” (Piglia, 1973, 6).
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
gratuito: cada vez, “se paga por él y el interés por la literatura es un interés de clase.” (Piglia, 1973, 5). Arlt habría leído la situación del sistema literario, aquel entramado de relaciones en que el mismo se hallaba inserto, como un artista de vanguardia.
Vanguardia, cultura de masas y hegemonía
Ya en el contexto de Las tres vanguardias (conferencias del año 1990), nos encontramos, con una definición benjaminiana de la vanguardia en tanto “res- puesta literaria a una situación social”, en vistas a plantear los términos de “la relación entre sociedad y literatura de un modo nítido”, contra toda “idea de una historia autónoma de los procedimientos y técnicas literarias” (Piglia, 2016). En este sentido, para la vanguardia el interrogante central pasa a ser “¿qué lugar tiene la obra en la sociedad?”, y no ya “¿qué lugar tiene la sociedad en la obra?”
(Piglia, 2016, 26). No se trata, para esta lectura, de rastrear aquello que la obra10 dice de las relaciones sociales o condiciones de producción de una época, sino
de preguntarse cómo ésta se coloca la obra al interior de esas relaciones. Piglia también vuelve a las hipótesis benjaminianas que vinculan la noción de
vanguardia a la aparición de las grandes poblaciones en la sociedad industrial del S. XIX, el desarrollo de la industria cultural y la técnica modernas (Benjamín, 1936). “Es la aparición de las masas (y de los medios de masas) dice Benjamín, lo que complica la tradición lineal del liberalismo y pone en cuestión todos los modelos parlamentarios y democráticos” (Piglia, 2016, 35) a la hora de definir los consensos y valoraciones estéticas (en los mercados ampliados por estos suje- tos emergentes y el desarrollo exponencial de la técnica), cabe agregar. En esta misma dirección, Piglia se ocupa del caso argentino:
La aparición en la Argentina de las revistas semanales
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
Consolidado el rol de la industria cultural en el contexto de la sociedad de masas moderna, Piglia postula que la estrategia de vanguardia consiste en cierta lectura del problema del valor artístico, y el hecho estético, como cues- tiones definidas por los usos y consensos establecidos (hegemonía) en una comunidad especifica: lo literario (aquellas cualidades poéticas que se le otor- gan a un texto, viene definido de manera primordial y, en cada caso, por su atendimiento a cierto código, convenciones o “saberes previos” que hacen funcionar al texto de ese modo. En ningún caso es una cualidad intrínseca o virtud particular, lo que imprime al escrito su carácter artístico y valor en cuanto obra de arte. El texto es literario por su uso literario, de modo análogo en que el billete es depositario de un valor específico por su uso específico convenido. Entonces, dirá Piglia, “si lo que decide la cualidad poética o el valor de un texto son el saber previo y la expectativa, la lucha está en la construc- ción de esa expectativa y de ese saber previo” (Piglia, 2016, 38) (estos que defi- nen los sistemas de consagración, los autores clásicos y “grandes escritores”
de una época). En este sentido es que el escritor de vanguardia busca “ser11 leído (como el primer Baudelaire o Macedonio) como un desconocido para los
criterios establecidos, y los modos de leer que se amparan en lo ya clasificado y en el nombre del autor como marca de un producto en serie.” (Piglia, 2016, 38).
Esta manera
Para finalizar este apartado, en relación al problema de la tradición, hay que pensar aquello que para Piglia aparece como lucha entre poéticas: “escribir es posicionarse en torno a una tradición, y establecer redes, parentescos y cortes en función de una poética que define la poética personal” (Piglia, 2016, 34). Los juicios de valor son juicios de posición y la acumulación de capital cultural se da en el contexto de una guerra de posición: el gusto y la consagración se
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
define en una determinada correlación de fuerzas. El escritor de vanguardia, en contra del canon de toda cultura oficial/dominante, construiría (no sin arbitrariedad en este punto) sus propias tradiciones negando aquellas que no “correspondan” a su poética personal, ya que la lectura no es otra cosa que “Ruptura, enfrentamiento y anulación de otras lecturas y posiciones.”(Piglia, 2016, 35). En este sentido, Piglia explica con humor en diversas ocasiones, aquel desdén por parte de Borges respecto de algunos novelistas modernos consagrados como Proust o Kafka, y su insistencia en tradiciones “secunda- rias” como cierta línea anglosajona: Chesterton, Wells, Stevenson (por mencio- nar algunos). Son aquellos materiales literarios, y no los de la tradición euro- pea central, los que para Borges darían el contexto preciso al interior del cual le interesa ser leído. Por ello, insiste constantemente (en toda conferencia o entrevista) con la revalorización de estas poéticas: para definir la poética propia, fijar estrategias y un contexto específico de lecturas.
Hegemonía, ficción y política |
12 |
|
|
|
|
En torno a las relaciones entre literatura y hegemonía hay otro punto importan- te que piensa Piglia, a partir de la tensión entre “discursos del poder” y “narra- ciones sociales alternativas”. El autor destaca, en diversas ocasiones5 , toda una serie de cruces, relaciones de apropiación y disputa posibles entre las “narrati- vas hegemónicas” ligadas a una discursividad estatal, frente a cierto tipo de “na- rrativa social alternativa”, como aquella que llega a ser invisibilizada, resulta antagónica a los discursos oficiales, y que pudiera llegar a constituir una forma de
5 (Piglia, 1986, 34, 117, 118).
6 (Williams, 1977, 131).
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
Valery decía, la era del orden es el imperio de las ficciones, pues no hay poder capaz de fundar el orden con la sola represión de los cuerpos con los cuerpos, se necesitan fuerzas ficticias. ¿Qué estructura tienen esas fuerzas ficticias? Quizá ese sea el centro de la reflexión política de un escritor. (…) A estos relatos del Estado se le contraponen otros relatos que circulan en la sociedad, ficciones anónimas,
(…)En este sentido, (…) hay una tensión entre la novela argentina (…) que construye historias antagónicas, y contradictorias, en tensión, con ese sistema de construc- ción de historias generado desde el Estado (Piglia, 1986, 34).
Nuevamente disputando con las perspectivas realistas, aclara que “No se trata solamente del contenido de esas ficciones, ni del material que elabora, sino de la forma que tienen esos relatos del Estado” (Piglia, 1986, 118). En esta
dirección, habría que entender la dinámica de disputas y apropiaciones entre13 los “discursos del poder” y aquellos relatos que provienen de sectores invisibili-
zados, “derrotados” por el relato oficial, a partir de un cierto trabajo/experimen- tación con la forma del material escritural. En este punto, el autor de Respira- ción artificial menciona (entre otros escritores importantes) a Rodolfo Walsh, como un exponente de este tipo de estrategias y experimentaciones narrativas, en su escritura de
A su vez, y para finalizar, Piglia inscribe a Walsh en la tradición literaria que se abriría en nuestro país con la escritura de Macedonio Fernández (a quien segui- rán Arlt, Marechal, Borges), precursor de cierta narrativa que llega a caracterizar (no tan cerca de su acepción usual) como “utopista”. Respecto de esta tradición narrativa, Piglia pretende no solo fijar una hipótesis de lectura, sino además inscribirse a su interior como continuador de la misma. Como fundador de esta corriente nacional vanguardista, Macedonio Fernández:
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
Invierte los presupuestos que definen la narrativa argentina desde su origen. Une política y ficción, y (a diferencia de las tradiciones previas) no las enfrenta como dos prácticas irreductibles. (…) “la novela mantiene relaciones cifradas con las maqui- naciones del poder, las reproduce, usa sus formas, construye su contrafigura utópi- ca. (…) La utopía del Estado futuro se funda ahora en la ficción y no contra ella (Piglia, 1986, 117).
En este punto Piglia menciona a El Facundo (1845) y Amalia (1851), como textos que trabajan la lengua de la
14
La teoría de la novela forma parte de la teoría del Estado, fueron elaboradas simul- táneamente, son intercambiables.” (…) “Muchos de nosotros vemos ahí nuestra verdadera tradición. Pensamos también que en esos textos se abre una manera distinta de ver las relaciones entre política y literatura. (…) Si la política es el arte de lo posible, el arte del punto final, la literatura es su antítesis. Nada de pactos ni transacciones, la única verdad no es la realidad (Piglia, 1986, p. 117).
Llegamos entonces a la conclusión de que la hipótesis pigliana sobre la exis- tencia de una tradición narrativa “utopista”,
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
Bibliografía
Arlt, R. (1933). El escritor como operario. En R. Arlt, Aguafuertes porteñas (pp.
Avaro, N. & Capdevilla, A. (2004). El compromiso crítico. En N. Avaro & A. Capdevilla,
Denuncialistas: literatura y polémica en los ’50 (pp.
Basualdo, J.L.G. (Julio, 2015). Piglia, entre Mao y Althusser. En J.L.G. Basualdo. XI
Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales- UBA.
Benjamín, W. (1934). El autor como productor. Madrid: Abada.
Benjamín, W. (1936). La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica.
Buenos Aires: Taurus.
García, L.I. (2013). Ricardo Piglia lector de Walter Benjamín. Iberoamericana, XIII |
15 |
|
|
(49), pp. |
|
Jameson, F. (1989). Documentos de cultura documentos de barbarie. D.F México: |
|
Antonio Machado. |
|
Libertella, H. (1977). Nueva escritura en Latinoamérica. Buenos Aires: El andariego. |
|
Piglia, R. (1965). Literatura y sociedad. Literatura y sociedad, Vol. 1, pp. |
|
Piglia, R. (1967). Crónicas de Latinoamérica. Buenos Aires: Jorge Álvarez. |
|
Piglia, R. (1973). Roberto Arlt: una crítica de la economía literaria. Los Libros. Vol. |
|
29, pp. |
|
Piglia, R. (1974). Mao |
|
25, pp. |
|
Piglia, R. (1986): Crítica y ficción. Buenos Aires: Anagrama. |
|
TRAZOS
AÑO I - VOL II
DICIEMBRE 2017
ISSN
Piglia, R. (2000): Tres propuestas para el próximo milenio (y cinco dificultades).
Revista Casa de las Américas, pp.
Piglia, R. (2001): Teoría del Complot. Revista Placidos domingos, pp.
Piglia, R. (2016): Las tres vanguardias, Buenos Aires: Eterna Cadencia.
Schmucler, H. (1972): La búsqueda de la significación literaria. Buenos Aires: Los
Libros. Vol. 28, pp.
Williams, R. (1977): Marxismo y literatura. Barcelona: Península.
16