TRAZOS

AÑO I - VOL II

DICIEMBRE 2017

ISSN 2591-3050

SOBRE EL

LLEGAR A SER

EN LA OBRA

ARISTOTÉLICA1

Juan García Hernández

 

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Resumen: El presente trabajo tiene como principal objetivo problematizar alre- dedor del proceso “llegar a ser” en la obra de Aristóteles con el fin de alcanzar ciertas consideraciones que permitan revelar la importancia que para el discí- pulo de Platón adquiere la reflexión metafísica frente a las cosas materiales que nos rodean partiendo de la problemática central, ¿cómo se generan? Para ello pretendemos establecer la demarcación de algunos conceptos a desarro- llar tales como sujeto, forma, materia y génesis que, a la postre, nos darán las herramientas suficientes para rehabilitar la obra aristotélica en campos ajenos a la propia metafísica.

Palabras clave: “LLEGAR A SER”−SUJETO−MATERIA−GÉNESIS−METAFÍSICA.

1Ponencia presentada en el XXXIII Encuentro Nacional de Estudiantes de Filosofía (CONEFI), del 8 al 12 de mayo de 2017. Chetumal, Quintana Roo, México.

Facultad de Filosofía y Letras, Benemérita Univer- sidad Autónoma de Puebla.

Contacto:

juan.gh.gh@hotmail.com

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No cabe duda que el pensamiento de Aristóteles se funda en una serie de pro- blemáticas que convergen en un sistema global, abarcando tópicos que van desde la ontología hasta la zoología, de ahí posiblemente surja la vigencia de sus planteamientos en la actualidad ya que en la medida en que volvemos a la lectura de sus textos nace la posibilidad de rehabilitar un proyecto ontoló- gico velado hasta cierto punto por el auge del cientificismo acaecido a partir de la modernidad, abriendo consigo perspectivas críticas alrededor de varios fenómenos de la naturaleza entre ellos el proceso de la generación de los entes naturales.

Sin embargo esta idea debe ampliarse si existe una disposición por acercar-

 

se a la obra aristotélica. Para ello resulta primordial aproximarse a un libro

 

fundamental que se consolida como un eje rector para asimilar la obra del

 

Estagirita: Física. Tal libro abarca una serie de apartados donde se pone a

 

discusión varios conceptos alrededor de la naturaleza, tales como: movimien-

 

to, causa, tiempo, lugar, vacío, materia, etc. Conceptos que la tradición se

 

 

encargará de redefinir, pero que involucran un sentido originario que debemos

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atender para asimilar positivamente la obra aristotélica, ya que como vere-

 

mos, dicho sentido va acompañado de un constante diálogo con los presocrá-

 

 

ticos y con Platón; este hecho abrirá una serie de elementos que nos arrojan

 

a un campo de reflexión filosófica notable.

 

Lo anterior nos sirve como preámbulo para trazar el eje central sobre el cual

 

descansará el trabajo. Si bien la Física encierra una gran gama de potenciales pro-

 

blemas a rescatar, nos es imposible abarcar todos, por ello, y con la intención de

 

circunscribir nuestro objeto de estudio, a expensas de tocar elementos que son

 

fundamentales al momento de acercarnos al proyecto de Aristóteles, hemos

 

llegado a la problemática que despliega Aristóteles en relación a la generación o

 

al proceso del “llegar a ser”. Cabe mencionar que dicha problemática expande una

 

serie de elementos que valen la pena revisar no sólo por su relación con el tema

 

a tratar, sino porque forman parte de todo el corpus aristotélico de manera funda-

 

mental. Además, cabe advertir que conforme avancemos en el análisis de la pro-

 

blemática iremos matizando y subrayando varias nociones que fungen un papel

 

complementario pero no ajeno a la problemática central. Por ende no debe resul-

 

tar una sorpresa que en breves líneas se concentren una gama de matices que

 

nos obliguen a retomar pasajes externos a la Física. Teniendo en cuenta este

 

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punto no podemos excluir el diálogo con filósofos contemporáneos, ya que permiten pensar de mejor forma ciertos conceptos.

Dicho lo anterior es justo pasar al análisis preciso del pasaje a comentar:

Llegar a ser se dice en muchos sentidos en algunos casos no se habla simplemente de llegar a ser, sino de llegar a ser algo particular, pero solo de las sustancias se dice que llegan a ser en sentido absoluto. Cuando no se trata de sustancias, es evidente que tiene que haber un sujeto de lo que llega a ser, pues en el llegar a ser de una cantidad o de una cualidad o una relación o un dónde hay siempre un sujeto de ese llegar a ser, ya que sólo la sustancia no se predica de ningún otro sujeto, mientras que todo lo demás se predica de la sustancia. Pero que también las sustancias, y todos los demás entes simples, llegan a ser de un sustrato, resulta evidente si se lo examina con atención. Porque siempre hay algo subyacente de lo que procede lo que llega a ser; por ejemplo, los animales y las plantas proceden de la semilla (Aristóteles, 2011, 190a 30-b5).

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Cabe destacar que dicho pasaje nos revela aspectos importantes del proyecto del filósofo griego, pero no a simple vista. En primer lugar debemos tener en cuenta el contexto sobre el cual nace (Ídem). Si bien es indudable que ya en la filosofía presocrática encontramos planteos en torno a la naturaleza y sus prin- cipios, no es sino hasta la obra del Estagirita donde dichos planteamientos son recuperados y criticados, llegando a señalar elementos que los predecesores no tuvieron en cuenta. Dichos elementos, no visibles ante los presocráticos, en gran medida corresponden al sistema filosófico que propone Aristóteles, ya que en los primeros -y primordialmente en Parménides- el orden de la physis y en especial el proceso de la generación, que como en principio se plantea, involu- cra un llegar a ser. Tal hecho implica pensar aquello que no es y puede llegar a ser. En el fondo si retomamos gran parte de los aportes de Parménides en rela- ción al Ente y su generación, que dice “¿Y cómo a serlo llegaría? Que si lo llegare a ser no lo es; que si de serlo al borde está, no lo es tampoco y de esta manera toda génesis queda extinguida” (García Bacca, 1979). De la anterior cita debemos contrastar que en el caso de Parménides el proceso de la generación no se da ya que si fuera el caso no se estaría siguiendo el principio de contradicción, el

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cual enuncia que algo no puede ser y no ser al mismo tiempo, mientras que para Aristóteles dicha tesis alimentándose de la tradición platónica, donde algo sí puede generarse desde un no ser pero en un sentido de privación, noción que se relaciona íntimamente con el concepto de sujeto.

Pero antes de pasar a este asunto de la rehabilitación platónica conviene

 

regresar a lo primero en cuestión que versa sobre la superación con respecto

 

a los presocráticos. Sin embargo, no debemos olvidar que la obra aristotélica

 

no puede entenderse sin el diálogo que marca con sus predecesores, y a su

 

vez, sin la formación platónica que encierra gran parte de su proyecto. De esta

 

instancia podemos derivar que gran parte del trabajo aristotélico en relación

 

a la naturaleza corresponde a un intento por introducir una física del ser,

 

dicha consecuencia será atisbada conforme avancemos con el trabajo.

 

Teniendo en cuenta lo expuesto, es necesario señalar las implicaciones que

 

rodean al enunciado. Dado que llegar a ser se dice en muchos sentidos, es con-

 

veniente bosquejar porqué el filósofo Estagirita lo plantea así. De acuerdo con

 

 

Giovanni Reale2 el término llegar a ser (gignesthai) sólo se apoya en los usos que

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la propia lengua griega otorga. Sin embargo, algunos plantean cierta ambigüedad,

 

ya sea que definan dicha ambigüedad como un “convertirse o un entrar en exis-

 

 

tencia” (Charlton, 1992).Cabe destacar que dicha ambigüedad nos invita a pensar

 

la manera en que se da dicha conversión o dicho tránsito a la existencia. Para

 

matizar este aspecto, en primer lugar es importante tener en cuenta una diferen-

 

cia importante entre ser (einai) y gignesthai, ya que en el segundo caso se habla

 

de un llegar a ser, y justo ésta es la diferencia radical porque se habla de lo que

 

una cosa viene a ser o está fuera de algo para llegar a ser. Para asimilar mejor la

 

diferencia señalada cabe subrayar que la proposición “de” traducida al griego

 

como tou debe considerarse a partir de un sentido genitivo, es decir, como un

 

punto de partida. Esta consideración es importante ya que nos aproxima a obser-

 

var la relevancia que da Aristóteles a los principios y, sobre todo, a entender la

 

manera en que se da el proceso de la generación, abriendo la posibilidad de pre-

 

cisarlo a través de una sencilla fórmula como un de-a inherente a las cosas natu-

 

rales, en donde “de” funge como el punto de partida y “a” representa la cosa gene-

 

rada.

 

Para complementar la anterior idea en relación a la importancia de la pre-

 

posición de, valdría la pena revisar algunos pasajes de la Metafísica como el

 

2Reale, G. (2003). Introducción a Aristóteles. Barcelona: Herder.

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siguiente: “Algunas cosas tras ser generadas, se denominan por aquello de que proceden por su materia y no se denominan <tal>sino <de tal>, por ejemplo la estatua no se dice que es piedra sino de piedra” (Aristóteles, Metafísica, 1033a 5-7). De lo anterior podemos derivar que el llegar a ser algo de las cosas parti- culares es determinado por algo que le antecede, ya sea el caso de una esta- tua o el de un hombre con respecto a su padre. No sobra mencionar que a lo largo del capítulo siete del libro uno de la Física se propondrá el ejemplo del hombre que llega a ser músico. En este caso debemos advertir que tal hecho se da por necesidad lógica, aunque no deja de lado el grado ontológico, sin embargo, dicho asunto queda al margen de este trabajo.

Volviendo al asunto central no podemos olvidar que cuando las cosas parti- culares van a ser constituidas se presupone una substancia absoluta sobre la cual se originan. Este aspecto va de la mano con la necesidad de diferenciar entre la génesis de una sustancia (ousía) y la génesis de la determinación de una sustancia particular, ya que a la primera compete el ámbito de pensar una

sustancia en sentido absoluto y la segunda no es posible sin la primera, como98 es el caso de los cambios cualitativos, cuantitativos o de lugar de una especie.

Pero el pensar la sustancia en sentido absoluto nos lleva a problematizar a qué se refiere Aristóteles con tal sustancia, de dónde viene y cómo puede conocerse.

La sustancia absoluta también se dice en varios sentidos. En la Metafísica se exponen cuatro candidatos a ser sustancia en un sentido fundamental, uno de ellos es hypokéimenon que se traduce como sujeto. Este sujeto primario o funda- mental puede entenderse en dos sentidos: tanto como un sujeto lógico, sujeto sobre el cual se predica algo, o como un substrato entendido como materia última. En el caso de los análisis con respecto a la naturaleza, el discípulo de Platón tiende a hablar del sujeto como materia última, ya que ésta es la naturale- za subyacente desde la cual emergen todas las demás cosas. Este hecho debe ser subrayado ya que posteriormente se irá complicando puesto que en la medida en que Aristóteles recobra su formación platónica planteará una relación tripartita o dual en relación al proceso de la generación. Como bien advierte Aubenque “el proceso del devenir revela una triplicidad o una doble dualidad, de principios; forma que se opone al sujeto como materia y por otra parte al sujeto como ausencia de esa forma, como privación” (Aubenque, 1981). La anterior cita nos

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auxilia a matizar el problema que yace de fondo en relación a la sustancia primera, ya que en un sentido pude decirse en cuanto materia o en cuanto forma. Para clarificar este problema resulta conveniente vislumbrar en que uno es más fundamental que el otro, pareciera que en primera instancia al hablar de las cosas naturales o bien de aquello que se genera, presuponemos un algo originario. Justamente dicha suposición encierra las dificultades por las que los predecesores del Estagirita pasaban al atribuir como el origen de la physis elementos como el agua, el fuego o el aire, sin embargo no tenían en cuenta que para lograr esto se necesitaría de un contrario que lo hiciera posi- ble. Además no solamente dos contrarios en un sentido, sino tres, en la medida en que interviene la privación, relativo al sujeto. Aquí podemos ver cómo el despliegue aristotélico no manipula planteamientos de los antiguos a favor de su pensamiento como se piensa comúnmente, sino que más bien corresponde a un recorrido gradual, gracias a la tradición que le precede. Hasta ahora hemos visto en rasgos muy generales el problema fundamental

que yace en el fondo en relación a la sustancia primera, pero no hemos aclara-99 do satisfactoriamente cada variable que lo compone, por ello trataremos de

abordar cada una.

En relación al sustrato material o hypokeiméne physis cabe decir lo siguien- te “llamo materia a la que por sí misma, no cabe decir ni que es algo determi- nado ni que es de cierta cantidad, ni ninguna otra de las determinaciones por la que se delimita lo que es” (Aristóteles, Metafísica, 1029a 20-22). De la ante- rior cita emergen las particularidades que definen al sujeto como materia, es decir, que es indeterminada y no delimitada. Cabe preguntarnos por qué no lo es. La respuesta a dicha cuestión corresponde a que lo determinado se adhie- re a la forma, por ende se puede atisbar que la forma es sustancia en mayor grado que la materia, pero no termina ahí el análisis, sino que debemos seguir explorando la razón por la que se da dicha primacía, no sin antes despejar adecuadamente cómo se conoce a la materia última. Aristóteles mismo nos sugiere que la materia última sólo se conoce por analogía, esto quiere decir que, por ejemplo, si decimos que la estatua es respecto del bronce, el bronce actúa como lo subyacente, pero eso implicaría que no podemos conocer la materia primera antes de su existencia; es decir, tendrá que existir la estatua para saber que es con respecto al material bronce. Esta dificultad nos lleva a

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matizar por qué la materia es indeterminada y no es por sí misma. Al respecto, Charlton comenta lo siguiente: “Hay dos maneras para entender que la mate- ria subyacente soporta la realidad particular de una cosa. Una es decir que la materia o cosa subyacente y la realidad sólo son nombres genéricos para cosas que soportan esta relación o pensar que la cosa subyacente no guarda relación con la realidad y por ende no es subyacente” (Charlton, 1992). De lo anterior no podemos perder de vista en relación con el ejemplo de la estatua y el bronce que el bronce funge como la materia subyacente y la estatua como lo existente o real. Esta parece ser la vía para comprender la razón por la cual la materia sólo se conoce por analogía, y cobra mayor validez en la medida en que revisamos otros pasajes de la obra aristotélica, por ejemplo: “en cuanto a la naturaleza subyacente, la materia es con respecto a la forma” (Aristóteles, Física, 191a 10) o, en otras palabras, la primera es cognoscible indirectamente por la forma o la definición. Más adelante hablaremos sobre la forma o la defi- nición, por ahora debemos precisar un último punto en relación a la sustancia

material3 . Así como hay una materia de la cual derivan todas las cosas, “igual-100 mente hay una materia propia de cada cosa, por ejemplo, de la bilis las cosas

amargas y así sucesivamente hay materia propia de todas las cosas naturales” (Aristóteles, Metafísica, 1044a 15-17).Cabe destacar el sentido de materia propia ya que no es el mismo sentido del que venimos hablando, esta utiliza- ción de materia propia ha de referirse a lo que es más próximo, que en griego se traduciría como to proton, terminología recurrente en el sistema filosófico del macedonio.

Hasta el momento hemos analizado lo referente a la materia como sujeto último, sin embargo, así como ya lo ha dicho el Estagirita, considerar solamen- te este aspecto en un sentido fundamental nos conduce a pasar de lado los elementos que componen al proceso de la generación ya que es necesario tener en cuenta la forma (eidos) o la definición.

“A quienes parten de estas consideraciones les sucede, que la materia es sus- tancia pero esto es imposible, ya que el ser algo determinado pertenece en grado a sumo a la sustancia, por lo cual la forma específica y el compuesto es sustancia en mayor grado que la materia” (Aristóteles, Metafísica, 1029a 25-28). Sin duda considerar la intervención de la forma en el proceso de la generación no queda al margen de varias dificultades pero el tratamiento de tales nos queda lejos, sin

3Resulta pertinente agregar que Aristóteles también considera una tematización de los acontecimientos y cosas eternas como astros desde el plano material, pero concluye que estos no tienen materia, más bien la materia a la que afectan es su sustrato. (Aristóteles, Metafísica, 1044a 15- 1044b 20).

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embargo vale la pena atisbar una respuesta en relación con la primacía de la forma sobre la materia. En primera instancia podemos observar claramente el legado platónico en su pensamiento, pero es justo considerar que en cierta medida Aristóteles resuelve el problema de llevar la forma (eidos) al plano de los objetos sensibles, vistos ya no en un plano de apariencias en relación con las ideas, sino en una plano donde converge dicha relación en el mundo sen- sible, recordar que para el Estagirita la cognoscibilidad del mundo yace en lo más próximo a nosotros, en este caso, las cosas que son por naturaleza; por lo tanto resulta válido pensar cierta superación por parte de Aristóteles a su maestro.

No obstante aún no aclaramos el porqué de la primacía, tal primacía de acuerdo al proyecto aristotélico se resuelve en la medida en que interviene la relación entre ser en acto y ser en potencia, consecuentemente la forma por ser más fundamental es, en relación al proceso a la cosa que se genera, cierta actualidad, y la materia es potencialidad. Por ejemplo: en el caso de la realiza-

ción de una estatua siempre nos referimos a ella de acuerdo a lo que es por101 definición, es decir, la estatua de Youth Triumphant4 ,ya que si sólo pensamos

la estatua en relación a su materia(el bronce), nos conduciríamos a una ruta de incerteza, la cual nos aleja de conocer las cosas y todas “las cosas las cono- cemos según su forma” (Aristóteles, Metafísica, 1010a 24)y esto es aplicable a todas las cosas que son por naturaleza5 .Hasta ahora hemos atisbado grosso modo una relación entre materia y forma, relación conocida por lo tradición como hylemorfismo.

Pese al anterior análisis no podemos terminar sin haber contemplado antes la privación, ya que es elemental para el proceso de la generación en la medida en qué algo no puede llegar a ser simplemente desde el no-ser, porque como vimos involucraría una contradicción, pero Aristóteles tiene bien en cuenta la sabiduría de los filósofos de Elea, y no cae en ninguna contradicción. Aunque de lo anterior pareciera que sí, el siguiente pasaje nos ilumina “Una cosa llega a ser a partir de su privación, que es, simpliciter no-ser, pero llega a ser no partiendo de ella, sino incidentalmente, es decir no parte como simple privación, sino sólo de su priva- ción en un substrato” (Ross, 1923).Lo anterior nos arroja varios resultados satisfac- torios para nuestra investigación. En primer lugar que la privación es accidental, ya que si no lo fuera tendría que ser por necesidad, y tal hecho no es posible, en

4Rodin, A. (s.f.). Youth Triumphant. Museo de Brooklyn, Brooklyn.

5 Sobre la dificultad de las cosas naturales como la generación de las plantas. Véase, (Vigo, 2006).

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segundo lugar, que siempre guarda relación con el sujeto, por lo tanto pode- mos decir que se da cierta identidad. Pongamos algunos ejemplos claros de este: un hombre que pasa de estar enfermo a sano, o un hombre que pasa a ser músico, en ambos ejemplos el substrato siempre permanece, y la privación en el primero se entiende como lo no-sano y en el segundo como lo no-músi- co o como la ignorancia de música6. Hasta aquí en rasgos muy generales queda dicha la injerencia de la privación en el proceso de generación.

En conclusión, como hemos visto podemos establecer que la problemática

 

que gira alrededor del “llegar a ser” de las cosas naturales, involucra una serie

 

de elementos que son fundamentales o básicos en gran parte de la obra aris-

 

totélica, elementos como el sujeto, la materia, la forma y la privación. Además

 

en la medida en que abordamos tan sólo un eje central de dicha obra en el

 

texto de la Física, vemos que el pensamiento aristotélico pretende iniciar de

 

una esfera próxima a cualquier hombre, en este caso la naturaleza para arribar

 

a cierta esfera de problematización donde se traslada el análisis de las cosas

 

 

naturales para arribar a la tematización de las formas que constituyen dicha

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realidad material. Sin embargo en la medida en que avanzamos a lo largo de

 

esta investigación atisbamos que la principal dificultad que tenemos para

 

 

acercarnos a la obra del filósofo griego radica en que sus tesis se despliegan

 

sobre un gran abanico de conceptos y problemáticas ya que así como el proce-

 

so de generación tiene implicaciones en ciencias tan fundamentales para Aris-

 

tóteles como la Metafísica; también halla cauces en otras ciencias como por

 

ejemplo la biología ya que en el texto Reproducción de los animales (Aristóte-

 

les, 1994) esboza toda su teoría alrededor de los conceptos que hasta aquí

 

hemos intentado exponer; materia y forma, es decir que para Aristóteles es

 

fundamental que en toda investigación sobre la realidad material y por ende

 

el mundo natural, se hile sobre un marco estrictamente metafísico.

 

Por último debemos constatar que a lo largo del trabajo quedan varios

 

caminos abiertos que la obra aristotélica permite establecer con la filosofía y

 

también con la ciencia contemporánea. Un claro ejemplo de ello es la conti-

 

nua rehabilitación de su obra en distintos campos de la ciencias naturales,

 

para no ir tan lejos la obra de Las diferencias y el género-sujeto en la zoología

 

de Aristóteles (Jimenez, 2009) entabla un diálogo con la filosofía naturalista

 

del discípulo de Platón y las teorías darwinistas alrededor de las especies. Sin

 

6Para ampliar lo relacionado con la privación. Véase (Aristóteles, Metafísica, 1044a 15-1045a 5).

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duda esta rehabilitación da pie a repensar la posición que ocupa la obra aris- totélica, alejándola de prejuicios que en los inicios de la ciencia moderna pre- dominaron, como lo que significó Bacon7 para los lectores de Aristóteles, a principios de la modernidad; sin embargo en la medida en que se rehabilita la obra aristotélica surgen nuevos caminos que permiten alumbrar y reconside- rar las relaciones que establecemos con la naturaleza. Tal es el objetivo que pretendió alcanzar este trabajo, atisbar una posibilidad donde a pesar de la constante cientificista con que se analice al mundo que nos rodea, no debe implicar que en el fondo perdamos de vista un proceso como la generación de las cosas naturales, cuestión que en principio guarda una relación no sólo naturalista sino metafísica, es decir que al acercarnos al mundo, el primer paso que debemos dar es aquel donde podamos acoger cierta propuesta me- tafísica y por consecuencia cierta relación con el ser, dicho paso ya lo advertía Aristóteles hace ya más de 2300 años, por ende la rehabilitación de su obra resulta más pertinente que nunca.

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7 Bacon, F. (2011). La gran restauración: Novum Organum. Madrid: Tecnos.

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Bibliografía

Aristóteles (2011). Física (Primera ed.). Madrid: Gredos.

Aristóteles (2011). Metafísica (Primera ed.). Madrid: Gredos.

Aristóteles (1994). Reproducción de los animales. Madrid: Gredos.

Aubenque, P. (1981). El problema del ser en Aristóteles. Madrid: Taurus.

Bacon, F. (2011). La gran restauración: Novum Organum. Madrid: Tecnos.

Charlton, W. (1992). Aristotle Physics. New York: Oxford University.

García Bacca, J. (1979). Los presocáticos. DF: Fondo de Cultura Económica. Jimenez, O. (2009). Las diferencias y el género-sujeto en la zoología de Aristóteles.

México: Ruiz.

Reale, G. (2003). Introducción a Aristóteles. Barcelona: Herder. Rodin, A. (s.f.). Youth Triumphant. Museo de Brooklyn, Brooklyn. Ross, W. (1923). Aristóteles. Buenos Aires : Editorial Charcas. Vigo, A. (2006). Aristóteles, una introducción. Chile: Colección IES.

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