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AÑO I - VOL I

AGOSTO 2017

ISSN 2591-3050

EL SENTIDO DE LA CO-

LECCIÓN. LA MIRADA DEL

COLECCIONISTA SOBRE

LA PIEZA DE COLECCIÓN

Y SU VALORACIÓN COMO

OBRA DE ARTE DE MASAS1

Ariel Gutierrez/ Walter Darío Castro Luna

 

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Resumen: En este trabajo nos proponemos pensar qué significa ser coleccionista, qué sentido tiene un museo y cuál es el sentido de la colección. Para ello tenemos como marco teórico los aportes de algunos ensayos estéticos-políticos de Walter Benjamín y la definición de alegoría de Angus Fletcher. En este contexto trabajare- mos con los coleccionistas Agustín Gnecco y Eduard Fuchs. Bajo estas considera- ciones tomamos el objeto de colección como obra de arte de masas y objeto esté- tico para el pueblo. Se valora al objeto de colección como obra de arte, porque el coleccionista, al rescatarlo de su cosificación, lo resignifica y dota de sentido. Hemos querido empezar con la historia de Agustín Gnecco porque consideramos que en ellas encontramos elementos de suma relevancia como son la tradición y el legado de la colección. El coleccionista argentino hizo gran parte de su colección en suelo sanjuanino, formando el museo que lleva su nombre.

Palabras clave: HISTORIA – COLECCIONISTA – MUSEO – ARTE-DE-MASAS -ARTE-POLÍTICA

1Este escrito forma parte del proyecto de investigación “Actualidad de la significación estético-política de la alegoría. La colección como expresión estético-política de la alegoría: construcción alegórica de la colección del Museo Provincial Agustín V. Gnecco”, y se expuso en las “II Jornadas de Divulga- ción de Proyectos en Filosofía 2017”, ocurrida entre los días 5 y 7 de abril del corriente año en la Facultad de Filosofía Humanidades y Artes perteneciente a la Universidad Nacional de San Juan.

Facultad de Filosofía, Huma- nidades y Artes, Universidad Nacional de San Juan.

Contacto:

ariel_maxy_guty@hotmail.com calamofiber@gmail.com

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Introducción

En un mundo donde las cosas son provisorias, existen cosas que sobresalen a lo común. Esas cosas trascienden el motivo original por el que fueron hechas. Otras, fueron realizadas para el placer y la contemplación de los individuos. Y existen otras que, destinadas a la destrucción o al olvido, fueron rescatadas por individuos que vieron algo especial en ellas. Al visitar los museos vemos algu- nas de esas cosas, las que nos causan placer o aquellas que, tomadas de su habitual circunstancia, son expuestas para recordar el paso del hombre a través de la historia. Hay varios tipos de museos, de Ciencias Naturales, Antropológicos o Culturales y de Bellas Artes. En este escrito tratamos de destacar algunos aspectos sobre las cosas que encontramos en un tipo de museo en particular, aquel que expone el paso del hombre en la época colonial y reciente. También tratamos de descubrirle un sentido al objeto de colección y la mirada que tiene

sobre él un tipo de persona que es el coleccionista. Para ello nos fundamenta-73 mos en el pensamiento de Walter Benjamín, y bajo su mirada, intentamos obte-

ner las respuestas a nuestros interrogantes: ¿Quiénes son los coleccionistas? ¿Qué sentido tiene el objeto de colección? ¿El objeto de colección es un arte de masas?

Nuestro trabajo de campo fue realizado en el Museo provincial Agustín Gnecco, ya que es ahí donde se cumple prioritariamente la realización del pro- yecto de investigación. Está basado en los primeros aportes de nuestros estu- dios al proyecto que está aún en ejecución. Fue elaborado siguiendo un método histórico-descriptivo, porque tomamos en cuenta la historia del Museo como un espacio público para las masas, y destacamos descriptivamente el sentido que le otorga el coleccionista a la pieza de colección. En su fundador encontramos las características notables al coleccionismo y la actitud del coleccionista.

El escrito se divide en dos partes: la primera sobre la historia del fundador del museo y cómo llegó a formarse el museo actual; y la segunda parte, sobre el coleccionista y el objeto de colección.

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Agustín Gnecco, su historia, su museo

La historia de la familia Gnecco en América se inició allá por 1832, cuando Salva- dor Gnecco, tocó las costas del sur de Brasil. En 1853, luego de quedar viudo, trasladó a su familia a la provincia de Buenos Aires, donde instaló una farmacia y contrajo enlace con Catalina Solari, con quien tuvo a Pedro, Agustín, Rita y Salvador.

Agustín Victorio nació el 5 de octubre de 1857 en San José de Flores, Buenos Aires. A los 12 años se quedó huérfano y tuvo que salir a trabajar para ayudar a su madre con el mantenimiento de su hogar. Su primer tesoro de colección lo obtuvo en el puerto donde cumplía tareas de aprendiz de calafate (tenía la tarea de cerrar las juntas de las maderas de una embarcación con estopa y brea), por casualidad encontró una moneda inglesa, la cual la guardó debajo de su lengua hasta llegar a su casa (aún se conserva en su museo). Posteriormente los cami-

nos de la vida lo trajeron a San Juan. En 1904 se casó con doña Paulina Furna.74 Ellos tuvieron cuatro hijos, entre los cuales se encuentra Anavadro.

Desde su llegada a San Juan en 1886 integró diferentes instituciones cultura- les y sociales. Entre esas instituciones se encuentra el tiro Federal. Impulsado por su gran amor a la historia y al coleccionismo realizó por años un gran esfuerzo por coleccionar y conservar objetos, documentos, libros, fotografías, cuadros y restos arqueológicos que fueron guardados en su propia casa, y en instalaciones que hizo construir a tal efecto. Este es el comienzo de lo que luego será el museo Gnecco.

En 1941 el Dr. Enrique Udaondo (1880 – 1962), director honorario del Museo Luján, inició las gestiones ante el gobierno de la Provincia de Buenos Aires mediante el cual adquiere 10000 piezas de la colección, considerando el valor de la misma. A fines de ese año 1943, salvándola del terremoto de 1944, se tras- ladó la colección al Museo de Luján. En 1960 Anavadro Gnecco regresó a San Juan con las piezas de la colección. Luego, en 1981, logró que fuera instalado en el antiguo edificio de la Escuela Normal San Martín.

El museo Agustín Gnecco ha sido el más importante por décadas en Argentina,

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dado su valor y cantidad en objetos y documentos coleccionados. Ahora, la encargada del museo es la Prof. María Julia Gnecco, hija de Anavadro. En su museo, Agustín dio lugar a todos los testimonios, tanto aquellos referidos a hechos políticos, militares o religiosos, como aquellos relacionados con el hombre común, los seres anónimos que tuvieron un lugar principal en su rescate. Como se puede ver, Agustín Gnecco es un coleccionista dedicado a aquellas cosas que son anónimas. Rompiendo de esta manera con un modo de hacer arte que cosifica a los objetos.

Actualidad

Por museo, en este trabajo, nos referimos a aquel espacio donde se da lugar a las diversas interpretaciones de la obra. A esto le sumamos una característica del coleccionista privado que es poner la mirada en las cosas despreciadas y apócri-

fas. De tal modo que el coleccionista se concentra en devolver a la vida a la obra75 de arte, salvando a éstas de quedar cosificadas como meras mercancías del mer-

cado.

Es esto lo que hacen los coleccionistas como Agustín Gnecco y Eduard Fuchs2 , recuperan y resignifican aquellas cosas que parecen relegadas y le devuelven un sentido3. En palabras de Fuchs, le devuelven la vida a la obra de arte (Benjamin, 2009).

Para aquella época Gnecco fue un precursor porque advirtió la importancia de coleccionar elementos que permiten reconstruir no solo la historia política, sino la social, económica y cultural. El gran ideal de su vida fue la constitución de un museo. Agustín murió en 1940. Su hijo Anavadro siguió la tradición familiar por su mandato. “El heredar es una de las formas de colección, una colección tiene como título de nobleza más hermoso el poder ser legada” (Benjamin, 2012, 53).

El legado de la colección es un honor, nos dice Benjamín; de este modo Agustín Gnecco dejó un legado a su familia y a la sociedad sanjuanina. Este legado se da en el marco de una tradición de coleccionistas que se va pasando de generación a generación. Así como esta tradición rescata aquellos objetos que se resignifican,

2Eduard Fuchs (1870 – 1940), fue un investigador cultural, historiador, escritor y coleccionista de arte marxista alemán (De Alchetron, The Free Social Encyclopedia).

3La pregunta por el sentido se dirige hacia las cosas. Se percibe sentido si cada una de estas cosas puede ser inscripta en una serie ordena- da de causalidades que expliquen su razón de ser, o finalidades que expliquen su relación a un fin (extractado de la definición del término “sentido” del Diccionario de filosofía Herder).

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la misma ha significado un gran aporte para nuestra historia y cultura. Entende- mos la tradición en el sentido que lo toma Gadamer (1986), “[…] la tradición es un momento de libertad y de las historias mismas […]. Aún la tradición más auténtica […] necesita ser afirmada, asumida y cultivada” (2012, 349).

Es esto lo que han hecho los herederos de la colección de Gnecco: asumir, afirmar y cultivar esta tradición que ha sido legada. Como podemos ver en el caso de Agustín Gnecco, su legado se da en el marco de una tradición familiar que aún sigue cultivándose, haciendo un gran aporte a nuestra sociedad.

Volviendo a Agustín Gnecco y Eduard Fuchs, -ambos coleccionistas-, los obje- tos no son meras mercancías que están en un museo como cosas, sino más bien, son objetos que dicen algo y a partir de la mirada del coleccionista, y de las diversas interpretaciones, se puede devolver a la vida a esos objetos.

El coleccionismo de Gnecco no está motivado por el fetichismo de la mercan-

cía, y es así que se cuida lo auténtico de cada objeto coleccionado que luego76 será legado. De tal modo que lo que ha sido legado es recibido desde una tradi-

ción, y es ella la que permite que no se pierda lo originario de las colecciones. Despertando continuamente en los sujetos la memoria y la reflexión. Dice Ben- jamín: “[…] tienen cosas que decir sobre su época mucho más notables que gran parte de los escritores […]” (Benjamin, 2012, 61).

Esta expresión de Benjamín nos permite reconocer el valor de los objetos de la colección, esos objetos nos dicen algo de su época. Por ejemplo la sala donde se representa la cocina de la época. ¿Qué es aquello que se reúne en el ojo del coleccionista? “[…] Es la época, la artesanía, quien fue dueño del ejemplar, todo esto se unifican a los ojos del coleccionista […]” (Benjamin, 2012). También pode- mos mencionar otra táctica como por ejemplo, cuando Gnecco compró dos hec- táreas para quedarse con unas rejas que le indicó su instinto coleccionista. Así la entrada en posesión y la apropiación pertenecen al dominio de la táctica. Los coleccionistas son individuos dotados de instinto táctico.

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Sobre el coleccionista

El coleccionista es aquella persona que atesora objetos, les da una historia, un sentido dentro de un mundo singular. Reúne, selecciona, crea sus propios recur- sos de exposición y se convierte en guardián de ese tesoro.

La época, el paisaje, la artesanía, el propietario del que procede el susodicho ejemplar, todo esto se reúne a los ojos del coleccionista en cada una de sus posesiones, para componer una enciclopedia mágica, cuya quintaesencia no es otra que el destino de su objeto. (Benjamin, 2012, 53).

En ellos, en cada objeto, hay un trasfondo histórico donde la memoria intervie-

 

ne en una labor trascendente para dotarle de sentido a este artefacto que cubre

 

de sentimientos al individuo.

 

Basta observar a un coleccionista manipulando los objetos de su vitrina. Apenas los

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tiene en las manos, parece atravesarlos con la mirada para, en un acto de inspiración, mirar a través de ellos hacia su lejano pasado. (Benjamin, 2012, 53).

No sólo recorre galerías, subastas, puestos callejeros donde pueda encontrar una cosa para llevarla a objeto de colección, sino que también le es legado de sus familiares y amigos cercanos.

Pero, volviendo a esos álbumes, heredar es, a decir verdad, el medio más sólido de formar una colección. Pues la actitud del coleccionista respecto de sus riquezas tiene origen en el sentimiento de obligación que le crea su posesión. Es, por lo tanto, la actitud del heredero en el sentido más elevado. Una colección tiene, como título de nobleza más hermoso, el poder ser legada. (Benjamin, 2012, 52 – 53).

Las piezas de colección son liberadas de su uso para lo cual fueron destinadas. Puestas en vitrinas, escaparates o anaqueles, representan los ejemplares del paso de la historia social. Estos objetos son el testimonio del pasado resignifica- do en un presente, donde la memoria cumple su importante función. El coleccio- nista se vuelve historiador, conoce el origen del objeto y lo coloca en el centro de su mundo. La historia del objeto es la historia del progreso del hombre en su

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sociedad, ya sea esta autóctona o colonial.

El paso del objeto de colección privado al museo es el paso de exponer ante

 

el público un pedazo físico de la cultura de tiempos pasados. En el museo se pre-

 

para una sala, se crea una escena para poner en contexto algunas colecciones,

 

como objetos de la vida rutinaria expuestos de manera tal para que el público

 

pueda transportarse al pasado y viva por un momento lo que pudo suceder en

 

ese lugar. Es una ficción que requiere la vivencia ilusoria de la vida social de un

 

tiempo en el que todo era diferente, pero también requiere cruzarla con el pre-

 

sente en cual el espectador está inmerso.

 

Alegoría, museo y arte de masas

 

Como vemos en la imagen 1, esta sala -constituida de modo alegórico- es una

 

representación del fondo social al cual refiere, como escena de la vida cotidiana

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en un tiempo determinado. Muestra los ornamentos de una parte del mundo habitado por el hombre, y también bajo ese aspecto manifiesta las divisiones sociales de clase, el lugar donde trabaja el jornalero o la cocinera y la posición del dueño de casa o el patricio. El modo político de la representación se devela ante quienes descubren en su trasfondo la división jerárquica en un tiempo colo- nial. Dicho de otro modo, la alegoría ostenta dos manifestaciones: una es lo que se ve a simple vista en el ornamento y la ambientación; y otra, como fenómeno bajo esta presentación, que refiere al modo en que las clases sociales se dividían en su cotidianidad.

Por lo tanto, podemos definir la escritura alegórica como el empleo de un conjunto de agentes e imágenes con acciones y acompañamientos correspondientes, para transmitir de ese modo, aunque bajo un disfraz, ya sean cualidades morales, o conceptualizacio- nes que no sean en sí mismas objeto de los sentidos, u otras imágenes, agentes, accio- nes, fortunas y circunstancias, de manera que la diferencia se presente por todas partes ante los ojos o la imaginación, al tiempo que se sugiere el parecido a la mente; y todo ello conectado, de modo que las partes se combinen para formar un todo consistente. (Fletcher, 2002, 27).

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El gusto estético de quien colecciona está enraizado en aquellas cosas que valora por sobre las otras. La historia cultural de la obra de arte o el objeto de colección, fue someti- da a los valores de mercancía y a los desarrollos de la técnica. Esto marcó un avance en el conocimiento de la vida social de los individuos, pero también señalaron una falsa conciencia4 con respecto a la superioridad del contenido de ese conocimiento. La verdad o falsedad del conocimiento del individuo está en estrecha relación con la ideología dominante. Es la labor del coleccionista devolverle la vida a la cosa o la obra de arte que había sido apropiada por el mercado, y proponerla como un arte del pueblo, un arte de masas, las cuales (las masas)5 fueron despojadas por las políticas culturales y sociales impuestas por el arte cultural de la burguesía. El arte de masas es la difusión masiva de un producto que es asimilado por el proletariado y dirigido al gran público (como por ejemplo la caricatura, las reproducciones del arte clásico, la música clásica, la cual podía alcanzar a escuchar la clase trabajadora en la radio), no como el contrario al arte de elite o de la cultura burguesa. Este arte tiene una estrecha relación con la mercancía y la expansión de lo considerado culto por la elite dominante. Pasa a ser la mercadería dentro

de la industria cultural.79 Aquí estamos ante dos cosas: una, la reproducción de una obra de arte por medio

mecánico; y otra, la realizada por los artesanos para el uso cotidiano, en una casa de estilo colonial. Ambas estuvieron en un tiempo lanzadas al mercado (fetichismo de la mercancía6), ambas fueron recogidas por parte del coleccionista y elevadas al nivel de obra de arte. Ambas son cosas útiles y tienen un precio. Decimos útiles en el sentido de que, por un lado, la reproducción trasmite una imagen de lo que la burguesía considera culto; y, por el otro, también es una herramienta utilizada en la casa.

La idea de Fuchs es restituir a la obra de arte su existencia en la sociedad, de la cual estaba ampu- tada hasta el punto que el lugar en el que la encontró era el mercado. En éste perduraba, reducida a mercancía, lejos tanto de los que la producen como de los que pueden entenderla. El fetiche del mercado del arte es el nombre del maestro. Quizás aparezca como el mayor mérito histórico de Fuchs haber puesto a la historia del arte en vías de liberarse de ese fetiche. (Benjamin, 2009, 107).

4Opinión ideológica que no se corresponde con la situación real de quien la posee, o con la clase social a la que pertenece. La conciencia, según el marxismo, debe ser un reflejo de la sociedad, y no al revés, que exprese las condiciones reales de su estructura económica y, por consiguiente, la situación real inhumana de dominio y opresión. Toda conciencia que interprete esta situación como sustancialmente adecuada es una conciencia que falsea la realidad, y que se apoya en elementos meramente ideológicos, o meros pensamientos, que impiden ver la naturaleza de las cosas, o supone la mala conciencia de no querer cambiarlas. La verdadera conciencia (la del proletariado) percibe su situación real de conciencia alienada por la estructura social, pero, al ser también conciencia de clase, posee la voluntad de cambio y se convierte en sujeto de la transformación de la realidad social. (Diccionario de filosofía Herder, termino “falsa conciencia”).

5En el marxismo, propiamente las masas, son las clases sociales más desfavorecidas, procedentes del proletariado industrial y el campesi- nado. Del concepto peyorativo de masa derivan también los de sociedad de masas, cultura de masas y, en menor medida, medios de comunicación de masas. Por sociedad de masas se entiende la situación actual de la sociedad en la que, tras el declive de las formas tradicionales y comunitarias de agrupación y asociación, predominan las formas sociales o societarias, impersonales y burocratizadas. La cultura de masas, a su vez, remite a la cultura que sería propia de esta sociedad de masas, y que se caracteriza por un carácter consumista y la falta de pensamiento reflexivo y crítico. (Tomado del Diccionario de filosofía Herder, termino “masa”).

6Según Marx es la apariencia que adquieren las relaciones de producción en la sociedad capitalista basada en la Según Marx es la aparien- cia que adquieren las relaciones de producción en la sociedad capitalista basada en la producción de mercancías. En dicho sistema socio-económico, las relaciones entre los hombres se ocultan tras la aparente relación con las mercancías. De esta manera, las relaciones entre los hombres se convierten, aparentemente, en relaciones entre cosas y, en definitiva, los hombres son considerados también como cosas, al ser su trabajo también una mercancía. (Diccionario de filosofía Herder, termino “fetichismo”).

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El análisis del arte de masas y las capacidades de su reproducción técnica remiten a las posibilidades de dominio en los modos de producción.

El estudio concreto del arte de masas conduce necesariamente a la cuestión de la reproducción técnica de la obra de arte. «A cada época le corresponden técnicas de reproducción que están completamente determinadas. Estas representan su posibilidad de desarrollo técnico y son, en consecuencia, (…) el resultado de las necesidades de la época. Por la misma razón, no es asombroso que toda transformación histórica profun- da que tenga por consecuencia que dominen otras clases que hasta entonces (…) impli- quen un cambio de las técnicas gráficas, de las técnicas de reproducción (…) » [60*] (Benjamin, 2009, 107).7

Aquellas producciones surgidas de un pueblo, de manera anónima y que forman parte de su identidad también son arte, arte popular porque pertenecen y circulan dentro de la cultura de un pueblo, arte de masas. A este tipo de expe-

riencia es a la que se expone la pieza de colección, es la que se pone a disposi-80 ción del gran público, es a la que se tiende, y no al uso peyorativo que se usa

para calificar al arte de masa como lo bajo, de mala calidad o de mal gusto.

E igual que el alquimista une a su deseo, considerado «inferior», de fabricar el oro la investigación de los productos químicos en que los planetas y elementos se reúnen en imágenes del hombre de condición espiritual, este coleccionista (Fuchs) se propuso, al satisfacer el deseo igualmente «inferior» de poseer, investigar un arte en cuyas creacio- nes las fuerzas productivas y las masas se reúnen en imágenes del ser humano históri- co. Hasta en los últimos libros se percibe el interés apasionado con que Fuchs se dirigió a esas imágenes: «No es la última gloria la de los torreones chinos que sean arte popu- lar anónimo, no existiendo ningún libro de héroes que nos dé testimonio de sus creadores»[63*]. Si esa consideración, dirigida así a los anónimos y a los que conserva impresa ahí la auténtica huella de sus manos, no contribuiría en mayor grado a humani- zar la humanidad que ese culto a los dirigentes que, recientemente, parece imponérsele, es por cierto algo respecto a lo cual, como sucede con tantas otras cosas sobre que el pasado nos ha instruido en vano, el futuro tiene que instruirnos, todavía, una y otra vez.» (Benjamin, 2009, 109). 8

8Aquí [60*], Benjamin se refiere a la colección de caricaturas de Eduard Fuchs cuya cita es del libro “Honoré Daumier”, vol. I, pág. 13 (Fuchs, Eduard. 1927. “Honore Daumier: Lithographien 1828-1851”. Munchen. A. Langen.). pero también vale lo dicho con respecto a los demás tipos objetos de colección de arte de masas. Honoré Daumier (1808 – 1879), fue un caricaturista, pintor, ilustrador, grabador, dibujante y escultor francés. Sus obras tratan lo cotidiano desde una óptica marcada de protesta social. Se destacó por la ingeniosa y buena interpretación de los acontecimientos y medios de vida de una época. Siempre mostrando expresividad y modernidad, pasando a ser uno de los más grandes expresionistas del arte moderno. (extractado de Wikipedia, la enciclopedia libre y del Diccionario Encarta).

9 El [63*] marca la nota de Fuchs del libro que resalta Benjamín, Dachreiter, pág. 45. (Fuchs, Eduard. 1924. “Dachreiter und Verwandte: Chinesische Keramik des XV bis XVIII Jahrhunderts“. Munchen. A. Langen).

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Existe una utilización de la historia desde el punto de vista político. La ideolo- gía dominante se centra en la imposición del modo de ver el mundo. La burgue- sía asigna en la cultura histórica su cultura de clase, dejando al proletariado al margen y despojado de sus medios de producción. El jornalero o trabajador, de este modo solo se contenta con lo que le suministra la cultura burguesa. Es por ello que se tiene una visión incompleta de la cultura del pasado, recortada según los intereses de quien detenta el poder social en ese momento. El sacar del contexto de la historia la cosa, apreciarla, dotarla de sentido, trasladarla a un ámbito donde sea contemplada y examinada por otros, reúne las experien- cias del coleccionista y el historiador. Un arte de masa propuesto al público mayoritario, es el devolverle al proletariado parte de esa producción que fue cosificada por la cultura de mercado. El coleccionista con sentido social, descu- bre al objeto dentro de la cosa determinada para la vida cotidiana y le transfiere

a un ámbito donde adquiere un valor con sentido de reliquia social de una81 época. Es allí, donde la cosa adquiere la forma de objeto de colección, el gran

tesoro del coleccionista. Es donde se da valor a las pequeñas cosas que queda- ron marginadas por el arte burgués. Es suministrarle valor de obra de arte a aquellos artefactos que el coleccionista rescata y la pone a disposición de quie- nes quieren tener su experiencia estética, aquellos que el mismo coleccionista considera bello.

Conclusión

Coleccionar es dotar de sentido. Es darle un espacio al objeto dentro de un mundo de cosas. Proporcionar algo que tenía una utilidad dentro de lo cotidiano y llevarlo a un ámbito donde su contemplación emociona a quien lo posee. El sentimiento que le otorga el coleccionista al objeto está más allá de toda consideración monetaria. El contenido crítico que el individuo acompaña a través de una construcción de un sen- tido social, manifiesta el protagonismo del objeto de colección y su lugar en el mundo. Quitarle el valor de mercancía y dotarle de un valor que solo el espectador

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puede proporcionarle cae dentro de las posibilidades del coleccionista. Cada objeto encontrado, cada cosa rescatada del mercado, tiene una historia que solo el coleccionista puede contar. Esta historia es el correlato de la memoria que este último tiene a su alcance para trascender al objeto de su cotidianidad. Crear un ámbito donde se ponga a contemplación de un público, es otorgarle un esta- tuto de obra de arte. Es aquí donde el museo se presenta como el sitio donde lo privado se hace público para las masas. Poner a disposición de espectadores que lo contemplen, es poner al objeto de colección a la vivencia del arte de masas. La reproducción técnica de la obra de arte clásica conlleva la pérdida de su origina- lidad y unicidad, pero también se pone al alcance del pueblo que no podía acce- der al arte de élite. Asimismo, las reproducciones de un arte de periferia (como la caricatura para Eduard Fuchs), es arte, un arte de masas que está al alcance del pueblo. Este arte valora las condiciones de producción con que fueron hechas y los sujetos anónimos que las realizaron. Pone en contexto y vitaliza al objeto de

colección devolviéndole la potestad al hacedor, y a quienes pudieron haberlo82 utilizado en tiempos pasados.

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Imagen 1: "Cocina estilo colonial". 2017. Museo Histórico Provincial

Agustín V. Gnecco

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Imagen 2. “Sala de familia patricia estilo colonial”. 2017. Museo Histórico

Provincial Agustín V. Gnecco

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Bibliografía

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– Traducción de Ana Agud Aparicio y Raúl de Agapito

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Fuentes en videos y archivos de Internet

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2.De Wikipedia y afines:

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https://de.wikipedia.org/wiki/Eduard_Fuchs_(Kulturwissenschaftler) . – (accesible en alemán)

Wikipedia, (2017 mar. 30). Honoré Daumier. Recuperado de: https://es.wikipedia.org/wiki/Honor%C3%A9_Daumier

(Todas las páginas de internet fueron visitado por última vez el 31/07/2017)

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