TRAZOS - AÑO VI – VOL.I – JULIO 2022 - e-ISSN 2591-3050
un destino mejor luego de la muerte. Es, pues, un contexto de preocupación y
temor para los jóvenes. Sócrates, incluso en sus últimos momentos, recibió los
(p. 43) y con una ‘agudeza’ ejemplar para percibir el sufrimiento de los jóvenes.
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ce el alma de sus interlocutores. Por ello es que Sócrates en particular se revela
escuchar al otro y guiarlo en la medida en que reconoce
élenkhos socrático no consiste en refutar a los interlocuto-
‘liberarlas’ de la ignorancia, que lleva al vicio y al error. En un primer momento,
el élenkhos trata con la refutación, que es producto justamente de la ignoran-
cia de Sócrates sobre el tema; seguidamente, surge la liberación propiamente
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que busca, a la larga, producir alguna tesis positiva por parte del interlocutor.
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tivo, sino más bien para ayudar al interlocutor a mejorar su alma, ya sea un alma
virtud del otro;
virtud de la que Creonte evidentemente carecía a pesar de su edad. Lo que le
hizo falta a Creonte fue un diálogo cooperativo orientado al mejoramiento de su
III. Consideraciones nales
Hemos visto a lo largo del trabajo la importancia del diálogo para la re-
phrónesis que relacione a uno
con lo particular del mundo. Tanto Sófocles como Platón resaltan esto último. Lo
portavoz es atender a las exigencias de una nueva polis que no sufra el destino
de, por ejemplo, Tebas. En este sentido, tenemos a un Platón anti-trágico —cuya
República
argumentativamente sin ataques personales—, puede liberar de la ignorancia al
algo verdadero o falso (Tht
los cuales el poeta imitativo no debe ser bienvenido en la polis ideal. En dicho libro, se argumenta que el poeta produce obras que están
alejadas de lo real en un tercer grado, ya que no conoce las Formas —lo real, en un primer grado—, ni tampoco las imita a ellas —por lo
que no se mueve en las apariencias, de segundo grado—, sino que imita las apariencias de las apariencias, así como un pintor dibuja una
cama desde cierta perspectiva, dejando de lado la cama sensible y las Formas de las cuales participe. Por lo tanto, el poeta debería ser
expulsado de la polis ideal, dado que apuntan, especialmente con sus tragedias, a la parte más baja del alma (la parte apetitiva, lugar de