EDITORIAL

La iniciativa de Revista Trazos para llevar adelante el dossier Teoría Crítica: Actualizaciones, pliegues y reformulaciones no puede ser menos que oportuna si se consideran los actuales asedios a nuestra América. El desencadenamiento de nuevas ideas y nuevas praxis filosóficas se muestra como una tarea urgente en la que susurra el llamado de Simón Rodríguez en Sociedades Americanas : «O Inventamos o Erramos» (2016, p. 459). Claro que el contenido de un Dossier no completa la demanda de tal llamado, pero, no obstante, sí puede reafirmar el horizonte inventivo de toda filosofía autodenominada crítica y mostrar, en consecuencia, su potencia para desmontar los discursos civilizatorios de una sociedad administrada.

En ese sentido, cabe preguntarse cuáles son las reformulaciones que ha sufrido la Teoría Crítica y de qué forma se pueden actualizar sus postulados conforme a las demandas de nuestra específica condición geopolítica y contem - poránea. Esta interrogante no busca rastrear deudas, sino explorar la capacidad inventiva de la Teoría Crítica a partir del reconocimiento de afinidades y puntos de fuga entre el tiempo que enmarcó las elaboraciones de los miembros de la primera generación de la Escuela de Frankfurt y el nuestro. Se trata, por lo tan - to, de tejer un diálogo crítico no desde el punto de vista del progreso teórico, sino desde la óptica de la actualización. «Se puede considerar como uno de los objetivos metódicos de este trabajo mostrar claramente un materialismo his - tórico que ha aniquilado en su interior la idea de progreso. Precisamente aquí, el materialismo histórico tiene todos los motivos para separarse con nitidez de la forma burguesa de pensar. Su concepto principal no es el progreso, sino la actualización» dice Benjamin en el Legajo N de Libro de los Pasajes (2005, pp. 462- 463 [N 2, 2]).

La actualización de la Teoría Crítica, sus pliegues y reformulaciones, afir - man que el capital perdura como fuerza reificadora que administra las diversas esferas de la experiencia, inclusive la de la crítica misma. Actualizar supone, entonces, entender que la praxis filosófica no escapa a la creciente racionali - zación codificada en el principio del cálculo (Lukács, 2013, p. 193), definitorio de la modernidad. Como indica Theodor Adorno en La educación después de Aus- chwitz: “[e]n todos los casos en que la conciencia está mutilada, ello se refleja en el cuerpo y en la esfera de lo corporal a través de una estructura compulsiva, proclive al acto de violencia” (Adorno, 2009, p. 89). Vista desde esta perspectiva,

trazos - revista de estudiantes de filosofía - año v - vol. ii. - diciembre 2021

páginas 9-12 - e-ISSN 2591-3050

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instituto de filosofía - facultad de filosofía, humanidades y artes - universidad nacional de san juan

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la Teoría Crítica urde su caudal epistemológico en un ejercicio cuyo objetivo no se define por el obrar al servicio de una realidad existente, sino por la expresión de su secreto (Horkheimer, 2003, p. 248).

Si la modernidad confiesa su dinámica como la del reino de la contradicción y la barbarie antes que como la del reino de la libertad, la crítica busca inventar sobre la base de una violencia que prolonga la existencia del capital. Esta si - tuación le cabe tanto a las condiciones europeas de principios de siglo XX como al devenir del Sur global. Piénsese, por ejemplo, en la teoría de la violencia del martiniqués Frantz Fanon, contenida en Los condenados de la tierra: ¿acaso la petrificación del cuerpo colonizado de la que habla no constituye los visos de la razón instrumental expuesta por Adorno y Horkheimer? ¿No es la violencia afir - mativa del colonizado una respuesta frente a una razón de dominio? En definiti - va, ¿acaso la denuncia de la razón moderna como razón de dominio no colinda con el talante de una razón colonial?

Ni Adorno, ni Horkheimer, ni Benjamin, ni Marcuse, etc. atendieron a esta dimensión de la razón instrumental, lo cual, empero, no tiene que traducir - se necesariamente en un olvido, una falta o una postergación del problema. Cuando se habla de actualización de la Teoría Crítica se refiere, justamente, la emergencia productiva de relaciones de vecindad que alertan aproximaciones, ausencias y relevamientos. En efecto, la crítica puede ser comprendida como la praxis que procura avanzar a contrapelo de las formas hegemónicas en que se administra la crítica.

Es por eso que este dossier se formuló con el objetivo de promover y soste - ner el diálogo entre distintos resortes textuales, estéticos y académicos relacio - nados con las diversas localizaciones geográficas, políticas y epistemológicas de la Teoría Crítica. Si en las últimas décadas la cuestión de “lo crítico” −instalado en el siglo XX canónicamente por Max Horkheimer en Teoría Tradicional y Teoría Crítica (1937)− ha sufrido mutaciones, relevamientos y nuevas configuraciones en distintas áreas geoculturales, ha resultado pertinente indagar cómo (de ma - nera directa o indirecta) las inquietudes iniciales de la Teoría Crítica han sido atravesadas por desplazamientos y relevamientos que modificadores de su sen - tido original y sus direcciones clásicas.

Estas relaciones actualizadoras de la Teoría Crítica pueden ser identificadas con las críticas anticoloniales de la segunda mitad del siglo XX, la Filosofía de la Liberación de Enrique Dussel, la crítica cultural latinoamericana de los años 80 y 90, la teoría poscolonial, el giro decolonial latinoamericano, los feminismos críticos, entre un puñado numeroso de ejemplos que podrían esgrimirse.

Esta pluralización y descentramiento de la Teoría Crítica da cuenta de ac - tualizaciones y pliegues que profundizan conjeturas sobre las narrativas y las representaciones convencionales de lo que se comprende por “crítica”. En este

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sentido, el trabajo de Berenice Amador Saavedra titulado Las imágenes de la feminidad en la cultura. Una actualización de la crítica a la igualdad represiva desde Herbert Marcuse cristaliza el descentramiento de la Teoría Crítica al que se encamina el presente dossier. La autora se concentra en un ejercicio de re- cuperación de las referencias de Marcuse sobre el movimiento feminista de la segunda mitad del siglo XX, sin dejar de realizar una lectura crítica de los postu - lados del filósofo alemán. El artículo no busca sentar las bases de lo que podría denominarse un «feminismo marcuseano», sino más bien desacomodar el eje de las lecturas usuales sobre Marcuse. Según ve Berenice Amador Saavedra, hay una potencia de las imágenes de lo femenino anotada por el filósofo alemán, de allí que Las imágenes de la feminidad en la cultura indaga una actualización de la Teoría Crítica en la construcción marcuseana de una sensibilidad capaz de sobrepasar las esferas del domino patriarcal y las cosificaciones del capitalismo avanzado.

En suma, pensamos que este dossier de la Revista Trazos invita a entablar diálogos anclados en la urgente tarea de inventar esa «libertad vital» analizada por Marcuse en El fin de la utopía .

Dra. María Rita Moreno/ Dr. Carlos Aguirre Aguirre

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Bibliografía:

Adorno, Th. (2009). Consignas. Buenos Aires: Amorrortu.

Benjamin, W. (2005). Libro de los pasajes. España: Akal.

Fanon, F. (1965). Los condenados de la tierra. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Horkheimer, M. (2003). Teoría crítica. Buenos Aires: Amorrortu.

Lukács, G. (2013). Historia y conciencia de clase. Estudios de dialéctica marxista . Buenos Aires: Razón y Revolución.

Marcuse, H. (1969). El fin de la utopía. Buenos Aires: Siglo XXI Editores. Rodríguez, S. (2016). Obras completas. Caracas: Ediciones Rectorado.

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