TRAZOS  AÑO I - VOL I  AGOSTO 2017  ISSN 2591-3050
		ENTREVISTA A
		DARÍO SZTAJNSZRAJBER:  “EL AULA TRADICIONAL HA  MUERTO”. Darío se presenta a sí mismo como docente  antes que filósofo, motivo por el cual desde el

		Comité Editorial de TRAZOS decidimos entrevis -  tarlo en relación con la temática del Dossier del  presente número: “Filosofía y Educación”.
		- En nuestro dossier proponemos como tema la  relación entre “Filosofía y Educación” ¿cuál es tu  lectura sobre este vínculo?
		- Creo que la filosofía y la educación no son dos  disciplinas separadas sino que están intrínseca -
		Darío Sztajnszrajber es Licencia-  do en Filosofía por la Universi-  dad de Buenos Aires. Ha sido  docente en todos los niveles  educativos y actualmente dicta  clases de posgrado en FLACSO.  Su trabajo se centra, principal-  mente, en la divulgación de la  filosofía en diferentes medios  de comunicación entre los que  destacan programas de TV  como “Mentira la Verdad” y “El  amor al cine” (los cuales fueron  emitidos en la Televisión Públi-  ca Argentina), y programas de  radio como “Demasiado  Humano” y “Metro y medio”. En  estos momentos se encuentra  dando una gira con la obra  teatral “Desencajados: filosofía  + música”.
		Foto: Daniel Cascon
		mente interrelacionadas, porque lo propio de la  filosofía, en su salida de sí misma, para alcanzar  al otro, se vuelve un acto puro educativo. Quiero  decir con eso que no se hace filosofía sin un otro,  y sin el propósito de transformar al otro. Y me  parece que, si pensamos la educación como un  proceso de vínculo, hay muchísimas coinciden -  cias. Esto desde el punto de vista más esencial, a  lo que hace a la filosofía como disciplina, ya que  la entiendo muy hermanada con los propósitos
		de la educación en general, a tal punto que  pienso que muchas disciplinas específicas, como  las científicas o artísticas, hacen filosofía. Un  profesor de matemática puede estar haciendo  filosofía, o no, depende de cómo estructure la  clase, en la medida en que provoque esa trans -  formación en el otro que es el estudiante. Por  eso, uno puede hacer filosofía desde los conteni -  dos, y dando clases de historia de la filosofía, o  uno puede hacer filosofía, esto es, generar, en la  experiencia áulica, un acontecimiento filosófico, y  en ese caso no es necesario que el contenido sea  necesariamente de la historia de la filosofía. Se  puede generar ese acontecimiento filosófico en  una clase de cine, o en una clase de biología.
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		Meparece que la filosofía es, hoy, funda -  mental para repensar la crisis del aula.  Creo que vivimos tiempos de una  implosión importante de lo que es el  aula tradicional, a tal punto que me  animaría a decir que el aula tradicional  ha muerto, y que la filosofía, hoy, se  vuelve una de las variables que mejor  puede pensar hacia qué lugar el aula  tiene que reconstituirse. Me parece que,  en ese sentido, hay, además, un tiempo  para pensar la educación en todas sus  prácticas, desde lo macro hasta lo micro,  donde la filosofía puede aportar, pero  que, en general, la dinámica burocrática  de las instituciones educativas no le da  lugar o excluye.
		- Ante la presente crisis educativa que  atravesamos, tanto a nivel latino-  americano como a nivel nacional,  ¿qué rol considerás que nos cabe  como estudiantes de filosofía y miem -  brxs de la comunidad educativa?
		- Yo creo que hay que repensar la idea  de crisis. Obviamente uno la usa en  términos negativos, y, sin embargo, para  el quehacer filosófico, es fundamental  provocar la crisis, o descubrirla, sobre  todo quitando los velos que suelen  encubrir situaciones de crisis y que son  presentadas desde su normalización.  Cuando Richard Rorty dice que hacer  filosofía es rascarse donde no pica, lo  que dice Rorty es que en realidad todo  pica, pero tenemos medio cuerpo ador -  mecido. Cuando uno se rasca donde no  pica, se da cuenta, en ese acto, que en  realidad esa picazón estaba anestesia -  da. Entonces, desde esa perspectiva, me  resulta interesante pensarlo. La escuela  es crisis permanente, porque es un lugar  donde estamos todo el tiempo reinven -  tado ideas, saliéndonos de nosotros  mismos, contactándonos con un
		un otro que nos zamarrea. Yo pienso  que, en principio, en términos ontológi -  cos, hay que reivindicar la crisis como  propia del proceso educativo.
		Ahora, por otro lado, creo que en la  pregunta de ustedes, se juega más otra  idea, que es la idea de una retirada de  parte del Estado de sus intenciones de  apostar por un proyecto educativo más  inclusivo, más generador de alternativas  a las formas educativas tradicionales, y,  sobre todo, correrse de un dispositivo,  por decirlo así, más gerentocrático, que  piensa la educación únicamente en  términos de calidad y eficiencia, pero
		cuantitativa. Meparece que en ese senti -  do es fundamental el trabajo que se  hace en la apertura del mudo educativo  a los lugares no formales. Meparece que  es un lindo movimiento que se puede  hacer para recuperar algo de la vocación  docente, o de la construcción política de  la comunidad educativa donde no todo  es números, ni todo termina siendo  aprobar exámenes. Me parece que en el  aula convergen una multitud de  variables, dentro de las cuales la  formación de calidad es una de las más  importantes, pero no puede ser la única.  Por eso digo que la educación no formal  provee experiencias muy interesantes,  que tienen que ver con los vínculos, con  la transferencia, algo que se va perdiendo
		en situaciones como esta. Pero yo apun -  taría sobre todo a la no totalización del  propósito de la escuela. Como si uno  dijera “¿cuál es el propósito de la escue -
		la? Muchos”. Ya decir muchos, y que  entre esos muchos hayan contradic -  ciones, me parece una buena forma de  salirse de los esquemas totalizantes.
		- En varias entrevistas y conferencias  hablás de la filosofía como género  literario. ¿A qué te referís con esto?
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		- Si, cuando digo que la filosofía es un  género literario no hago más que repetir  ideas de otros, como todo lo que uno  hace en filosofía. En este caso, tanto  ideas de Jacques Derrida como de  Richard Rorty. Rorty, más leyendo a Der -  rida, tiene, de hecho, creo que en un  libro que se llama Consecuencias del  pragmatismo, un capítulo entero, un  texto, llamado “La filosofía como género  literario”. Pero, tomando un poco estos  dos autores, y, en general, toda la  tradición de la deconstrucción, diría que,  en primer lugar, es asumir que nada hay  fuera del texto, y que, por lo tanto, el  lenguaje filosófico, antes que nada, es  una construcción textual. Como tal, se ve  atravesada por toda la lógica y todos los  recursos propios de cualquier literatura.  En este sentido, hay en el texto filosófico  intención de convencer, figuras retóricas,  etc. Con lo cual lo importante es tratar  de circunscribir qué tipo de literatura es  la propiamente filosófica para que uno  la diferencie de otras. Sumándole a eso  que, en el caso de la filosofía, hay una  batalla interna que intenta, de algún  modo, desmarcarse de las formas más  tradicionales de hacer filosofía, que  justamente pretenden que el saber  filosófico trascienda el texto hacia una  supuesta verdad o saber que se encuen -  tra más allá de su formulación expresiva.  Pero, al mismo tiempo, la crisis de ese tipo  de paradigma genera cierta autoconcien -  cia de la escritura filosófica, que se  entiende a sí misma como un tipo de  escritura en la cual entran en juego toda  una serie de marcas que diferencian  este género literario de otros. Tal que  uno puede distinguir lo que es un texto  poético, de un texto filosófico, de un  texto periodístico. Pero, la distinción del  género tiene que ver con cierta forma  que es propia de la escritura filosófica.  Ahora, por otro lado, desde un punto de
		vista más conceptual, diría que la idea  de género literario se pelea, ahora sí, con  esta idea que mencionaba antes, de que  la filosofía puede acceder a la estructura  fundamental de la realidad, o puede ser,  al estilo kantiano, algo así como el tribu -  nal de la razón, o la fundamentación de  la validez del conocimiento humano. En  ese sentido, tomando la idea nietzscheana  de verdad como metáfora, diría que lo  que hace la filosofía es crear un mundo  de sentido, que poco y nada tiene que ver  con la Verdad, con mayúscula, sino que  tiene que ver con la construcción de un  tipo de certezas, en principio, que inten -
		tan responder a los grandes cuestion -  amientos humanos; certezas que termi -  nan siendo punto de partida para una  escalada infinita de preguntas que  nunca terminan de contestarse, ni de  contentarse tampoco. Me parece que, en  ese sentido, cuando uno empieza a  tomarse menos en serio la pretensión  de verdad de la filosofía, la liberamos de  ese peso y se convierte en un discurso  literario que nos provee, diría casi  estéticamente, una posibilidad más de  construcción de sentido de las tantas  que hacemos en nuestra existencia.
		- Como estudiantes nos interesa  explorar el vínculo -a nuestro ver,  estrecho- entre la filosofía y la escrit -  ura ¿qué nos podés decir al respecto?
		- La relación con la escritura claramente  está en todos los comentarios que hace  Derrida en De la gramatología sobre el  lugar que ocupa la escritura, no como  reproducción o representación de la voz,  que a su vez se supone que es la repre -  sentación de la conciencia. Derrida decon -  struye ese esquema cuasi platónico de  representaciones degradantes y entiende
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		que, primero, son independientes las  esferas. Es evidente que cuando uno  escribe, “la mano”, por decirlo así, no  está pendiente de lo que piensa “el  cerebro”, o por lo menos no se produce  esa distancia en la que uno cree que lo  que escribe surge de lo que previamente  piensa o de lo que previamente dice. Me  parece que ahí hay una autonomía de la  escritura. Cualquiera que escribe sabe  que se escribe con los dedos y no con la  cabeza, y esta metáfora de escribir con  los dedos, que supone obviamente una  actividad cerebral, supone también la  posibilidad de salirse del esquema  platónico, negativo en este caso -Platón  tiene muchas cosas copadas- , de  pensar que hay entonces accesos al  sentido superiores que otros.
		Esto por un lado. Por otro lado, obvia-  mente hay un canon filosófico que tiene  que ver con la escritura y que determina
		y su vocación. Cuando digo esquizofre-  nia, metafóricamente, lo que digo es que  uno puede, por un lado, publicar como  el canon filosófico exige, y, al mismo  tiempo, respetar ser fiel a la vocación  transgresora de la filosofía y encarar  otros proyectos de escritura. Yo creo que,  en ese sentido, realmente hay muchas  formas de hacer filosofía: la oral, la  dialógica, que es fascinante. Lo que se  provoca en un diálogo es impresionante.  Pero lo que se provoca también con la  escritura cuando se rompen justamente  esas normativas y se vuelve creativa, es  una escritura que empieza a enhebrar
		lenguajes también por fuera de la disci-  plina, encontrándose con la literatura,  con la poesía. Me parece que ahí se  encuentran posibilidades de creación  filosófica todavía inéditas.
		lo que es una escritura aceptada, o  académicamente correcta. Pero eso  tiene que ver más con las normas que  establece toda burocracia academicista.  En la medida en que, como estudiantes  de filosofía, participen de una estructura  formal, entonces cualquier escrito que  transgreda los condicionamientos que  pone la escritura académica filosófica  no va a ser recibida.
		- ¿Qué recomendación darías a lxs  estudiantxs a la hora de escribir/publi-  car?
		- Mi recomendación es la esquizofrenia.
		Uno, como es parte de una estructura  formal, tiene que ajustarse a esa norma-
		tiva cuando publica, pero al mismo  tiempo, uno puede escribir filosofía por
		fuera de esa normativa, y con otros  propósitos que no sean el desarrollo de
		las pautas propia de la academia filosó -  fica, pero eso depende de la intención
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